Para lucir como Valeria Mazza y predicar el discurso: “¡Ámate como eres!” hay que disponer de entrenador personal, nutricionista, terapeuta, coach motivacional, diseñador y maquillador; invirtiendo dinero y tiempo, los que siempre salen del marido o sí misma (todo aquello que no tienen las viejas de población, sin mayores esperanzas que cazar a un huevas tristes con plata u operarse en clínicas clandestinas atendidas por venecos, peruanos o colombianos; o si ahorran más, viajando a Tacna)