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Articulos de Jack Donovan - Una Respuesta a estos Tiempos Progres

Preciso, consiso y claro!!!!

La violencia es la partera de la historia

Así lo entendieron nuestros antepasados a punta de hierro y así lo entendemos nosotros, cualquier desviación de esa lucha que nos dejó como legado la misma historia están condenado a ser pisoteada por la misma!!!

Pasamos y pasaremos!!!!
 
aunque en algunos aspectos choca filosoficamente con una sociedad de simbolos e informacion, en lo general hay altisima calidad de argumentos.

"sissy stuff" ... esta sociedad chilena tiene mucho de eso y en los medios se promociona como si fuera algo correcto ... :nonono:
 
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TODOS UNAS RAMERAS

La retórica infladora de ego está en todas partes. En el trabajo, en la escuela y en el centro comercial, los estadounidenses esperan que todos les digan lo especiales, talentosos e importantes que son. En nuestro mundo invertido, los débiles son de alguna manera fuertes, quien sobrevive a una uña encarnada es «valiente», y cada contador que trabaja para el Departamento de Defensa es un maldito héroe.

En GloboCorp, el Departamento de Recursos Humanos intenta convencer a todo Juan y Juanita que son absolutamente esenciales para el éxito de la organización. Todos los talentos creativos son valorados, y todos, desde el conserje al director ejecutivo, son capaces de realizar enormes contribuciones positivas. En su reciente libro sobre el valor del trabajo, Matthew B. Crawford sostuvo que las corporaciones modernas devalúan cualquier logro significativo cuando complacen y hablan como si todos fueran una especie de Einstein.

A los estadounidenses les gusta que se les diga que son brillantes y valientes, pero como pueblo estos ya no son nuestros valores más altos. ¿Quién puede nombrar cinco héroes legítimos recientes de la guerra? La plebe tampoco se preocupa demasiado sobre quien es inteligente. Sólo se preocupan por la ciencia cuando quieren perder peso, ganar una discusión en internet o averiguar cómo el mundo está yendo a su final. Si puedes nombrar a diez chicos que están haciendo ciencia dura ahora mismo, probablemente eres un científico.

La mayoría de las personas no son Einstein, y realmente no les importa. Tienen algo más importante de que preocuparse.

Lo que de verdad se preguntan es “¿Estoy bueno/a o no?”[1]

La gente bonita es la fuente de inspiración más brillante en nuestro económicamente fluctuante mundo. Los actores y modelos atractivos reciben más alabanza y atención que los que reciben una Medalla de Honor. La gente ama la tecnología, pero la usan para mantenerse al día con los episodios de “Keeping up with the Kardashians”. La gente se mete a gimnasios, pero la fuerza y la salud son aspectos secundarios de su deseo de ser deseada. Unos abdominales con six-pack son más importantes que una press banca poderosa o una sentadilla con mucho peso. A nadie le importa cuanto peso levantan Channing Tatum o Brad Pitt, o cuan rápido pueden correr, o que pueden construir o a cuantos hombres pueden derrotar en combate. Son admirados porque son deseados.

Solía ser que sólo las mujeres jóvenes se preocupaban excesivamente por ser deseadas. En las sociedades patriarcales tradicionales, una mujer que nadie quiere como esposa se convierte en una carga para sus padres. Una mujer no deseada nunca podría ser madre o dirigir un hogar. Ella seguía siendo siempre una hija dependiente o una soltera independiente, solitaria. Para las mujeres en edad de casarse, el atractivo tenía un valor muy alto, y mientras la importancia de la atracción disminuye con la edad, la mayoría de los hombres aún prefieren tener una esposa bonita que una fea. Ya sea por hábito o por naturaleza, muchas mujeres tienden a disfrutar de pintarse y adornarse para parecer jóvenes, fértiles, femeninas y atractivas.

Sin embargo, la mujer que más se preocupa en ser deseada es la ramera, porque su supervivencia depende de su habilidad para atraer hombres.

Algunos señalarán a la ornamentación masculina como un contraejemplo, pero la motivación detrás del adorno masculino tradicionalmente ha sido diferente. Cuando los hombres se adornaban, lo hacían para aparecer más temibles o para hacer notar su estatus. Los samuráis usaban lápiz labial, y así como muchos aspectos particulares de la preparación samurái, lo hacían para que sus enemigos los respetaran como oponentes viriles incluso después de muertos. No lo hacían para poder tener sexo. Lo hacían para ganarse el respeto de otros hombres.

