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Los 2 casos del síndrome de Hikikomori en España

Bastardock

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Los 2 casos del síndrome de Hikikomori en España



Japón ofrece multitud de singularidades que difícilmente se encuentran en otro lugar del mundo. El presente de su sociedad, de su cultura y de sus costumbres es fruto de una extraña mezcla de elementos de un pasado milenario y un futuro altamente tecnológico. De este curioso coctel están surgiendo modas, tendencias y hábitos que, vistos desde una perspectiva occidental, no dejan de sorprender y fascinar.

Pero junto a todas estas modas también están apareciendo conductas anómalas y trastornos de la personalidad que aún no son bien entendidas por la psicología actual. Algunos de estos síndromes son tan recientes que apenas tienen unos años, y aún así, se están convirtiendo en una verdadera epidemia en su país de origen.

El término “Hikikomori” (traducido como “estar aislado”) fue utilizado en la literatura científica por primera vez en 1986 en un estudio realizado por el equipo de Norihiko Kitao, aunque ya existían artículos sobre esta particular forma de aislamiento social desde finales de la década de los ’70 (Kasahara 1978).

Se trata de sujetos que se aíslan en su habitación o su casa durante largas temporadas, desde meses hasta varios años, evitando en todo lo posible el contacto con el exterior y abandonando el trabajo, la universidad, la escuela… No existen síntomas de ningún trastorno psiquiátrico, ni siquiera muestran síntomas de trastorno de personalidad. Tampoco se dan rasgos de agorafobia puesto que el hikikomori es capaz de salir esporádicamente a la calle sin problemas para comprar los productos que necesiten, aunque eso sí, utilizando usualmente las primeras horas de la mañana o la noche para estas escapadas ocasionales, y siempre evitando el contacto social.

Para entender mejor el contexto comenzaremos por introducir el término japonés “Sekentei” como una especie de obligación con tu familia y tu entorno, en la que la reputación, el honor y el orgullo tienen una altísima relevancia. Desde muy jóvenes a los niños japoneses se les inculca la importancia de destacar sobre el resto, esforzándose para alcanzar los más altos resultados escolares. Esta presión (ya incluso desde preescolar) se comprueba claramente en multitud de conceptos como Shiken jigoku, literalmente “el infierno de los exámenes” que, en el caso de no alcanzar las expectativas termina derivando en depresión, abandono de los estudios, aislamiento e incluso suicidio.

Todos estos condicionantes estuvieron presentes en los primeros casos de hikikomori, pero en las últimas décadas nuevos elementos tecnológicos y culturales (internet, manga, juegos online, redes sociales) se han unido a la ecuación dando como resultado un incremento preocupante de los casos detectados.

Y cuando digo que es “toda una epidemia” no creo estar exagerando porque los últimos estudios ofrecen cifras espeluznantes: Aproximadamente un 0,5% de la población actual de Japón lo padece y un 1,2% de los japoneses entre 20 y 49 años han experimentado trastornos de Hikikomori al menos seis meses durante su vida.

En 2011, se publicaron nuevos datos sobre el tema elevando a 1,5 millones el número de japoneses que sufrían “hikikomori”… A día de hoy, el total ha aumentado sustancialmente y se estima que podrían existir ya más de tres millones de jóvenes aislados en Japón.



En Japón la actitud frente a este trastorno psicológico varía según los casos y va desde la paciente espera de los padres a que el confinamiento de su hijo finalice igual que comenzó (lo que puede durar varios años) hasta la reacción más expeditiva de otros familiares que optan por sacar a la fuerza al joven de su habitación. A este respecto me he quedado alucinado al saber de la existencia de empresas, como la de Yuriko Osada, especializada en tumbar puertas (no es un eufemismo, las derriban literalmente) y sacar a rastras al joven hasta el exterior, con el objetivo de internarlos en una institución para tratar su trastorno (en los últimos diez años han aparecido hasta 700 centros especializados)

No obstante, y a pesar del notable aumento de “Hikikomoris” en Japón, este trastorno apenas se da en otros países y, en los últimos años, tan solo se han documentado casos aislados en Corea del Sur (Lee, Koo 2001), en Omán (Sakamoto, et al 2005), en los Estados Unidos (Teo, 2012)… y curiosamente, dos casos estudiados aquí en España(García-Campayo et al.2007 – Ovejero S. et al. 2013)

Me he puesto en contacto con los doctores que han documentado estos dos trastornos de hikikomori en España y desde aquí les agradezco haberme atendido. Ambos recalcan que aunque tan solo se han estudiado estos dos casos, la realidad es que probablemente haya cientos de ellos sin diagnosticar en nuestro país.

2 casos de Hikikomori en España

En 2007, en la edición de septiembre de Medicina Clínica, el doctor Javier García-Campayo, del Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza, publicaba el primer caso de hikikomori en España.

