Shooting Star
Hij@'e Puta
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“Estamos pasando al olvido”: el lamento de las víctimas de trauma ocular tras el 18-O
A un año del inicio de las masivas protestas que remecieron la agenda política y desencadenaron en la convocatoria a un inédito plebiscito, dos estudiantes, una documentalista, el dueño de un pyme y la madre de un escolar recuerdan el día en que un disparo cambió las vidas tanto de ellos como de sus más cercanos. Desde el gobierno destacan la creación de un programa de reparación ocular, mediante el cual ya se han instalado 36 prótesis. Desde Carabineros, en tanto, aseguran haber ajustado sus protocolos relacionados al uso de armas no letales.
Una selfie como el inicio de una nueva etapa. De mascarilla azul y cabello rapado, Rodrigo Lagarini, de 25 años, fue a buscar el pasado viernes la prótesis que lo hace lucir como si nada hubiera pasado, como si ese 22 de octubre de 2019 no hubiese estado en una manifestación en el centro de Concepción. Como si no hubiese tenido que correr para buscar un lugar seguro, como si a eso de las 17:30 horas su rostro no hubiese sido impactado por una bomba lacrimógena, como si ese día no hubiese quedado ciego de su ojo derecho.
Pero la prótesis no es más que una apariencia. Rodrigo, si pudiera elegir, no la usaría. Su ojo derecho, asegura, es un testimonio de lo ocurrido esa tarde de octubre tanto a él como a otras cientos de personas en distintos puntos del país.
Rodrigo es una de las 343 personas que -de acuerdo a las cifras del gobierno- resultaron con traumas o lesiones oculares durante las protestas que se desarrollaron desde el 18 de octubre de 2019 en Chile. Una crisis que generó impacto en organismos internacionales como Human Rights Watch, que advirtió sobre abusos por parte de la policía, y que a nivel interno provocó cambios en los protocolos internos de Carabineros para el uso de armas y la creación de un programa de reparación ocular por parte del Estado.
Rodrigo siente que la prótesis era un paso donde no tenía mucha alternativa, sobre todo por su profesión, pues se encuentra próximo a titularse de profesor de educación física. “Cuando haga clases no quiero distraer a los niños con un ojo así, quisiera que la atención estuviera en lo que les voy a enseñar y no en mi rostro”, explica a T13.cl.
Sin embargo, dice, “no me molesta tener el ojo así (sin la prótesis). De hecho, me gusta. Creo que como sociedad nos falta mucho por aprender, y que quienes me vean con el ojo de esta forma deben pensar muchas cosas. Generar eso en las personas me gusta”.
Pero además de lo profesional hubo un factor de tiempo. Rodrigo sentía que su ojo dañado se iba achicando, perdiendo forma. Temía que si no hacía algo ahora, más adelante no sería posible utilizar una prótesis, que en su caso corresponde una estructura acrílica parecida a un lente de contacto, pero mucho más rígida, y que se coloca sobre el ojo dañado y donde los párpados y músculos oculares permiten desplegar un movimiento en sincronía a su ojo sano.
Aunque desde el Hospital Las Higueras, de Talcahuano, le habían ofrecido una prótesis, la pandemia atrasó los planes, por lo que decidió adquirir una por su propia cuenta. “Ya no podía seguir esperando”. Fue así que hace poco más de una semana Rodrigo fue a una óptica especializada en prótesis, donde logró dar con una parecida a su ojo sano.
Sin embargo, este viernes al verse frente a un espejo, la nueva imagen de su rostro -esta vez con una prótesis- le causó sentimientos encontrados, los que se fueron agudizando con el paso de las horas; al recibir las reacciones de esa selfie donde su ojo mutilado “pasaba piola”.
Rodrigo siente que hoy con la prótesis luce un “ojo falso, sin vida”, una apariencia que le incomoda aún más al ver que ante esta foto nadie le preguntó cómo se sentía. “No quiero ocultar lo que me pasó, no está todo normal: si pudiera elegir no usaría la prótesis”, recalca.
