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Tipos de reos y su jerarquía dentro de las cárceles chilenas

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Nube Negra

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2006/02/05
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Hace tiempo salio publicado un reportaje en TheClinic donde salían descritos los distintos tipos de reos al interior de las cárceles chilenas, la cosa es que de acuerdo al delito por el que estaban condenados tenían mayor o menor reputación entre los reos, siendo los más bajos los violetas (violadores) que eran violados y usados como perkines, luego creo que estaban los caballos (los que eran ocupados como mujeres por los demás reos), luego creo que venían los cogoteros (que también eran vistos como delincuentes de poca monta), y asi sucesivamente. Otros tipos de reos que recuerdo eran los perro bomba (no recuerdo que wea eran), perro guaton (tampoco me acuerdo) químicos (los que saben como preparar droga), los que caminan (evangélicos), soldado (creo que eran los que eran usados para asesinar a otros reos por encargo), etc. Creo que se hizo un tema también sobre eso aquí, pero no lo encontré ni el link del reportaje original tampoco. Alguien más se acuerda de este reportaje? Cual era la clasificación de los reos adentro de la peni?
 
No sé . Espero haber ayudado.


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Puros "vios" que no le traajan a nadie !!

encerrados en una wea insalubre con puros hombres donde se quieren matar/culiar todos los días los unos a los otros :esgrima:

En cambio los que estudian/trabajan tienen su plata, su mina y libertad son puros longis...

:qloco:
 
por lo que me han dicho esque los traficantes que mueven buenos productos ( kilos de coca, extasis etc...) llegan como rockstar a la peni, primero porq no llegan patos siempre tienen plata fondia y el flaite siempre quiere llegar a la verdadera mano y si se les presenta una oportunidad de negocios como esa la aprovechan, en un rato soban coco y hacen favores
 
Creo que de acá sacaron la info

http://www.eurosur.org/FLACSO/artparr.htm




Subjetividad y sacrificio: configuración de la identidad masculina entre hombres encarcelados


a) Escenas de la vida conyugal 3/

Me pasaron a llevar: "La primera vez que llegué fue penca porque me pasaron a llevar, me violaron, anduve por calle y calle, no podía estar tranquilo en una calle, porque no se podía, al tiro te pasan a llevar (...) El primer día que llegué aquí abusaron de mí... me hicieron cosas... relaciones sexuales". Este es el relato de Diego, condenado a 7 años por robo con intimidación, preso en el Centro de Detención Preventiva Santiago Sur (ex Penitenciaria). Durante los casi 6 años y medio de encarcelamiento ha sido caballo, es decir, un reo que es utilizado sexualmente por otros internos bajo intimidación. Él viene de Melipilla, y antes de robar trabajaba con su papá en el campo; no sabía lo que era la cárcel y su aprendizaje fue duro. Sólo espera salir y no volver, la cárcel ha significado muchas humillaciones, demasiados malos tratos. Sobrevivió, cuenta, porque se hizo evangélico y "el Señor me da fuerzas", no como otros "cabros" que conoció, que se colgaron después que los violaron. Él ha resistido; es un sobreviviente.

La vida que hay adentro: "La gente que llega por primera vez y que, pucha, tuvo su primera equivocación y siempre trabajó en su vida y delinquió por necesidad quizás o nadie sabe por qué habrá delinquido, pero en un momento a otro delinquió y llegó preso, pucha, lamentablemente lo sometimos a la vida pesá que hay adentro, que es perkinearlo y lo de los maricones (...) Esas personas que yo les digo, la característica principal es que no son ladrones". Habla Carlos, condenado a 10 años por robo con fuerza, reincidente por tercera vez, respetado y temido en la cárcel; él siempre ha sido choro, es decir, un interno que hace carrera de delincuente y es reconocido por los otros; tiene prestigio y fama. Mientras estuvo preso tenía su perkins, un interno destinado a realizar labores domésticas. Carlos reivindica la ética del delincuente, es la voz de los ladrones-ladrones, de antiguo cuño, un poco pasados de moda luego que el neoliberalismo se instaló en las cárceles el poder de la plata, el individualismo extremo, etc.-. Él está en retirada, su mundo ya no es lo que fue, y no quiere adaptarse, prefiere "colgar los guantes" como los buenos boxeadores cuando se dan cuenta que no pueden seguir dando pelea.

El mundo es así: "¿Pero si ya está hecho?.. ¡chuta!, es lamentable.. porque uno.. este mundo es así, además que a uno no lo vienen a ver, si vinieran a verlo yo creo que no.. no lo haría uno.. siempre es por las cosas de.. cuando no lo vienen a verlo..., entonces uno pa'.. pa' desahogarse.. y.. y la persona le sigue gustando.. entonces uno lo..". Este trozo pertenece a Aldo, de 37 años, de los cuales 27 ha estado preso; él tiene un caballo, que "heredó" de otro interno, choro como él. Aldo no ha recibido visitas durante esta condena, su pareja "se aburrió" y ya no sabe de ella ni de su hija. Le faltan 5 años para salir, pero sólo ha vivido en la cárcel, es el único mundo que realmente conoce.

Estos son trozos de los relatos que recogimos durante nuestra investigación sobre sexualidad entre hombres encarcelados. Es la tibieza de las palabras ante la dureza de los hechos, la levedad de la historia ante la pesadez de la vida, por lo menos de estas vidas. Resumamos: el mundo - este mundo: la cárcel es así, y lo pasaron a llevar al caballo - porque, lamentablemente filón ético del discurso , todos tienen que someterse a la vida pesá que hay adentro. La conciencia de la "pesadez" de esta vida les pertenece, en primer lugar, a quienes la viven; nosotros sólo calibramos en la escritura lo que ya se ha dispuesto en los hechos. Este es el abismo de la interpretación, que puede dar cuenta de lo "sucedido" y permitir su comprensión y explicación, pero que no sabe qué hacer con los acontecimientos, que se olvida de la carne y de los golpes. Nosotros somos idealistas, los presos sólo creen en la materia y sus avatares; dispuestos a refutar cualquier conocimiento posible con sus propias historias, repetidas y contadas una y mil veces.

No haré una descripción exhaustiva de la investigación, porque mi interés central es desarrollar uno de los ribetes que configuran la sexualidad en las cárceles de hombres o, más bien, profundizar en uno de los campos que se abren al investigar sobre ella 4/ . No se entienda mal, porque no me referiré a la sexualidad en tanto conjunto de prácticas, ni siquiera diré qué es lo que hace o no el caballo. Dejaremos que el silencio y el pudor lo protejan, al menos en la escritura, para no replicar la misma exposición a la que es sometido en la cárcel. Sólo, por tanto, leeremos entre líneas.

Recalquemos que en nuestro intento enfrentamos el agotamiento de la capacidad misma del lenguaje de dar cuenta de sí y de sus referentes. Las palabras se interponen como muros entre el sentido y los acontecimientos, forzándonos a retroceder y capitular. Aquello que los mismos presos construyen como su relato, y que nosotros intentamos asir en alguno de sus pliegues, esa misma narración señala un límite: qué decir luego de que ellos nos han hablado, cómo "responder" en nuestra imaginación y nuestro intelecto a lo que se nos ha dicho. A final de cuentas es la vida lo que pulsa en la sintaxis y la gramática, es la rabia o el dolor lo que pugna por doblegar a las palabras reclamando un espacio en la memoria. La identidad es un buen señuelo para cazar fantasmas, porque más allá del discurso se curva el cuerpo y sudan las manos. ¿Quién lo dirá?; ¿cómo rastrear no sólo el significado sino que también su esfuerzo y su fractura o, tal vez, su mismo agotamiento e impotencia?

Si retomamos los trozos que transcribimos al principio del escrito, podemos rastrear dos tensiones que los cruzan en su conjunto: algo ha sucedido y en ello algunos internos han desempeñado diversos papeles en el sentido dramatúrgico- y, luego de consumado, alguien ha resultado especialmente afectado. No se menciona el hecho ni a sus protagonistas, pero sus sombras cubren los textos en su totalidad. Si hacemos un ejercicio de develamiento podemos determinar que el acontecimiento es la violación de un interno por parte de uno o varios de sus compañeros y que los actores son ellos: los mismos presos. ¿De quién dijimos, eufemísticamente, que resulta afectado? Sí, es el caballo. Tenemos, entonces, un hecho, unos participantes y un resultado.

