"La guerra ha tenido cierto valor selectivo y evolutivo pero, como la esclavitud, debe abandonarse en algún momento a medida que avanza poco a poco la sociedad. Las guerras antiguas promovieron los viajes y los intercambios culturales; ahora sirven mejor para estos fines los métodos modernos de transporte y comunicación. Las guerras antiguas fortalecieron las naciones, pero las luchas modernas trastornan la cultura civilizada. La guerra antigua resultó en el diezmar de las gentes inferiores; el resultado neto del conflicto moderno es la destrucción selectiva de las mejores cepas humanas. Las guerras primitivas promovieron la organización y la eficiencia, pero ahora éstas han llegado a ser el objetivo de la industria moderna. En edades pasadas la guerra fue un fermento social que impulsó la civilización hacia adelante; dicho resultado hoy día se logra mejor mediante la ambición y la invención. La guerra antigua respaldaba el concepto de un Dios de las batallas, pero al hombre moderno se le ha dicho que Dios es amor. La guerra ha servido para muchos objetivos valiosos en el pasado, ha sido un andamiaje indispensable en la edificación de la civilización, pero va quedando en la bancarrota cultural a paso acelerado —incapaz de producir dividendos de beneficio social de alguna forma proporcionales a las cuantiosas pérdidas que resultan de su invocación."