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La caída de la Compañía Británica de las Indias Orientales parte 4

ruftata

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Los ingleses se ven pronto en dificultades y sir Henry no tiene tiempo más que de batirse en retirada y ganar de nuevo su reducto de resistencia, que ahora se arrepiente de haber abandonado. Lawrence, en una carta que dirige a Calcuta, escribe: «Esta mañana hemos salido en dirección a Chinhut, hemos perdido cinco cañones a causa de la actitud de los artilleros indígenas muchos de los cuales han desertado. El enemigo nos ha perseguido y asediado. El enemigo es muy atrevido, en tanto que entre los europeos la moral es baja. Considero que nuestra posición es diez veces peor que ayer; realmente es muy crítica. Hemos tenido que abandonar una gran cantidad de víveres y hemos consumido mucha pólvora. A menos que seamos socorridos, digamos que antes de quince o veinte días nos costará trabajo mantenernos. Hemos perdido tres oficiales que han sido muertos esta mañana, varios han sido heridos». Toda la resistencia de sir Henry se concentraba sobre su reducto de resistencia, que ya hemos mencionado, y que estaba formada en realidad por una especie de meseta sobre la cual estaban construidos los diferentes edificios de la administración británica, entre los cuales el más importante era un imponente edificio de tres pisos con una especie de torre. Unas tres mil personas aproximadamente, la mitad de ellas combatientes, formaban la población de este reducto asediado como Cawnpore. Se encontraban rodeados no solamente por un pequeño ejército, sino de hecho por un país entero, en medio del cual se encontraba aislado. La situación, ya precaria, se ve agravada por la muerte del animador de la resistencia, sir Henry Lawrence, herido el 2 de julio por un obús. Muere dos días después. En Calcuta el 17 de junio llegan refuerzos de Madras a bordo del vapor Fire Queen, perteneciente a la Compañía Británica de las Indias Orientales. Con ellos llega el hombre que va a ser el verdadero actor en el restablecimiento de la situación. Se trata del general de brigada Henry Havelock. Capitán a los cuarenta y tres años, había alcanzado ya los sesenta y dos sin haber ejercido nunca el mando. Su origen llano y su carácter difícil explican sin duda el relativo apartamiento en el que se le había mantenido hasta entonces. Esto ocurrió también con muchos de los grandes generales, como Joffre y Montgomery. El general Havelock tenía fama de intratable puritano. Se contaba sobre él que una gran dama de la sociedad de Madras, donde estaba en la guarnición, que no había conseguido invitarle a una de sus reuniones, le dijo un día: «Al menos puedo esperar que una mañana me haga el favor de venir a tomar un baño helado conmigo».



Havelock acababa de tomar parte en la expedición en Persia. Desde su llegada a Calcuta, se dirigió a Allahabad, que acababa de ser «pacificada» en condiciones bastante particulares por el teniente coronel James Neill, del regimiento de los fusileros de Madras, un hombre brutal e implacable. Al llegar a Allahabad, Havelock se enteró del plan que el coronel Neill había concebido a fin de ayudar a Cawnpore y a Lucknow. Tenía a su disposición cuatro batallones, los fusileros de Madras, el 84 de Infantería, el 64 de Infantería y el 78 regimiento escocés de Highlanders. Pero era preciso esperar algún tiempo antes de concentrar estas tropas, por lo que hasta el 7 de julio no pudo ponerse en marcha la columna. En esta fecha, Cawnpore había sucumbido desde hacía ya una semana y en Lucknow sir Henry Lawrence había muerto hacía tres días. El 2 de junio, por otra parte, Havelock recibió un mensaje de Lucknow informándole de que Wheeler había sucumbido. El 7 de junio Havelock estaba preparado. Hasta el último momento se había retrasado por cuestiones de intendencia, como le ocurriera en otro tiempo a Anson. Finalmente la columna Havelock se pone en marcha con mil hombres en total: «La columna más pequeña que haya tenido nunca la ocasión de salvar un imperio», como se ha escrito más tarde. Después de tres días de marcha, Havelock se une al destacamento de vanguardia, situado a las órdenes del mayor Renaud. Setecientos hombres en total, entre ellos trescientos sijs. Apenas han realizado la unión, cuando sufriero el ataque de un fuerte destacamento de rebeldes que, creyendo no tener que enfrentarse más que con la columna Renaud, tuvo la desagradable sorpresa de encontrarse frente a frente con un cuerpo de ejército mucho más importante. Havelock informó: «Debo decir que el asunto fue solucionado en diez minutos, porque en este corto lapso de tiempo, la moral del enemigo cayó por los suelos. Fue especialmente a consecuencia del fuego de los mosquetones, que les segó a una distancia que no se esperaban». Doce cañones fueron tomados al enemigo. Las pérdidas por parte británica fueron ligeras. Una docena de soldados ingleses afectados de insolación.



