nightelf
Pinga loca - Ministro Paris - Berto - Sabanas Japo
- Registrado
- 2009/12/09
- Mensajes
- 50.267
- Sexo
- MOH
Nos llegó este texto al correo. Lo publicamos íntegro, tal como nos lo mandaron, sin editar.
“Trabajo en una fuente de soda del centro de Santiago en el turno de noche. Después de cerrar la caja casi a la 1 am, siempre con un grupo de compañeros caminamos hasta la Alameda para tomar la micro que nos lleva hasta nuestras casas. Sin embargo, esa noche me alejé de ellos diciendo que iba a juntarme con mi polola por ahí cerca. En realidad, solo quería caminar un poco para pensar sobre algunos problemas laborales que estaba teniendo con una jefa que me hace la vida imposible en la pega.
El caso es que dando vueltas por el centro llegué hasta la Plaza de La Constitución, frente al Palacio de La Moneda, y me senté en una banca que está por el lado de calle Morandé. La noche estaba fría y no circulaba nadie por el sector, salvo algún perro vagabundo y los típicos Carabineros que vigilan el perímetro. En realidad, la plaza es bastante segura así que me relajé.
Sin embargo, me llamó la atención que, pese a que era bastante tarde, todas las ventanas del segundo piso estaban iluminadas y había algún movimiento de guardias de seguridad (no eran Carabineros, se parecían a los que cuidan a Bachelet) frente a la puerta de acceso principal de calle Moneda. No le presté mayor atención porque el día anterior había sido el discurso del 21 de mayo y pensé que habría alguna clase de reunión política o algo por el estilo.
Cuando finalmente decidí seguir caminado por Morandé hacia la Alameda, me fijé que en la tercera ventana del ala izquierda una gran sombra caminó detrás del visillo. Cuando digo que era grande lo digo en serio: más de dos metros seguro. Era algo muy grande para calificarlo como “humano”. Lo primero que pensé fue que era un fantasma, pero lo descarté y pensé que quizás era solamente un efecto óptico. Caminé hasta el monumento de Salvador Allende para poder mirar con mayor atención, porque a esa altura ya me mataba la curiosidad. Saqué el teléfono para hacer una fotografía por si la sombra aparecía nuevamente.
Lo que sucedió a continuación es algo que me tiene desesperado y sin dormir por las noches. Pues bien, miraba con dirección a la ventana cuando un ser reptiliano, alto y cabezón, apareció tras la ventana. Intercambiamos miradas por alrededor de 2 segundos. Me miró fijamente. Lo que viene a continuación es lo más aterrador: pude sentir cómo yo me inmovilizaba y el ser se comunicaba telepáticamente conmigo. Me dijo “shh… no se lo digas a nadie”. Cuando se comunican contigo es distinto a pensar una frase, es una voz totalmente distinta a la tuya así que no fue mi imaginación. Además tenía una voz como de ladrido de perro, es difícil de explicar.
Después de eso me “destrabé”, el ser desapareció y la sensación que me dio fue de una náusea tremenda, ganas de vomitar. Solo atiné a caminar lo más rápido posible hasta tomar la micro, literalmente tiritando de susto, algo que nunca me había pasado antes.
El ser que vi era claramente “reptiliano”, no tenía la piel verde pero sí la tenía escamosa, ojos rasgados como de oriental y vestía con un traje muy antiguo, como de la Edad Media. Esto me tiene atormentado, porque lo he contado en mi familia y a algunos amigos y, por supuesto, nadie me cree. Tampoco tengo pruebas porque no tomé ninguna foto, pese a que iba dispuesto a ello.
Investigué un poco por internet hasta que di con este blog, donde mencionan a los reptilianos. Me animé a escribirles para contarles que sí hay reptilianos en La Moneda y yo vi uno. Lo que cuento satura mis pensamientos desde esa horrible noche. Hoy estoy con licencia psiquiátrica, medicamentos que me adormecen y no tengo ni ganas de salir a la calle. La verdad esto es lo peor que me ha pasado en la vida, y lo más triste, es que juro que todo lo que dije es verdad.
