La historia de Stella Kirby
Stella Kirby, una mujer tranquila, retraída, divorciada y con un hijo que mantener, fue asesorada por una amiga, que le
dijo que debería realizar los estudios de asistente técnico sanitario. Tan pronto como terminó los citados estudios, le dijeron que
solicitara un puesto en el que ofrecían casi el doble de los honorarios que normalmente reciben las enfermeras.
Fue entrevistada por el ama de llaves de una gran mansión, una mujer agradable que le tomó aprecio inmediatamente y la contrató al
momento. El servicio de la casa era bueno, la comida era excelente, y las habitaciones de la enfermera casi lujosas.
Todo ello, unido al generoso salario ofrecido, era más de lo que Stella podía esperar.
Pero cuando fue conducida al dormitorio del paciente, descubrió a un retrasado mental de 57 años.
Su cama estaba metida en una jaula de hierro, y él se hallaba allí sentado, haciendo trizas su ropa, con los ojos en blanco, e incapaz de
realizar las funciones normales de cualquier ser humano.
No podía hablar, ni responder cuando le hablaban. Tenía que ser alimentado como un bebé, a veces a la fuerza, y no había forma
de que estuviera limpio.
Consternada, decidió hacer todo lo que estuviera en sus manos, a pesar de la repugnancia que le inspiraba,
Stella entró en la jaula dispuesta a bañarlo, y en cuanto lo tocó sintió una nausea tan fuerte que hubo de salir al cuarto de baño y
vomitar. Como la repugnancia que sentía no parecía disminuir, comprendió que tenía que dejar ese trabajo y renunciar a la
seguridad económica.
Stella Kirby, viajó hasta Virginia Beach
De ese modo nos fue posible conocer uno de los casos reales más extraños que Cayce estudió.
Por dos veces, se habían cruzado en el pasado las sendas de Stella y de su paciente. En Egipto, él había sido su hijo.
Pero la repugnancia que le provocaba provenía de una vida en Oriente Medio, en la que él había sido un acaudalado filántropo de clase
alta, muy estimado por su generosidad, pero que, en cambio, en privado tenía un harén de jovencitas que eran obligadas a
realizar prácticas sexuales aberrantes, habiendo sido ella una de las mujeres implicadas.
El recuerdo de semejante degradación había acudido a la mente de Stella en el momento en que ella había tocado la carne
de ese hombre. Ese pobre diablo, rodeado nuevamente de todos los lujos y comodidades materiales, había encontrado su karma
Y, sin embargo, Cayce insistió (como en otros casos similares a ése) en que esa mente lesionada era capaz de
reaccionar ante un buen trato, y que Stella debía aprender a amarlo si es que pretendía superar sus propias barreras kármicas.
El irse de esa casa no solucionaba nada: el lazo que los unía continuaría existiendo en el futuro, el problema no estaría resuelto.
Stella Atea
Años después, Stella describió cuál había sido su primera reacción al escuchar la Lectura.
La idea de la reencarnación era algo nuevo para ella, pero reaccionó instintivamente. Dios no
había sido una realidad para ella anteriormente; no lo había tenido claro; pero ahora descubría que era capaz de comprenderlo.
Stella se quedó, pero la idea de transmitir amor a esa lastimosa criatura que estaba cuidando era demasiado para ella.
Varias veces se sintió derrotada, pero las Lecturas siempre la anímaban a seguir intentándolo y finalmente su paciente empezó
a responder.
La obedecía en todo, comía su comida en lugar de rechazarla, empezó a mantenerse limpio, y dejó de hacer trizas la ropa.
Y cuando Stella se movía por la habitación los ojos de su paciente la seguían con absoluta devoción.
Tal como Cayce había pronosticado; y al darse cuenta de que nuevamente entendido, se liberó de su propio infierno.
Podría haber permanecido así una serie interminable de años, pero murió tranquilamente en menos de dos años, y Stella pudo proseguir una vida
estable y gratificante.
Cayce en las Lecturas no se refirió a la relación entre esas dos almas en Egipto, cuando Stella había sido
su madre
Se cree que lo hizo por compasión, para no cagarla psicológicamente más (y así ella la tuviera también con su paciente)
Lo que se interpreta hoy, es que ella pudo haber sido la causante
No fue víctima de tales aberraciones sexuales en Oriente Medio, sin ningún motivo.
El escritor señala que siendo su madre, pudo haber abandonado a su hijo, en un momento en que su ayuda podría haber impedido que éste se lanzara por esa senda de autoanulación