osoalbo
Hij@'e Puta
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¿Y dónde quedó la calidad?
A lo largo de los últimos años la discusión en torno a la educación ha marcado la agenda pública. Han sido importantes las movilizaciones del 2006 y el 2011 protagonizadas por estudiantes y otras por los profesores, a las que se sumaron las que vimos de los apoderados a raíz de las reformas del gobierno, las que han tenido a este tema en el tope de las noticias y los medios locales.
Sin ir más lejos, en el actual gobierno se han presentado proyectos y se discuten diversas iniciativas, como la reforma que puso fin al lucro, al copago y a la selección, la reforma a la carrera docente, el proyecto de desmunicipalización y en materia de educación superior, el cambio en los criterios de financiamiento. De todos los temas mencionados, el único que afecta –aunque tangencialmente– la calidad educacional, es la carrera docente.
Es evidente que el foco de la discusión no ha estado en el lugar correcto. Para avanzar hacia un sistema más justo, se necesita que el acceso a la calidad no dependa de cuántos recursos posea la familia, sino que la sociedad ayude más a quien más lo necesita, con especial énfasis en los estudiantes más vulnerables del país.
Hace unos días, discutiendo sobre el tema educacional con un miembro de la directiva del Colegio de Profesores, señaló que cuando se menciona la calidad, se habla desde una perspectiva del contenido y no de la calidad de manera integral. Compartiendo la premisa de que la calidad es más que enseñar a sumar y leer, es verdad también que elementos como los mencionados deben ser un pilar sólido al momento de referirnos a este tema.
Es bien discutible calificar como “buen profesor” a un docente que se dedica exclusivamente a la transmisión de valores –algo que claramente es importante–, si es que ese profesional no es capaz de enseñarle contenidos básicos a sus estudiantes.
A raíz de esta discusión podemos establecer dimensiones en cuanto al concepto de calidad. Hay una dimensión objetiva, que refiere a los contenidos que son aprendidos por los estudiantes, tales como la comprensión lectora, las operaciones matemáticas, la historia, etc. Y una segunda dimensión es una subjetiva, que dice relación con la formación de personas, los valores transmitidos y la contribución a que existan ciudadanos responsables.
Ambas dimensiones son muy importantes, y no se puede descuidar la primera con la excusa de favorecer la segunda, como lamentablemente han expresado algunos profesores cuando se busca incorporar criterios objetivos en su desempeño. Si el profesor de lenguaje no es capaz de enseñarles a leer a los alumnos cuando corresponde, lamentablemente ese profesional le está causando un daño a los estudiantes ya que la primera etapa del desarrollo cognitivo es muy importante para el desarrollo posterior de la persona.
Por eso es muy importante evaluar sistemáticamente a los profesores y también incentivar a aquellos que tienen un buen desempeño objetivo, para que entreguen esos contenidos a los alumnos más vulnerables del país. El privar a los estudiantes, principalmente a los más pobres, de los contenidos básicos, es frustrar no solo sus oportunidades de desarrollo, sino que limitar la libertad de esas personas, al hacerlos más dependientes de lo que les digan en vez de reflexionar sus propias soluciones.
Estas mismas consideraciones podemos tenerlas en el sistema de admisión universitario. Por ejemplo, por más que un postulante tenga un amplio desarrollo de “habilidades blandas”, si no aprendió a sumar, simplemente no podrá estudiar ingeniería. Acá el mero voluntarismo no da respuestas satisfactorias para tener profesionales a la altura de lo que nuestro país requiere.
La calidad ha sido la gran abandonada de la discusión, al gobierno no le ha importado y lamentablemente a muchos profesores tampoco. Urge poner el debate donde corresponde, para hacer que nuestro sistema siga mejorando, especialmente aquella educación a la que asisten los alumnos más vulnerables del país.
En estos temas tan serios hay que alejarse de dos males peligrosos, como son el utilitarismo que descuida la formación, los valores o la filosofía, así como del voluntarismo que supone que la enseñanza carece de contenidos o les resta relevancia.
fuente
http://voces.latercera.com/2016/09/27/jose-francisco-lagos/y-donde-quedo-la-calidad/
como lo dije antes, no se puede pretender darle educacion universitaria gratuita a alguien que no sabe leer resumir o matematica basica. Pero claro la, nueva porqueria, solo le interesa sacarse el cacho de las protestas de encima