turbinafc
Hincha Huevas
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Se imaginan ir por un examen y despertar todo sexy
Las sensaciones posoperatorias son variadas y los doctores han escrito tratados de cómo se sienten los seres humanos tras una intervención quirúrgica, pero las sensaciones experimentadas por el gringo Andrew Walls fueron como para irse derechito al manicomio.
Resulta que el muñeco, residente en Delaware, llevó a los tribunales al Centro Quirúrgico local por daños a su psiquis tras someterse a una colonoscopia.
De acuerdo a su abogado, el hombre de 32 peras despertó del procedimiento que consta de la introducción en su parte rectal de una minicámara y ocurrió algo extraño.
Primero tuvo una sensación de incomodidad justo ahí donde pica el ají sin disimulo, o sea, donde usted ya sabe.
Segundo, sintió que llevaba ropa interior, pero que era muy suave y la tenía bien metidita entre las pompas. Cachó mejor qué llevaba puesto y ¡horrors! Llevaba un colaless de fino encaje en tono rosa.
Se miró el chope y cachó al toque que llevaba sostenes del mismo color y empezó a gritar y palparse si aún tenía algo de qué enorgullecerse en la entrepierna. Felizmente, ahí estaba el orgullo de la familia.
Pero lo asaltaron muchas dudas, entre ellas, que tras la colonoscopia fue de alguien y que un depra agradecido le puso ropita interior adecuada.
En el Centro Quirúrgico, ante la mansa demanda, se defienden con que Andrews trajo esa ropita íntima y ellos sólo lo vistieron.
fuente
Las sensaciones posoperatorias son variadas y los doctores han escrito tratados de cómo se sienten los seres humanos tras una intervención quirúrgica, pero las sensaciones experimentadas por el gringo Andrew Walls fueron como para irse derechito al manicomio.
Resulta que el muñeco, residente en Delaware, llevó a los tribunales al Centro Quirúrgico local por daños a su psiquis tras someterse a una colonoscopia.
De acuerdo a su abogado, el hombre de 32 peras despertó del procedimiento que consta de la introducción en su parte rectal de una minicámara y ocurrió algo extraño.
Primero tuvo una sensación de incomodidad justo ahí donde pica el ají sin disimulo, o sea, donde usted ya sabe.
Segundo, sintió que llevaba ropa interior, pero que era muy suave y la tenía bien metidita entre las pompas. Cachó mejor qué llevaba puesto y ¡horrors! Llevaba un colaless de fino encaje en tono rosa.
Se miró el chope y cachó al toque que llevaba sostenes del mismo color y empezó a gritar y palparse si aún tenía algo de qué enorgullecerse en la entrepierna. Felizmente, ahí estaba el orgullo de la familia.
Pero lo asaltaron muchas dudas, entre ellas, que tras la colonoscopia fue de alguien y que un depra agradecido le puso ropita interior adecuada.
En el Centro Quirúrgico, ante la mansa demanda, se defienden con que Andrews trajo esa ropita íntima y ellos sólo lo vistieron.
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