Segunda semifinal del Mundial de España 1982. Francia se mide a la Alemania Federal en el Sánchez Pizjuán por un puesto en la final cuando los 70.000 espectadores que abarrotaban las gradas del estadio del Sevilla se quedaron paralizados al ver la escalofriante entrada del portero alemán Harald Schumacher al delantero francés Patrick Battiston en el minuto 62 con 1-1 en el marcador.
En un pelotazo bombeado, Schumacher salió de su área para evitar que Battiston marcara. En lugar de intentar despejar la pelota, el portero alemán se llevó por delante a Battiston, causándole una conmoción cerebral, la rotura de una vértebra y dejándole con dos dientes menos. Tan fuerte fue el encontronazo que las asistencias médicas tuvieron que retirar al francés en camilla del terreno de juego. El árbitro holandés Cover ni siquiera amonestó a Schumacher.
“Pensé que llegaba al balón, pero Battiston llegó un segundo antes. Salté sin saber dónde estaba el balón, con las rodillas de frente, pero me giré y le di con la cadera. Veinticinco años después haría lo mismo. Estaba seguro de que llegaba. Sí cambiaría lo que hice mientras Patrick estaba tumbado inconsciente. Volví a mi portería y jugué con el balón porque tenía miedo", recuerda el portero alemán.
La Alemania Federal remontó un 1-3 a Francia en la prórroga y jugó la final gracias a los dos penaltis que detuvo Schumacher. "Fui el enemigo público número uno. Recibí amenazas de muerte, tuve guardaespaldas, amenazaron con secuestrar a mis hijos y matarlos".
Battiston perdonó a Schumacher con el paso de los años, un gesto que habla muy bien del francés. “El terreno de juego era como un pasillo y no había nadie. Como en los Campos Elíseos en agosto a las cinco de la mañana. De repente, vi algo negro que se me acercaba y ya no recuerdo más”.
asesino, borracho y maricón
El Maestro, un comentarista deportivo de verdad 
