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Jaime Galté, el Notable Medium Chileno Que Sanó a Michelle Bachelet Cuando Chica

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Hincha Huevas
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2005/07/12
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Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

Algunos links:


http://lineadeflotacion.blogspot.com/2007/08/la-vida-paranormal-de-jaime-galte.html

http://www.gestiopolis.com/canales6/rrhh/carecordando.htm
 
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Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

Algunos links:


http://lineadeflotacion.blogspot.com/2007/08/la-vida-paranormal-de-jaime-galte.html

http://www.gestiopolis.com/canales6/rrhh/carecordando.htm
 
qwjoxamfi1ud30keu52.jpg

Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

Algunos links:


http://lineadeflotacion.blogspot.com/2007/08/la-vida-paranormal-de-jaime-galte.html

http://www.gestiopolis.com/canales6/rrhh/carecordando.htm
 
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Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

Algunos links:


http://lineadeflotacion.blogspot.com/2007/08/la-vida-paranormal-de-jaime-galte.html

http://www.gestiopolis.com/canales6/rrhh/carecordando.htm
 
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Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

Algunos links:


http://lineadeflotacion.blogspot.com/2007/08/la-vida-paranormal-de-jaime-galte.html

http://www.gestiopolis.com/canales6/rrhh/carecordando.htm
 
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Hace mucho tiempo, en el programa “Y si fuera cierto”, de TVN, oí la desconocida historia de un hombre extraordinario: Jaime Galté Carré, el más notables médium que haya existido en Chile. Por mucho tiempo busqué referencias suyas en internet, pero lamentablemente son muy escasas. A pesar de ello he logrado recopilar gracias a libros viejos y lo que quedó en mi memoria algunas historias acerca de él que quiero compartir con ustedes.

Jaime Galté Carré nació en Santiago en 1903. A nivel profesional, se tituló en 1930 en la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile y asumió la cátedra de derecho procesal en la Escuela de Leyes de Valparaíso, facultad de la que llegó a ser director en 1933. Al año siguiente asumió la misma cátedra en la Escuela de Derecho de Santiago, desempeñándose en el diario La Nación y como abogado en el tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República. Además fue fundador de la Sociedad Chilena de Parapsicología siendo nombrado vicepresidente, cargo que desempeño hasta su fallecimiento, el 1º de noviembre de 1965. Como abogado escribió varios textos de procedimiento procesal, como el “Manual de Organización y atribuciones de los Tribunales”.

Como hijo único de padre masón, fue un destacado miembro de la masonería chilena, recordado hasta nuestros días, llegando a ser Gran Orador en la Gran Logia de Chile y activo miembro de Martinismo.

Sin embargo, lo más extraordinario de su historia no está en su destacado ámbito profesional, sino en sus capacidades síquicas.


SU INICIO EN LA PARASICOLOGÍA

Su padre había muerto hacía poco, dejando a la familia en mala situación económica. Jaime Galté, en ese entonces estudiante de derecho en la Universidad de Chile, tuvo un sueño que en ese momento atribuyó al doloroso momento que estaba viviendo. Sin embargo, el sueño la pareció demasiado real.

Soñó que viajaba en tren a Valparaíso, y se dirigía a una plaza desconocida. Allí, en un hotel, el dueño le informa que su padre lo espera en la habitación número 28. Se encuentran. Sorprendido, le pregunta a su padre cómo es posible que esté ahí con él, si está muerto. "En el ataúd sólo había piedras", le explica el padre. Le informa que el abogado porteño Rafael de la Veau tiene títulos e instrucciones en un sobre sellado donde hay, además 1.900 pesos (una fortuna en esa época), un reloj y su argolla.

A pesar de ser un hombre racional, Galté decidió seguir su instinto. Al día siguiente, viajó realmente a Valparaíso y ubicó fácilmente al abogado De la Veau, al que sorprende al describirle el contenido del sobre sellado, que sólo conocía el difunto. En él había, efectivamente, mil novecientos pesos, un anillo, un reloj y varios títulos. Quedó sorprendido, pero no buscó respuestas.

