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¿Algún mirador para ir a culiar en el auto sin miedo a que te roben?

Narrarré mi experiencia: un día de estío del penúltimo mes de un año olvidado, acudí a un alto mirador que coronaba cierta ladera pronunciada en la comarca de Talcahuano. La tarde despuntaba lentamente, pero el crepúsculo no tenía prisa. Aparqué en un baldío de tierra y contemplé en la lontananza los blancos y húmedos pies de la madre naturaleza morir en arenas sedientas. Estando yo en aquellos avatares, miré de soslayo a mi siniestra, oportunidad en la cual vi un vehículo suzuki vitara que se remecía como si surcara la tempestad más borrascosa. Y ahí, frente a mi estupor, a plena luz del día, con varios otros corceles mecánicos cerca, y sin atisbo alguno de buscar socaire, una fémina movía sus sinuosas cimas sobre un varón de poco ropaje. Y les juró, amigos míos, pues esto yo lo vi, que habiendo cruzado mirada con la doncella, esta, lejos de sonrojarse por su acto dionisíaco, me guiñó el ojo con picardía y algo de gozo. Luego, con rubor en mis mejillas, encendí el corazón de mi alazán de metal, y marché absorto, meditando profundamente sobre las pulsiones que acechan nuestra vida.
Qué ritual le permitió viajar en el tiempo cipadrito?
 
Qué ritual le permitió viajar en el tiempo cipadrito?
En realidad, estaba releyendo anteanoche a Descartes en el Discurso y las Meditaciones, entonces me quedó pegado eso de escribir y hablar "caballerescamente", usando palabras añejas como "habíome" (habíome po wn :lol2: ) y otros términos similares. En todo caso, es cierto, la comadre me guiñó el ojo. La pura y santa verdad.
 
Narrarré mi experiencia: un día de estío del penúltimo mes de un año olvidado, acudí a un alto mirador que coronaba cierta ladera pronunciada en la comarca de Talcahuano. La tarde despuntaba lentamente, pero el crepúsculo no tenía prisa. Aparqué en un baldío de tierra y contemplé en la lontananza los blancos y húmedos pies de la madre naturaleza morir en arenas sedientas. Estando yo en aquellos avatares, miré de soslayo a mi siniestra, oportunidad en la cual vi un vehículo suzuki vitara que se remecía como si surcara la tempestad más borrascosa. Y ahí, frente a mi estupor, a plena luz del día, con varios otros corceles mecánicos cerca, y sin atisbo alguno de buscar socaire, una fémina movía sus sinuosas cimas sobre un varón de poco ropaje. Y les juró, amigos míos, pues esto yo lo vi, que habiendo cruzado mirada con la doncella, esta, lejos de sonrojarse por su acto dionisíaco, me guiñó el ojo con picardía y algo de gozo. Luego, con rubor en mis mejillas, encendí el corazón de mi alazán de metal, y marché absorto, meditando profundamente sobre las pulsiones que acechan nuestra vida.
Si no te chupó la toola, tu retórica vale una vil callampa.
 
Mirador Los Condores
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la roca está por desprenderse
 
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