El fin de semana pasado, una película sobre vedetos[2] recaudó 39.2 millones de dólares[3]. Estados Unidos ha avanzado mucho desde Flashdance.
En The Way of Men[4], usé a los bonobos y a los chimpancés para comparar a las sociedades orientadas hacia lo femenino y hacia lo masculino, respectivamente. Las personas no son exactamente lo mismo que los primates, pero creo que los chimpancés y los bonobos hacen metáforas reveladoras respecto a donde nos encontramos y hacia donde parece que vamos.

Los bonobos[5] viven lujosamente, con acceso a toda la comida que necesitan. Las coaliciones de hembras reprimen la violencia masculina y los machos rara vez forman grupos unidos. Los machos no saben quienes son sus padres, sino sólo quienes son sus madres. El sexo es, como una prostituta de bar una vez le dijo a un amigo mío, “como un apretón de manos”. La homosexualidad es algo común porque el sexo es una actividad social, y todos tienen sexo con todos. No se trata de reproducirse; el sexo se trata de una masturbación mutua y de pasar un buen rato. El sexo es una parte muy importante de la vida de un bonobo. Los bonobos son conocidos por ser pacíficos, y mientras eso puede que no sea completamente cierto, definitivamente son matrilineales y cachondos a un nivel excepcional.

Los chimpancés[6] forman grupos de caza patriarcales. Los machos se mantienen unidos y las hembras terminan moviéndose de grupo en grupo. El sexo es una actividad reproductiva. La homosexualidad es rara que exista. Los machos dominan a las hembras y los machos en la cima de la jerarquía masculina controlan el grupo.

Estados Unidos se está transformando rápidamente en una “Sociedad de Bonobos Masturbatoria”, dedicada al placer y organizada principalmente para servir a los intereses de las mujeres. Más y más hombres están siendo criados por madres solteras, y son desalentados para organizarse sin supervisión femenina. El sexo es social, y la mayoría del trabajo duro y peligroso que los hombres solían hacer ahora es realizado o por máquinas, o son a prueba de idiotas, o son realizados en países donde la mano de obra es barata. Mujeres y hombres deshonorables supervisan meticulosamente la agresión masculina con una infinidad de leyes y demandas, y los chicos malos que no pueden pagar abogados buenos son arrojados a una industria carcelaria multimillonaria que tiene la taza de encarcelamientos más grande del mundo.

En nuestra Sociedad de Bonobos Masturbatoria, coger es una de las pocas cosas que los hombres son envalentonados a hacer que de hecho los hace sentir como hombres.

A través de Alternative Right, numerosos autores han criticado la cultura del “hombre-que-conquista-muchas-mujeres”[7] y del “juego[8]”.

Porque la única cosa masculina que a la mayoría de los hombres les está permitido hacer es tirar, yo soy más comprensivo. Yo veo lo que muchos llaman como el “juego” como una especie de entrada a la masculinidad. El “juego” es esencialmente una entrenamiento de aserción para una generación de hombres que pasaron la mayoría de sus vidas preguntando “mamá, ¿puedo?”.
La masculinidad es como un talento. Algunos hombres están mejor dotados que otros, pero como cualquier otro talento, la masculinidad debe ser incentivada y desarrollada para lograr algo impresionante. Los muchachos que fueron criados por madres solteras o padres sobreprotectores y colocados en el sistema escolar feminista lavador de cerebros nunca fueron tratados o entrenados por grupos de hombres duros. No pueden entregarle a un pollerudo un diploma de secundaria y esperar que escupa como Clint Eastwood.

Cuando hablan sobre el “juego”, los hombres en la “Hombreósfera” están excavando entre las mentiras que el Sistema les dice a los chicos sobre las chicas. Este es un trabajo que debe hacerse. Si los jóvenes promedio se creen las tonterías que les dicen sobre el sexo y las relaciones de pareja, serán usados y abusados por las facultadas mujeres estadounidenses por el resto de sus vidas. Y, mientras desempacan mitos feministas sobre el sexo, he visto a muchos de esos chicos empezar a preguntarse que significa realmente ser un hombre. Esta es una conversación importante. Sin embargo, casi parece ser una ruta segura en el clima cultural de hoy el perseguir vaginas como una opción de estilo de vida a largo plazo. Ahí es cuando el significado positivo deriva en un extremo negativo.

Andy Nowicki escribió que si los hombres realmente querían minar el matriarcado, deberían dejar de tener sexo. Él podrá tener sus propias razones (posiblemente religiosas) para decir aquello, pero creo que tiene algo de razón.
Nuestros manipuladores globalistas y feministas no podrían amar más el mantener a hombres jóvenes – el grupo más peligrosos y potencialmente revolucionario en toda civilización- distraídos con el sexo. Y si bien podría parecer como si se estuviera afirmando una dominación (convenientemente en la forma menos dañina posible), si todo lo que haces tiene como finalidad ser más atractivo para las mujeres, eres un vibrador ávido. Cuando tus músculos son sólo para exhibirlos, cuando todo lo que haces va dirigido a hacerte más deseado, entonces estás personificando el rol femenino. Cuanto tu valor como hombre depende de cuantas mujeres puedes engatusar, no eres nada más que un gigoló[9].

