Estando en Chiclayo, ciudad del norte del Perú que es conocida por su buena gastronomía, fui el cerdo más cerdo que existió. Cerca del estadio del Juan Aurich fui a una picá y me mandé un cebiche de conchas negras. Una delicia, sin mentir debe ser uno de los 3 mejores manjares que he probado en toda mi vida (en serio q no estoy mintiendo). La cagó.
Como el cebichazo estaba exquisito pero no era una comida tan contundente para un chancho como yo tenía la opción de pedir un BIS o bien degustar otra ambrosía de la alta comida peruana. Preferí lo segundo y decidí salir en búsqueda de un buen restaurant de comida criolla para probar otro plato hasta que encontré un local que me llamó la atención y careraja apliqué un seco de cabrito a la norteña que sacó aplausos. La carne se deshacía en tu boca
Menos de dos horas después y estando aburrido en el centro de la ciudad haciendo la hora antes de tomar el avión a Lima me encontré con el Mercado Modelo, que sería nuestro mercado central. Sabiendo que no debía entrar, sabiendo que antes había comido 2 veces igual pasé. Terminé comiendo arroz con pato
3 horas, 3 restaurantes, 3 almuerzos. No era una persona, era un animal.
terminé en la plaza de armas de chiclayo como mojo, me costaba respirar.
Estuve a punto de zamparme como postre un "King Kong", un alfajor culiao gigante de manjar blanco típico de la zona, pero era mucha la gula. Por verguenza a Dios no me atreví