matirrancagua
Celebren el CiberDay con Papitas y Coca Zero
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Hace como un mes más o menos empecé un ambicioso plan: registrar todo lo que leía.
Estuve un buen par de días buscando sistemas, llegué, por ejemplo, a un foro de estudiantes de posdoctorado compartiendo sus estrategias para leer kilos de weas a diario; vi también técnicas de toma de apuntes, software para artículos académicos, plantillas excel para registro de libros leídos, etc.
Luego tomé una mezcla de estrategias, a mí parecer rescatando lo que más se acomodaba a mi estilo y necesidades, y comencé el registro.
Tras haber intentado llevar el registro unos veintitantos días seguidos, hace poco lo dejé tirado: no estaba resultando.
Las reflexiones que saco de este fracaso:
En primer lugar registrar todo no tenía sentido, se volvía una actividad aparatosa. Me hice a la idea de que la clave de todo esto era la relectura: leer un día algo interesante no valía de mucho, había que releerlo el día siguiente, luego un par de días después, y otra vez más adelante. Así tomaba forma en la mente. Entonces primero había que leer, luego el texto leído había que anotarlo en el registro y después releer el registro porque si no no tendría ningún sentido. Era demasiado, sobretodo considerando que por cada cosa interesante que leía había que agregar a la cola 5 textos más que surgían de esa lectura, por lo tanto la empresa se volvía cada vez más titánica.
Por otro lado, y en un sentido positivo, el acto mismo de registrar una lectura resultó valioso, me ayudaba a tener más contacto con el texto mismo, esto a su vez me ayudaba a darle cuerpo y a integrarlo mejor para no olvidarlo a la semana siguiente, pero todo esto toma tiempo. Es necesario identificar qué es lo valioso de registrar una lectura y explotarlo, automatizando el resto o derechamente olvidándolo.
Tener todos los registros en un mismo lugar ayuda a hacer jornadas de memoria, destinando una hora a leer solo apuntes, por ejemplo. Esto tiene la gracia de contribuir también a enlazar las lecturas, formando conexiones imprevistas.
Lo anterior es la mayor promesa de llevar un registro de este tipo: descubrir un enlace más fundamental entre cosas a priori inconexas. El enlace puede resultar ser uno mismo, algún concepto que se repite o siquiera la mención a un autor específico, da igual: el descubrimiento es igual de válido/valioso. Una vez hecho el enlace, por ej. entre dos cosas, ya no es necesario recordar las 2 cosas, sino solo 1, porque esa 1 conlleva la otra. De este modo la empresa titánica se consigue mediante la reducción de sí misma. En algún momento lo que era los apuntes de lectura de 10 textos se transforma en el rescate de 1 idea maestra, que contiene a todo el grupo y supera a cada parte por separado. Intentaré repensar mi estrategia para seguir por este camino.
Ustedes, ¿llevan un registro de sus lecturas?
Estuve un buen par de días buscando sistemas, llegué, por ejemplo, a un foro de estudiantes de posdoctorado compartiendo sus estrategias para leer kilos de weas a diario; vi también técnicas de toma de apuntes, software para artículos académicos, plantillas excel para registro de libros leídos, etc.
Luego tomé una mezcla de estrategias, a mí parecer rescatando lo que más se acomodaba a mi estilo y necesidades, y comencé el registro.
Tras haber intentado llevar el registro unos veintitantos días seguidos, hace poco lo dejé tirado: no estaba resultando.
Las reflexiones que saco de este fracaso:
En primer lugar registrar todo no tenía sentido, se volvía una actividad aparatosa. Me hice a la idea de que la clave de todo esto era la relectura: leer un día algo interesante no valía de mucho, había que releerlo el día siguiente, luego un par de días después, y otra vez más adelante. Así tomaba forma en la mente. Entonces primero había que leer, luego el texto leído había que anotarlo en el registro y después releer el registro porque si no no tendría ningún sentido. Era demasiado, sobretodo considerando que por cada cosa interesante que leía había que agregar a la cola 5 textos más que surgían de esa lectura, por lo tanto la empresa se volvía cada vez más titánica.
Por otro lado, y en un sentido positivo, el acto mismo de registrar una lectura resultó valioso, me ayudaba a tener más contacto con el texto mismo, esto a su vez me ayudaba a darle cuerpo y a integrarlo mejor para no olvidarlo a la semana siguiente, pero todo esto toma tiempo. Es necesario identificar qué es lo valioso de registrar una lectura y explotarlo, automatizando el resto o derechamente olvidándolo.
Tener todos los registros en un mismo lugar ayuda a hacer jornadas de memoria, destinando una hora a leer solo apuntes, por ejemplo. Esto tiene la gracia de contribuir también a enlazar las lecturas, formando conexiones imprevistas.
Lo anterior es la mayor promesa de llevar un registro de este tipo: descubrir un enlace más fundamental entre cosas a priori inconexas. El enlace puede resultar ser uno mismo, algún concepto que se repite o siquiera la mención a un autor específico, da igual: el descubrimiento es igual de válido/valioso. Una vez hecho el enlace, por ej. entre dos cosas, ya no es necesario recordar las 2 cosas, sino solo 1, porque esa 1 conlleva la otra. De este modo la empresa titánica se consigue mediante la reducción de sí misma. En algún momento lo que era los apuntes de lectura de 10 textos se transforma en el rescate de 1 idea maestra, que contiene a todo el grupo y supera a cada parte por separado. Intentaré repensar mi estrategia para seguir por este camino.
Ustedes, ¿llevan un registro de sus lecturas?