Havelock y Renaud no pudieron, sin embargo, explotar su triunfo, ya que el escuadrón de caballería indígena, que formaba parte de su pequeña fuerza, se negó a marchar y fue preciso desarmarlo al día siguiente. Después de esto, la columna Havelock ocupó Fatehpur tras de haber derrotado a la vanguardia de Nana Sahib. El 14 de julio, Havelock deja Fatehpur y el 16 no se encuentra más que a algunos kilómetros de Cawnpore. En nueve días, bajo una lluvia incesante y con un calor y una humedad terribles, ha recorrido doscientos kilómetros. Uno de los oficiales que le acompaña, escribe: «La carretera de Allahabad a Cawnpore era una escena de desolación». Todos los bungalows habían sido objeto de pillaje y luego quemados a ras del suelo por los indígenas. En represalia todos los pueblos eran incendiados y los rebeldes colgaban de los árboles en grupos de seis. El 15 de julio llegaron casi a la meta. El ejército del general Havelock no se encontraba más que a cuarenta y cinco kilómetros de Cawnpore y se apoderó del pueblo de Aong, ocupado por los rebeldes. Entre Havelock y Cawnpore quedaban todavía dos obstáculos importantes, el río Panda Nudi, crecido por las últimas lluvias, y el ejército de Nana Sahib. En este momento estalló el segundo drama de Cawnpore, mucho más bárbaro aún que el del 27 de junio. Nana Sahib se enteró de que Havelock no estaba lejos. Según las últimas noticias, había logrado incluso franquear el Panda Nudi por el único puente que lo atravesaba y que los rebeldes no haían podido hacer saltar. Iba a ser preciso evacuar Cawnpore. Pero, qué hacer de los rehenes, niños y mujeres. Sobre todo, de esas mujeres que Nana y sus compañeros habían utilizado para las orgías que daban todas las noches en su residencia, un antiguo hotel pintado en amarillo azafrán, a pocos metros del Bibighar, donde los rehenes estaban encerrados. Este período, del 27 de junio a este día, había sido la gran revancha de Nana Sahib, que había experimentado la sensación de que su poder era ilimitado allí en Cawnpore, donde había derrotado a los ingleses y tenía a su disposición a las más bonitas mujeres de sus enemigos. El 28 de junio se había hecho proclamar rey de los Maharajás, el título más precioso que los ingleses querían arrebatarle a él, el hijo adoptivo del último soberano de su raza. Pero esta columna de Havelock lo cambiaba todo a su paso. Era precisos marcharse, pero se da la orden de matar a todos los rehenes. Por la tarde, cinco hombres armados con afilados sables penetran en el reducto, donde desde hace tres semanas viven como bestias encadenadas las mujeres y sus niños. Entre estos hombres hay dos carniceros musulmanes. La matanza duró varias horas. Durante este tiempo, la prisión de Cawnpore se transforma en un matadero, donde son asesinados ciento dieciocho mujeres y noventa y dos niños.



El 16 de julio Havelock está prácticamente a las puertas de la ciudad y él y Nana Sahib van a librar el primer gran combate que se produce desde que estalló el motín en Meerut. Las fuerzas de Nana Sahib, cinco mil hombres y ocho cañones, son instaladas en una posición muy favorable, a unos doce kilómetros de Cawnpore, dominando la carretera imperial que va desde Calcuta hasta Delhi, y por la que cree que van a venir Havelock y sus hombres. Pero el general inglés, que corriendo un gran riesgo ha dejado detrás su tren de avituallamiento, comienza un movimiento envolvente y consigue desorganizar pronto el dispositivo enemigo; Nana Sahib se encuentra en dificultades. Havelock da ejemplo personalmente y recorre sin cesar las filas a fin de animar a los soldados. A pesar de la llegada de refuerzos, las tropas de Nana Sahib se ven obligadas a retroceder y pronto se desencadena la huida general. Al día siguiente, los soldados de Havelock, rendidos de fatiga, penetran en Cawnpore. Allí les espera un horrible espectáculo. Los primeros testigos se sentirán estremecidos de horror por lo que van a descubrir. A la entrada de la prisión, donde durante dos semanas habían estado encerrados los rehenes, dos mujeres semidesnudas atadas a unos pilares tienen la cabeza cortada. Por todas partes cadáveres de mujeres y de niños, sobre los que revolotean grandes moscas azules. Todos los cuerpos están cortados, el suelo está inundado de sangre. En las paredes, huellas de manos, pedazos de cerebro. En el suelo, mezclados con la sangre, vestidos, calzados, canastillas. Un niño de corta edad está colgado por la garganta mediante un gancho fijado en la pared, como un buey en una carnicería. A algunos metros, en un patio, hay un pozo de quince metros de profundidad que está lleno de cuerpos ensangrentados y cabezas cortadas. Los soldados no pueden más y vomitan.



