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El Enigma de las Ciudades Perdidas en Sudamérica (Cap del Libro Encontremos Arcas)

ruftata

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El Enigma de las Ciudades Perdidas en Sudamérica

En 1854 llegó a Chile, a la edad de 23 años, el médico doctor Francisco Fonck Fauveau, de nacionalidad alemana. Poco después fue comisionado por el Gobierno para hacerse cargo de la responsabilidad de servir de consejero y médico a los colonos alemanes que habían llegado a radicarse alrededor del Lago Llanquihue en el año 1848. En aquellos tiempos existían solamente senderos angostos transitados por los indios en aquella tan inhospitalaria región, por lo que la única posibilidad de acudir en ayuda de los enfermos consistía en aventurarse sobre las traicioneras aguas del lago en un bote, o de adentrarse en los bosques vírgenes que en aquellos tiempos cubrían toda la zona. Cuando el viento Sur azotaba las aguas del lago y llovía a cántaros, era preferible buscar el sendero por los bosques, a pesar de significar un camino más largo y más fatigoso. Muchas veces, el médico tenía que recorrer los bosques acompañado solamente por un muchacho indio, empapado por la incesante lluvia, para alcanzar la meta después de veinte horas de cabalgar por la maraña. Después, la satisfacción consistía en haber ayudado a una mujer en su hora difícil y de haber traído al mundo a un nuevo ciudadano.
Desde Puerto Montt, punto céntrico de aquella vasta zona, tuvo ocasión el doctor Fonck de conocer en forma personal y de contacto diario a la población indígena, pudiendo ahondar en el carácter de la misma y atesorando las leyendas que llegaba a conocer directamente de los labios de los caciques. Una de las leyendas relataba la existencia de una gran ciudad de piedra en que vivían hombres barbudos de raza blanca, felices en su alejamiento de todo problema. Desgraciadamente, ningún indio sabía precisar la situación geográfica de esta fortaleza, ni los caminos que podían seguirse para alcanzarla. Algunos indios aseguraban que se trataba de cristianos que deseaban reunirse con gente de su religión.
Casualmente, el doctor Fonck pudo obtener el manuscrito de una obra de viaje escrita por el sacerdote Fray Francisco Menéndez, valeroso misionero y clérigo que había efectuado viajes aventureros a territorios desconocidos, llevado por el afán de salvar el máximo posible de almas, al convertir a los indios al Catolicismo. Como se trataba de viajes efectuados a través de territorios enteramente desconocidos para los europeos, de indudable interés etnológico y geográfico, el doctor Fonck tomó la determinación de publicar esta obra, pero, para poder hacerlo en debida forma, se decidió a repetir la hazaña del Misionero Fray Francisco Menéndez, lanzándose a la aventura con su buen amigo don Fernando Hess. Este azaroso viaje fue coronado por el éxito, ya que permitió a los exploradores que partieron desde el Lago Llanquihue, llegar al lago Nahuel-Huapi y al sur del mismo, tomando apuntes cartográficos y geológicos. Fue así que cuando se publicaron los Viajes de Fray Francisco Menéndez, éstos aparecieron con los comentarios del mencionado explorador, médico y escritor. Los nombres del doctor
Fonck y del señor Fernando Hess fueron eternizados, ya que sirvieron para bautizar los lagos Fonck y Hess que existen al sur del Lago Nahuel-Huapi, como también el cerro que lleva el nombre del primero de los mencionados.
En el año 1655 se había puesto en marcha el sacerdote Menéndez hacia el actual territorio argentino, basado en la aseveración categórica de un indio de la región del Lago Llanquihue, de que éste conocía el camino que llevaba a la fortaleza que era denominada “la ciudad encantada de los césares”. Quería Menéndez acudir en ayuda de aquellos cristianos extraviados, de los cuales hablaban todas las tribus autóctonas
sudamericanas, ya que esta leyenda era repetida por los indígenas brasileños, colombianos, ecuatorianos, bolivianos, peruanos y chilenos. Desgraciadamente, el viaje de Menéndez no trajo la conexión con estos misteriosos hombres blancos. El indio que le servía de guía y que llevaba el nombre de Nahuelguin, había asegurado haber estado en esta ciudad cuando niño. Guió a la expedición a través de bosques vírgenes, pantanos, entre lagos y montañas, en un territorio enmarañado y carente de caminos, en el cual era fácil perderse.