La vida de Jaime Galté Carré jamás volvería a ser la misma desde entonces.

Tiempo después, su amigo Ricardo Prat (hermano del héroe chileno) lo convenció de que era un don que debía desarrollar y poner al servicio del prójimo y lo invitó a una reunión medúmnica. En aquella reunión, Galté entró en trance, pidió lápiz y papel y escribió un mensaje enviado por un marinero del barco “Itata”, que se estaba hundiendo. En el mensaje, el tipo indicaba la existencia de un dinero en una casa y pedía repartirlo entre la mujer que amaba y su madre. Su amigo Prat quiso comprobar la información del hundimiento con la Gobernación Marítima, pero fue informado que el barco Itata seguía navegando normalmente en aguas chilenas. Terminada la reunión, los dos amigos se retiraron decepcionados por el aparente fracaso del encuentro. Sin embargo, al pasar frente al diario El Mercurio de Valparaíso vieron el siguiente mensaje: “Se acaba de hundir el barco Itata”. Poco después comprobaron la existencia del marinero, encontraron la casa indicada por él y le entregaron el dinero a las dos mujeres.


SU HISTORIA COMO MEDIUM


Lo del barco Itata fue sólo el comienzo. A partir de ese día Galté se comprometió con el mundo espiritual y se dedicó a leer, estudiar y participar en grupos mediúmnicos. En los años siguientes, Galté recibió varios espíritus que incluso se dedicaron a dar charlas a través de él.

Uno de ellos fue conocido como Mr. Lowe. Probablemente filósofo y humanista, Lowe deleitaba a los miembros de la Sociedad Chilena de Parasicología, que se reunían domingo a domingo a estudiar los fenómenos extrasensoriales. Llenos de sabiduría y amor hacia la humanidad, los mensajes de Lowe surgían como respuesta a las inquietudes existenciales de los profesionales que formaban la sociedad. Durante décadas, los mensajes fueron taquigrafiados y, más tarde, grabados en cinta. Yo escuché una de esas grabaciones en el programa de TVN al que hice mención (Y si fuera cierto, años '90). Era muy impresionante, porque era una voz muy extraña, que al parecer era producida desde la garganta, y quien hablaba tenía un acento agringado. Lamentablemente estos registros son muy difíciles de encontrar en la actualidad.

Tal vez el más famoso de los espíritus que Galté incorporó fue el Dr. Eric Halfanne. Se decía que fue un médico suizo-alemán que trabajó en América y murió en Bolivia en 1906. La forma en que se presentó el Dr. Halfanne fue muy curiosa. Un día acudió a Galté un matrimonio amigo, el matrimonio Bachelet (recordemos que el general Bachelet era también masón), pidiendo ayuda frente a una rara enfermedad que aquejaba a su pequeña hija y que no tenía solución, en ese momento, dentro de la medicina tradicional. Esta enfermedad era un problema de irrigación cerebral. Le pidieron que invocara a un pediatra con el que había hecho contacto hace algunos meses, pero no le fue posible. Entonces se presentó el Dr. Halfane, quien, luego de una breve sesión, le indicó el tratamiento que salvaría a la niña. La pequeña no sólo se salvó, sino que actualmente es la presidenta de la república.


No sólo los diagnósticos y las curaciones hacen espectacular el caso, según cuentan quienes lo conocieron. Se dice que además, en sus estados de trance, Galté escribía con una letra distinta a la suya y firmaba las recetas como el doctor Halfanne.

Más sorprendente aún es el hecho de que el médico fallecido conocía todos los adelantos de la medicina y de la farmacología. Incluso llegó a recetar productos descubiertos después de su muerte. En otro caso, a un paciente le prescribió unas vacunas en etapa de experimentación en el Instituto Pasteur, de Francia, que no se conocían en Chile. Sus diagnósticos eran sorprendentemente certeros, y para hacerlos examinaba haciendo palpaciones a sus pacientes. Sin embargo, sólo atendía casos a los que la medicina tradicional no ofrecía respuestas.