Sólo hay eso, puntos en un diagrama, el de la sexualidad carcelaria. Proponemos unirlos siguiendo un par de hipótesis. Una de ellas señala que la subjetividad masculina sólo nos podemos aventurar en ella tiene un origen sacrificial y que su ejercicio requiere de un sacrificio permanente para sostenerse; la otra sostiene que dicha identidad se establece y se experimenta como una guerra. El sacrificio y la guerra anunciarán la identidad masculina y la trama de las identidades carcelarias, de los hombres presos, nos servirán de "prueba" para estas hipótesis.

b) El sacrificio

La violación es fundamentalmente un acto, es decir un conjunto de acciones situadas temporal y espacialmente, pero los procesos que gatilla y las consecuencias que tiene para quienes se ven involucrados en ella distan de estar acotadas a un espacio o a un tiempo determinado. En la violación se pliegan una serie de tensiones, se da resolución a un conjunto de dilemas, se instauran una variedad de vínculos. Podemos decir que la violación es un acto fundante. ¿Fundante de qué? De las relaciones que los hombres presos establecen entre sí y de una comunidad particular que posee una ética específica, una "utopía" propia, que enarbola una estética, que estructura una contidianidad singular. Escuchemos:

"Una persona en algún momento demuestra su debilidad, no peleó y entre todos lo guerrean, o sea, lo meten en medio y le empiezan a batirle como dicen, le pegan sus palos y el cabro... eso es guerrear, lo sometieron a la relación sexual, se tiró, eso es guerrear." (Carlos, choro)

"Yo voy llegando, y como a la una de la mañana me tiran una frazá en la cabeza, me amarraron y abusaron de mí po'(...) En la noche le empiezan a hacer... a tirarle agarrones, y si se deja, le va a pasarle lo... le van a hacerle cosas sexuales(...) a tocarle el traste, todo eso, o en la noche durmiendo le van a bajarle los slips, y si se deja que le den un agarrón, ya en la noche después le ponen una frazá, además como en la noche no cuidan los funcionarios la galería, le van a ponerle una frazá... y se lo van a violar." (Diego, caballo).

"(...) Son violados, son ultrajados(...) o sea, los mandan así al sacrificio(...) los toman y se los llevan pa' una pieza, le hacen dos, tres preguntas, si no conoce a nadie, el gallo sencillamente lo violan no más(...) o sea, generalmente las cuestiones son eh... primero lo empabulan al gallo, o sea, le pegan su platinazo, entiende, sus charchazos, sus patás, y de ahí al ver a cinco gallos así con cuchillas, el gallo qué va a hacer po." (Pablo, choro)

. Sí, el caballo es mandado al sacrificio, es la víctima que se necesita para constituir la comunidad de la que hablamos. Pero, ¿por qué este acto debiera ser fundante?, ¿qué lo hace adquirir tal dimensión? Dice René Girard, en su obra La violencia y lo sagrado 5/, que todo sacrificio tiene como fin expiar y desviar la violencia permanente que amenaza a las colectividades humanas; de modo que la violencia, que podría extenderse entre todos los integrantes de una comunidad, sólo recaiga en una víctima que en su propia inmolación la disipe y permita una convivencia pacífica. La violencia desgarra las relaciones humanas, en la intimidad acecha la muerte, afirma Girard. La pregunta es, entonces, ¿de qué forma la violación puede ser entendida como sacrificio?; y si la aceptamos en tanto tal, ¿cuál es la violencia que expía?

No cualquiera sirve como víctima en un sacrificio, ni el acto sacrificial sucede de cualquier modo. La eficacia depende de que el elegido sea el correcto y de que el procedimiento sea el adecuado. Si se yerra en estos dos aspectos, en vez de aplacar la violencia, el sacrificio la provocará. Escuchemos nuevamente:

"Bueno, llega un muchacho joven no cierto, primero está la persona que guerrear, porque tú tenís poca personalidad, muy pasivo, tan tranquilo, humilde no cierto, con la autoestima que la tienen por el suelo, además de eso no cierto, la autoestima que es baja no cierto, son gallos que no tienen conocidos, o sea, no son conocidos, no tiene a nadie que esté cerca de ellos no cierto, entonces eso significa que el tipo está solo, y un día determinado alguien lo vio, le agradó, lo encontró simpático no cierto, ya lo conquistan, por las buenas o por las malas." (Ricardo, gil)

"Son débil de mente aquí que, no han estado nunca presos, que cualquier cosa que uno les puede decirle.. se.. se acata.. Entonces uno de decirle "hace esto", va y lo hace.. porque, es como decirle que uno es un poco más fuerte que ellos, por el tiempo que lleva uno aquí. Esa es la jerarquía que hay..." (Aldo, choro con caballo) :lol2:

"Las víctimas son casi siempre cabros jóvenes, cabros con apariencia de tontitos y cuestiones, y cabros, de repente hombres de treinta años y cuestiones." (Pablo, choro)

"Se ofreció pà lavar los platos porque la realidad de que él nunca ha sido ladrón, o que esto, que esto otro y llega un momento de que pucha, en una rueda de chicha, como dicen, lo meten al medio y eso es guerrearlo, eso es guerrear, porque él no lo hizo por su voluntad." (Carlos, choro)

Insistimos: sólo quien tenga ciertas características puede ser investido como víctima. No se le conoce, por lo tanto, y este es un punto importante, no tiene quien lo pueda vengar, por lo cual se garantiza que la violencia no se multiplique; además es distinto: pasivo, más joven, débil de mente, con baja autoestima. Algo tiene de particular. No es ladrón, trabajaba fuera de la cárcel, primera vez que cae preso. Suma y sigue, las pistas son evidentes, sólo falta proceder. Además, en un determinado momento, y volvemos a lo del acto, se realiza el "ritual" de sacrificio. ¿Cuál? La violación.

Otra característica de este sacrificio es que los involucrados permanecen en el anonimato: se le tira una frazada encima para que no vea, o se lo droga, de modo que el interno violado no sepa quienes lo hicieron. Como en el pharmakos griego no se puede distinguir a nadie en la muchedumbre que avanza hacia la víctima para que salte por un precipicio. ¿Quién fue? Nadie, todos.

¿Qué resulta de ese sacrificio? La violación implica un corte en el coa una de sus denominaciones es cortar la carrera en el transcurso biográfico del afectado. Mientras esté en la cárcel la violación lo marca permanentemente. Ha sido fabricado uncaballo. Sí, luego de una violación se es caballo. Al contrario del sacrificio religioso la víctima es inmolada en parte, y permanece con vida. Su cotidaneidad será una constante réplica de ese sacrificio original, seguirá cumpliendo funciones sexuales, será insultado o golpeado o intercambiado. ¿Qué es un caballo, entonces?

"O sea, en el sentido de caballo, una basura no tanto como basura, pero, o sea, es una cosa no mas, un animal. Animal, el hecho de caballo no significa, significa eso, animal, o sea, no tiene otro significado, animal." (Ricardo, gil)

"Al caballo se lo mira con desprestigio con pena, de repente como que chuta dan ganas que se vaya en libertad, pa' que no sufra más. Queda aislado, del hecho de tomarse una tasa de té, tomarse un mate, tiene que tener todas sus cosas a parte (...) Porque, o sea del hecho que tiene relación con un hombre, quizás el hombre, quizás que no le hace, entonces debido a eso surge como un rechazo pa' el, o sea el tiene que tener sus cosas, tiene que estar en su lugar, o sea el no puede salirse de su margen de lo que el es no más, o sea en ese aspecto es bien sufrida la vida de ese gallo." (Pablo, choro)

Paradoja, si los animales sustituyeron a los seres humanos en los ritos sacrificiales de algunas religiones, en este sacrificio el ser humano reemplaza al animal. Luego de la violación no se es sino un caballo: "mamífero équido, doméstico, herbívoro, de gran utilidad". Ha sucedido una inversión sacrificial.

Diremos: sí, está bien, tiene algunas parecidos con un sacrificio, pero ¿para qué se lo requiere? Retomemos una de las hipótesis: la subjetividad masculina tiene un origen sacrificial. Lo que se sacrifica en el caballo no es su vida en términos biológicos sino que su masculinidad; la violación es un acto que obtura así como penetra la identidad y la colapsa. Luego de ser violado, quien fue víctima queda a disposición de los otros internos, habitualmente de uno que se "adueña" de él, para ser utilizado sexualmente y como fuerza de trabajo para el mantenimiento cotidiano dentro de la cárcel: lava, cocina, barre, hace los mandados; dicen que es "una dueña de casa". Sigamos escuchando:

"Yo creo que se le considera hombre o está muy cerca de asimilar a la hombría, ¿no cierto?, a la viveza, a ser vivo. O sea, un compadre que, por ejemplo, un compadre que pelea, no cierto, un compadre que usa la...cuchilla, que comparte ruedas de mate, o sea, en general todo lo que acerca al sistema carcelario pero interno, o sea, del reo eso ser considerado hombre, que use camaro, que tenga su pierna, que tenga su perkins. Aquí la hombría es como media relativa, de repente decir que un hombre es un hombre pero...creo es lo que se asemeja más a estar cerca de la hombría, según el concepto de acá." (Ricardo, gil)

"Los tratan mal, también los mandan a hacer las cosas porque a las finales está violao digamos, no tiene mérito, está ahí en su lugar, dejan su taza aparte, su plato, su cuchara aparte." (Iván, caballo)

"O sea, un caballito lo tienen pà hacer las cosas, lo tienen como señora en la noche, entendís." (Nora, travesti)

Dueña de casa durante el día, señora de noche. El caballo permite un orden, porque los choros no pueden dedicarse a labores domésticas, eso no es propio de un hombre. Si sólo hay individuos de sexo masculino y se necesitan mujeres, ¿qué se hace? Se fabrican como las muñecas de porcelana. El caballo ha sacrificado su hombría y se la ha "donado" a la comunidad de hombres. Vemos en qué punto amenaza la violencia: cualquiera puede ser, potencialmente, víctima en este sacrificio, a todos les cabe terminar lavando los platos. Pero eso implica un desorden y mucha violencia, porque cada cual opondrá la resistencia que pueda; además no todos están solos como el caballo, sino que mantienen alianzas con otros internos las carretas, las barcas, las cuadrillas, etc.- que suponen defensa mutua y venganza en caso de agresión. La muerte amenaza a cada uno. La violencia se debe dirigir a alguien en específico, hay que inmolar a uno por el bien de todos. Recordemos que si se es caballo se es basura, no se es nada y se vale muy poco.

