LA VOZ DE LA RAZA
Por Decreto de diciembre de 1925, el Ministerio de Instrucción Pública ordenó que “LA VOZ DE LA RAZA” fuera leída todos los años por los profesores, ante los alumnos, en el acto de la jura de la bandera, que debe tener lugar en el Aniversario del Combate Naval de Iquique.
Niño, adolescente, joven, varón en sosegada madurez, ¡escucha!
Escucha la voz sagrada de la Raza, que imperiosamente golpea a tu conciencia, y quiere agitar, con fecundo soplo las fibras de tu espíritu. ¡Escucha!
Dos pueblos, dos Continentes, las gentes de dos mundos, fundiéndose, estuvieron, durante siglos, para poner en circulación, dentro de tus venas, un torrente de sangre generosa: sangre de navegantes y de conquistadores, de bravos Toquis e indómitos Caciques, sangre de héroes y adalides, que en España se llamaron don Pelayo y Rodrigo Día de Vivar, que en las selvas de Arauco se llamaron Colo Colo, Caupolicán y Lautaro.
Y surgió ésta tu Raza, heredera de todas las virtudes, de todas las energías, de todos los viriles arrestos de tus progenitores; Raza de hombres fuertes y alentados, capaces de las más altas empresas; Raza que ha sabido moldear, en arduo proceso, tres veces centenario, figuras históricas dignas de la Leyenda Homérica: guerreros como Manuel de Salas y Manuel Montt; prelados como Hipólito de Salas y Rafael Valentín Valdivieso; escritores como Zorobabel Rodríguez y Benjamín Vicuña Mackenna; jurisconsultos y sociólogos como Victorino Lastarria y Valentín Letelier; marinos como Carlos Condell y Arturo Prat.
Grandioso, digno de religiosa veneración, el pasado de tu Raza. ¡Oh, hijo de Chile!
Medita en ello.
Medita en tus responsabilidades.
Tú debes responder, ante ti propio y ante las generaciones por venir, del ingente tesoro vital, del valioso acervo histórico de que eres depositario.
Vela, vigilia, monta guardia celosa, guardia de todos los instantes.
No tropieces; no decaigas; no te enerves; no degeneres.
Sé capaz, siéntete capaz, demuéstrate capaz de hombrearte sin jactancia con ésos tus compatriotas que fueron los fundadores de tu Patria; con los héroes de la Paz y de la Guerra, que quisieron, supieron y pudieron preparar la base, que debiera ser inconmovible, de su grandeza y prosperidad.
¡Niño, adolescente, joven, varón en sosegada madurez, escucha!
¡Escucha la voz de tu Raza, la sagrada voz de tu Raza que con imperio golpea a tu conciencia, para tu bien, para el bien de Chile, y quiere sacudir, con saludable y fecundo soplo, las fibras de tu espíritu!
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