Mister Headroom
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El 11 de julio de 1978 ocurrió algo demencial que consternó a España. Una tragedia de grandes dimensiones aconteció debido a un cúmulo de inoportunas casualidades a las que hay que sumar la ineptitud del ser humano. Un camión cisterna cargado con 25 toneladas de propileno licuado salió de la refinería ubicada en Tarragona y se dirigió hacia el sur por la vieja nacional 340 en dirección a Alicante. El conductor decidió tomar esta carretera posiblemente con la intención de ahorrarse el coste del paso de peaje el cual tenía que pagar de su bolsillo.
Justo a las 14:35 pasaba frente al camping de los Alfaques cuando ocurrió algo que se podía haber evitado. En el interior de la cisterna, que llevaba una 25 toneladas en vez de las 19 máximas reglamentarias, el líquido se expandió debido al calor y estalló convirtiendo un infierno todo a su paso. El camión se partió en dos y las partes avanzaron cientos de metros cuán proyectiles. La parte trasera, de mayores dimensiones, impactó en un restaurante. La bola de fuego se proyectó en dirección al campamento donde habían registradas unas 800 personas disfrutando de sus vacaciones. Se estima que entre unas 300 y 400 se encontraban en el radio de acción de la deflagración.
El infierno en la Tierra
La temperatura ascendió hasta los 2.000 grados centígrados, lo cual hizo que gran cantidad de bombonas de gas que había en el propio campamento estallaran, sumándose también a la explosión. El agua de la playa hirvió, literalmente, ocasionando la muerte a una gran cantidad de bañistas y personas que, buscando protección en el mar, corrieron hacia la orilla.
Fallecieron 158 personas en el acto, incluido el conductor del camión. Sin embargo, si la explosión se hubiese producido unos minutos antes la catástrofe habría sido desproporcionada, ya que la carretera nacional 340 atraviesa la población de San Carlos de la Rápita, que en esa época del año podía albergar a unas 20. 000 personas entre residentes y turistas.
Se calcula que la explosión se produjo un minuto después de abandonar el núcleo urbano, lo que atenuó la tragedia evitando que la explosión fuese aún más devastadora, si cabe, en cuanto al número de víctimas y destrozos materiales se refiere. Aun así, la explosión alcanzó una discoteca cercana que quedó destruida. Murieron los propietarios, los cuales estaban en el interior realizando tareas de limpieza acompañados de sus hijos.
Apariciones de fantasmas
El tiempo no parece hacer que el suceso se olvide. Lo atenúa. Entibia el dolor. Décadas después aún se sigue hablando de la tragedia, pero por motivos bien diferentes. Son numerosos los testimonios que hablan de extrañas apariciones en dicha carretera. Los primeros testimonios de extraños encuentros con «espectros» en esta zona, en este punto kilométrico, nos llevan al lejano 1980, posteriormente se han seguido teniendo constancia de extraños sucesos, así al lugar han acudido investigadores de temas paranormales que han registrado sonidos extraños que creen identificar con psicofonías, las voces del misterio, la esencia de la vida y la muerte.
Un vecino de Zaragoza, Javier Martín Moraleda, el 6 de Octubre de 2004 narra públicamente una historia tan impactante como conmovedora. Le sucedió un 19 de Agosto de 2004 cuando circulaba delante del camping de Los Alfaques, por la N-340, a la altura del kilómetro 159: «Al final de la recta, puse las largas del coche para ver mejor y entonces vi un grupo de unas 7 u 8 personas que miraban unos hacia atrás, hacia el campo y otros hacia la carretera. Estaban quietos, y me llamaron la atención... Uno llevaba un gorro para el Sol y un cubito de playa... pero me llamó mucho la atención... No tenía cara..., no tenía rostro». Aquello fue extremadamente extraño, extremadamente inusual.
Encontramos también la historia de un camionero llamado Fernando, una historia que cabalga entre la leyenda y la realidad... Fernando cubría la ruta entre Valencia y Tarragona, aquella noche de verano llevaba en la cabina del camión a su mujer y su hija. Al llegar al kilómetro 159 le sorprendió como un grupo de personas, casi a medianoche, estaba en el arcén de la carretera, con niños con gorros, cubos y palas para jugar en la arena. Fernando despertó a su esposa, Carmen, y le dijo sentirse incómodo: «Carmen, que estarán tramando esos niños que se esconden». Aquellos críos espectrales parecían huir del camión como si algo les atemorizara. A la mañana siguiente lo comentaron en la cafetería del hostal y el camarero les mostró un recorte de prensa que ponía: «Tragedia en la camping los Alfaques, 216 personas muertas al explotar un camión cisterna que transportaba materiales peligrosos». Entre la leyenda y la realidad...
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El camión se partió en dos. La cabina y parte de la cisterna se dirigió hacia adelante siguiendo la carretera, y la parte posterior, hacia atrás, hasta llegar a un restaurante situado a unos 200 metros, mientras que el líquido avanzó hacia el cámping.