Se detuvo a algunos hindúes que no habían logrado huir. Se les colgó acto seguido en una horca que los hombres de Nana Sahib habían instalado allí. En cuanto a Nana Sahib, que había huido hacia su castillo de Bithor, Havelock lanzó un destacamento en su persecución. Pero el castillo de Bithor estaba vacío. Nana había huído con el dinero del arsenal de Lucknow. Mientras se efectuaba esta persecución, las tropas de Havelock recuperaban sus fuerzas. La repugnancia por lo que habían visto, la sensación de vivir en una especie de infierno, del que quizá no pudiesen escapar, así como la fatiga, todo ello daba al ejército una especie de enorme desaliento, que el descubrimiento de un depósito de alcohol convirtió en juerga. Durante cuarenta y ocho horas, la columna Havelock no sale de la embriaguez a pesar de las medidas disciplinarias decretadas por su jefe. Escandalizado por lo que acaba de ver en Cawnpore, Havelock no piensa más que en liberar a Lucknow, si todavía se estaba a tiempo. Mientras esperaban, la represión y la venganza seguían su camino. Se ahorcaba, se azotaba y se obligaba a varios prisioneros a lamer el suelo, recubierto por la sangre de las víctimas de la prisión de los rehenes de Cawnpore. La represión fue tan fuerte que el general Neill, comandante del 1.° de fusileros de Madras, sería objeto de reprobación general. «Cada hombre debe morir en su puesto, que nadie se rinda. Que se tenga piedad de estas pobres mujeres y niños». Estas son las últimas palabras que había pronunciado sir Lawrence al morir en la mañana del 4 de julio. Desde su desaparición, Lucknow sufría un bombardeo intensivo, ya que veinticinco cañones de grueso calibre golpeaban sin cesar las posiciones británicas. «Manteneos, no negociad; es preferible que perezcáis con las armas en la mano». Este mensaje es el que Havelock envía a la guarnición asediada. El 28 de junio, Havelock se pone en camino y atraviesa el Ganges transportando a sus hombres en un pequeño vapor que había traído algunos refuerzos de Allahabad. La región que debe atravesar para llegar hasta Lucknow está infestada de enemigos. La marcha es lenta, dificultada por las lluvias y por el terreno pantanoso. Un fuerte ataque de los rebeldes de Gnao es rechazado, pero con graves pérdidas, ya que causa ochenta y ocho muertos y heridos. Algunos hombres de Havelock sufren, además de la fatiga, insolación, y también se declaran casos de cólera.



La cosa comenzó muy mal y al cabo de tres días la columna de Havelock no había avanzado. Se había replegado sobre Manghavar, una localidad situada en la orilla derecha del río Ganges, que Havelock había alcanzado desde el 28 de junio. Sea como sea, desde el 31 de junio, el general Havelock había renunciado prácticamente a marchar sobre Lucknow y, en espera de refuerzos, se contentó con establecer una cabeza de puente en la otra orilla del río, frente a Cawnpore. Pero los refuerzos no van a llegar a Cawnpore hasta el 15 de septiembre. Se trató de mil setecientos europeos a las órdenes del general James Outram, del cual había sabido Havelock que había sido nombrado comandante en jefe y que él estaba, por tanto, a sus órdenes. Pero cuando llega a Cawnpore, el general Outram va a hacer algo que pocos militares, en su caso, hubieran tenido el valor de hacer. En presencia de Havelock, va a comunicarle que le deja su mando. Y lo que es más, se coloca voluntariamente a sus órdenes y reivindica el honor de servir como un simple oficial en las filas de su ejército. La llegada de sir James Outram es tanto mejor acogida cuanto que la posición de Havelock había llegado a ser crítica, a pesar de algunas expediciones que habían logrado mantener el respeto del enemigo. Teniendo en cuenta los refuerzos traídos por Outram, las fuerzas británicas en Cawnpore contaban exactamente tres mil ciento setenta y nueve hombres, de los cuales dos mil trescientos ochenta y ocho eran infantes. La caballería era poco numerosa, incluyendo ciento sesenta y ocho hombres. A la fuerza inicial de los regimientos de infantería 64, 78, y 84, de los fusileros de Madras y de los sijs se sumaban el joven regimiento de fusileros y el 9.° regimiento de infantería ligera. Este pequeño ejército estaba dividido en dos brigadas, una situada bajo el mando de Neill, que había sido nombrado general, y la otra bajo las órdenes del brigadier general Hamilton.

