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Sí, y voy a dar una razón más a la típica ilegimidad de origen.
Ya es hora de que por una vez nos sentemos como pueblo a reflexionar sobre las estructuras de fondo que nos rigen como país, partiendo por nuestra constitución. Y justamente hay que aprovechar este período de relativa tranquilidad macroeconómica para pensar serena y racionalmente qué tipo de estado es el que queremos y necesitamos como país para afrontar el futuro y alcanzar la prosperidad como nación.
- Queremos un estado unitario, federal o regional (combinacion de los 2 anteriores)?
- Queremos un régimen presidencial, parlamentario o una combinación de ámbos?
- Queremos un poder legislativo bicameral o unicameral? Cómo los elegimos?
- Queremos una forma directa de canalizar las decisiones democráticas de Estado a los ciudadanos o solo nos sostenemos en nuestros representantes políticos?
- Cuál queremos que sea el papel del Estado en las garantías de libertades (libertad de expresión, libertad de emprendimiento, de enseñanza, etc.) y en los derechos mínimos que tenemos como sociedad (educación, salud, etc.)? Queremos un Estado subsidiario o un Estado benefactor?
...
Y así, hay muchas preguntas de ese estilo que definen a cualquier constitución de un país, y ya es hora de que como ciudadanos debatamos y resolvamos de raíz este asunto de forma democrática, incorporando todas las tendencias políticas existentes, porque al final estas cuestiones de carácter constitucional son el núcleo de muchas de las demandas y movimientos sociales que hemos presenciado en este último tiempo, así como son causas del descontento social que existe transversalmente hacia la clase política.
Así que por lo anterior, sí a una nueva constitución, y sí a una asamblea constituyente.