Además, por simpatía, se produjo una serie de explosiones en cadena. Bombonas de butano, los depósitos de combustible de los automóviles y otros elementos inflamables que se encontraban en las tiendas de campaña ayudaron a convertir la hora del almuerzo en un infierno.
La mayor parte de las víctimas eran alemanas y francesas, además de belgas y británicos. La catástrofe fue seguida con gran interés en toda Europa. Miles de llamadas telefónicas procedentes del extranjero bloquearon las centralitas de clínicas, gobiernos civiles, hoteles, consulados y todo tipo de establecimientos que tuviera alguna relación con el cámping. Telefónica tuvo que habilitar urgentemente varios equipos telefónicos conectados a los circuitos internacionales.
Cuerpos calcinados fueron recuperados del mar y la playa. Los que no fallecieron en el acto corrieron hacia el mar en busca de salvación o alivio a sus quemaduras. Mala elección, el agua marina llegó a hervir producto de la explosión.
El reloj que pertenecía al camionero con las agujas paradas justo a la hora de la explosión: 14:36
Muchos cadáveres fueron encontraron en posición de sentados, con los pies y brazos rígidos, ya que una buena parte de las víctimas se encontraban almorzando.
La mayor parte de los cadáveres estaban en un estado irreconocible. El nerviosismo y las prisas hicieron que una sandía y un jamón fueron etiquetados como restos humanos por los primeros socorristas. La intervención de éstos fue generosa pero negativa para facilitar la identificación de las víctimas. Los cadáveres fueron colocados uno junto a otro, sin especificar el lugar de donde habían recogido. Se sacaron cuerpos del interior de sus vehículos sin tomar constancia del hecho, lo que hubiera facilitado su identificación.
Seis personas fueron procesadas por la Audiencia Provincial de Tarragona en enero de 1982. Las víctimas, que recibieron 2.500 millones de pesetas de 1978 (unos 106 millones de euros con la subida del IPC), desistieron del procedimiento y se retiraron de la acusación particular. La sentencia condenó por un delito de imprudencia temeraria a un año de prisión menor a dos de los responsables de la factoría de Enpetrol, donde se cargó el camión, y absolvió a los otros cuatro de Cisternas Reunidas, propietaria del mismo, que fueron juzgados. Los altos directivos de Enpetrol (sociedad mayoritariamente propiedad del estatal Instituto Nacional de Industria), que habían sido citados como testigos pero no acusados, ni siquiera testificaron en el juicio. Tampoco lo fue ningún miembro de la Administración.
Alfaques hoy
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Justo a las 14:35 pasaba frente al camping de los Alfaques cuando ocurrió algo que se podía haber evitado. En el interior de la cisterna, que llevaba una 25 toneladas en vez de las 19 máximas reglamentarias, el líquido se expandió debido al calor y estalló convirtiendo un infierno todo a su paso. El camión se partió en dos y las partes avanzaron cientos de metros cuán proyectiles. La parte trasera, de mayores dimensiones, impactó en un restaurante. La bola de fuego se proyectó en dirección al campamento donde habían registradas unas 800 personas disfrutando de sus vacaciones. Se estima que entre unas 300 y 400 se encontraban en el radio de acción de la deflagración.
El infierno en la Tierra
La temperatura ascendió hasta los 2.000 grados centígrados, lo cual hizo que gran cantidad de bombonas de gas que había en el propio campamento estallaran, sumándose también a la explosión. El agua de la playa hirvió, literalmente, ocasionando la muerte a una gran cantidad de bañistas y personas que, buscando protección en el mar, corrieron hacia la orilla.
Fallecieron 158 personas en el acto, incluido el conductor del camión. Sin embargo, si la explosión se hubiese producido unos minutos antes la catástrofe habría sido desproporcionada, ya que la carretera nacional 340 atraviesa la población de San Carlos de la Rápita, que en esa época del año podía albergar a unas 20. 000 personas entre residentes y turistas.
Se calcula que la explosión se produjo un minuto después de abandonar el núcleo urbano, lo que atenuó la tragedia evitando que la explosión fuese aún más devastadora, si cabe, en cuanto al número de víctimas y destrozos materiales se refiere. Aun así, la explosión alcanzó una discoteca cercana que quedó destruida. Murieron los propietarios, los cuales estaban en el interior realizando tareas de limpieza acompañados de sus hijos.
Apariciones de fantasmas
El tiempo no parece hacer que el suceso se olvide. Lo atenúa. Entibia el dolor. Décadas después aún se sigue hablando de la tragedia, pero por motivos bien diferentes. Son numerosos los testimonios que hablan de extrañas apariciones en dicha carretera. Los primeros testimonios de extraños encuentros con «espectros» en esta zona, en este punto kilométrico, nos llevan al lejano 1980, posteriormente se han seguido teniendo constancia de extraños sucesos, así al lugar han acudido investigadores de temas paranormales que han registrado sonidos extraños que creen identificar con psicofonías, las voces del misterio, la esencia de la vida y la muerte.