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Al día siguiente de la llegada de Outram y sus hombres, un mensajero de Lucknow llega del cuartel general británico. Se trataba de un mensaje del coronel Inglis, que desde la muerte de Lawrence había asumido el mando en Lucknow. Inglis describe incesantes ataques de los rebeldes y sobre todo una penuria casi total de víveres. Es preciso actuar rápido. El 18 de septiembre, Havelock franquea de nuevo el río Ganges, pero esta vez la marcha hacia Lucknow va a ser muy rápida. El 23 por la noche la columna de socorro está ya en las proximidades de la fortaleza asediada. Llega a Allumbagh, llamada también «el jardín de Oriente», una especie de parque exuberante habitado por los soberanos de Aoud. Lucknow ya no estaba más que a seis kilómetros de distancia. Desde allí se oían los cañones de los rebeldes que bombardean la ciudad. Para hacer saber a Inglis su llegada, Havelock hizo disparar una salva real. El 25 de septiembre se desencadena un asalto después de un reconocimiento de los puntos débiles del enemigo. Los consejos del general Outram han sido muy valiosos, ya que, antes del motín. Outram había sido comandante en jefe y residente en Lucknow. La batalla va a durar todo el día, en que Outram es herido en un brazo. Havelock escribe: «Al final nos encontramos delante de las puertas de la residencia y penetramos. Era de noche. Una noche iluminada por nuestro triunfo». De las casas en ruinas, de las trincheras, y de todas partes, surgían las aclamaciones y los gritos de alegría. Los innumerables heridos del hospital se arrastraban por el suelo para saludar a sus liberadores. Los highlanders, regimientos de las Tierras Altas de Escocia, eran los más aclamados. Las mujeres les tendían sus niños, que estos gigantes barbudos y vestidos con faldas mantenían en vilo y abrazaban. Después de cinco meses de asedio y angustia, Lucknow era al fin liberada, en un momento en que ya no lo esperaba. El ataque de la jornada se había cobrado numerosas víctimas entre los británicos: treinta y un oficiales y quinientos cuatro hombres de los dos mil que habían participado en el asalto.



Esta guerra de los cipayos es una maraña de acontecimientos, un drama en el que la inmensidad del territorio indio y la ausencia de verdaderas comunicaciones entre lugares a veces cercanos, como Cawnpore y Lucknow por ejemplo, destruyen toda homogeneidad y lógica. Delhi, por ejemplo, está a cuatrocientos kilómetros de Cawnpore y de Lucknow, y, sin embargo, no existe ninguna relación entre los acontecimientos militares que se desarrollan allí y en las ciudades del antiguo reino de Aoud. El contraataque de los ingleses se había traducido en un asedio, que dura desde el 8 de junio hasta mediados de septiembre, tres meses durante los cuales no se sabe exactamente quién asedia al otro. Los ingleses que ocupan las pequeñas elevaciones en Delhi que dominan la antigua ciudad, no saben cómo pasar el tiempo. Además, el terrible calor y el cólera atacan brutalmente. De esta forma han desaparecido Anson y Barnard. Su sucesor es alcanzado también por el cólera y debe dejar su mando a un cuarto general, el brigadier-general Wilson. Se efectúan varios asaltos. Uno se produce el 14 de junio, la víspera de la matanza de Cawnpore, en que son los ingleses los que atacan. El 2 de agosto, los rebeldes pasan a la ofensiva. Pero el 12 de agosto, la iniciativa la vuelven a tomar los ingleses, y así repetidamente. A comienzos de septiembre llega a Delhi artillería pesada que procede de los parques de artillería de Penjab. Esto va a permitir a los ingleses apoderarse al fin de la ciudad. A las 3 de la mañana, el 14 de septiembre, en que en Cawnpore es la víspera de la llegada de los refuerzos y del general Outram, tres mil soldados se lanzan al asalto de la antigua ciudadela. Los últimos islotes de resistencia no serán eliminados más que una semana después. El soberano mogol se rinde con dos de sus hijos y su nieto. Serán asesinados al día siguiente por un oficial británico a quien el soberano había entregado su espada. La ciudad se entregó al pillaje. Así pues, cuatro días después de la toma de Delhi, se unen Havelock y Outram con los defensores de Lucknow. Pero para ellos la partida está todavía lejos de ser ganada.



