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Y Capablanca aparece!!!

ruftata

Hij@'e Puta
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"El Aparecido"


Uno de los episodios más notables de venganza en ajedrez lo protagonizó J.R. Capablanca G.

En 1911 era aún relativamente desconocido en Europa, y todo su palmarés se reducía a haber vencido a Marshall en un match por el abultado tanteo de 8 a 1 y 14 tablas. Los organizadores del torneo de San Sebastián 1911 exigían que todos los participantes hubiesen ganado por los menos dos terceros lugares en torneos internacionales de importancia
Se hizo la excepción con el cubano, y lógicamente surgieron las protestas.

Por un lado, Ossip Bernstein alegó que era indigno que invitasen a Capablanca quien no estaba a la altura de los demás participantes.
Nimzowitsch también se opuso abiertamente, y la invitación a Capablanca estuvo a punto de ser cancelada, pero sólo después de mucho forcejeo se pudo lograr su inclusión en el torneo. La gota que derramó el vaso ocurrió cuando el cubano se presentó antes de la inauguración y observó unas partidas rápidas amistosas que sostenían Nimzowitsch y otros maestros, incluyendo a Bernstein.

Capablanca se atrevió a comentar una jugada, y eso exasperó a Nimzowitsch, quien furiosamente le dijo que sería mejor que se callara la boca, porque él aún estaba lejos de ser un maestro de la categoría de ellos.

Pobre Nimzowitsch, tiempo le sobraría en su vida para arrepentirse de ese imprudente comentario, pues Capablanca lo derrotó en numerosos encuentros, y jamás en su vida admitió una sola derrota de Nimzowitsch. Esa fue una venganza que el cubano debió haber firmado con sangre. Y no se diga del pobre Bernstein, a quien encajó una aplastante derrota apenas en la primera ronda del torneo, recibiendo el cubano el primer premio de belleza. Al final, Capablanca ganó el certamen de San Sebastián y el respeto de todos los demás maestros, pero su sed de venganza contra Nimzowitsch y Bernstein jamás se apaciguó. En San Petesburgo 1914, otra vez volvió el cubano a aplastar a Bernstein con sacrificios, y otra vez logró ganar a sus expensas el primer premio de belleza del torneo. Pobre Bernstein, pero debió haber recordado a tiempo aquél aforismo que dice "muchas veces se arrepiente uno de haber hablado, mas nunca de haber callado".
 
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