Un vecino de Zaragoza, Javier Martín Moraleda, el 6 de Octubre de 2004 narra públicamente una historia tan impactante como conmovedora. Le sucedió un 19 de Agosto de 2004 cuando circulaba delante del camping de Los Alfaques, por la N-340, a la altura del kilómetro 159: «Al final de la recta, puse las largas del coche para ver mejor y entonces vi un grupo de unas 7 u 8 personas que miraban unos hacia atrás, hacia el campo y otros hacia la carretera. Estaban quietos, y me llamaron la atención... Uno llevaba un gorro para el Sol y un cubito de playa... pero me llamó mucho la atención... No tenía cara..., no tenía rostro». Aquello fue extremadamente extraño, extremadamente inusual.
Encontramos también la historia de un camionero llamado Fernando, una historia que cabalga entre la leyenda y la realidad... Fernando cubría la ruta entre Valencia y Tarragona, aquella noche de verano llevaba en la cabina del camión a su mujer y su hija. Al llegar al kilómetro 159 le sorprendió como un grupo de personas, casi a medianoche, estaba en el arcén de la carretera, con niños con gorros, cubos y palas para jugar en la arena. Fernando despertó a su esposa, Carmen, y le dijo sentirse incómodo: «Carmen, que estarán tramando esos niños que se esconden». Aquellos críos espectrales parecían huir del camión como si algo les atemorizara. A la mañana siguiente lo comentaron en la cafetería del hostal y el camarero les mostró un recorte de prensa que ponía: «Tragedia en la camping los Alfaques, 216 personas muertas al explotar un camión cisterna que transportaba materiales peligrosos». Entre la leyenda y la realidad...
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El camión se partió en dos. La cabina y parte de la cisterna se dirigió hacia adelante siguiendo la carretera, y la parte posterior, hacia atrás, hasta llegar a un restaurante situado a unos 200 metros, mientras que el líquido avanzó hacia el cámping.
Además, por simpatía, se produjo una serie de explosiones en cadena. Bombonas de butano, los depósitos de combustible de los automóviles y otros elementos inflamables que se encontraban en las tiendas de campaña ayudaron a convertir la hora del almuerzo en un infierno.
La mayor parte de las víctimas eran alemanas y francesas, además de belgas y británicos. La catástrofe fue seguida con gran interés en toda Europa. Miles de llamadas telefónicas procedentes del extranjero bloquearon las centralitas de clínicas, gobiernos civiles, hoteles, consulados y todo tipo de establecimientos que tuviera alguna relación con el cámping. Telefónica tuvo que habilitar urgentemente varios equipos telefónicos conectados a los circuitos internacionales.
Cuerpos calcinados fueron recuperados del mar y la playa. Los que no fallecieron en el acto corrieron hacia el mar en busca de salvación o alivio a sus quemaduras. Mala elección, el agua marina llegó a hervir producto de la explosión.
El reloj que pertenecía al camionero con las agujas paradas justo a la hora de la explosión: 14:36
Muchos cadáveres fueron encontraron en posición de sentados, con los pies y brazos rígidos, ya que una buena parte de las víctimas se encontraban almorzando.
La mayor parte de los cadáveres estaban en un estado irreconocible. El nerviosismo y las prisas hicieron que una sandía y un jamón fueron etiquetados como restos humanos por los primeros socorristas. La intervención de éstos fue generosa pero negativa para facilitar la identificación de las víctimas. Los cadáveres fueron colocados uno junto a otro, sin especificar el lugar de donde habían recogido. Se sacaron cuerpos del interior de sus vehículos sin tomar constancia del hecho, lo que hubiera facilitado su identificación.
Seis personas fueron procesadas por la Audiencia Provincial de Tarragona en enero de 1982. Las víctimas, que recibieron 2.500 millones de pesetas de 1978 (unos 106 millones de euros con la subida del IPC), desistieron del procedimiento y se retiraron de la acusación particular. La sentencia condenó por un delito de imprudencia temeraria a un año de prisión menor a dos de los responsables de la factoría de Enpetrol, donde se cargó el camión, y absolvió a los otros cuatro de Cisternas Reunidas, propietaria del mismo, que fueron juzgados. Los altos directivos de Enpetrol (sociedad mayoritariamente propiedad del estatal Instituto Nacional de Industria), que habían sido citados como testigos pero no acusados, ni siquiera testificaron en el juicio. Tampoco lo fue ningún miembro de la Administración.
Alfaques hoy
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Los Alfaques: 40 años de la tragedia en el camping
Se cumplen 40 años de la mayor tragedia de tráfico acaicida en España. Tuvo lugar en Los Alfaques (Tarragona) con la explosión de un camión cisterna que se llevó la vida...
www.lavanguardia.com
40 años de la tragedia del camping de Los Alfaques
Recuperamos de nuestro archivo imágenes, nunca antes digitalizadas, con las que el fotógrafo Chema Conesa dejó testimonio de la explosión de un camión cisterna que causó más de 200 muertos y decenas de heridos abrasados por las llamas
elpais.com
Accidente de Los Alfaques - Wikipedia, la enciclopedia libre
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