Esta leyenda debía tener una base racional, ya que de lo contrario no habría sido el tema obligado de multitud de cronistas españoles. Diego Andrés de Rocha, mencionado en otro capítulo y que tuvo contacto personal con caciques quechuas y aymarás, confirma la leyenda en sus obras. No puede haberse tratado de Machu Picchu, ya que esta fortaleza fue conocida como refugio de los últimos Incas e incluso fue visitada por sacerdotes españoles. Fuera de eso, todas las leyendas coinciden en relatar que se trataba de una ciudad o fortaleza habitada por hombres barbudos y blancos.
Desgraciadamente, los señores Hess y Fonck no tuvieron la suerte de encontrar vestigio alguno de la legendaria ciudad, pero el último se refiere especialmente en el mencionado libro a que sería interesante agotar las investigaciones pertinentes, ya que esa ciudad tiene que haber existido.
Quisiera mencionar expresamente que los estudios comparativos de las lenguas indígenas americanas demuestran que entre las tribus indígenas precolombinas existieron activas relaciones, las que eran facilitadas por la red caminera construida por los Incas. Siempre han existido en todos los continentes’ hombres de empresa, buenos comerciantes y aventureros que estaban dispuestos a correr el riesgo de un viaje a través de los países vecinos. Así llegaron el tabaco y otros productos centroamericanos hasta Chile, mientras que el ají chileno ya era conocido en tiempos precolombinos en Centroamérica y en México. Probablemente las leyendas recorrieron el Continente en igual forma, pero la que se comenta en este capítulo debió tener una base de verdad, ya que su repetición sistemática por las más diversas tribus en las costas del Atlántico, del Pacífico y del Altiplano no podía ser antojadiza.
Lo que por lo general dificulta enormemente cualquier investigación, es la incomprensión por parte de los indios, del factor tiempo y del factor distancia. Aun hoy en día puede sucederle al turista en Sudamérica que, consultando a algún obrero agrícola acerca de la distancia a que se encuentra una ciudad o pueblo, éste conteste “a la vueltecita de la esquina, patrón”. Pero muchas veces hay que seguir horas para llegar
al punto deseado. Esa forma de reaccionar es típicamente india.
Que los indios hablen de estas fortalezas como de “encantadas” se explica por el hecho de que dicen que en su interior se escuchan ruidos raros, terroríficos.
José Wolf, de la Sección filológica del Museo de La Plata, pudo localizar las ruinas de una de estas ciudades a orillas del Lago de Cardial (Argentina). Esta fortaleza en 55 ruinas se encontraba a unos 400 kilómetros al sur del punto en que fue buscada por los exploradores Menéndez y Hess-Fonck, lo que demuestra una vez más que las leyendas tienen una inconmovible base de veracidad. Si esta ciudad fue habitada por los blancos, no es posible establecerlo, pero debería tomarse como verídico si los indios lo han recalcado con tanto énfasis.
El mencionado explorador, don José Wolí, enumera los siguientes detalles en su informe1: “En la zona del lago de Cardial encontré las ruinas de una ciudad que medía 148 metros de largo, con una altura de unos 11,50 metros. Las ruinas están decoradas con esculturas que demuestran un alto desarrollo artístico de sus artífices. Son vestigios de una civilización de alto nivel que existió allí y que desapareció hace muchos siglos.
Encontré además más al Norte, a orillas del río Santa Cruz, una quebrada literalmente cubierta de inscripciones, quebrada de media milla de largo. Es de suponer que allí está escrita la historia de este pueblo desaparecido desde hace mucho tiempo”.
Wolf sigue narrando sus hallazgos, diciendo que a poca distancia de las ruinas megalíticas encontró huellas de un pueblo troglodita, cuya antigüedad calcula en unos 30.000 años. Supuso que se trataría de restos de las poblaciones autóctonas americanas.