¿Cómo resolver este dilema entre la masculinidad propia y el deseo y las necesidades de los otros? Un hombre nunca se dejará mandar por otro, a la vez que no se dedicará a lavar platos, cocinar, barrer y, mucho menos, será penetrado por otro hombre. ¿Qué hacemos? Todos somos víctimas potenciales y lo que está en juego es la misma subjetividad de cada quien, sus definiciones más preciadas, su estatus. La hombría de todos vale el sacrificio de uno, que asumirá lo que cada cual, en tanto hombre, no está dispuesto a asumir. Una ortopedia sacrificial para alejar los gritos de guerra: ha nacido una "mujer" de la costilla de cada hombre verdadero, de su semen, de sus puños. Lo que es sacrificado en el caballo recae sobre sus victimarios: su masculinidad, como la sangre bendita que expía, es "tomada" por cada interno, en este festín entre rejas. En el sacrificio siempre hay alguien que se pierde, en beneficio de otros, que recepcionan las propiedades inmoladas en la víctima.

Un interno que fue convertido en caballo dice que no entiende, ¿por qué me hicieron eso si hay mujeres u homosexuales? Nunca podrá entenderlo, nos reclama. Pero, tal vez, la respuesta está más cerca de lo que cree: es en tanto hombre que fue violado. Si fuera mujer u homosexual "que le gusta" 6/ no sería necesario y, más importante, su sacrificio no serviría, no tendría efecto.

"Por serl, cuando a mí e pasó esto me sentí mal, po, porque dije yo "puta, como hombre que me hagan esto, si hay mujeres". Uno piensa, cuando le están haciendo eso.. piensa ¡cualquier custión, po!.. se le viene cualquier custión a la mente, si hay mujeres porque no lo hacen, si hay homosexuales que les gusta por las de ellos, porque no se las hacen a ellos.... Uno nunca se va a dar a entender porque lo hacen..." (Diego, caballo)

En la ausencia de lo femenino, en tanto ausencia de mujeres, para que la masculinidad de unos reclusos pueda mantenerse es necesario ubicar a otros en una posición que, intersubjetivamente, tenga valor de femenino, un espacio que posibilite la referencia a una alteridad de lo masculino. La ofrenda del sacrificio permite mantener una homeostasis identitaria, en tanto a través de ella se introduce un elemento que permite sostener la diferencia, como punto de referencia necesario a la hora de establecer la propia identidad.

Pero a esta víctima no se le reconoce su gesto y el sacrificio es leído como una caída. No obstante entrega un don a su comunidad, ésta le devuelve una imagen funesta: el sacrifico es una pérdida y no una ganancia para quien es sacrificado. No es un derrotero sagrado el que sigue sino que uno monstruoso. El sacrificio participa de esta lógica de la guerra que hemos hipotetizado, se pierde o se gana. Pero atendamos a lo que se pierde: es una cualidad, una virtud; es una perdida metafísica, se pierde el honor, moneda de cambio de la masculinidad en su perfil más atávico. Otra vez las voces:

"Sí, sí, han salido tapados a puñalás pero se han salvado. Guardaron su honor, como se dice." (Carlos, choro)

"El honor, cuando una persona ya es perkineada, o la han usado como mujer, pierde el honor como delincuente y siempre lo va a perderlo." (Pablo, choro)

c) La guerra

Los presos conocen muy bien un secreto: la masculinidad no se tiene sino que se ejerce y quien deja de ejercerla la pierde. Es, por tanto, una batalla permanente de defensa y conquista, mantenerse como hombre y ser más hombre. Esta es la segunda hipótesis.

Las identidades, la subjetividad, son un campo de batalla. Se destruyen y se regeneran constantemente, insistentemente son azuzadas e invitadas al combate. Entre los presos los gestos, las miradas, el tono de la voz, la atención que se presta a un insulto, la respuesta que se da a una provocación, todo ello pone en juego la masculinidad. No hay descanso ni tregua, la vigilia es permanente y cada descuido, toda torpeza tiene un precio. Rapidez de mente, prontitud en la respuesta, agilidad en los golpes: esa es la hombría. Los presos conocen los requisitos que se le piden al hombre para mantenerse como tal; la guerra está declarada y los combatientes dispuestos, cada cual a su posición. Nos dicen:

"El tipo cuando es guerreado tiene dos alternativas, o lo guerrearon a tal punto que lo convierten, o pelea hasta la última porque no lo guerreen (...) Pelear, pelear, pelear, o sea, el tipo puede defender su integridad no cierto yendo hasta lo más extremo...y eso depende de cada uno." (Ricardo, gil)

"No..... lo que se fijan... por ser si a mí me.. si a mí me.. la primera vez que llegué me iban a pasarme a llevar, me pasaron a llevar, pero si yo hubiera peliao, no me hubiera dejao, hubiera peliao, hubiera quedao como choro, no me habrían molestao más." (Diego, caballo)

"Toda persona que es guerreá es guerreada una sola vez." (Carlos, choro)

Si la identidad masculina se juega en una guerra, el caballo es un vencido: no ha sabido defenderse, no supo pelear, fue avasallado por los otros combatientes. Detengámonos en las señas de esta guerra: primero se detecta con quien se combatirá, se tantea su capacidad de respuesta y ataque muy pasivo, humilde, tranquilo, sin autoestima-además no tiene "ejército", está solo; junto con esto es un territorio que se desea conquistar. Se inician los preparativos de la batalla: el elegido será guerreado. Se entrecruzan erotismo y violencia, deseo y castigo, vida y muerte. Sólo hay dos alternativas en esta guerra: pelea hasta la última o lo convierten, lo vencen. Entonces el caballo es un guerrero perdedor, que no se defendió en su momento. Antes de dar la batalla se dio por vencido y perdió su integridad. La violencia que el sacrificio expurga está pulsando en esta guerra permanente. Los acomodos son estratégicos, porque esta guerra es delimitada en el sacrificio: se saben cuáles serán las bajas y qué intensidad lograrán los ataques, resguardando el orden y las jerarquías.

Esto nos permite sostener que el factor central de la masculinidad en la cárcel es el poder. Se es hombre en tanto se pueda ejercer un poder y ocupar un lugar de privilegio y mandato en una compleja red de relaciones. El orden de las identidades es un orden de poder. En la guerra que hemos descrito se pelea por cuotas de poder. Ya no hay una metafísica identitaria, sino que una proliferación de actos y signos en los cuerpos, una intensificación de las miradas y las palabras. La batalla se libra en un campo semiótico. Se cierran las puertas.
 
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por lo que me han dicho esque los traficantes que mueven buenos productos ( kilos de coca, extasis etc...) llegan como rockstar a la peni, primero porq no llegan patos siempre tienen plata fondia y el flaite siempre quiere llegar a la verdadera mano y si se les presenta una oportunidad de negocios como esa la aprovechan, en un rato soban coco y hacen favores

eh velda!...en un reportaje entrevistaron a un narco y decia que los weones de mas confianza que tenia los habia conocido en la peni porque ahi apañaban en las malas y en las mas malas. cuando andan forrados todos se cuelgan, pero cuando estan en el hoyo, ahi se ven las lealtades.
 
Creo que de acá sacaron la info

http://www.eurosur.org/FLACSO/artparr.htm




Subjetividad y sacrificio: configuración de la identidad masculina entre hombres encarcelados


a) Escenas de la vida conyugal 3/

Me pasaron a llevar: "La primera vez que llegué fue penca porque me pasaron a llevar, me violaron, anduve por calle y calle, no podía estar tranquilo en una calle, porque no se podía, al tiro te pasan a llevar (...) El primer día que llegué aquí abusaron de mí... me hicieron cosas... relaciones sexuales". Este es el relato de Diego, condenado a 7 años por robo con intimidación, preso en el Centro de Detención Preventiva Santiago Sur (ex Penitenciaria). Durante los casi 6 años y medio de encarcelamiento ha sido caballo, es decir, un reo que es utilizado sexualmente por otros internos bajo intimidación. Él viene de Melipilla, y antes de robar trabajaba con su papá en el campo; no sabía lo que era la cárcel y su aprendizaje fue duro. Sólo espera salir y no volver, la cárcel ha significado muchas humillaciones, demasiados malos tratos. Sobrevivió, cuenta, porque se hizo evangélico y "el Señor me da fuerzas", no como otros "cabros" que conoció, que se colgaron después que los violaron. Él ha resistido; es un sobreviviente.

