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Era el yo, cuyo sentido y carácter quería aprender. Era el yo, del cual me quería librar, al que quería superar. Pero no lo conseguí, tan sólo podía engañarlo, únicamente podía huir de él, esconderme. ¡Ciertamente ninguna cosa del mundo me ha obsesionado tanto como este mi yo, este enigma de vivir: que soy un individuo separado y aislado de todos los demás, qué soy Siddharta! ¡ Y de ninguna otra cosa del mundo sé tan poco como de mí, de Siddharta!

Siddharta

Herman Hesse
 
Última edición:
Muchas veces (Aureliano Babilonia y Amaranta Úrsula) fueron despertados por el tráfago de los muertos. Oyeron a Úrsula peleando con las leyes de la creación para preservar la estirpe, y a José Arcadio Buendía buscando la verdad quimérica de los grandes inventos, y a Fernanda rezando y al coronel Aureliano Buendía embruteciéndose con engaños de guerras y pescaditos de oro, y a Aureliano Segundo agonizando de soledad en el aturdimiento de las parrandas, y entonces aprendieron que las obsesiones dominantes prevalecen contra la muerte, y volvieron a ser felices con la certidumbre de que ellos seguirían amándose con sus naturalezas de aparecidos, mucho después de que otras especies de animales futuros les arrebataran a los insectos el paraíso de miseria que los insectos estaban acabando de arrebatarles a los hombres.

Gabriel García Marquez
Cien años de soledad
 
Este fragmento no tiene nada que ver con el libro en si, con su trama, pero me gustó mucho la reflexión del personaje...

"Se aclama a los escaladores que ponen en peligro su vida por alcanzar la cima del Everest. Se critica a los escaladores que cometen un leve error de cálculo o planificación y mueren en el intento. Pero nadie recuerda a los escaladores que fueron conscientes de sus limitaciones y se dieron la vuelta a pocos metros de la cima. Puede que estén vivos, pero olvidados."
Andrea Martine



"El Estudiante"
John Katzenbach
 
" - ¿Es usted el señor Chinaski?
Asentí con la cabeza.
- Llega usted con treinta minutos de retraso.
- Sí
- ¿Llegaría usted con treinta minutos de retraso a una boda o a un funeral?
- No
- ¿Por qué no? Si no le importa explicarnos …
- Bueno, si el funeral fuera el mío, tendría que ser puntual. Si la boda fuera la mía, sería mi funeral.
"

"La senda del perdedor" - Charles Bukowski
 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos
árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis
brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda
Poema XX
 
Cuando estés vieja y gris y soñolienta cabeceando junto al fuego, toma este libro, y léelo lentamente y sueña con la suave mirada y las profundas sombras que antes tenían tus ojos.

E inclinada ante las relumbrantes brasas murmulla, un poco triste, como escapó el amor y anduvo en las cimas de las altas montañas y entre un montón de estrellas ocultó su rostro.

Cuántos amaron tus momentos de alegre gracia? y con amor verdadero o falso amaron tu belleza? Pero sólo un hombre amó tu alma peregrina y las tristezas de tu rostro cambiante.

William Yeats
 
Y un día más terminó en Buenos Aires: algo irrecuperable para siempre, algo que inexorablemente lo acercaba un paso más a su propia muerte. ¡Y tan rápido, al fin, tan rápido! Antes los años corrían con mayor lentitud y todo parecía posible, en un tiempo que se extendía ante él como un camino abierto hacia el horizonte. Pero ahora los años corrían con creciente rapidez hacia el ocaso. Y a cada instante se sorprendía diciendo: "Hace veinte años, cuando lo vi por última vez", o alguna otra cosa tan trivial pero tan trágica como esa; y pensando en seguida, como ante un abismo, qué poco, que miserablemente poco resta de aquella marcha hacia la nada. Y entonces ¿Para qué?

Ernesto Sabato

Sobre héroes y tumbas
 
"Si Cristo no es la Verdad, prefiero a Cristo y no la Verdad".

No creo que vuelva a leer algo que me impresione más en esta vida.
 
Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quién dice que esa es la inmortalidad de la que tanto se habla.

José Saramago

Ensayo sobre la ceguera
 
"¿Cómo se llega a ese misterioso Archipiélago? Hora tras hora vuelan aviones, navegan barcos y retumban trenes en esa dirección, pero no llevan un solo letrero que indique el lugar de destino. Tanto los taquilleras como los agentes de Sovturist y de Inturist* se quedarían atónitos si les pidieran un billete para semejante lugar. No saben nada ni han oído nada del Archipiélago en su conjunto, y tampoco de ninguno de sus innumerables islotes.

Los que van a ocupar puestos de mando en el Archipiélago proceden de la Academia del MVD.