El referido explorador encontró en Ultima Esperanza, en el interior del territorio brasileño, otras ruinas megalíticas que fueron mencionadas por él como “cidade encantada”. Ahí encontró los restos de una torre circular que denominó “casa do deus sol”.
Alrededor del Lago de Cardial en Argentina vivían los indios tehuelches que relataban lo siguiente acerca de los primitivos habitantes de esa ciudad en ruinas: “En tiempos remotísimos vivían allí los Keukunk (los tatarabuelos) que eran de alta estatura”. Wolf pudo establecer fuera de los restos de esculturas y de jeroglíficos en los muros, vestigios de construcciones anteriores que constaban de piedras superpuestas. Estas
probablemente han sido tumbas antiquísimas, como son encontradas en toda América Al pie del cero Plomo, en Chile, fue encontrada una momia de un muchachito indígena dentro de una pirca de piedra circular, el que según parece, había sido sacrificado al dios sol. La expresión triste del niño, así como la posición encogida del cuerpecito hacen pensar en que el mismo esperó su muerte con espanto y la soportó con resignación.
El pelo del niño es largo y está arreglado alrededor de la cabecita en innumerables trencitas de unos pocos pelos cada una. Unos pocos adornos se encontraban en su ropa, como ser una llama de plata, otra de conchaperla, una pulsera larga de plata y una aguja del mismo metal. Un ponchito de lana y su ropita de lana tejida eran toda la indumentaria de la criatura que sufrió la muerte en un sacrificio ritual.
El muro circular tiene un significado ritual, lo mismo que la Casa do Deus Sol.
En 1919 fueron descubiertas unas primitivísimas construcciones de casas lacustres colocadas sobre estacas en el llano del río Píndaro, las que asoman del agua solamente en ciertos períodos, cuando la misma alcanza su bajo nivel. Este tipo de construcciones lacustres se ha hallado en los distintos continentes y no fueron escasos los lagos europeos en que se han encontrado sus restos. Cuando los españoles llegaron al país que hoy se denomina Venezuela, le pusieron ese nombre debido a que presentaba cierta similitud con la ciudad de Venecia. Del Lago Cajary se extraen a menudo objetos de piedra verde que se consideran como amuletos de alto valor, no solamente en América,
sino que también en Asia, en especial en China y en la Mongolia.
El famoso coronel Fawcett, que desapareció sin dejar rastros en el infierno verde de la selva amazónica, supo de labios de un toqui Nhambiquasa de que al Este de sus posesiones se encontraba una antiquísima ciudad megalítica, en las cercanías de las vertientes del río Xingú. La ciudad estaba rodeada por bosques vírgenes, y en aquella región vivían los salvajes indios Suya, renombrados por su extraordinaria crueldad. El indio entregó al coronel Fawcett una piedra labrada que representaba a un hombre vestido con una especie de toga y unas sandalias. En aquella región se estableció la existencia de esculturas y relieves en rocas, como también de pictogramas y jeroglíficos.
Estos son muy parecidos a los fenicios.
Las antiquísimas ruinas de que hablan los indios Nham- biquara están rodeadas, según se dice, de una cadena de montañas azules, llegando los bosques vírgenes hasta las mismas murallas. El coronel Fawcett estuvo encargado en 1900 de fijar los límites entre el Perú, Bolivia y Brasil, llegando a regiones que aún no habían sido holladas por el pie de extranjeros. Ellas están llenas de misterios y de enigmas que aún hoy en día no han sido aclarados. Fawcett estaba tan entusiasmado con. la idea de poder resolverlos, que organizó una nueva expedición, de la cual lamentablemente no regresó. Por las noticias llegadas del interior del Brasil se supone que Fawcett murió al tratar de salvarle la vida a su hijo, que había profanado algún “tabú” de los indios, combate en que fueron muertos igualmente sus acompañantes, por los salvajes indios Suya.