Como dijo Hunter S. Thompson, el sexo es más divertido para los principiantes. Es genial cuando eres joven, buenmozo, ingenuo y despreocupado, pero “las putas viejas no juguetean mucho”.

Mark Simpson[10] tenía claro mucho de esto cuando acuñó el término “metrosexual” por allá por 1994. El metrosexual no es necesariamente gay o afeminado en el sentido llamativo de la palabra- esa es sólo la forma en que la gente entendió la palabra. La idea de Simpson de un metrosexual es un “hombre del espejo” cuyas mayores preocupaciones narcisistas son la búsqueda de placer y el ser catalogados como “deseables”. Puede que esté enamorado de él mismo, pero eso también es una forma egoísta de amor. Se preocupa más de como se ve y cuan bien coge que de lo que ha logrado o cuanto es respetado. Es la vanidad de una ramera.

Hugh Hefner estaba muy adelantado a su tiempo. Fueron los hombres homosexuales los pioneros del estilo de vida bonobo en masa. Antes de que los conquistadores de chicas estuvieran en el jardín infantil, los gays tenían sexo por un asunto de números[11], basando su propia valía en el número de hombres con el que se habían acostado y en cuan sexys eran. Los homosexuales rechazaban las expectativas y los roles masculinos tradicionales, y canalizaban toda su agresión masculina en el sexo por el sexo. Su idea de masculinidad se volvió masturbatoria- una caricatura tonificada de Tom de Finlandia de forma masculina sin función, honor ni virtud. Los hombres homosexuales, porque eran hombres, establecieron el escenario cultural para cosificar a los hombres en la forma en que los hombres siempre habían cosificado a las mujeres.

Como bonobos pilotos, los homosexuales descubrieron los aspectos negativos de ser unas rameras. Un sujeto experimentado estaba expuesto a adquirir un montón de enfermedades de transmisión sexual, y el SIDA prácticamente se cargó a una generación entera de hombres “sexualmente liberados”. Para muchos, también hay costos psicológicos. Ser deseado es una droga, y es adictiva. Cuando es lo más importante para ti, se transforma en tu identidad. Uno de los problemas- y esto siempre ha sido una maldición para las mujeres- es que el atractivo sexual va unido al instinto de apareamiento, el cual alcanza su punto álgido en los jóvenes. Los hombres maduran más lisonjeramente que las mujeres, pero la mayoría de los hombres que tranzan su sex appeal no se quedan en la masculinidad segura de mediana edad de sus antepasados. Como los gays y las estrellas de cine, me pregunto cuantos galanes de hoy andarán detrás de esteroides y drogas sexuales, y eventualmente se estén preguntando si el estiramiento facial de Kenny Rogers se verá mejor en ellos que en él (No lo hará, amigos. También se verán como una vieja lesbiana que no puede pestañear). Hay algo particularmente desesperado, triste e indigno en un hombre de cierta edad que gasta mucho tiempo buscando validación sexual.

Lo que es peor es que los hombres heterosexuales no están en el mercado buscando hombres, sino que están en el mercado por mujeres, así que la biología los coloca en una mayor desventaja. Heartiste, un estratega del cortejo, recientemente posteó[12] sobre una experiencia de citas en línea donde juntos, los dos hombres más buenosmozos obtuvieron un total de 50 mensajes de mujeres, mientras que las mujeres más atractivas obtuvieron más de 536 mensajes de hombres en el mismo periodo de tiempo. Ese campo de juego nunca estará cerca de ser igualitario, pero el juego está ganando popularidad porque los hombres ven la disparidad y quieren incrementar sus probabilidades.

Los hombres apuestos con algunas capacidades para cortejar puede que sean capaces de conservarlas durante la mayoría de su vidas y terminarán con buenas historias. Una pequeña minoría de hombres siempre han sido libertinos, y a algunos probablemente tal comportamiento les calce bien. Algunos se arrepentirán y otros no.

El problema no es lo que le ocurra a algunos, sino en que es lo que nos convertiremos como sociedad cuando todos quieran ser ganadores en ese sentido. El libertinaje solía ser una forma de rebelión, pero cada vez más está siendo parte de lo establecido. En una sociedad donde el sexo y el ser atractivo son los valores más importantes, ¿qué ocurre con los otros dos tercios de la curva?