Los que van de vigilantes al Archipiélago son convocados a través de la Comandancia Militar.

Y los que van allí a morir, como usted y yo, mi querido lector, deben pasar forzosa y exclusivamente por el arresto.

¡El arresto! ¿Hará falta decir que parte nuestra vida en dos?, ¿que se abate sobre nosotros como un rayo?, ¿que representa un duro trauma espiritual que no todos son capaces de asimilar y que a menudo conduce a la locura?

El universo tiene tantos centros como seres vivos hay en él. Cada uno de nosotros es un centro del universo. Y el cosmos se desmorona cuando le dicen a uno entre dientes: «¡Queda usted detenido!».

Si alguien como usted está detenido, ¿no será que ha habido un cataclismo?, ¿habrá quedado algo en pie?

Con el cerebro en blanco, incapaces de abarcar tales evoluciones del cosmos, a todos, del más simple al más despierto, no se nos ocurre en ese instante, pese a nuestra experiencia de la vida, más que balbucear:

—¿Yo? ¿Por qué?"

Archipiélago Gulag - Alexander Solzhenitzyn.
 
Y cuándo es necesario matar, se preguntó a sí misma mientras se dirigía hacia el zaguán, y a sí misma se respondió, Cuando está muerto lo que aún está vivo.

José Saramago

Ensayo sobre la ceguera
 
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe.

No te enamores de una mujer culta, maga,delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.

No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía, o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.

No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa..."

Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.
 
No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe.

No te enamores de una mujer culta, maga,delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.

No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía, o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y sienta un inmenso horror por las injusticias. Una que no le guste para nada ver televisión. Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo.

No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente. No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa..."

Martha Rivera Garrido, poeta dominicana.

yastaba![DOUBLEPOST=1435421261,1435421199][/DOUBLEPOST]
"Si Cristo no es la Verdad, prefiero a Cristo y no la Verdad".

No creo que vuelva a leer algo que me impresione más en esta vida.

De quién es?[DOUBLEPOST=1435421292][/DOUBLEPOST]
Y cuándo es necesario matar, se preguntó a sí misma mientras se dirigía hacia el zaguán, y a sí misma se respondió, Cuando está muerto lo que aún está vivo.

José Saramago

Ensayo sobre la ceguera

me interesó la citas del libro lo buscaré, buen aporte!
 
" Por un momento intuí que un orden distinto no es desorden sino identidad propia, fue hace mucho tiempo y sólo una vez pero se quedó aquí
y viví por fin tras un latir mas verdadero.

En ese momento me di cuenta que todo el rosa no era rendición del rojo.
y sentí que más tarde o más temprano todos los colores acababan por sucumbir...

Creo firmemente en que las notas no mueren y ahora sé cómo y cuándo depositar toda mi confianza, mi último aliento y hasta mi latido al cabalgar mas allá de mis límites sobre mi nota peregrina, ella es caprichosa pero siempre vuelve, me sopla al oído, juega con mi pelo, me lleva a cruzar la línea, a ese más lejos de todo y a veces hasta mucho mas allá y yo temo, pero me lo gozo, desde ese limbo abro por un instante los ojos y descubro que estamos todos juntos y solos y el vértigo me hace pensar que allá, en el otro lado, nos necesitamos tanto como somos capaces de fingirlo, cierro los ojos de nuevo y me siento a salvo, entre todos nosotros de nuevo, como siempre...

Sinceramente en un escenario ya no le temo a casi nada, quizás a que ella no venga, quizás a que cuando llegue nosotros no estemos... "


«Concha Buika».
 
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Lo que la piel no dice...

