Si bien me centro en la seguridad, cada vez que lo pienso seriamente me convenzo que esto tiene mucho de hechizo, pues estas medidas de seguridad se basan en ensayos controlados, que generan estadísticas parciales, empleando en muchas ocasiones el umbral en la muerte como vara de la eficacia, pero no cuentan el drama que puede ocurrir en el cuerpo humano en accidentes no mortales, pero sí con lesiones en cuello, cadera, vertebras, vejiga, etc., donde, además, los test se efectúan con muñecos estándar, quedando fuera todo cuerpo humano que tenga lesiones previas o con desgastes óseos o articulares, o con masa corporal inferior; donde las pruebas de esp implican neumáticos inmaculados y asfaltos como de mesa de billar, y maniobras rápidas o suaves que no sabemos si el conductor medio puede o sabe hacer; donde el abs implica frenar a fondo y no retirar la pata cuando el pedal vibra. En fin.
También me fijo en que se trate de una marca reconocida y que el vehículo provenga del país de la marca, pero también que no haya selectividad con el mercado de destino.
También es importante que sea una generación sin problemas mecánicos graves y conocidos (cajas de cambio, por ejemplo); que tenga un motor con potencia no solo para mover el auto cómodamente, sino que lo haga, a lo menos, de forma ágil ( eso es también un punto en seguridad).
También sirve la elección por exclusión: nada chino, nada francés, nada gringo y, salvo contadísimas excepciones, nada sudaca.
Hecho eso, para mí, luego viene la estética.