Fawcett asegura la veracidad de la existencia de esas misteriosas ciudades que fueron habitadas por seres humanos con la suficiente cultura como para valerse de una escritura propia y como para dejar esculturas y relieves de cierto valor artístico, aficionados además al uso de amuletos de piedra verde, los que eran altamente cotizados. En cambio, sus vecinos, los salvajes indios Suya, vivían en un nivel cultural ínfimo, escasamente superior al de las culturas más primitivas.
Después del último diluvio, los sobrevivientes lograron, según parece, salvar algunos conocimientos que les permitieron reiniciar una evolución, esta vez más rápida, pudiendo entregar parte de su acervo cultural a los pueblos nuevos. Por lo general, aunque ciertos pueblos de cultura superior sean vencidos y aniquilados parcialmente por otros de menor nivel cultural, estos últimos adquieren ciertos conocimientos de los anteriores, con lo que van ascendiendo por la escala que va hacia una mayor civilización. El haberse salvado un alfabeto escrito que permitía mantener el acervo cultural de los antepasados, ya fue una gran ventaja, lo mismo que un idioma oral rico en palabras que era del dominio aún de hombres de escasa cultura general. Si han existido civilizaciones antes de nuestro ciclo actual, que hayan alcanzado o
sobrepasado la que nosotros poseemos actualmente, es difícil de establecer, pero no puede rechazarse esta posibilidad en forma enfática, al escuchar las aseveraciones de los indios brasileños que afirman categóricamente que en el interior de esas grandes ciudades abandonadas y perdidas en las selvas, existen luces eternas para las que los indios no encuentran explicación. ¿Es posible que alguna civilización anterior a la nuestra haya conocido fuentes de energía que nosotros hasta ahora hayamos pasado por alto?
Para resolver los enigmas que encierran aquellas grandes ciudades de piedra escondidas en la maraña amazónica, sería necesario equipar una expedición con los medios más modernos, con helicópteros y con jeeps y acompañarla de un número suficiente de soldados. Además, tendría que organizarse la lucha en contra de los insectos y de los animales venenosos o de peligro para los expedicionarios. Esta cruzada podría significar una revelación para la ciencia actual, en especial en lo que se refiere al mensaje que podrían significar estas ruinas para la generación actual. No debemos menospreciar las advertencias que estas ruinas pueden significar, pues, lo que fue una vez, puede volver a repetirse. Y si volvieran circunstancias como las que hicieron desaparecer a los habitantes de esas ciudades, éstas no deben encontrarnos desprevenidos, con el riesgo de que nuestra civilización, tan laboriosamente conquistada, sufra en pocas horas o días un retroceso equivalente a diez mil años. En la provincia de Linares, en Chile, han sido descubiertos los restos de una antiquísima civilización. Jeroglíficos indescifrables cubren las murallas de piedra. Esculturas de factura singular completan el cuadro. Los arqueólogos que estudian estos hallazgos, no se han pronunciado aún acerca de süs orígenes y de las teorías que hayan podido formar.
Desgraciadamente, el hombre deseoso de instruirse encuentra que todo va tan lento.
Mucho dinero es invertido por los Estados en construir armas para destruir, en vez de invertirlo en estudiar los enigmas del pasado para prevenir futuros peligros, no relacionados con guerras..
Esta ciudad del interior de Linares también puede haber dado motivo para la leyenda de la “ciudad encantada de los Césares”. Se acentúa la existencia de ciudades milenarias en la zona de Huanquivilov Calabozos.
América es el paraíso de los arqueólogos. En este continente existen muy extensos territorios que aún no han sido explorados a fondo, o solamente visitados e investigados superficialmente por legos en la materia, por lo que es de suponer que los próximos decenios van a aportar muchas novedades espectaculares. Ojalá el destino evite una tercera guerra mundial, ya que la misma podría acarrear consigo la destrucción total de nuestro progreso cultural, si se emplearan las armas atómicas que se encuentran listas para entrar en acción. Las radiaciones atómicas podrían producir la muerte, no sólo del género humano, sino que al mismo tiempo el del mundo animal y vegetal. Esto debería
ser considerado por los políticos de todos los países, antes de aventurarse en tal acción.
