Un libro que me encanta es el misterio del cuarto amarillo. En este libro el detective es el periodista Joseph Rouletabille, que resuelve uno de los casos más alucinantes, en donde la problemática es resolver un intento de homicidio en un cuarto completamente cerrado con un asesino que parece que fuese un verdadero fantasma que atraviesa paredes.
"El presbiterio no ha perdido nada de su encanto, ni el jardín de su esplendor"
Normalmente los detectives en las novelas policiales que he leído siempre son policías o detectives propiamente tal, ya sean retirados o activos como:
El comisario Maigret de George Simmenon
El comisario Montalvano de Andrea Camilieri
Hercules Poirot de Agatha Cristhie
Sherlock Holmes de Conan Doyle
Peter Wimsey de Dorothy Sayers
Cayetano Brulé de Roberto Ampuero
Que sea policía o detective le da mucha facilidad al autor para que su personaje siempre este relacionado con casos que resolver, cosa que un periodista también lo podría estar, salvo que su trabajo es generar noticias, por eso es un poco más difícil que se dedique el 100% de su tiempo a resolver misterios.
Es por esto que el padre brown del gran G. K. Chesterton tiene la excusa perfecta, quién más que un curita podría estar en los más diversos lugares y situaciones? simplemente genial. En estos cuentos, siempre hay una solución que podría ser sobrenatural, mágica y misteriosa, y no se enfoca a buscar un asesino, si no a explicar de forma simple algo tan misterioso como una flecha que cae del cielo.
Pero como dijo Borges, esa magia comenzó a perderse y los casos ya no presentaban supuestas soluciones sobrenaturales, se dedicaron a buscar pistas, huellas digitales, largos interrogatorios, con un único fin, encontrar un asesino, porque la magia fue dejada de lado y las explicaciones apuntan siempre a personas sospechosas de carne y hueso dejando de lado lo sobrenatural.
La creatividad se perdió.