Otro caso es el del escritor Miguel Serrano, que acudió a Galté por una parálisis sicosomática. Apenas tratado, su mal desapareció. Pero el escritor no pudo agradecerlo: vió venir a Galté, y luego éste desapareció de su vista en la habitación. Galté en ese momento estaba a kilómetros de distancia.

No sólo el espíritu de Halfanne se encarnó en Galté. Según cuentan, en estado de trance se sentaba al piano y tocaba maravillosamente obras de Chopin, a pesar de jamás haber tocado instrumento alguno. Se dice que también pintaba, y además tenía visiones del futuro.


SU MUERTE

Se dice que cada trance le producía un gran desgaste físico y emocional. A pesar de ello, jamás se negó a prestar ayuda cuando se le pidió. Pero todo este desgaste fue haciendo mella en su cuerpo. Cuando aún no sentía molestia alguna, el doctor Halfanne le hizo un diagnóstico sin receta posible. Y aunque guardó secreto sobre su cáncer incurable, anunció el desenlace poco antes de que ocurriera. Llegada la fecha, dijo: "hoy es el día...". Fue así como falleció el 1 de noviembre de 1965, a la edad de 62 años. Dos días antes, Miguel Serrano había publicado un articulo acerca de Galté en El Mercurio.


Si deseas conocer otros testimonios acerca de este hombre, sigue…

En una Nochebuena, cuando cenaba en compañía de sus hijas, cayó en trance y escribió con la inconfundible letra de su esposa fallecida: "Tenía sed de abrazarlas".

En otra ocasión vió escenas de destrucción y muerte, ocasionadas por el terremoto de Chillán, en 1939, proyectadas en una pared de su escritorio. La visión, sin embargo, no aportó elementos suficientes como para prevenir el suceso, ya que Galté no pudo interpretar la fecha exacta.

Uno de los diagnósticos más extraordinarios que hizo el doctor Halfane a través de Galté es el que relata el doctor Brenio Onetto, siquiatra y parasicólogo amigo de Galté. El caso, que sucedió en los años cuarenta, afectaba a la hija de siete años de Luis Valencia Courbis, abogado y diputado conservador. En gravísimo estado, la pequeña recibió el diagnóstico de Halfanne: infección generalizada y principio de meningitis, provenientes de focos infecciosos de un molar superior izquierdo. Superada la gravedad por los medicamentos recetados en la emergencia, poco después el dentista Carlos Valencia, tío de la niña, confirmó en las radiografías el diagnóstico: infección en un molar superior izquierdo.

Otro caso notable es el que habría sucedido al doctor Francisco Donoso. Este es un relato que se le atribuye, encontrado en una página de internet:

“En 1933, al terminar mis estudios de Medicina comencé a bajar de peso en forma progresiva y a sufrir algunas molestias urinarias que me preocuparon. Recurrí a mis profesores. En el examen a que fui sometido se encontró que la orina contenía pus en gran cantidad. Era una piuria aséptica, sin gérmenes, e indica casi siempre una tuberculosis renal.

Se me indicó que debía pasar una temporada en las termas de Jahuel. En el tratamiento se agregaron inyecciones de "antígeno metílico" que se preconizaba por aquel entonces y un desinfectante urinario.

En una de las visitas que hice a Santiago para controlarme, uno de mis amigos y compañero de curso, me dio a entender que su familia conocía a una persona que era médium. Añadió que en él se incorporaba el espíritu de un famoso doctor fallecido que hacía curaciones espectaculares. Me preguntó si me dejaría examinar por él. Sin mayor fe, y más bien con cierta desconfianza, contesté en forma afirmativa.