Apenas se había instalado en Lucknow, cuando la columna de Havelock se encontró a su vez rodeada. El círculo de los rebeldes se había vuelto a cerrar sobre la residencia, que se encontraba de nuevo aislada del exterior, como lo había estado desde el comienzo de la insurrección. Pero, como aspecto positivo, se ensancha y mejora el perímetro de defensa. Además, el calor ha remitido. Pero sigue el grave problema de la escasez de víveres. Tal es el aislamiento de la guarnición, que el general Outram se ve obligado a instalar un telégrafo óptico para comunicarse con las tropas que se encuentran en Alumbagh. La principal actividad militar en Lucknow durante este período será una forma de guerra que hará su aparición a gran escala durante la Primera Guerra Mundial de 1914-1918, también llamada de las trincheras. Se trata de la utilización de minas y contraminas. Cavando subterráneos que serpentean bajo los puntos de resistencia británicos, los rebeldes lograrán colocar una veintena de bombas, pero solamente tres de ellas llegarán a provocar muertos entre los británicos. Los zapadores del general Outram hicieron fracasar varias durante las expediciones subterráneas que dieron lugar a luchas cuerpo a cuerpo y a numerosas emboscadas. En la primera semana de noviembre el general Outram se entera de que una nueva columna de refuerzos se aproxima a Lucknow. A su cabeza esta sir Colin Campbell, un verdadero personaje en el ejército británico, gran cruz de la orden militar del Baño (Bain), ayuda de campo de la reina y cubierto todavía de los laureles que ha conseguido en Crimea, Alma y Balaklava. El 7 de noviembre llega a Cawnpore y el 14 ataca a los rebeldes de Lucknow atrincherados en una propiedad llamada La Martiniére, porque había sido habitada en otro tiempo por un francés llamado Martin, que había hecho fortuna en las Indias en el comercio de diamantes. Cinco días después, tras cinco días de un combate encarnizado que causa más de dos mil muertos entre los rebeldes, la victoria es total y Lucknow queda esta vez completamente liberada, al precio de la muerte de cuarenta y cinco oficiales británicos y cuatrocientos noventa y seis hombres, es decir, la décima parte de los efectivos de la columna de socorro. Pero, como escribía un oficial de la guarnición, «quedaba por realizar la tarea más difícil y peligrosa: era preciso ahora evacuar la guarnición, sus mujeres, y sus heridos, así como los cañones y las municiones. Y hacer esto en presencia de una numerosa fuerza enemiga no era una misión agradable».



En efecto, la única carretera por la que se podría realizar el repliegue precisaba, para estar al abrigo de los ataques, de una línea de protección que absorbería numerosos efectivos. Sir Colin Campbell decidió concentrar en Allumbagh sus fuerzas ya que, quedándose en la residencia, dominarían más fácilmente la carretera de Cawnpore. La evacuación de mujeres y niños comenzó inmediatamente, a partir del 19 de noviembre. Después de una semana parados en Allumbagh, continuaron marchando el 27, con destino a Cawnpore, a donde Campbell, que acompañaba al convoy de los rescatados en Lucknow, llegó el 29 de noviembre. La primera preocupación del comandante en jefe fue hacer evacuar a los civiles de Allahabad. Una vez librado de esta preocupación, para que no se repitiera otro Cawnpore, sir Collins, acompañado de cinco mil seiscientos hombres y de treinta cañones, tomó de nuevo la carretera de Lucknow. Por primera vez, después de la explosión de Meerut, en mayo, ninguna amenaza, salvo algunos casos aislados, pendía sobre las mujeres y los niños británicos. Además la relación de fuerzas había cambiado. Los refuerzos ingleses llegaban y el mando estaba asegurado por un militar enérgico, como sir Colin Campbell. El 6 de diciembre, en los alrededores de Cawnpore, los británicos entablan batalla con un fuerte ejército enemigo formado por lo que se ha convenido en llamar “el contingente de Gwalieor”. El ejército rebelde está bajo las órdenes directas de Nana Sahib. Lo que no impide que sea derrotado, abandonando cañones y gran parte del equipamiento. Nana Sahib, cuyo castillo de Bithour ha sido visitado y saqueado por los ingleses, huye hada el oeste. La victoria no es definitiva, pero es importante y permite a Campbell limpiar una parte considerable del territorio. En la primera semana de enero, otro acontecimiento va a contribuir a inclinar más aún la situación en favor de los británicos: Campbell, que ha remontado el río Ganges más arriba de Cawnpore, hasta Fatehgarth, se reagrupa con una fuerza venida de Delhi bajo el mando del general Seaton, que trae a Campbell lo que más le hace falta, como son víveres y municiones.



