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“miles de haitianos han migrado a Tijuana y se están estableciendo allí en los últimos años”

Supaking

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2016/01/21
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Hace algunos días Javier, un amigo que está radicado en Seattle, me escribió para mostrarme un artículo en un periódico local.

– ¿Qué te llama la atención en esta foto? -preguntó.

La imagen revelaba dos oscuridades. Una, la piel de las personas en ellas, migrantes haitianos. Otra, el local de comidas donde se reunían, un restaurante empobrecido que habían abierto en la ciudad mexicana de Tijuana, fronteriza con EEUU. Sin embargo el detalle era evidente: una de ellas, casi fuera de foco, se abrigaba con un gorro del club Universidad de Chile.

¿Cómo llegó ese gorro ahí? Aunque el reportaje del Seattle Times no da detalles precisos sobre los protagonistas de la foto, relata que “miles de haitianos han migrado a Tijuana y se están estableciendo allí en los últimos años”, muchos, en espera de una oportunidad para ingresar a Estados Unidos. Ya son cerca de 3.000.

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Seattle Times
Haciendo desde ya las bromas para dejarlas aparte (sí, haitianos colonizan México y la U aún no tiene estadio), existe la posibilidad de que ese gorro se haya enviado como ropa de ayuda desde Chile hacia Haití. Javier tiene otra teoría.

“Supervivencia. Lo que me dice la foto es que hicieron el viaje a Chile y no les fue bien, así que ahora están en Tijuana”.

Para mi amigo, el tema es muy cercano. Es uno de los más de 126.000 chilenos registrados que migraron a Estados Unidos. Y aunque él viajó voluntariamente, invitado por una empresa importante y con buenas perspectivas, también extraña su tierra y a quienes dejó atrás. Por eso le afecta aún más ver a personas que no les queda otra alternativa más que abandonar sus hogares.

“Es entendible que arrancaron de sus países. Que el instinto de supervivencia les lleva a intentarlo una y otra vez, que han tenido que soportar condiciones inhumanas para estar en un lugar mejor. Imagina la cantidad de tiempo que vienen viajando”, me dice.

En Chile nos hemos acostumbrado a ver a los haitianos como parte del paisaje. No son como los venezolanos, colombianos, peruanos o dominicanos que llegan hasta nuestro país. A ellos los separa la barrera del color de piel. Del idioma. Del clima. De la cultura. Los vemos tarareando canciones para darse alegría, o mirando desde abajo -pese a su altura- con una mezcla de sumisión y temor.

Viven en una burbuja permanente, sabiendo que “no son como nosotros”.

Sus caminos en Chile no siempre son de éxito. Las mismas barreras suelen dejarlos en trabajos duros, de aseo, transporte o construcción. No pocas veces son mantenidos en condiciones inhumanas incluso por otros migrantes, quienes se aprovechan de su precariedad. Nuestro gobierno ya ha “ayudado” a regresar a 1.200 de ellos, y otros 16.000 están en riesgo de ser expulsados debido a la incompetencia de su propio gobierno, que no es capaz de proveerles la documentación necesaria para regularizar su residencia. Otros vinieron a encontrar la muerte tratando de abrigarse.

Y entonces, “¿para qué vienen?”, se preguntan algunos en comentarios.

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El Pingüino
Quizá lo preguntamos porque en Chile casi no conocemos el hambre. No, no me refiero al hambre que nos da cuando pasamos de largo del almuerzo o porque estamos en dieta tratando de bajar nuestro sobrepeso. Me refiero a la verdadera hambre. Esa que afecta a casi la mitad de los haitianos (49,3%) y que la FAO define como “un consumo de alimentos insuficiente para llevar una vida activa y saludable”.

En comparación, Chile tiene apenas un 2,7% de su población subalimentada, uno de los índices más bajos de Latinoamérica junto a Uruguay, Brasil y Cuba.

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Statista
Hablamos de un hambre que no permite trabajar o estudiar normalmente. Que mina tu salud. Que no permite progresar. Hambre de la que sólo queda un camino cuando te afecta a ti y a tu familia: escapar.

Sí, a los chilenos nos tomó por sorpresa esta ola migratoria. Hemos tenido que abrir la mente y el corazón a decenas de culturas diferentes a la nuestra, compartiendo lo que tenemos. En muchos casos ha significado tener que adaptarnos, pero también enriquecernos con nuevas maneras de trabajar y de ver la vida, pese a la adversidad. No en vano, el alto comisionado para los refugiados de la ONU, Filippo Grandi, destacó este jueves que los chilenos“merecen reconocimiento por su actitud positiva, contrario a la xenofobia vista en otros países de la región”.

La respuesta no está en cerrar las puertas, sino en el orden. Chile debe mejorar sus procesos de revisión de antecedentes y de migración. Sin embargo, al mismo tiempo debe preocuparse del impacto que las poblaciones migrantes producen en nuestra propia comunidad, desde el empleo hasta lograr una verdadera integración social, que nos los margine permanentemente como ciudadanos de segunda categoría.

Es entonces cuando pasamos de ser un país, a una nación
 
¿Ese culiao habrá aprendido inglés como la gente?
Estimado, le explico, hago referencia a una canción de Manu Chao , de un disco que a principios de los años 2000 fue muy famoso, entonces esa es la idea del post.
 
Hay que correr la voz que en Tijuana está el chancho tirado para que los caribeños se vayan para allá.

Están más cerca, tienen un clima más parecido y son shithole.

Enviado desde, desde.....
Apoyo la moción

Con toda violencia
 
Realmente no los merecemos. Esperemos que allá puedan desarrollar todo su potencial, para transformar a México en una potencia científica y tecnológica.
 
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