La carne no se va a democratizar. El atractivo ya ni siquiera se distribuye más que la fuerza, el tamaño o el coeficiente intelectual. El mundo está lleno de gente fea y gorda. La gente puede mejorarse a si misma haciendo dieta, ejercicio y bañándose – y deberían hacerlo – pero todo eso tiene un límite. Algunos hombres y mujeres simplemente no tienen tanta buena pinta. De hecho, un montón de personas son derechamente repulsivas. Unos cuantos deberían probablemente deberían evitar salir durante el día porque asustan a los niños.

Las mujeres siempre han estado conscientes del cruel elitismo de la belleza natural. En otras sociedades donde otros valores tienen un mayor valor, podrían enfocarse en la solidaridad o en simplemente ser buenas madres. Cuando las mujeres son “sexualmente liberadas”, algunas feministas (usualmente las gordas y feas) piensan que pueden confiar en que el condicionamiento social puede hacernos ver a cualquier vieja bruja asquerosa tan apetecible como Heather Locklear. Si sólo Barbie fuese de proporciones reales, o fuésemos forzados a ver más gente obesa en la televisión, menos lágrimas serían derramadas en tarros de helado. Siguen incentivando la “aceptación de lo gordo” y nos siguen diciendo que “lo grande es hermoso”. Cuando eso no funciona, nos llenan con malos clichés y nos tratan de convencer de que la belleza depende del observador o de que está “en el interior”. Quizás las podamos apoyar o podemos ser más comprensivos, pero creer que todos son igual de hermosos es tan absurdo o falso como pretender que todos somos Einstein.

Nadie quiere una Barbie con tobillos rellenos de grasa y la des-cosificación de la mujer no va con el espíritu de nuestra hipersexuada “Sociedad Bonobo Masturbatoria”. Andrea Dowrkin perdió y cada vez más muchachas adolescentes están mirando porno hardcore para aprender a como moverse, chupar y tragar como las profesionales. Voy al gimnasio y veo a jóvenes que no están ahí para levantar más peso o agrandarse. Están ahí para seguir rutinas de “secado[13]” y para tener un cuerpo “para las señoritas”. Esas señoritas se broncean, hacen masturbaciones con las tetas y tratan de verse como desnudistas. Un amigo que hace clases en una escuela secundaria de California me dijo que tuvieron que cancelar la fiesta de disfraces de Halloween porque los estudiantes ya no querían verse aterradores o simplemente bien. Tanto los chicos como las chicas usaban Halloween como una excusa para ir a la escuela tan desnudos como fuese posible.

La gente solía tener aspiraciones decentes. Querían tener familias. Querían hacer un buen trabajo. Querían ser buenos ciudadanos, buenos cristianos, buenas personas. Ahora todos quieren ser proxenetas y estrellas porno. Todos quieren ser aquél mono con el que todos los monos quieren frotarse.

Llamamos a esta deformidad matrilineal “progreso” y buscamos nuestra redención moral en el reciclaje.

El sexo puede que sea natural, y por supuesto que es divertido, pero es sólo una parte de la vida. Una sociedad que sobre-enfatiza el sexo al punto de que parece que es lo único que importa en la vida es grotesca y degradante, y para la mayoría de las personas significa más un vacío que un éxtasis.

En los patriarcados sanos, los hombres se motivan a ganarse el respeto y admiración de otros hombres. Trabajan para demostrar su fuerza, coraje y competencia unos a otros. Los hombres se enorgullecen por su reputación de maestría sobre sus cuerpos, sus acciones y el ambiente que los rodea. Quieren ser conocidos por lo que pueden hacer, no sólo por lo bien o a quien se tiran. Y de seguro no gastan su tiempo tratando de descubrir como pueden encantar damicelas.

Demonios, en algunos lugares[14], cuando un hombre está listo para tener una esposa, sólo elige una y la rapta[15]. Los hombres solían casarse y seguir con sus vidas. Para mi significa una elección de vida más saludable y me he imaginado lo que la otra parte tiene para ofrecer.
Hace poco vi Restrepo[16], un documental sobre soldados peleando en Afganistán. Había una escena donde los estadounidense tenían que negociar con los ancianos de la tribu local. Los ancianos eran una manga de viejos serios hasta más no poder con unas barbas largas teñidas con colorante rojo.

Nuestro “aliados” tribales en los cementerios de los imperios tienen sus problemas. Cagan sobre sus manos y violan niños pequeños. Sus costumbres dejan espacio para alguna mejora.
Sin embargo, mientras miraba a sus ojos fríos como tumbas, me preguntaba si cualquiera de estos hombres se pasaba mucho tiempo preguntándose, “¿Estoy bueno o no?”.
 
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