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La Piramide de la Isla de Java

ruftata

Hij@'e Puta
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Gunung Padang, la pirámide primordial
Impactantes hallazgos en Indonesia otorgarían mayor credibilidad a la teoría que vincula esta extraña estructura con una civilización desaparecida.



Hace medio millón de años, un Homo Erectus que habitaba en la Isla de Java grabó signos geométricos en la concha de un molusco.... ¡300.000 años antes de que otro homínido hiciese lo mismo en Africa! la noticia desconcertante, vuelve a poner en entredicho la cronología de nuestra especie y, de paso, convierte al archipiélago de Indonesia en el epicentro de otros inquietantes enigmas.



Así las cosas, la pretendida antigüedad del templo de Gunung Padang -más de 20.00 años- resultaría coherente con el contexto arqueológico de la región, llamativamente avanzado.



Ascenso a Gunung Padang.
A unos 1.300 km al suroeste de Maros, muy cerca de la localidad de Cianjur y a apenas 8 kilómetros de la aldea de Karyamukti, en Java Occidental, se alza Gunung Padang, uno de los sitios megalíticos más extensos y polémicos del mundo.



Ubicado en la cima de una montaña de origen volcánico, a más de 900 metros sobre el nivel del mar, las estructuras que conforman Gunung Padang se integran a lo largo y ancho de 29 hectáreas –aproximadamente cuatro campos de fútbol–, una extensión inusualmente grande que da cuenta de la importancia que debió tener en el pasado.




Dichas estructuras se distribuyen en cinco patios o terrazas, conectados entre sí mediante pequeñas escalinatas. No obstante, la que da acceso al primero y más amplio de los patios, situada en el noroeste, es necesariamente mayor, pues consta de unos 370 peldaños que nacen en el valle situado al pie de la montaña, a aproximadamente 90 metros bajo el punto más elevado del yacimiento.

Sirvan estos datos para hacernos una somera composición de lugar, ya que el estado general de Gunung Padang es de absoluta ruina. De hecho, lo que hallará el visitante son bloques o pilares de andesita dispersos aquí y allá, varios montículos y ciertos desniveles que sugieren la partición de lo que fueron recintos de alguna clase y seguramente las calles que los conectaban. Afortunadamente, la andesita, un mineral de origen volcánico similar al basalto, ha servido para adivinar bastante más de lo que se aprecia a simple vista.



Antes de la intervención del geólogo local Danny Hilman Natawidjaja, en 2010, se adjudicaba a Gunung Padang una antigüedad aproximada de 5.000 años; esto es: en torno a la Edad del Bronce. Sin embargo, cuando este investigador procedió a confirmar dicha cronología con muestras más profundas –que dató por Carbono-14–, obtuvo unas cifras radicalmente distintas, que remontaban algunos niveles del yacimiento hasta el ¡22000 a. C.!




La conclusión evidente no es sólo que Gunung Padang podría ser escandalosamente más antiguo de lo que se suponía, sino que sus primeros constructores habrían sido humanos del Paleolítico superior, una etapa anterior a la Edad de Piedra en la que, supuestamente, nuestros ancestros cazadores-recolectores eran incapaces de imaginar siquiera un atisbo de lo que significa Gunung Padang. Eso si no más remotos, como opina el geólogo Hilman Natawidjaja, quien se ha atrevido a conectar este sitio –y la totalidad de Indonesia– con la «civilización madre» que sobrevivió al desastre de la Atlántida… Pero antes de entrar a valorar esta polémica hipótesis, centrémonos en lo que nos «dicen» las piedras de Gunung Padang.



Como a cualquiera que observe la montaña sobre la que se ubica el yacimiento, a Danny Hilman le intrigó su morfología marcadamente piramidal, lo que le llevó a suponer que ésta podía ocultar una estructura artificial, fuese una estupa u otra clase de edificio. De manera que haciendo uso de la tecnología a su disposición, medios que incluían un georadar de subsuelo, tomografía de refracción sísmica y otras técnicas de prospección subterránea, el geólogo indagó en las entrañas de la colina de Gunung Padang, obteniendo unos resultados tan sorprendentes como la propia datación del yacimiento.