Saludos y ojalá publiquen esta carta,
“Trabajo en una fuente de soda del centro de Santiago en el turno de noche. Después de cerrar la caja casi a la 1 am, siempre con un grupo de compañeros caminamos hasta la Alameda para tomar la micro que nos lleva hasta nuestras casas. Sin embargo, esa noche me alejé de ellos diciendo que iba a juntarme con mi polola por ahí cerca. En realidad, solo quería caminar un poco para pensar sobre algunos problemas laborales que estaba teniendo con una jefa que me hace la vida imposible en la pega.
El caso es que dando vueltas por el centro llegué hasta la Plaza de La Constitución, frente al Palacio de La Moneda, y me senté en una banca que está por el lado de calle Morandé. La noche estaba fría y no circulaba nadie por el sector, salvo algún perro vagabundo y los típicos Carabineros que vigilan el perímetro. En realidad, la plaza es bastante segura así que me relajé.
Sin embargo, me llamó la atención que, pese a que era bastante tarde, todas las ventanas del segundo piso estaban iluminadas y había algún movimiento de guardias de seguridad (no eran Carabineros, se parecían a los que cuidan a Bachelet) frente a la puerta de acceso principal de calle Moneda. No le presté mayor atención porque el día anterior había sido el discurso del 21 de mayo y pensé que habría alguna clase de reunión política o algo por el estilo.
Cuando finalmente decidí seguir caminado por Morandé hacia la Alameda, me fijé que en la tercera ventana del ala izquierda una gran sombra caminó detrás del visillo. Cuando digo que era grande lo digo en serio: más de dos metros seguro. Era algo muy grande para calificarlo como “humano”. Lo primero que pensé fue que era un fantasma, pero lo descarté y pensé que quizás era solamente un efecto óptico. Caminé hasta el monumento de Salvador Allende para poder mirar con mayor atención, porque a esa altura ya me mataba la curiosidad. Saqué el teléfono para hacer una fotografía por si la sombra aparecía nuevamente.
Lo que sucedió a continuación es algo que me tiene desesperado y sin dormir por las noches. Pues bien, miraba con dirección a la ventana cuando un ser reptiliano, alto y cabezón, apareció tras la ventana. Intercambiamos miradas por alrededor de 2 segundos. Me miró fijamente. Lo que viene a continuación es lo más aterrador: pude sentir cómo yo me inmovilizaba y el ser se comunicaba telepáticamente conmigo. Me dijo “shh… no se lo digas a nadie”. Cuando se comunican contigo es distinto a pensar una frase, es una voz totalmente distinta a la tuya así que no fue mi imaginación. Además tenía una voz como de ladrido de perro, es difícil de explicar.
Después de eso me “destrabé”, el ser desapareció y la sensación que me dio fue de una náusea tremenda, ganas de vomitar. Solo atiné a caminar lo más rápido posible hasta tomar la micro, literalmente tiritando de susto, algo que nunca me había pasado antes.
El ser que vi era claramente “reptiliano”, no tenía la piel verde pero sí la tenía escamosa, ojos rasgados como de oriental y vestía con un traje muy antiguo, como de la Edad Media. Esto me tiene atormentado, porque lo he contado en mi familia y a algunos amigos y, por supuesto, nadie me cree. Tampoco tengo pruebas porque no tomé ninguna foto, pese a que iba dispuesto a ello.
Investigué un poco por internet hasta que di con este blog, donde mencionan a los reptilianos. Me animé a escribirles para contarles que sí hay reptilianos en La Moneda y yo vi uno. Lo que cuento satura mis pensamientos desde esa horrible noche. Hoy estoy con licencia psiquiátrica, medicamentos que me adormecen y no tengo ni ganas de salir a la calle. La verdad esto es lo peor que me ha pasado en la vida, y lo más triste, es que juro que todo lo que dije es verdad.
Saludos y ojalá publiquen esta carta,