La vida que hay adentro: "La gente que llega por primera vez y que, pucha, tuvo su primera equivocación y siempre trabajó en su vida y delinquió por necesidad quizás o nadie sabe por qué habrá delinquido, pero en un momento a otro delinquió y llegó preso, pucha, lamentablemente lo sometimos a la vida pesá que hay adentro, que es perkinearlo y lo de los maricones (...) Esas personas que yo les digo, la característica principal es que no son ladrones". Habla Carlos, condenado a 10 años por robo con fuerza, reincidente por tercera vez, respetado y temido en la cárcel; él siempre ha sido choro, es decir, un interno que hace carrera de delincuente y es reconocido por los otros; tiene prestigio y fama. Mientras estuvo preso tenía su perkins, un interno destinado a realizar labores domésticas. Carlos reivindica la ética del delincuente, es la voz de los ladrones-ladrones, de antiguo cuño, un poco pasados de moda luego que el neoliberalismo se instaló en las cárceles el poder de la plata, el individualismo extremo, etc.-. Él está en retirada, su mundo ya no es lo que fue, y no quiere adaptarse, prefiere "colgar los guantes" como los buenos boxeadores cuando se dan cuenta que no pueden seguir dando pelea.

El mundo es así: "¿Pero si ya está hecho?.. ¡chuta!, es lamentable.. porque uno.. este mundo es así, además que a uno no lo vienen a ver, si vinieran a verlo yo creo que no.. no lo haría uno.. siempre es por las cosas de.. cuando no lo vienen a verlo..., entonces uno pa'.. pa' desahogarse.. y.. y la persona le sigue gustando.. entonces uno lo..". Este trozo pertenece a Aldo, de 37 años, de los cuales 27 ha estado preso; él tiene un caballo, que "heredó" de otro interno, choro como él. Aldo no ha recibido visitas durante esta condena, su pareja "se aburrió" y ya no sabe de ella ni de su hija. Le faltan 5 años para salir, pero sólo ha vivido en la cárcel, es el único mundo que realmente conoce.

Estos son trozos de los relatos que recogimos durante nuestra investigación sobre sexualidad entre hombres encarcelados. Es la tibieza de las palabras ante la dureza de los hechos, la levedad de la historia ante la pesadez de la vida, por lo menos de estas vidas. Resumamos: el mundo - este mundo: la cárcel es así, y lo pasaron a llevar al caballo - porque, lamentablemente filón ético del discurso , todos tienen que someterse a la vida pesá que hay adentro. La conciencia de la "pesadez" de esta vida les pertenece, en primer lugar, a quienes la viven; nosotros sólo calibramos en la escritura lo que ya se ha dispuesto en los hechos. Este es el abismo de la interpretación, que puede dar cuenta de lo "sucedido" y permitir su comprensión y explicación, pero que no sabe qué hacer con los acontecimientos, que se olvida de la carne y de los golpes. Nosotros somos idealistas, los presos sólo creen en la materia y sus avatares; dispuestos a refutar cualquier conocimiento posible con sus propias historias, repetidas y contadas una y mil veces.

No haré una descripción exhaustiva de la investigación, porque mi interés central es desarrollar uno de los ribetes que configuran la sexualidad en las cárceles de hombres o, más bien, profundizar en uno de los campos que se abren al investigar sobre ella 4/ . No se entienda mal, porque no me referiré a la sexualidad en tanto conjunto de prácticas, ni siquiera diré qué es lo que hace o no el caballo. Dejaremos que el silencio y el pudor lo protejan, al menos en la escritura, para no replicar la misma exposición a la que es sometido en la cárcel. Sólo, por tanto, leeremos entre líneas.

Recalquemos que en nuestro intento enfrentamos el agotamiento de la capacidad misma del lenguaje de dar cuenta de sí y de sus referentes. Las palabras se interponen como muros entre el sentido y los acontecimientos, forzándonos a retroceder y capitular. Aquello que los mismos presos construyen como su relato, y que nosotros intentamos asir en alguno de sus pliegues, esa misma narración señala un límite: qué decir luego de que ellos nos han hablado, cómo "responder" en nuestra imaginación y nuestro intelecto a lo que se nos ha dicho. A final de cuentas es la vida lo que pulsa en la sintaxis y la gramática, es la rabia o el dolor lo que pugna por doblegar a las palabras reclamando un espacio en la memoria. La identidad es un buen señuelo para cazar fantasmas, porque más allá del discurso se curva el cuerpo y sudan las manos. ¿Quién lo dirá?; ¿cómo rastrear no sólo el significado sino que también su esfuerzo y su fractura o, tal vez, su mismo agotamiento e impotencia?

Si retomamos los trozos que transcribimos al principio del escrito, podemos rastrear dos tensiones que los cruzan en su conjunto: algo ha sucedido y en ello algunos internos han desempeñado diversos papeles en el sentido dramatúrgico- y, luego de consumado, alguien ha resultado especialmente afectado. No se menciona el hecho ni a sus protagonistas, pero sus sombras cubren los textos en su totalidad. Si hacemos un ejercicio de develamiento podemos determinar que el acontecimiento es la violación de un interno por parte de uno o varios de sus compañeros y que los actores son ellos: los mismos presos. ¿De quién dijimos, eufemísticamente, que resulta afectado? Sí, es el caballo. Tenemos, entonces, un hecho, unos participantes y un resultado.

Sólo hay eso, puntos en un diagrama, el de la sexualidad carcelaria. Proponemos unirlos siguiendo un par de hipótesis. Una de ellas señala que la subjetividad masculina sólo nos podemos aventurar en ella tiene un origen sacrificial y que su ejercicio requiere de un sacrificio permanente para sostenerse; la otra sostiene que dicha identidad se establece y se experimenta como una guerra. El sacrificio y la guerra anunciarán la identidad masculina y la trama de las identidades carcelarias, de los hombres presos, nos servirán de "prueba" para estas hipótesis.

b) El sacrificio

La violación es fundamentalmente un acto, es decir un conjunto de acciones situadas temporal y espacialmente, pero los procesos que gatilla y las consecuencias que tiene para quienes se ven involucrados en ella distan de estar acotadas a un espacio o a un tiempo determinado. En la violación se pliegan una serie de tensiones, se da resolución a un conjunto de dilemas, se instauran una variedad de vínculos. Podemos decir que la violación es un acto fundante. ¿Fundante de qué? De las relaciones que los hombres presos establecen entre sí y de una comunidad particular que posee una ética específica, una "utopía" propia, que enarbola una estética, que estructura una contidianidad singular. Escuchemos:

"Una persona en algún momento demuestra su debilidad, no peleó y entre todos lo guerrean, o sea, lo meten en medio y le empiezan a batirle como dicen, le pegan sus palos y el cabro... eso es guerrear, lo sometieron a la relación sexual, se tiró, eso es guerrear." (Carlos, choro)

"Yo voy llegando, y como a la una de la mañana me tiran una frazá en la cabeza, me amarraron y abusaron de mí po'(...) En la noche le empiezan a hacer... a tirarle agarrones, y si se deja, le va a pasarle lo... le van a hacerle cosas sexuales(...) a tocarle el traste, todo eso, o en la noche durmiendo le van a bajarle los slips, y si se deja que le den un agarrón, ya en la noche después le ponen una frazá, además como en la noche no cuidan los funcionarios la galería, le van a ponerle una frazá... y se lo van a violar." (Diego, caballo).

"(...) Son violados, son ultrajados(...) o sea, los mandan así al sacrificio(...) los toman y se los llevan pa' una pieza, le hacen dos, tres preguntas, si no conoce a nadie, el gallo sencillamente lo violan no más(...) o sea, generalmente las cuestiones son eh... primero lo empabulan al gallo, o sea, le pegan su platinazo, entiende, sus charchazos, sus patás, y de ahí al ver a cinco gallos así con cuchillas, el gallo qué va a hacer po." (Pablo, choro)

. Sí, el caballo es mandado al sacrificio, es la víctima que se necesita para constituir la comunidad de la que hablamos. Pero, ¿por qué este acto debiera ser fundante?, ¿qué lo hace adquirir tal dimensión? Dice René Girard, en su obra La violencia y lo sagrado 5/, que todo sacrificio tiene como fin expiar y desviar la violencia permanente que amenaza a las colectividades humanas; de modo que la violencia, que podría extenderse entre todos los integrantes de una comunidad, sólo recaiga en una víctima que en su propia inmolación la disipe y permita una convivencia pacífica. La violencia desgarra las relaciones humanas, en la intimidad acecha la muerte, afirma Girard. La pregunta es, entonces, ¿de qué forma la violación puede ser entendida como sacrificio?; y si la aceptamos en tanto tal, ¿cuál es la violencia que expía?

