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El hombre que duerme en la cama de Hitler (y tiene la colección más grande de memorabilia nazi)

supakitch

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Foto David Stilltoe para The Guardian Kevin Wheatcroft en casa en Leicestershire, donde guarda una de las colecciones más grandes de vehículos militares alemanes y recuerdos nazis. Fotografía: David Sillitoe para The Guardian

Por razones que podrían no ser tan evidentes, la iconografía nazi se volvió fascinante, incluso después de que dicho régimen fuera derrotado y más allá de las fronteras de Alemania. Aunque es indisociable de sus circunstancias históricas, los objetos en torno al partido han adquirido cierta aura que los vuelve atractivos, codiciables. De ahí que no sea extraño que en el mundo existan personas dedicadas a coleccionarlos, de la misma forma que se coleccionan estampillas postales o mariposas.

Para muchos, el nombre de Kevin Wheatcroft es el de un desconocido, alguien con tanta importancia como cualquiera. Sin embargo, en el mundo del coleccionismo, se trata de una especie de celebridad, pues ha acumulado el acervo más cuantioso de memorabilia nazi del que se tenga noticia.

La afición de Wheatcroft comienza en su niñez, en su cumpleaños número cinco, cuando sus padres le obsequiaron un casco de la SS que él mismo había pedido. Al año siguiente, su padre le negó la compra del Mercedes Benz G4 que Hitler usó para viajar por Sudetenland en 1939. Como sea, en su juventud continuó cultivando su simpatía por el régimen, llegando incluso a recuperar jeeps nazis estropeados o buscando piezas de tanques de guerra. En Linz, Wheatcroft adquirió muchos de los muebles de Hitler, incluyendo su cama, en la cual duerme, aunque ha cambiado el colchón.

Actualemnte Wheatcroft tiene 55 años y mantiene su colección en reserva. Solo hace poco accedió a que esta tuviera un sitio web en donde se ofrece mayor detalle de las piezas que la componen, pero, en general, prefiere mantenerla al margen del gran público. En parte esto se debe a que los objetos nazis se encuentran regulados legalmente en varios países, en algunos está prohibido comercializar con ellos e incluso ciertos sitios de compraventa en línea (como eBay) optaron por no dar cabida a esas transacciones.

Por el relato que Alex Preston hace en The Guardian sobre Wheatcroft y su colección, resulta evidente que más que un fanático nazi, este empresario inglés es un cautivo de una obsesión, un coleccionista en el sentido en que Walter Benjamin lo entendió: un melancólico que busca sustraer los objetos del circuito de las mercancías, aislarlos, devolverlos a una especie de estado primigenio imposible en el que se muestran únicamente en su esencia, librados de esos accidentes que la historia ineludiblemente les imputa (pero los cuales, finalmente, tal vez sean la verdadera esencia).



Quizá es posible concretar así el secreto motivo que subyace al coleccionismo: abre el combate con la dispersión. Al gran coleccionista le perturba de modo por completo originario la dispersión y el caos en que se halla toda cosa en el mundo. [...] El alegórico en cambio representa el polo opuesto del coleccionista. Ha renunciado a iluminar las cosas con el empleo de la investigación de sus afinidades o su esencia. Así que las desliga de su entorno, mientras que deja [...] a su melancolía iluminar su significado. El coleccionista, por su parte, liga aquello en que ve correspondencia; así puede alcanzar una enseñanza sobre las cosas por sus afinidades o su sucesión en cuanto al tiempo. [...] En lo que atañe al coleccionista, su colección jamás está completa, y aunque le falte una sola pieza, lo coleccionado permanece como mero fragmento, como desde siempre son las cosas en cuanto hace a la alegoría.
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Colección de cabezas de Hitler de Kevin Wheatcroft. Él dice que tiene la colección más grande del mundo.Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
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Una figura de cera de Hitler examina el comedor en la casa de Kevin Wheatcroft. Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
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Una figura de cera de Hitler examina el comedor en la casa de Kevin Wheatcroft. Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
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Una edición unida plata de Mein Kampf.Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
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Kevin Wheatcroft con uno de sus tanques. Él es dueño de 88 - más de los ejércitos belgas y daneses combinados. Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
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Un par de zapatos de Ronnie Kray. Fotografía: David Sillitoe para The Guardian
 
Por suerte es inglés, en la dictadura progre Alemania ya habrían destruído toda su colección.
 
Parece que en Inglaterra son más permisivos con este tipo de colecciones, ya me imagino la histeria holocáustica judía.
 
Moreira es igual con Pinochet, aunque obviamente 10,000 veces mas rasca.

88 tanques? que presupuesto maneja este weon?
 
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