En estas horas de preocupación dominante por la existencia y el porvenir de la nación alemana, nosotros, los hombres de los partidos y las ligas nacionales, hemos recibido el llamamiento del anciano jefe de nuestros ejércitos en la Guerra Mundial, para que, una vez más, en el hogar de la patria, ahora, como antes en el frente, nos aprestáramos a luchar bajo sus órdenes por la salvación del Reich. Al sellar para este fin con nuestras manos una alianza común, respondiendo a la generosa iniciativa del presidente del Reich, hacemos como jefes de la nación, ante Dios, ante nuestras conciencias y ante nuestro pueblo, la promesa de cumplir con decisión y perseverancia la misión que en el gobierno nacional nos ha sido confiada.
La herencia que recogemos es terrible. La tarea que hemos de acometer en busca de una solución es la más difícil que, de memoria humana, ha sido impuesta a hombres de Estado alemanes. La confianza que a todos nos inspira es, no obstante, ilimitada: porque tenemos fe en nuestro pueblo y en los valores imperecederos que atesora. Campesinos, obreros y burgueses, han de aportar conjuntamente las piedras necesarias para la edificación del nuevo Reich.
El gobierno nacional considerará, por tanto, como su primera y principal misión, el restablecimiento de la unidad en el espíritu y en la voluntad de nuestro pueblo. Vigilará y defenderá los cimientos en que se funda la fuerza de nuestra nación. El cristianismo, como base de nuestra moral, y la familia, como célula germinal del pueblo y del Estado, gozarán de su protección más decidida. Por encima de todas las clases y estamentos se propone devolver a nuestro pueblo la conciencia de su unidad nacional y política y de los deberes que de ella se derivan. Quiere hacer del respeto a nuestro gran pasado y del orgullo por nuestras viejas tradiciones la base para la educación de la juventud alemana. Con ello declara una guerra sin cuartel al nihilismo espiritual, cultural y político. Alemania no debe ni quiere hundirse en el comunismo anarquista
En lugar de los instintos turbulentos se propone el gobierno elevar de nuevo la disciplina nacional a la categoría de elemento rector de nuestra vida. Al hacerlo así prestará el gobierno su máxima atención a todas aquellas instituciones que son los verdaderos baluartes de la fuerza y de la energía nacionales.
El gobierno nacional resolverá el gran problema de la reorganización económica de nuestro pueblo por medio de dos grandes planes cuadrienales:
Protección eficaz a la clase campesina como medio para mantener la base de la subsistencia material y, con ello, de la vida misma de la nación.
Protección eficaz a los obreros alemanes por medio de una campaña enérgica y general contra el desempleo forzoso.
En catorce años los partidos de la revolución de noviembre han arruinado a la clase campesina alemana.
En catorce años han creado un ejército de millones de obreros en desempleo forzoso.
El gobierno nacional llevará a cabo con férrea decisión e infatigable constancia el plan siguiente: Dentro de cuatro años el campesino alemán debe haber sido arrancado de la miseria.
Dentro de cuatro años el desempleo forzoso debe haber sido definitivamente vencido.
Con ello han de producirse, al propio tiempo, las condiciones previas para el florecimiento de las demás actividades económicas.
A la par que esta tarea gigantesca de saneamiento de nuestra economía, el gobierno nacional acometerá el saneamiento del Reich, de los Estados autónomos y de los municipios, en su administración y su sistema tributario.
Únicamente así llegará a ser una realidad de carne y hueso el mantenimiento del Reich sobre la base del principio federativo. La colonización interior y el servicio obligatorio de prestaciones de trabajo al Estado figuran entre los pilares básicos de este programa.