No cualquiera sirve como víctima en un sacrificio, ni el acto sacrificial sucede de cualquier modo. La eficacia depende de que el elegido sea el correcto y de que el procedimiento sea el adecuado. Si se yerra en estos dos aspectos, en vez de aplacar la violencia, el sacrificio la provocará. Escuchemos nuevamente:

"Bueno, llega un muchacho joven no cierto, primero está la persona que guerrear, porque tú tenís poca personalidad, muy pasivo, tan tranquilo, humilde no cierto, con la autoestima que la tienen por el suelo, además de eso no cierto, la autoestima que es baja no cierto, son gallos que no tienen conocidos, o sea, no son conocidos, no tiene a nadie que esté cerca de ellos no cierto, entonces eso significa que el tipo está solo, y un día determinado alguien lo vio, le agradó, lo encontró simpático no cierto, ya lo conquistan, por las buenas o por las malas." (Ricardo, gil)

"Son débil de mente aquí que, no han estado nunca presos, que cualquier cosa que uno les puede decirle.. se.. se acata.. Entonces uno de decirle "hace esto", va y lo hace.. porque, es como decirle que uno es un poco más fuerte que ellos, por el tiempo que lleva uno aquí. Esa es la jerarquía que hay..." (Aldo, choro con caballo) :lol2:

"Las víctimas son casi siempre cabros jóvenes, cabros con apariencia de tontitos y cuestiones, y cabros, de repente hombres de treinta años y cuestiones." (Pablo, choro)

"Se ofreció pà lavar los platos porque la realidad de que él nunca ha sido ladrón, o que esto, que esto otro y llega un momento de que pucha, en una rueda de chicha, como dicen, lo meten al medio y eso es guerrearlo, eso es guerrear, porque él no lo hizo por su voluntad." (Carlos, choro)

Insistimos: sólo quien tenga ciertas características puede ser investido como víctima. No se le conoce, por lo tanto, y este es un punto importante, no tiene quien lo pueda vengar, por lo cual se garantiza que la violencia no se multiplique; además es distinto: pasivo, más joven, débil de mente, con baja autoestima. Algo tiene de particular. No es ladrón, trabajaba fuera de la cárcel, primera vez que cae preso. Suma y sigue, las pistas son evidentes, sólo falta proceder. Además, en un determinado momento, y volvemos a lo del acto, se realiza el "ritual" de sacrificio. ¿Cuál? La violación.

Otra característica de este sacrificio es que los involucrados permanecen en el anonimato: se le tira una frazada encima para que no vea, o se lo droga, de modo que el interno violado no sepa quienes lo hicieron. Como en el pharmakos griego no se puede distinguir a nadie en la muchedumbre que avanza hacia la víctima para que salte por un precipicio. ¿Quién fue? Nadie, todos.

¿Qué resulta de ese sacrificio? La violación implica un corte en el coa una de sus denominaciones es cortar la carrera en el transcurso biográfico del afectado. Mientras esté en la cárcel la violación lo marca permanentemente. Ha sido fabricado uncaballo. Sí, luego de una violación se es caballo. Al contrario del sacrificio religioso la víctima es inmolada en parte, y permanece con vida. Su cotidaneidad será una constante réplica de ese sacrificio original, seguirá cumpliendo funciones sexuales, será insultado o golpeado o intercambiado. ¿Qué es un caballo, entonces?

"O sea, en el sentido de caballo, una basura no tanto como basura, pero, o sea, es una cosa no mas, un animal. Animal, el hecho de caballo no significa, significa eso, animal, o sea, no tiene otro significado, animal." (Ricardo, gil)

"Al caballo se lo mira con desprestigio con pena, de repente como que chuta dan ganas que se vaya en libertad, pa' que no sufra más. Queda aislado, del hecho de tomarse una tasa de té, tomarse un mate, tiene que tener todas sus cosas a parte (...) Porque, o sea del hecho que tiene relación con un hombre, quizás el hombre, quizás que no le hace, entonces debido a eso surge como un rechazo pa' el, o sea el tiene que tener sus cosas, tiene que estar en su lugar, o sea el no puede salirse de su margen de lo que el es no más, o sea en ese aspecto es bien sufrida la vida de ese gallo." (Pablo, choro)

Paradoja, si los animales sustituyeron a los seres humanos en los ritos sacrificiales de algunas religiones, en este sacrificio el ser humano reemplaza al animal. Luego de la violación no se es sino un caballo: "mamífero équido, doméstico, herbívoro, de gran utilidad". Ha sucedido una inversión sacrificial.

Diremos: sí, está bien, tiene algunas parecidos con un sacrificio, pero ¿para qué se lo requiere? Retomemos una de las hipótesis: la subjetividad masculina tiene un origen sacrificial. Lo que se sacrifica en el caballo no es su vida en términos biológicos sino que su masculinidad; la violación es un acto que obtura así como penetra la identidad y la colapsa. Luego de ser violado, quien fue víctima queda a disposición de los otros internos, habitualmente de uno que se "adueña" de él, para ser utilizado sexualmente y como fuerza de trabajo para el mantenimiento cotidiano dentro de la cárcel: lava, cocina, barre, hace los mandados; dicen que es "una dueña de casa". Sigamos escuchando:

"Yo creo que se le considera hombre o está muy cerca de asimilar a la hombría, ¿no cierto?, a la viveza, a ser vivo. O sea, un compadre que, por ejemplo, un compadre que pelea, no cierto, un compadre que usa la...cuchilla, que comparte ruedas de mate, o sea, en general todo lo que acerca al sistema carcelario pero interno, o sea, del reo eso ser considerado hombre, que use camaro, que tenga su pierna, que tenga su perkins. Aquí la hombría es como media relativa, de repente decir que un hombre es un hombre pero...creo es lo que se asemeja más a estar cerca de la hombría, según el concepto de acá." (Ricardo, gil)

"Los tratan mal, también los mandan a hacer las cosas porque a las finales está violao digamos, no tiene mérito, está ahí en su lugar, dejan su taza aparte, su plato, su cuchara aparte." (Iván, caballo)

"O sea, un caballito lo tienen pà hacer las cosas, lo tienen como señora en la noche, entendís." (Nora, travesti)

Dueña de casa durante el día, señora de noche. El caballo permite un orden, porque los choros no pueden dedicarse a labores domésticas, eso no es propio de un hombre. Si sólo hay individuos de sexo masculino y se necesitan mujeres, ¿qué se hace? Se fabrican como las muñecas de porcelana. El caballo ha sacrificado su hombría y se la ha "donado" a la comunidad de hombres. Vemos en qué punto amenaza la violencia: cualquiera puede ser, potencialmente, víctima en este sacrificio, a todos les cabe terminar lavando los platos. Pero eso implica un desorden y mucha violencia, porque cada cual opondrá la resistencia que pueda; además no todos están solos como el caballo, sino que mantienen alianzas con otros internos las carretas, las barcas, las cuadrillas, etc.- que suponen defensa mutua y venganza en caso de agresión. La muerte amenaza a cada uno. La violencia se debe dirigir a alguien en específico, hay que inmolar a uno por el bien de todos. Recordemos que si se es caballo se es basura, no se es nada y se vale muy poco.

¿Cómo resolver este dilema entre la masculinidad propia y el deseo y las necesidades de los otros? Un hombre nunca se dejará mandar por otro, a la vez que no se dedicará a lavar platos, cocinar, barrer y, mucho menos, será penetrado por otro hombre. ¿Qué hacemos? Todos somos víctimas potenciales y lo que está en juego es la misma subjetividad de cada quien, sus definiciones más preciadas, su estatus. La hombría de todos vale el sacrificio de uno, que asumirá lo que cada cual, en tanto hombre, no está dispuesto a asumir. Una ortopedia sacrificial para alejar los gritos de guerra: ha nacido una "mujer" de la costilla de cada hombre verdadero, de su semen, de sus puños. Lo que es sacrificado en el caballo recae sobre sus victimarios: su masculinidad, como la sangre bendita que expía, es "tomada" por cada interno, en este festín entre rejas. En el sacrificio siempre hay alguien que se pierde, en beneficio de otros, que recepcionan las propiedades inmoladas en la víctima.

Un interno que fue convertido en caballo dice que no entiende, ¿por qué me hicieron eso si hay mujeres u homosexuales? Nunca podrá entenderlo, nos reclama. Pero, tal vez, la respuesta está más cerca de lo que cree: es en tanto hombre que fue violado. Si fuera mujer u homosexual "que le gusta" 6/ no sería necesario y, más importante, su sacrificio no serviría, no tendría efecto.

"Por serl, cuando a mí e pasó esto me sentí mal, po, porque dije yo "puta, como hombre que me hagan esto, si hay mujeres". Uno piensa, cuando le están haciendo eso.. piensa ¡cualquier custión, po!.. se le viene cualquier custión a la mente, si hay mujeres porque no lo hacen, si hay homosexuales que les gusta por las de ellos, porque no se las hacen a ellos.... Uno nunca se va a dar a entender porque lo hacen..." (Diego, caballo)

En la ausencia de lo femenino, en tanto ausencia de mujeres, para que la masculinidad de unos reclusos pueda mantenerse es necesario ubicar a otros en una posición que, intersubjetivamente, tenga valor de femenino, un espacio que posibilite la referencia a una alteridad de lo masculino. La ofrenda del sacrificio permite mantener una homeostasis identitaria, en tanto a través de ella se introduce un elemento que permite sostener la diferencia, como punto de referencia necesario a la hora de establecer la propia identidad.