En concreto, Hilman Natawidjaja confirmó la presencia, a diferentes alturas de la montaña, de pilares de andesita dispuestos horizontalmente, cuando lo habitual es que esta clase de materiales de origen ígneo, o sea volcánico y por tanto natural, se desarrollen verticalmente.


Pilares de Gunung Padang.

Además, detectó la existencia de una amplia cámara hueca en el corazón de la montaña, cavidad con aproximadamente 25 metros de longitud que el geólogo identificó con una cueva natural. A Danny Hilman no le extrañó el hallazgo de la caverna, dado que Java Occidental es uno de los enclaves con mayor número de abrigos y cuevas prehistóricos del planeta. De hecho, partiendo de las dataciones obtenidas, dedujo que la cueva pudo haber estado habitada cuando menos durante el Paleolítico superior, esto es, entre 40.000 y 12.000 años antes de nuestra era. O incluso en un tiempo aún más remoto.



No olvidemos que la presencia de homínidos en Java se retrasó recientemente hasta la alucinante fecha de 1,9 millones de años de antigüedad… En cuanto a los pilares de andesita, el hecho de que aparecieran tumbados unos sobre otros daba a entender que habían sido trabajados por manos humanas, y que formaban parte de una construcción artificial sin duda muy anterior en el tiempo a Gunung Padang. El descubrimiento de la cueva no haría sino incidir en esta posibilidad, ya que lo habitual en esta clase de asentamientos humanos era la superposición de los mismos, de igual modo a como ocurre con tantos y tantos templos actuales, edificados justo en el mismo enclave donde antes hubo otros vinculados con cultos paganos o incluso prehistóricos.



En cualquier caso, la hipótesis de trabajo del geólogo indonesio era a todas luces extraordinaria, pues situaba en la montaña de Gunung Padang construcciones artificiales probablemente edificadas hace más de 20.000 años, lo que las convertiría en las más antiguas de la humanidad. En suma, estaríamos ante un suceso tan impensable como «imposible» desde la perspectiva de la ortodoxia histórica y científica.




Pues bien, como era de esperar, pronto surgieron voces que ponían en tela de juicio las conclusiones de Danny Hilman, tanto fuera como dentro de su país. De hecho, a finales del verano de 2014, según informaba en su blog el investigador Graham Hancock –quien por cierto se mantenía en contacto permanente con Hilman–, el establishment académico indonesio habría presionado al Gobierno de aquel país para detener las excavaciones en Gunung Padang, incluso con la excusa de que las mismas eran una afrenta para las creencias de varias tribus locales.



Pese a todo, parece que el prestigio de Hilman Natawidjaja se impuso a las presiones de algunos de sus colegas y éste ha podido continuar su trabajo en el yacimiento de Gunung Padang.




Restos del complejo de Gunung Padang.

¿Qué dice la arqueoastronomía sobre Gunung Padang?

Graham Hancock no es el único «arqueólogo alternativo» interesado en todo lo concerniente a este yacimiento indonesio. Su colega Andrew Collins, otra de las voces más respetadas en el ámbito de la arqueología alternativa, lleva años con su lupa puesta sobre el sitio de Cianjur. De hecho, el celebrado autor de The Cygnus Mystery ha indagado en los posibles vínculos arqueoastronómicos del sitio de Gunung Padang, ofreciendo una perspectiva nueva y fascinante sobre esta montaña de Java Occidental, montaña que él también cree que ocultaría la pirámide escalonada más antigua de la humanidad.



En este sentido, Collins se fijó en la orientación norte-noroeste del yacimiento, presumiendo que la misma podía obedecer a la señalización de una cota relevante, ya fuera en el cielo –quizá una estrella o una constelación– o en la tierra, tal vez un enclave que los constructores de Gunung Padang o quienes les precedieron consideraran especialmente relevante. Ello no sería extraño, asumiendo que en el sitio hubo presencia humana, de forma ininterrumpida, desde el Paleolítico superior, si no con anterioridad. O, también, que la cueva oculta en la montaña fuese una especie de santuario desde el que se contemplara alguna clase de evento celeste o geológico.