El plan de Campbell es emprender la pacificación de Rohilkland y del nordeste con prioridad a las demás regiones. Pero lord Canning no está de acuerdo, ya que piensa que las tropas inglesas deben reconquistar el antiguo reino de Aoud en primer lugar y aprovechar la estación de invierno para hacerlo, con el fin de que todo esté terminado antes de la vuelta de los grandes calores. El gobernador cree que Aoud es la verdadera cuna de la rebelión y que allí es donde hay que aplastarla. Las instrucciones ordenan a sir Colín Campbell que desande el camino recorrido, que vuelva a descender hasta Cawnpore y espere allí a tener los medios suficientes para lanzar una ofensiva contra los rebeldes que no paran de atacar a Outram en Alumbagh. En efecto, seis asaltos han sido lanzados por los rebeldes contra las tropas de Outram. El más fuerte tuvo lugar el 12 de enero, en que treinta mil rebeldes tomaron parte en él. Pero, contrariamente a lo que había pasado a los anteriores defensores de la residencia Outram, ahora pueden recibir refuerzos que les permitan compensar sus fuerzas. El 1 de febrero, Campbell deja Fatehgarth en dirección a Cawnpore. Los cien kilómetros que separan las dos ciudades son recorridos en tres días. Lucknow va a ser una vez más el objetivo de los ingleses. Campbell dispone de diecisiete batallones de infantería, en que todos son británicos excepto dos, de veintiocho escuadrones de caballería, de ellos cuatro completamente británicos, con un total de veinte mil hombres. Este ejército lleva consigo unas sesenta piezas de artillería pesada y un centenar de otros cañones de calibre más pequeño. El ejército de Campbell ha vuelto a tomar la carretera de Cawnpore. Llega a Allumbagh el 1 de marzo. El comandante en jefe decide entonces franquear el río Gumti, a fin de tomar al enemigo por la espalda, abordando las defensas de Lucknow por el norte. Las operaciones van a reducirse entonces a un lento retroceso de las fronteras rebeldes. El escenario de esta lucha es un laberinto de casas, de patios, de jardines, de donde no es fácil desalojar a los rebeldes. La limpieza no termina hasta el 21 de marzo. En los días siguientes, varias concentraciones rebeldes son dispersadas por los ingleses. Con la toma definitiva de Lucknow, la reconquista del antiguo reino de Aoud parece asegurada y sir Colin Campbell va a poder ejecutar la segunda parte de su plan: la pacificación de Rohilkland, región situada en el noroeste del estado indio de Uttar Pradesh. Mientras lord Canning, cuyo valor no se puede negar en las circunstancias que siguieron a la revuelta de Meerut, aislado en su despacho de Calcuta no está en contacto con la realidad. Por ello publica una declaración poco inspirada que decreta la confiscación de los bienes de los que se han rebelado contra la corona británica.

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Pero esta poco adecuada proclamación fue cancelada por el gobernador. Pero el mal ya estaba hecho y toda posibilidad de acuerdo fue cortada por esta amenaza de confiscación. Va a ser necesario, pues, luchar duramente. A partir de Lucknow, el comandante en jefe va a lanzar una importante operación contra Bareilly, la capital de Rohilkland, doscientos kilómetros al noroeste. Simultáneamente van a tener lugar operaciones secundarias. Una de estas operaciones está dirigida con la finalidad de capturar al principal lugarteniente de Nana Sahib, el famoso Tantia Topee que se ha separado de Nana Sahib al día siguiente de la derrota que les infligió sir Colín Campbell, el 6 de diciembre, en las proximidades de Cawnpore. Mientras que Nana Sahib parece haber desaparecido hacia el norte, Tantia Topee se ha dirigido hacia el sur. Se le encuentra el 14 de abril, delante de Jhansi, asediada por los ingleses que están mandados por sir Hugh Rose, jefe de la Central India Column. A pesar de la potencia de sus efectivos, consistentes en unos veinte mil hombres, Tantia Topee es derrotado. Pero escapa de los ingleses para presentar combate nuevamente, el 16 de junio, cerca de Gwalior. Nueva derrota y nueva huida. Esta terminará un año después, el 7 de abril de 1859, con la captura de Tantia Topee y su ejecución en la horca por los ingleses. Sir Colin Campbell va a llevar su campaña a través del Rohilkland con infinitas precauciones, a través de unos territorios donde ningún inglés se había aventurado desde el comienzo de la rebelión. El 5 de mayo, después de un mes de marcha por un país hostil, los ingleses vuelven otra vez a la región de Aoud, donde no van a terminar la limpieza hasta enero de 1859. Es la época de la represión, llevada duramente y sin piedad por hombres a los cuales les viene constantemente a la cabeza el recuerdo de la matanza de Cawnpore. En efecto, los trágicos acontecimientos de Cawnpore y de Lucknow no deben hacer olvidar, como ha ocurrido a veces, que la rebelión de los cipayos había afectado a otra región de la India: la de la Central India Agency.