Reportaje completo (con videos):
A un año del inicio de las masivas protestas que remecieron la agenda política y desencadenaron en la convocatoria a un inédito plebiscito, dos estudiantes, una documentalista, el dueño de un pyme y la madre de un escolar recuerdan el día en que un disparo cambió las vidas tanto de ellos como de sus más cercanos. Desde el gobierno destacan la creación de un programa de reparación ocular, mediante el cual ya se han instalado 36 prótesis. Desde Carabineros, en tanto, aseguran haber ajustado sus protocolos relacionados al uso de armas no letales.
Una selfie como el inicio de una nueva etapa. De mascarilla azul y cabello rapado, Rodrigo Lagarini, de 25 años, fue a buscar el pasado viernes la prótesis que lo hace lucir como si nada hubiera pasado, como si ese 22 de octubre de 2019 no hubiese estado en una manifestación en el centro de Concepción. Como si no hubiese tenido que correr para buscar un lugar seguro, como si a eso de las 17:30 horas su rostro no hubiese sido impactado por una bomba lacrimógena, como si ese día no hubiese quedado ciego de su ojo derecho.
Pero la prótesis no es más que una apariencia. Rodrigo, si pudiera elegir, no la usaría. Su ojo derecho, asegura, es un testimonio de lo ocurrido esa tarde de octubre tanto a él como a otras cientos de personas en distintos puntos del país.
Rodrigo es una de las 343 personas que -de acuerdo a las cifras del gobierno- resultaron con traumas o lesiones oculares durante las protestas que se desarrollaron desde el 18 de octubre de 2019 en Chile. Una crisis que generó impacto en organismos internacionales como Human Rights Watch, que advirtió sobre abusos por parte de la policía, y que a nivel interno provocó cambios en los protocolos internos de Carabineros para el uso de armas y la creación de un programa de reparación ocular por parte del Estado.
Rodrigo siente que la prótesis era un paso donde no tenía mucha alternativa, sobre todo por su profesión, pues se encuentra próximo a titularse de profesor de educación física. “Cuando haga clases no quiero distraer a los niños con un ojo así, quisiera que la atención estuviera en lo que les voy a enseñar y no en mi rostro”, explica a T13.cl.
Sin embargo, dice, “no me molesta tener el ojo así (sin la prótesis). De hecho, me gusta. Creo que como sociedad nos falta mucho por aprender, y que quienes me vean con el ojo de esta forma deben pensar muchas cosas. Generar eso en las personas me gusta”.
Pero además de lo profesional hubo un factor de tiempo. Rodrigo sentía que su ojo dañado se iba achicando, perdiendo forma. Temía que si no hacía algo ahora, más adelante no sería posible utilizar una prótesis, que en su caso corresponde una estructura acrílica parecida a un lente de contacto, pero mucho más rígida, y que se coloca sobre el ojo dañado y donde los párpados y músculos oculares permiten desplegar un movimiento en sincronía a su ojo sano.
Aunque desde el Hospital Las Higueras, de Talcahuano, le habían ofrecido una prótesis, la pandemia atrasó los planes, por lo que decidió adquirir una por su propia cuenta. “Ya no podía seguir esperando”. Fue así que hace poco más de una semana Rodrigo fue a una óptica especializada en prótesis, donde logró dar con una parecida a su ojo sano.
Sin embargo, este viernes al verse frente a un espejo, la nueva imagen de su rostro -esta vez con una prótesis- le causó sentimientos encontrados, los que se fueron agudizando con el paso de las horas; al recibir las reacciones de esa selfie donde su ojo mutilado “pasaba piola”.
Rodrigo siente que hoy con la prótesis luce un “ojo falso, sin vida”, una apariencia que le incomoda aún más al ver que ante esta foto nadie le preguntó cómo se sentía. “No quiero ocultar lo que me pasó, no está todo normal: si pudiera elegir no usaría la prótesis”, recalca.
Reportaje completo (con videos):
T13 | Tele 13
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