Se trataba de un varón de 18 años (la gran mayoría de hikikomoris son varones -96%), soltero, estudiante e hijo único. Después de estar aislado en su habitación durante casi un año y medio, su madre le obligó a ser atendido por los especialistas del equipo de psiquiatría dirigido por García-Campayo. Apenas salía una vez al mes de su habitación, siempre de noche, y solo el tiempo necesario para comprar chocolatinas o accesorios de informática en tiendas abiertas 24horas.

Durante esos meses perdió el contacto con sus anteriores amigos, dejó de asistir a la Universidad y permaneció encerrado en su cuarto viendo televisión o conectado a internet.

En una primera etapa la unidad de trastornos mentales de Zaragoza optó por trasladarse varias veces a la semana al domicilio del joven para comenzar su estudio y posterior terapia que consistiría en cortar de raíz uno de los elementos del problema: La conexión a internet.

El doctor me comenta que, a pesar de que los primeros meses fueron muy duros, la evolución del joven ha sido positiva y en estos momentos, aunque sigue siendo un chaval muy tímido, ha recuperado su vida, vuelve a salir con amigos y ha regresado nuevamente a la Universidad… hoy vuelve a tener internet.



El segundo caso es aún más impactante puesto que se ha hecho público hace tan solo unos meses (octubre 2013) y el paciente, al que llamaremos L.J. estuvo más de cuatro años aislado en su habitación.

Al igual que en el primer paciente, nos encontramos con un varón joven, 25 años, que ha sido obligado, por su madre y contra su voluntad, a visitar la unidad de psicología de la Fundación Jiménez Díaz en Madrid.

El doctor que lo atendió, D. Santiago Ovejero, publicaba en octubre sus conclusiones sobre el trastorno en el Journal of Social Psychatry.

L.J. dejó de asistir a las clases a la edad de 16 años, comenzó a trabajar a los 18 pero también abandonó el trabajo para terminar aislado durante años en su habitación, de la que no salía salvo para comprar pequeñas dosis de “hachís” en horas nocturnas y artículos tecnológicos en tiendas especializadas.

A esa edad, 18 años, comenzó a tener complicaciones odontológicas cuyo resultado fue la pérdida de numerosos dientes y una notable aversión a las agujas. Debido a su gingivitis y otros problemas dentales se le extrajeron más de 20 dientes, un hecho que reforzó su cada vez mayor aislamiento social.

Con 21 años ya apenas salía de su habitación, hasta su contacto con el equipo de Santiago Ovejero cuando ya llevaba cuatro años aislado.

Tras varios meses de tratamiento y consejo psicológico, al que se acompañó de fármacos como 50 mg/día de sertralina, el joven comenzó a reaccionar de manera positiva, saliendo progresivamente de su habitación y más tarde de su casa.

Actualmente L.J. incluso ha comenzado un tratamiento dental y su evolución es más que favorable.

Tanto el Dr. Ovejero como el Dr. García-Campayo coinciden en que este desorden de aislamiento social prolongado (se considera así si supera los 6 meses) está más presente en nuestra sociedad de lo que estos dos casos documentados puedan hacer suponer. Sin embargo, y ante el éxito en la resolución de la situación por parte de la psicología moderna, ambos animan a los padres a acudir a un centro especializado ante la menor sospecha en casa.

Ambos me recuerdan que es muy probable que la incidencia de este trastorno sea mayor en España de lo que pensamos e incluso Javier García-Campayo calcula que podría haber fácilmente unos 800 o 1.000 casos sin diagnosticar hoy en día.
https://culturacientifica.com/2014/02/28/sindrome-de-hikikomori-en-espana/



Cuantos hikikimori habra en el forazo:orejon:
 
fallamos como sociedad? yo diria q si esta vez :hmm:

weon todo tiende al individualismo, un telefono por cabeza, el fin de los moles, no podis jugar si no tenis cuenta individual de x wea, etc, etc.
 
Son wns que no se van a reproducir; ergo, si hay alguna tendencia genética debería desaparecer en dos o tres generaciones, cuando mucho.
 
yo ya ni salgo a comer, total, los colombos te lo traen a la puerta de la casa :hands:

no fuera tan caro el servicio, haría lo mismo con el supermercado :fffuuu:
 
No será una derivación del trastorno esquizoide de la personalidad?
 
Yo fui semi hikikomori cuando egresé de la carrera, solo trabajaba los fines de semana. El resto de la semana la pasaba frente al PC y no me arrepiento. :sisi:
 
Yo fui semi hikikomori cuando egresé de la carrera, solo trabajaba los fines de semana. El resto de la semana la pasaba frente al PC y no me arrepiento. :sisi:
a mi me dió esa weá el 2013. Paro en la U como de 3 meses. 3 meses donde salía un par de veces a la semana a aprovisionarme de alimentos o a la U a avanzar algo en la memoria. Me vi cazador X en como 3 días :lol2:
 
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