No está escrito en ningún sitio que la piel quiera ser envenenada, ni que prefiera la tinta, a la limpieza original. No está escrito que la voluntad tenga derecho a imponerse sobre la naturaleza. Ni que las mujeres quieran vivir grabadas en los brazos de unos hombres, que tal vez, algún día, no serán suyos. Nadie sabe si es del todo lícito imponerse una condena, una marca, un estigma. No está escrito que sea justo que el dolor se premie, ni que la moda o el adorno o el capricho tengan por qué mezclarse con el alma. No hay razón para atarse a un símbolo cuya trascendencia puede ser transitoria y su presencia permanente. Nadie nos obliga, ni puede obligarnos, a decir para siempre.
Y sin embargo más de una vez lo decimos. Y más de una vez nos manchamos la piel, con la tinta de una idea, de un presagio, de una certeza, que después se olvida, de un amor que después se pierde, o se arruina, de una emoción que creímos duradera, pero que al final, por más que nos neguemos a verlo, estaba de paso. Se van quedando los días, que ya fueron, en la piel, y al mirar atrás, son las marcas las que nos recuerdan aquello que fuimos.
Tal vez en algún momento soñemos con escapar de esta condena, porque al querer ser otros, nos condenamos irremediablemente a ser lo que ahora somos. Y pesa. ¿Pero acaso no pesan también los besos, las palabras que dijimos, el daño que hicimos y el que nos hicieron, acaso no pesa también la historia invisible que arrastramos?
No sólo existe lo que puede verse, existe también lo que se intuye, lo que se promete, lo que se da, existe lo robado y lo que no conseguimos robar.
La vida se amontona en los márgenes de la piel señalada y la piel señalada, se va convirtiendo en una nota al pie de la página de nuestra historia.
¿Qué dicen los versos de amor cuando el amor se ha ido, a quién le hablan, qué explican exactamente? ¿De qué o de quién hablan las canciones del pasado? ¿Qué fue de la furia, del rencor, del entusiasmo, del champán y su resaca? ¿En qué momento nos dimos cuenta, de que nada de lo nuestro, era nuestro para siempre?
La piel recuerda. Y en la temporada de las lluvias, no se borran nunca todos los caminos de vuelta a casa. La piel recuerda un tiempo anterior a la tinta, antes de ser señalada, y recuerda, un tiempo de soledad, antes de ser amada, aunque a menudo no recuerde con precisión el motivo de todo lo sucedido.
Las señales que dejamos nos permiten reconstruir las cosas que rompimos. Se avanza a tientas por el pasado, y aunque no todas las piezas encajan, y algunas ni aparecen, poco a poco, se reconoce un olor, un momento, una noche, o el color de sus ojos. Las señales que dejamos en la piel, nos traen algunas de las cosas que tuvimos, que fueron nuestras, cuando el tiempo no existía, y la memoria no era necesaria.
Porque puede ser que nada se recuerde, pero también puede ser que el amor se empeñe en pelear contra el olvido, como un boxeador sonado y persistente. Puede ser que los días se sobrepongan al rigor de los días, que todo se sume y se amontone, que nada se pierda del todo. Y puede ser que la piel quiera recordar después de todo, los nombres de las mujeres amadas, y las causas de todas las batallas, ganadas, o perdidas, y que los pasos en la nieve no se vayan con la nieve. No es imposible, que lo que pareció arrogancia o locura termine por dar fe de lo que fuimos, y que nuestras manos se llenen, cuando ya no esperemos nada, de nuestros pasados y, tal vez, de otros futuros.
No puede descartarse que en algún momento, recuperemos el orgullo y el sabor de lo vivido. No puede descartarse que volvamos sobre nuestros pasos, que reencontremos el sentido a lo perdido, ni debería ser imposible, y seguramente lo sea, que llegado el día, volvamos a entender el código cifrado de nuestra piel, el mensaje en la botella que lanzamos hace mucho, muchos años.
Puede ser, incluso, que al final del camino, volvamos a hacer las paces con el tiempo y empecemos a entender, de nuevo, como niños que recuerdan donde escondieron sus tesoros, nuestros propios tatuajes.

Ray Loriga
 
"Había cambiado por completo la visión que siempre tuvo de sus descendientes. Se dio cuenta de que el coronel Aureliano Buendía no le había perdido el cariño a la familia a causa del endurecimiento de la guerra, como ella creía antes, sino que nunca había querido a nadie, ni siquiera a su esposa Remedios o a las incontables mujeres de una noche que pasaron por su vida y mucho menos a sus hijos. Vislumbró que no había hecho tantas guerras por idealismo, como todo el mundo creía, ni había renunciado por cansancio a la victoria inminente, como todo el mundo creía, sino que había ganado y perdido por el mismo motivo, por pura y pecaminosa soberbia. Llegó a la conclusión de que aquel hijo por quien ella habría dado la vida era simplemente un hombre incapacitado para el amor. Una noche, cuando lo tenía en el vientre, lo oyó llorar. Fue un lamento tan definido, que José Arcadio Buendía despertó a su lado y se alegró con la idea de que el niño iba a ser un ventrílocuo. Otras personas pronosticaron que sería un adivino. Ella, en cambio, se estremeció con la certidumbre de que aquel bramido profundo era el primer indicio de la temible cola de cerdo, y rogó a Dios que le dejara morir la criatura en el vientre. Pero la lucidez de la decrepitud le permitió ver, y así lo repitió muchas veces, que el llanto de los niños en el vientre no es un anuncio de ventriloquía ni de facultad adivinatoria, sino una señal inequívoca de incapacidad para el amor. Aquella desvalorización de la imagen de su hijo le suscitó de un golpe toda la compasión que le estaba debiendo."
 
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