Pero a esta víctima no se le reconoce su gesto y el sacrificio es leído como una caída. No obstante entrega un don a su comunidad, ésta le devuelve una imagen funesta: el sacrifico es una pérdida y no una ganancia para quien es sacrificado. No es un derrotero sagrado el que sigue sino que uno monstruoso. El sacrificio participa de esta lógica de la guerra que hemos hipotetizado, se pierde o se gana. Pero atendamos a lo que se pierde: es una cualidad, una virtud; es una perdida metafísica, se pierde el honor, moneda de cambio de la masculinidad en su perfil más atávico. Otra vez las voces:

"Sí, sí, han salido tapados a puñalás pero se han salvado. Guardaron su honor, como se dice." (Carlos, choro)

"El honor, cuando una persona ya es perkineada, o la han usado como mujer, pierde el honor como delincuente y siempre lo va a perderlo." (Pablo, choro)

c) La guerra

Los presos conocen muy bien un secreto: la masculinidad no se tiene sino que se ejerce y quien deja de ejercerla la pierde. Es, por tanto, una batalla permanente de defensa y conquista, mantenerse como hombre y ser más hombre. Esta es la segunda hipótesis.

Las identidades, la subjetividad, son un campo de batalla. Se destruyen y se regeneran constantemente, insistentemente son azuzadas e invitadas al combate. Entre los presos los gestos, las miradas, el tono de la voz, la atención que se presta a un insulto, la respuesta que se da a una provocación, todo ello pone en juego la masculinidad. No hay descanso ni tregua, la vigilia es permanente y cada descuido, toda torpeza tiene un precio. Rapidez de mente, prontitud en la respuesta, agilidad en los golpes: esa es la hombría. Los presos conocen los requisitos que se le piden al hombre para mantenerse como tal; la guerra está declarada y los combatientes dispuestos, cada cual a su posición. Nos dicen:

"El tipo cuando es guerreado tiene dos alternativas, o lo guerrearon a tal punto que lo convierten, o pelea hasta la última porque no lo guerreen (...) Pelear, pelear, pelear, o sea, el tipo puede defender su integridad no cierto yendo hasta lo más extremo...y eso depende de cada uno." (Ricardo, gil)

"No..... lo que se fijan... por ser si a mí me.. si a mí me.. la primera vez que llegué me iban a pasarme a llevar, me pasaron a llevar, pero si yo hubiera peliao, no me hubiera dejao, hubiera peliao, hubiera quedao como choro, no me habrían molestao más." (Diego, caballo)

"Toda persona que es guerreá es guerreada una sola vez." (Carlos, choro)

Si la identidad masculina se juega en una guerra, el caballo es un vencido: no ha sabido defenderse, no supo pelear, fue avasallado por los otros combatientes. Detengámonos en las señas de esta guerra: primero se detecta con quien se combatirá, se tantea su capacidad de respuesta y ataque muy pasivo, humilde, tranquilo, sin autoestima-además no tiene "ejército", está solo; junto con esto es un territorio que se desea conquistar. Se inician los preparativos de la batalla: el elegido será guerreado. Se entrecruzan erotismo y violencia, deseo y castigo, vida y muerte. Sólo hay dos alternativas en esta guerra: pelea hasta la última o lo convierten, lo vencen. Entonces el caballo es un guerrero perdedor, que no se defendió en su momento. Antes de dar la batalla se dio por vencido y perdió su integridad. La violencia que el sacrificio expurga está pulsando en esta guerra permanente. Los acomodos son estratégicos, porque esta guerra es delimitada en el sacrificio: se saben cuáles serán las bajas y qué intensidad lograrán los ataques, resguardando el orden y las jerarquías.

Esto nos permite sostener que el factor central de la masculinidad en la cárcel es el poder. Se es hombre en tanto se pueda ejercer un poder y ocupar un lugar de privilegio y mandato en una compleja red de relaciones. El orden de las identidades es un orden de poder. En la guerra que hemos descrito se pelea por cuotas de poder. Ya no hay una metafísica identitaria, sino que una proliferación de actos y signos en los cuerpos, una intensificación de las miradas y las palabras. La batalla se libra en un campo semiótico. Se cierran las puertas.
Pelear sin miedo a morir, lo único que te mantiene "seguro" en la cárcel.
 
Creo que de acá sacaron la info

http://www.eurosur.org/FLACSO/artparr.htm




Subjetividad y sacrificio: configuración de la identidad masculina entre hombres encarcelados


a) Escenas de la vida conyugal 3/

Me pasaron a llevar: "La primera vez que llegué fue penca porque me pasaron a llevar, me violaron, anduve por calle y calle, no podía estar tranquilo en una calle, porque no se podía, al tiro te pasan a llevar (...) El primer día que llegué aquí abusaron de mí... me hicieron cosas... relaciones sexuales". Este es el relato de Diego, condenado a 7 años por robo con intimidación, preso en el Centro de Detención Preventiva Santiago Sur (ex Penitenciaria). Durante los casi 6 años y medio de encarcelamiento ha sido caballo, es decir, un reo que es utilizado sexualmente por otros internos bajo intimidación. Él viene de Melipilla, y antes de robar trabajaba con su papá en el campo; no sabía lo que era la cárcel y su aprendizaje fue duro. Sólo espera salir y no volver, la cárcel ha significado muchas humillaciones, demasiados malos tratos. Sobrevivió, cuenta, porque se hizo evangélico y "el Señor me da fuerzas", no como otros "cabros" que conoció, que se colgaron después que los violaron. Él ha resistido; es un sobreviviente.

La vida que hay adentro: "La gente que llega por primera vez y que, pucha, tuvo su primera equivocación y siempre trabajó en su vida y delinquió por necesidad quizás o nadie sabe por qué habrá delinquido, pero en un momento a otro delinquió y llegó preso, pucha, lamentablemente lo sometimos a la vida pesá que hay adentro, que es perkinearlo y lo de los maricones (...) Esas personas que yo les digo, la característica principal es que no son ladrones". Habla Carlos, condenado a 10 años por robo con fuerza, reincidente por tercera vez, respetado y temido en la cárcel; él siempre ha sido choro, es decir, un interno que hace carrera de delincuente y es reconocido por los otros; tiene prestigio y fama. Mientras estuvo preso tenía su perkins, un interno destinado a realizar labores domésticas. Carlos reivindica la ética del delincuente, es la voz de los ladrones-ladrones, de antiguo cuño, un poco pasados de moda luego que el neoliberalismo se instaló en las cárceles el poder de la plata, el individualismo extremo, etc.-. Él está en retirada, su mundo ya no es lo que fue, y no quiere adaptarse, prefiere "colgar los guantes" como los buenos boxeadores cuando se dan cuenta que no pueden seguir dando pelea.

El mundo es así: "¿Pero si ya está hecho?.. ¡chuta!, es lamentable.. porque uno.. este mundo es así, además que a uno no lo vienen a ver, si vinieran a verlo yo creo que no.. no lo haría uno.. siempre es por las cosas de.. cuando no lo vienen a verlo..., entonces uno pa'.. pa' desahogarse.. y.. y la persona le sigue gustando.. entonces uno lo..". Este trozo pertenece a Aldo, de 37 años, de los cuales 27 ha estado preso; él tiene un caballo, que "heredó" de otro interno, choro como él. Aldo no ha recibido visitas durante esta condena, su pareja "se aburrió" y ya no sabe de ella ni de su hija. Le faltan 5 años para salir, pero sólo ha vivido en la cárcel, es el único mundo que realmente conoce.

Estos son trozos de los relatos que recogimos durante nuestra investigación sobre sexualidad entre hombres encarcelados. Es la tibieza de las palabras ante la dureza de los hechos, la levedad de la historia ante la pesadez de la vida, por lo menos de estas vidas. Resumamos: el mundo - este mundo: la cárcel es así, y lo pasaron a llevar al caballo - porque, lamentablemente filón ético del discurso , todos tienen que someterse a la vida pesá que hay adentro. La conciencia de la "pesadez" de esta vida les pertenece, en primer lugar, a quienes la viven; nosotros sólo calibramos en la escritura lo que ya se ha dispuesto en los hechos. Este es el abismo de la interpretación, que puede dar cuenta de lo "sucedido" y permitir su comprensión y explicación, pero que no sabe qué hacer con los acontecimientos, que se olvida de la carne y de los golpes. Nosotros somos idealistas, los presos sólo creen en la materia y sus avatares; dispuestos a refutar cualquier conocimiento posible con sus propias historias, repetidas y contadas una y mil veces.

No haré una descripción exhaustiva de la investigación, porque mi interés central es desarrollar uno de los ribetes que configuran la sexualidad en las cárceles de hombres o, más bien, profundizar en uno de los campos que se abren al investigar sobre ella 4/ . No se entienda mal, porque no me referiré a la sexualidad en tanto conjunto de prácticas, ni siquiera diré qué es lo que hace o no el caballo. Dejaremos que el silencio y el pudor lo protejan, al menos en la escritura, para no replicar la misma exposición a la que es sometido en la cárcel. Sólo, por tanto, leeremos entre líneas.