Cuán fácilmente podría producirse esta guerra por equivocación, al suponer uno de los bandos que ha sido atacado con proyectiles atómicos, poniendo en marcha su enorme potencial de ataque en contra del supuesto adversario. Muchas guerras han comenzado debido a hechos sin ninguna importancia. Esperemos que la locura de hacer malabarismos con fuerzas no suficientemente conocidas, cese pronto y lleguen los
pueblos a convenir en la prohibición absoluta del uso de tales armas.
La única posibilidad de evitar tales guerras en el futuro estaría en formar una alianza mundial que se dirigiera en contra de las hambrunas y de las epidemias, en contra de la pobreza y el hambre, en contra de las inundaciones y las sequías.
Que un pueblo abrace una religión y el vecino otra, que sean distintas las tradiciones y los idiomas, no debería significar que por eso puedan ser menospreciados unos u otros.
Todos los hombres merecen nuestro respeto y estimación, si ellos cumplen con sus deberes y colaboran a alcanzar una mayor cultura.
Las ruinas de las ciudades de piedra son una demostración elocuente de los grandes cambios que han experimentado los pueblos del pasado que, habiendo sido desalojados de su posición, acosados por las fuerzas descontroladas del destino, perdieron al mismo tiempo sus conocimientos adquiridos en constante lucha a través de incontables generaciones, para recomenzar bajo situaciones de pobreza y de privaciones indescriptibles.
Desde hace centenares de miles de años, el género humano, eterno peregrino, va circulando alrededor de este globo terráqueo como un desheredado que no encuentra paz ni descanso en ninguna parte. No es un pueblo, sino que toda la humanidad, la que se encuentra bajo el dominio de las fuerzas demoníacas del odio, de la envidia, de los nacionalismos o internacionalismos incontrolados, de los fanatismos incomprensibles y que siempre empuña de nuevo sus armas para defender opiniones a veces completamente erradas. Es erróneo creer que las guerras no pueden ser evitadas.
Bastaría que todo ser humano, que cada pueblo llegara al convencimiento que los demás merecen respeto y que tienen derecho a paz y a alegría, a trabajo, descanso y amistad y a vivir tranquilos. Va a llegar el día en que los obreros no lucharán ya por sus propias aspiraciones personales, individuales y egoístas, sino que por los derechos de todos los hombres, por el derecho de que cada persona pueda gozar del privilegio de vestirse, de alimentarse y de tener su hogar, bajo la condición de colaborar al trabajo común, para que todos puedan vivir mejor.
Sea un pigmeo del interior del Africa, un modesto cooli chino, o un estoico indio cordillerano, todos tienen derecho a un lugar seguro dentro de sus países. Los pueblos de mayor nivel cultural tiene la obligación de colaborar al desarrollo moral y material de sus hermanos menores, o sea, de los pueblos que han tenido menos oportunidades para desarrollarse en ambos sentidos. Va a venir el día en que los gobiernos se encontrarán en manos de sabios y científicos que sabrán aunar los esfuerzos de todos los pueblos para solucionar los problemas generales, para que los hombres puedan vivir en paz y armonía. Y este día vendrá sin derramamiento inútil de sangre y sin fratricidios. La civilización de los pueblos va en constante crecimiento y tendrá que tener como blanco ese ideal, salvo que un nuevo diluvio tergiverse toda organización existente y la humanidad tenga que recomenzar con su tarea.
 
mijo, con todo el respeto del universo, pero esta wea debería estar en conspiraciones, ahí hay wnes (hasta el día de hoy) que creen en civilizaciones perdidas, ciudades mágicas y weas por el estilo. esto es demasiado doctor file, y acá estamos en historia, un sub foro (creo) serio.

hay hartas cosas para compartir acá. solo hay que darse la paja. en mi caso no publico mas porque no tengo tiempo para hacer temas, aunque tengo el proyecto de hacer unos megapost serios con fuentes académicas y weas, pero el punto es que info hay, elija cualquier tema y compartalo.

No crea en tonteras New Age compañero, solo sirven para que otros wnes ganen plata en canales de youtube. acá en historia tenemos que ser serios.
 
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