La Central India Agency se trata de la región situada al sur del río Ganges y que, bajo este nombre agrupaba una media docena de estados, los llamados Estados maharattas, es decir formalmente independientes, pero de hecho administrados por los ingleses que estaban representados por un agente. El agente británico, sir Henry Durand, tiene su residencia en Indore, a unos setecientos kilómetros al sur de Delhi. Su autoridad se ejerce sobre esta vasta región, donde, desde junio de 1857, es decir algunos días después de la rebelión de Meerut, estallan motines. En Jhamsi los incidentes estallan el 5 de junio, el mismo día que en Cawnpore, y en Gwalior, una semana después, el 14 de junio. Para hacer frente a esta situación, sir Henry Durand no dispone más que de novecientos cincuenta soldados europeos y setecientos cipayos fieles. Un caso como el de Cawnpore, aunque de dimensiones menores, ha tenido lugar en Jhamsi, donde reinaba una mujer, la Rani Lakshmi Bai de Jhamsi, viuda del último soberano de este estado. En efecto, cuando la guarnición, que se componía de una unidad de artillería indígena, de un regimiento de caballería y otro de infantería, se ha amotinado, los pocos ingleses que se encontraban en Jhamsi han podido refugiarse en la fortaleza. Pero serán asesinados tres días después, cuando, bajo promesa de la reina, habían obtenido la seguridad de que podrían evacuar su refugio y dejar la ciudad sanos y salvos. La rebelión de los Estados maharattas se caracteriza por dos hechos. Al contrario de lo que ocurre más al norte, en Aoud, los primeros socorros británicos no vendrán del norte o de Calcuta, sino de Bombay. Por otra parte, esta región se convertirá, cuando los ingleses logren enderezar la situación en Aoud y en Rohilkland, en refugio de los jefes de la rebelión y en particular de Tantia Topee. Allí se enfrentarán con la Central India Column, mandada por sir Hugh Rose, que entra en acción a partir de enero de 1858. Sir Hugh Rose es un jefe enérgico y un táctico consumado, formado además en la administración y la diplomacia. Ha hecho la mayor parte de su carrera en Oriente y ha participado, en 1841, en la guerra turco-egipcia. Ha sido nombrado general en Siria, secretario de embajada en Constantinopla y oficial de enlace en el cuartel general francés durante la guerra de Crimea. Con una fuerza de unos cuatro mil quinientos hombres, dividida en dos brigadas, Rose designa a Jhamsi como primer objetivo.



Llega allí el 20 de febrero, después de haber realizado un recorrido de ochocientos kilómetros y liberado Sagar, donde se encontraban bloqueados numerosos europeos que acogen con entusiasmo la llegada del regimiento 14 de dragones de la reina y de la artillería tirada por elefantes. En la carretera de Jhamsi ha debido apoderarse igualmente de un fuerte situado en Gathakat, construido en otro tiempo por ingenieros franceses, y que, cuarenta años antes, una importante fuerza británica compuesta de once mil hombres y noventa y ocho cañones no había logrado conquistar. Ante Jhamsi, sir Hugh Rose espera una columna de refuerzo mandada por el general Witlock, que viene de Madrás. Pero el que llega es el rebelde Tantia Topee, con veinte mil hombres. Es interceptado y derrotado, el 14 de abril, por una pequeña fuerza de mil quinientos hombres que sir Hugh ha enviado a su encuentro. Algunos días después, la reina abandona la capital y se une a Tantia Topee. Los dos juntos se apoderan de Gwalior y echan al maharajá. Pero son alcanzados por sir Hugh Rose que entabla batalla con ellos el 16 de junio y les derrota. El 20 de junio, Gwalior está en las manos de los ingleses que reponen de nuevo al maharajá. Habrá que esperar, sin embargo, un año para capturar a Tantia Topee; los ingleses se apoderarán de él el 7 de abril de 1859 y le enviarán a la metrópoli. Tantia Topee, que había sido traicionado por uno de los suyos, se encontraba solo cuando fue capturado. Sus dos últimos compañeros le habían abandonado poco antes. No se encontraba junto a él más que un sable y un cuchillo, tres brazaletes de oro y un centenar de monedas de oro. La captura y la muerte del principal lugarteniente de Nana Sahib marcan realmente el fin de la rebelión.