Recalquemos que en nuestro intento enfrentamos el agotamiento de la capacidad misma del lenguaje de dar cuenta de sí y de sus referentes. Las palabras se interponen como muros entre el sentido y los acontecimientos, forzándonos a retroceder y capitular. Aquello que los mismos presos construyen como su relato, y que nosotros intentamos asir en alguno de sus pliegues, esa misma narración señala un límite: qué decir luego de que ellos nos han hablado, cómo "responder" en nuestra imaginación y nuestro intelecto a lo que se nos ha dicho. A final de cuentas es la vida lo que pulsa en la sintaxis y la gramática, es la rabia o el dolor lo que pugna por doblegar a las palabras reclamando un espacio en la memoria. La identidad es un buen señuelo para cazar fantasmas, porque más allá del discurso se curva el cuerpo y sudan las manos. ¿Quién lo dirá?; ¿cómo rastrear no sólo el significado sino que también su esfuerzo y su fractura o, tal vez, su mismo agotamiento e impotencia?

Si retomamos los trozos que transcribimos al principio del escrito, podemos rastrear dos tensiones que los cruzan en su conjunto: algo ha sucedido y en ello algunos internos han desempeñado diversos papeles en el sentido dramatúrgico- y, luego de consumado, alguien ha resultado especialmente afectado. No se menciona el hecho ni a sus protagonistas, pero sus sombras cubren los textos en su totalidad. Si hacemos un ejercicio de develamiento podemos determinar que el acontecimiento es la violación de un interno por parte de uno o varios de sus compañeros y que los actores son ellos: los mismos presos. ¿De quién dijimos, eufemísticamente, que resulta afectado? Sí, es el caballo. Tenemos, entonces, un hecho, unos participantes y un resultado.

Sólo hay eso, puntos en un diagrama, el de la sexualidad carcelaria. Proponemos unirlos siguiendo un par de hipótesis. Una de ellas señala que la subjetividad masculina sólo nos podemos aventurar en ella tiene un origen sacrificial y que su ejercicio requiere de un sacrificio permanente para sostenerse; la otra sostiene que dicha identidad se establece y se experimenta como una guerra. El sacrificio y la guerra anunciarán la identidad masculina y la trama de las identidades carcelarias, de los hombres presos, nos servirán de "prueba" para estas hipótesis.

b) El sacrificio

La violación es fundamentalmente un acto, es decir un conjunto de acciones situadas temporal y espacialmente, pero los procesos que gatilla y las consecuencias que tiene para quienes se ven involucrados en ella distan de estar acotadas a un espacio o a un tiempo determinado. En la violación se pliegan una serie de tensiones, se da resolución a un conjunto de dilemas, se instauran una variedad de vínculos. Podemos decir que la violación es un acto fundante. ¿Fundante de qué? De las relaciones que los hombres presos establecen entre sí y de una comunidad particular que posee una ética específica, una "utopía" propia, que enarbola una estética, que estructura una contidianidad singular. Escuchemos:

"Una persona en algún momento demuestra su debilidad, no peleó y entre todos lo guerrean, o sea, lo meten en medio y le empiezan a batirle como dicen, le pegan sus palos y el cabro... eso es guerrear, lo sometieron a la relación sexual, se tiró, eso es guerrear." (Carlos, choro)

"Yo voy llegando, y como a la una de la mañana me tiran una frazá en la cabeza, me amarraron y abusaron de mí po'(...) En la noche le empiezan a hacer... a tirarle agarrones, y si se deja, le va a pasarle lo... le van a hacerle cosas sexuales(...) a tocarle el traste, todo eso, o en la noche durmiendo le van a bajarle los slips, y si se deja que le den un agarrón, ya en la noche después le ponen una frazá, además como en la noche no cuidan los funcionarios la galería, le van a ponerle una frazá... y se lo van a violar." (Diego, caballo).

"(...) Son violados, son ultrajados(...) o sea, los mandan así al sacrificio(...) los toman y se los llevan pa' una pieza, le hacen dos, tres preguntas, si no conoce a nadie, el gallo sencillamente lo violan no más(...) o sea, generalmente las cuestiones son eh... primero lo empabulan al gallo, o sea, le pegan su platinazo, entiende, sus charchazos, sus patás, y de ahí al ver a cinco gallos así con cuchillas, el gallo qué va a hacer po." (Pablo, choro)

. Sí, el caballo es mandado al sacrificio, es la víctima que se necesita para constituir la comunidad de la que hablamos. Pero, ¿por qué este acto debiera ser fundante?, ¿qué lo hace adquirir tal dimensión? Dice René Girard, en su obra La violencia y lo sagrado 5/, que todo sacrificio tiene como fin expiar y desviar la violencia permanente que amenaza a las colectividades humanas; de modo que la violencia, que podría extenderse entre todos los integrantes de una comunidad, sólo recaiga en una víctima que en su propia inmolación la disipe y permita una convivencia pacífica. La violencia desgarra las relaciones humanas, en la intimidad acecha la muerte, afirma Girard. La pregunta es, entonces, ¿de qué forma la violación puede ser entendida como sacrificio?; y si la aceptamos en tanto tal, ¿cuál es la violencia que expía?

No cualquiera sirve como víctima en un sacrificio, ni el acto sacrificial sucede de cualquier modo. La eficacia depende de que el elegido sea el correcto y de que el procedimiento sea el adecuado. Si se yerra en estos dos aspectos, en vez de aplacar la violencia, el sacrificio la provocará. Escuchemos nuevamente:

"Bueno, llega un muchacho joven no cierto, primero está la persona que guerrear, porque tú tenís poca personalidad, muy pasivo, tan tranquilo, humilde no cierto, con la autoestima que la tienen por el suelo, además de eso no cierto, la autoestima que es baja no cierto, son gallos que no tienen conocidos, o sea, no son conocidos, no tiene a nadie que esté cerca de ellos no cierto, entonces eso significa que el tipo está solo, y un día determinado alguien lo vio, le agradó, lo encontró simpático no cierto, ya lo conquistan, por las buenas o por las malas." (Ricardo, gil)

"Son débil de mente aquí que, no han estado nunca presos, que cualquier cosa que uno les puede decirle.. se.. se acata.. Entonces uno de decirle "hace esto", va y lo hace.. porque, es como decirle que uno es un poco más fuerte que ellos, por el tiempo que lleva uno aquí. Esa es la jerarquía que hay..." (Aldo, choro con caballo) :lol2:

"Las víctimas son casi siempre cabros jóvenes, cabros con apariencia de tontitos y cuestiones, y cabros, de repente hombres de treinta años y cuestiones." (Pablo, choro)

"Se ofreció pà lavar los platos porque la realidad de que él nunca ha sido ladrón, o que esto, que esto otro y llega un momento de que pucha, en una rueda de chicha, como dicen, lo meten al medio y eso es guerrearlo, eso es guerrear, porque él no lo hizo por su voluntad." (Carlos, choro)

Insistimos: sólo quien tenga ciertas características puede ser investido como víctima. No se le conoce, por lo tanto, y este es un punto importante, no tiene quien lo pueda vengar, por lo cual se garantiza que la violencia no se multiplique; además es distinto: pasivo, más joven, débil de mente, con baja autoestima. Algo tiene de particular. No es ladrón, trabajaba fuera de la cárcel, primera vez que cae preso. Suma y sigue, las pistas son evidentes, sólo falta proceder. Además, en un determinado momento, y volvemos a lo del acto, se realiza el "ritual" de sacrificio. ¿Cuál? La violación.

Otra característica de este sacrificio es que los involucrados permanecen en el anonimato: se le tira una frazada encima para que no vea, o se lo droga, de modo que el interno violado no sepa quienes lo hicieron. Como en el pharmakos griego no se puede distinguir a nadie en la muchedumbre que avanza hacia la víctima para que salte por un precipicio. ¿Quién fue? Nadie, todos.

¿Qué resulta de ese sacrificio? La violación implica un corte en el coa una de sus denominaciones es cortar la carrera en el transcurso biográfico del afectado. Mientras esté en la cárcel la violación lo marca permanentemente. Ha sido fabricado uncaballo. Sí, luego de una violación se es caballo. Al contrario del sacrificio religioso la víctima es inmolada en parte, y permanece con vida. Su cotidaneidad será una constante réplica de ese sacrificio original, seguirá cumpliendo funciones sexuales, será insultado o golpeado o intercambiado. ¿Qué es un caballo, entonces?

"O sea, en el sentido de caballo, una basura no tanto como basura, pero, o sea, es una cosa no mas, un animal. Animal, el hecho de caballo no significa, significa eso, animal, o sea, no tiene otro significado, animal." (Ricardo, gil)

"Al caballo se lo mira con desprestigio con pena, de repente como que chuta dan ganas que se vaya en libertad, pa' que no sufra más. Queda aislado, del hecho de tomarse una tasa de té, tomarse un mate, tiene que tener todas sus cosas a parte (...) Porque, o sea del hecho que tiene relación con un hombre, quizás el hombre, quizás que no le hace, entonces debido a eso surge como un rechazo pa' el, o sea el tiene que tener sus cosas, tiene que estar en su lugar, o sea el no puede salirse de su margen de lo que el es no más, o sea en ese aspecto es bien sufrida la vida de ese gallo." (Pablo, choro)

Paradoja, si los animales sustituyeron a los seres humanos en los ritos sacrificiales de algunas religiones, en este sacrificio el ser humano reemplaza al animal. Luego de la violación no se es sino un caballo: "mamífero équido, doméstico, herbívoro, de gran utilidad". Ha sucedido una inversión sacrificial.