El día fijado llegué a la casa y me encontré con Jaime Galté, a quien no conocía, sentado ante una mesa con papel y lápiz al frente, acompañado por mi amigo y dos o tres personas más. Después que le hube saludado, me pidieron que me colocara a un lado de la mesa y que no me preocupara.

Galté apoyó la frente en su mano izquierda, tomó el lápiz en la derecha y se concentró. Al poco tiempo comenzó a hacer movimientos involuntarios con la mano que sostenía el lápiz y, finalmente, garrapateó en la parte superior del papel una firma: Dr. Halfanne. Suspiró hondo y con los ojos cerrados dirigió una mirada interrogativa, como preguntando de qué se trataba.

Mi amigo lo saludó con respeto, le informó de mi enfermedad y de la preocupación que se tenía por el diagnóstico de tuberculosis renal que se había hecho. Se le pedía su opinión.

Siempre escribiendo, Galté (o el doctor Halfanne) me preguntó cuáles eran las principales molestias, desde cuándo las tenía, cuál era el tratamiento a que estaba sometido. Una vez que contesté sus preguntas, comenzó el examen: él sentado y yo de pie a su lado. Primero me tomó el pulso, en seguida me auscultó el corazón y después hizo una palpación profunda, bimanual, de las zonas renales, todo ello en estado de trance y con aspecto de honda concentración. Finalmente, en medio del suspenso, escribió: "No tiene tuberculosis renal", y lo subrayó.

La sorpresa fue general, pero no hubo comentarios y continuó el examen, esta vez dirigido a palpar el cuello, cara y regiones submaxilares. Recuerdo que escribió; "Lo que tiene es un foco dentario que debe ser extraído". E indicó un determinado molar. "Mientras tanto recomiendo Helmitol como desinfectante urinario y Calcibronat como sedante nervioso". Dio otras instrucciones generales por escrito, al término de las cuales nos alargó la mano para despedirse y yo salí de la pieza.
Decidí consultar a mi dentista. Aunque se mostró escéptico, me recomendó sacarme una radiografía dentaria. Así lo hice. El resultado fue negativo. Volví a Jahuel, sin embargo a los tres días, me apareció un pequeño absceso en la encía, vecino al lugar indicado por Galté. Consultado el dentista, esta vez consideró justificada la extracción. Realizó la operación sin problemas. No obstante, grande fue su sorpresa al advertir que de la raíz del molar colgaba una bolsita de pus: un granuloma séptico. Abrió algo para drenar y, muy admirado por lo ocurrido, dio por terminado su trabajo.

En la tarde comenzaron a disminuir las molestias y al día siguiente habían desaparecido. Estaba curado.

De inmediato fui a ver a los médicos que me trataban, que confirmaron y se maravillaron de mi mejoría. No tuve la entereza suficiente para contarles la intervención de Galté, pero les informé que la curación se había producido a raíz de una extracción dentaria”.




Es probable que muchos de los casos que acá se presentan no sean fáciles de comprobar, como el caso de Michelle Bachellet. Ante ellos yo sólo puedo admitir que mucho antes de que ella fuera presidenta, yo ya sabía que la primera persona que había sanado Galté había sido la hija de un oficial de aviación, sólo que en ese momento, el apellido Bachelet no me llamó la atención. También es importante mencionar que Galté jamás cobró un solo peso por su ayuda, y tampoco quiso hacer nunca alarde de sus capacidades ni sacar provecho personal de ellas. No podemos decir de él que fue un chanta, como los que abundan en nuestros días.

Cuánto de lo que acá han leído es mito y cuánto es verdad, no puedo asegurarlo, pero nadie puede negar que este hombre fue un tipo extraordinario.

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me acodaba de "y si fuera cierto..". era un extraordinario programa. mejor que "el dia menos pensado".
Sobre el caso que mencionas debo decir que resulta apasionante. Tengo un amigo que hace este trabajo de manera ocasional, creo que le voy a preguntar sobre este personaje, quizá lo recuerde o lo conozca de algún trabajo o tenga información adicional.



muy buen aporte
 
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