Para dilucidar el asunto de la orientación, el investigador británico se puso en contacto con Rodney Hale, un ingeniero experto en megalitismo con el que ya había colaborado en el yacimiento pre-neolítico de Gobekli Tepe (Turquía). Tras descartar que Gunung Padang se orientara justo al contrario de lo que presuponían –la visibilidad desde el eje sur-sureste era muy limitada debido a la inclinación de las plataformas–, buscaron cotas significativas en el horizonte norte-noroeste, notablemente más despejado e interesante que su inverso.



De inicio, los investigadores fijaron la vista en una montaña que se erigía unos 10 kilómetros a lo lejos. Si bien consideraron que los apenas 80 metros que se levantaba por encima de Gunung no eran suficientes para tomarla como objetivo. Sin embargo, un poco más lejos de esta colina reconocieron el perfil atormentado de uno de los estratovolcanes de la isla o, para ser más exactos, los dos prominentes picos que se formaron tras uno de los últimos estallidos del mismo: Gunung Pangrango, con 3.019 metros de altura, y Gunung Gede, su gemelo y algo menor (2.958 metros), ambos situados a unos 30 kilómetros en línea recta de Gunung Padang, en mitad del Parque Nacional Gunung Gede Pangrango, uno de los enclaves más visitados de la isla y, a la sazón, reserva mundial de la biosfera. El hecho de que aquellos picos se hubiesen formado en las inmediaciones de una espectacular caldera volcánica les otorgaba un especial interés, pero Collins necesitaba alguna otra evidencia. Fue entonces cuando recordó una leyenda local que le había participado el geólogo Danny Hilman Natawidjaja, según la cual los constructores de Gunung Padang pertenecían a una misteriosa cultura que habitó en épocas muy remotas las laderas de los mencionados picos, lugares que los nativos consideran sagrados desde tiempo inmemorial.



A continuación, Collins y Hale se propusieron confirmar desde qué punto concreto de Gunung Padang pudieron establecerse las observaciones de dichas cotas. No tardaron mucho en hacerlo. Situados en la plataforma más amplia y cercana a la escalinata que ascendía desde el valle, vieron una elevación del terreno que ocupaba la zona central y parecía corresponderse con una estructura prominente, quizá un mirador u observatorio primitivo, reflexionaron. Ubicados en dicho punto, advirtieron que justo delante de sus ojos, a izquierda y derecha, se elevaban el Gunung Pangrango y el Gunung Gede, los dos picos-escolta del estratovolcán. Aquello les persuadió de que estaban en el lugar correcto. Pero, ¿qué tenía aquel volcán para que los nativos lo percibiesen como el objeto central de sus creencias?



Andrew Collins consultó el historial de erupciones del Gede-Pangrango, actualmente inactivo, advirtiendo que éstas han venido produciéndose periódicamente desde hace unos 12.000 años, constatándose las últimas en el año 1000 a. C. y, la más reciente, en 1840, además de otras menores que sólo se reflejaron en los registros de los vulcanólogos locales y las anteriores a dichas fechas, que están fuera del rango de registros. Obviamente, la intención de Collins era hallar un vínculo entre alguna de estas erupciones y la fundación de Gunung Padang.



Curiosamente, descubrió que uno de los estallidos más terribles del volcán se produjo alrededor del 4000 a. C., fecha que coincidía más o menos con la datación «oficial» del yacimiento. No obstante, dicha medición se realizó sobre los restos de la última etapa de construcción del sitio, de manera que el evento geológico que quizá provocó la fundación de Gunung Padang –hace alrededor de 20.000 años– está fuera del alcance de las mediciones científicas…




Aunque siempre nos quedan los «registros míticos», como los que vinculan el desarrollo de Indonesia con la existencia de una antiquísima civilización –quizá atlante, como sugiere Danny Hilman–, una cultura que habría erigido Gunung Padang y quién sabe si Borodudur y otras de las maravillas arquitectónicas que salpican esta fascinante y remota región…
 
buena, faltaron mas fotos, total los paisajes no los borran
 
500.000 años y los indios siguen en canoas...

Eso demuestra que hubo intervencion en hacer al homo sapiens:sisi:

Krakatoa al este de java:santa:
 
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