Diremos: sí, está bien, tiene algunas parecidos con un sacrificio, pero ¿para qué se lo requiere? Retomemos una de las hipótesis: la subjetividad masculina tiene un origen sacrificial. Lo que se sacrifica en el caballo no es su vida en términos biológicos sino que su masculinidad; la violación es un acto que obtura así como penetra la identidad y la colapsa. Luego de ser violado, quien fue víctima queda a disposición de los otros internos, habitualmente de uno que se "adueña" de él, para ser utilizado sexualmente y como fuerza de trabajo para el mantenimiento cotidiano dentro de la cárcel: lava, cocina, barre, hace los mandados; dicen que es "una dueña de casa". Sigamos escuchando:

"Yo creo que se le considera hombre o está muy cerca de asimilar a la hombría, ¿no cierto?, a la viveza, a ser vivo. O sea, un compadre que, por ejemplo, un compadre que pelea, no cierto, un compadre que usa la...cuchilla, que comparte ruedas de mate, o sea, en general todo lo que acerca al sistema carcelario pero interno, o sea, del reo eso ser considerado hombre, que use camaro, que tenga su pierna, que tenga su perkins. Aquí la hombría es como media relativa, de repente decir que un hombre es un hombre pero...creo es lo que se asemeja más a estar cerca de la hombría, según el concepto de acá." (Ricardo, gil)

"Los tratan mal, también los mandan a hacer las cosas porque a las finales está violao digamos, no tiene mérito, está ahí en su lugar, dejan su taza aparte, su plato, su cuchara aparte." (Iván, caballo)

"O sea, un caballito lo tienen pà hacer las cosas, lo tienen como señora en la noche, entendís." (Nora, travesti)

Dueña de casa durante el día, señora de noche. El caballo permite un orden, porque los choros no pueden dedicarse a labores domésticas, eso no es propio de un hombre. Si sólo hay individuos de sexo masculino y se necesitan mujeres, ¿qué se hace? Se fabrican como las muñecas de porcelana. El caballo ha sacrificado su hombría y se la ha "donado" a la comunidad de hombres. Vemos en qué punto amenaza la violencia: cualquiera puede ser, potencialmente, víctima en este sacrificio, a todos les cabe terminar lavando los platos. Pero eso implica un desorden y mucha violencia, porque cada cual opondrá la resistencia que pueda; además no todos están solos como el caballo, sino que mantienen alianzas con otros internos las carretas, las barcas, las cuadrillas, etc.- que suponen defensa mutua y venganza en caso de agresión. La muerte amenaza a cada uno. La violencia se debe dirigir a alguien en específico, hay que inmolar a uno por el bien de todos. Recordemos que si se es caballo se es basura, no se es nada y se vale muy poco.

¿Cómo resolver este dilema entre la masculinidad propia y el deseo y las necesidades de los otros? Un hombre nunca se dejará mandar por otro, a la vez que no se dedicará a lavar platos, cocinar, barrer y, mucho menos, será penetrado por otro hombre. ¿Qué hacemos? Todos somos víctimas potenciales y lo que está en juego es la misma subjetividad de cada quien, sus definiciones más preciadas, su estatus. La hombría de todos vale el sacrificio de uno, que asumirá lo que cada cual, en tanto hombre, no está dispuesto a asumir. Una ortopedia sacrificial para alejar los gritos de guerra: ha nacido una "mujer" de la costilla de cada hombre verdadero, de su semen, de sus puños. Lo que es sacrificado en el caballo recae sobre sus victimarios: su masculinidad, como la sangre bendita que expía, es "tomada" por cada interno, en este festín entre rejas. En el sacrificio siempre hay alguien que se pierde, en beneficio de otros, que recepcionan las propiedades inmoladas en la víctima.

Un interno que fue convertido en caballo dice que no entiende, ¿por qué me hicieron eso si hay mujeres u homosexuales? Nunca podrá entenderlo, nos reclama. Pero, tal vez, la respuesta está más cerca de lo que cree: es en tanto hombre que fue violado. Si fuera mujer u homosexual "que le gusta" 6/ no sería necesario y, más importante, su sacrificio no serviría, no tendría efecto.

"Por serl, cuando a mí e pasó esto me sentí mal, po, porque dije yo "puta, como hombre que me hagan esto, si hay mujeres". Uno piensa, cuando le están haciendo eso.. piensa ¡cualquier custión, po!.. se le viene cualquier custión a la mente, si hay mujeres porque no lo hacen, si hay homosexuales que les gusta por las de ellos, porque no se las hacen a ellos.... Uno nunca se va a dar a entender porque lo hacen..." (Diego, caballo)

En la ausencia de lo femenino, en tanto ausencia de mujeres, para que la masculinidad de unos reclusos pueda mantenerse es necesario ubicar a otros en una posición que, intersubjetivamente, tenga valor de femenino, un espacio que posibilite la referencia a una alteridad de lo masculino. La ofrenda del sacrificio permite mantener una homeostasis identitaria, en tanto a través de ella se introduce un elemento que permite sostener la diferencia, como punto de referencia necesario a la hora de establecer la propia identidad.

Pero a esta víctima no se le reconoce su gesto y el sacrificio es leído como una caída. No obstante entrega un don a su comunidad, ésta le devuelve una imagen funesta: el sacrifico es una pérdida y no una ganancia para quien es sacrificado. No es un derrotero sagrado el que sigue sino que uno monstruoso. El sacrificio participa de esta lógica de la guerra que hemos hipotetizado, se pierde o se gana. Pero atendamos a lo que se pierde: es una cualidad, una virtud; es una perdida metafísica, se pierde el honor, moneda de cambio de la masculinidad en su perfil más atávico. Otra vez las voces:

"Sí, sí, han salido tapados a puñalás pero se han salvado. Guardaron su honor, como se dice." (Carlos, choro)

"El honor, cuando una persona ya es perkineada, o la han usado como mujer, pierde el honor como delincuente y siempre lo va a perderlo." (Pablo, choro)

c) La guerra

Los presos conocen muy bien un secreto: la masculinidad no se tiene sino que se ejerce y quien deja de ejercerla la pierde. Es, por tanto, una batalla permanente de defensa y conquista, mantenerse como hombre y ser más hombre. Esta es la segunda hipótesis.

Las identidades, la subjetividad, son un campo de batalla. Se destruyen y se regeneran constantemente, insistentemente son azuzadas e invitadas al combate. Entre los presos los gestos, las miradas, el tono de la voz, la atención que se presta a un insulto, la respuesta que se da a una provocación, todo ello pone en juego la masculinidad. No hay descanso ni tregua, la vigilia es permanente y cada descuido, toda torpeza tiene un precio. Rapidez de mente, prontitud en la respuesta, agilidad en los golpes: esa es la hombría. Los presos conocen los requisitos que se le piden al hombre para mantenerse como tal; la guerra está declarada y los combatientes dispuestos, cada cual a su posición. Nos dicen:

"El tipo cuando es guerreado tiene dos alternativas, o lo guerrearon a tal punto que lo convierten, o pelea hasta la última porque no lo guerreen (...) Pelear, pelear, pelear, o sea, el tipo puede defender su integridad no cierto yendo hasta lo más extremo...y eso depende de cada uno." (Ricardo, gil)

"No..... lo que se fijan... por ser si a mí me.. si a mí me.. la primera vez que llegué me iban a pasarme a llevar, me pasaron a llevar, pero si yo hubiera peliao, no me hubiera dejao, hubiera peliao, hubiera quedao como choro, no me habrían molestao más." (Diego, caballo)

"Toda persona que es guerreá es guerreada una sola vez." (Carlos, choro)

Si la identidad masculina se juega en una guerra, el caballo es un vencido: no ha sabido defenderse, no supo pelear, fue avasallado por los otros combatientes. Detengámonos en las señas de esta guerra: primero se detecta con quien se combatirá, se tantea su capacidad de respuesta y ataque muy pasivo, humilde, tranquilo, sin autoestima-además no tiene "ejército", está solo; junto con esto es un territorio que se desea conquistar. Se inician los preparativos de la batalla: el elegido será guerreado. Se entrecruzan erotismo y violencia, deseo y castigo, vida y muerte. Sólo hay dos alternativas en esta guerra: pelea hasta la última o lo convierten, lo vencen. Entonces el caballo es un guerrero perdedor, que no se defendió en su momento. Antes de dar la batalla se dio por vencido y perdió su integridad. La violencia que el sacrificio expurga está pulsando en esta guerra permanente. Los acomodos son estratégicos, porque esta guerra es delimitada en el sacrificio: se saben cuáles serán las bajas y qué intensidad lograrán los ataques, resguardando el orden y las jerarquías.

Esto nos permite sostener que el factor central de la masculinidad en la cárcel es el poder. Se es hombre en tanto se pueda ejercer un poder y ocupar un lugar de privilegio y mandato en una compleja red de relaciones. El orden de las identidades es un orden de poder. En la guerra que hemos descrito se pelea por cuotas de poder. Ya no hay una metafísica identitaria, sino que una proliferación de actos y signos en los cuerpos, una intensificación de las miradas y las palabras. La batalla se libra en un campo semiótico. Se cierran las puertas.
:ohno: wn latero por la chucha...medio papiro. Mejor deja el puro link
 
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