Pero la pista de Nana Sahib no se encontrará nunca. La última manifestación de su existencia es una carta que llega a manos de los ingleses en el mes de mayo. En este supuesto mensaje, quién encarnó la rebelión de los cipayos y que fue el responsable, junto con Tantia Topee, de la matanza de Cawnpore, lanza un último grito de odio contra los ingleses y les niega el derecho a establecerse en la India. Pero es difícil hacer remontar el origen del nacionalismo indio en el mensaje de Nana Sahib. La idea de la independencia de la India nació después de la Primera Guerra Mundial, bajo el impulso de Gandhi y de Nehru. Entre 1859, que vio el fin de esta terrible rebelión de los cipayos, y la década de 1930, la India va a experimentar un reforzamiento del poder británico. El final de la rebelión es anunciada oficialmente en julio de 1859. La proclamación de lord Canning declaraba: «La guerra ha terminado; la rebelión ha sido aplastada. El estrépito de las armas ha cesado allí donde los enemigos del estado llevaban a cabo su último combate, la presencia de las fuerzas del orden en la campaña ha dejado de ser necesaria. El orden ha sido restablecido». Desde el 2 de agosto de 1858, la reina Victoria había firmado el acta en virtud de la cual la administración de la India dejaba de pertenecer a la antigua Compañía Británica de las Indias Orientales y se transfería a la Corona británica. La proclamación de esta acta fue hecha en diciembre, simultáneamente a la de una amnistía que comprendía a todos aquellos que habían entrado en rebelión contra la Compañía Británica de las Indias Orientales, a excepción de los que habían cometido crímenes en la persona de ciudadanos británicos. La hora de la reconciliación y de la reconstrucción había llegado. Los rajas que se habían situado a favor de los británicos o que simplemente habían permanecido neutrales, no tenían ya que temer las anexiones que, bajo el impulso de lord Dalhousie, habían sido uno de los factores de la rebelión. La proclamación de la reina Victoria daba garantías en el terreno religioso, apaciguando así a los que temían una «cristianización» de la India, que había sido otro de los factores de la explosión de 1857. La guerra de los cipayos, que se inserta entre la guerra de Crimea y la que Napoleón III va a emprender con los austríacos en Italia, representó dos mil treinta y cuatro bajas a los contingentes británicos, muertos en combate o a consecuencia de las heridas recibidas. Pero el cólera y las insolaciones hicieron más víctimas todavía. Hasta ocho mil novecientos ochenta y siete oficiales y soldados británicos perecieron por enfermedad.



La rebelión de las tropas indígenas en la India fue reprimida con terrible contundencia por los ingleses. La represión y los castigos subsecuentes fueron brutales. Al margen de otras prácticas, la que más afectó a los indios fue la conocida como viento del Diablo. Los prisioneros rebeldes eran atados a la boca de un cañón que era disparado, despedazando el cuerpo del ajusticiado y lanzándolo en todas direcciones. Y fue la peor, no sólo por el modo macabro en sí mismo, sino porque la destrucción prácticamente total del cuerpo hacía imposible la reencarnación según la doctrina del hinduismo, condenando a la víctima al desprecio divino. La colonización inglesa de la India fue peculiar, pues se trataba de una empresa privada. No ejercía la autoridad el Gobierno de Londres, sino la Compañía Británica de las Indias Orientales. Con ejércitos de mercenarios nativos, llamados cipayos, soldado en lengua persa, y apoyándose en las rencillas de los príncipes indios, la Compañía se había ido haciendo con el control de territorios entre mediados del siglo XVIII y del XIX, hasta dominar casi todo el subcontinente para 1857. La principal consecuencia política del motín fue que el Gobierno de Londres disolvió la Compañía Británica y se hizo cargo directo de la India.



Fuentes:

  • Claude Couband – La rebelión de los cipayos
  • Domínguez – Los cipayos y la insurrección de la India
  • K.L.Srivastava – Biografía de Nana Sahib
  • Bayly, Chistopher Alan – Indian Society and the Making of the British Empire
  • Hibbert, Christopher – The Great Mutiny: India 1857
  • Spear, Percival – A History of India
  • Jackson, William – History of India
  • Michel Morineau – Les Grandes Compagnies des Indes Orientales
  • Philippe Haudrère – Les Compagnies des Indes orientales: Trois siècles de rencontre entre Orientaux et Occidentaux
 
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