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Hij@'e Puta
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Puse esto en El Muro porque hay más movimiento, pero si lo mueven a Historia no hay problema.
Era el 22 de Junio de 1941, cuando inesperadamente una devastadora tormenta de fuego cubrió un extenso territorio continental desde el Ártico hasta el Mar Negro. Instantes después, millones de hombres se abalanzaron sobre la Unión Soviética. Europa había comenzado el ataque, su objetivo, la conquista del espacio vital en Oriente que se conoció como la “Operación Barbarroja”.
Nunca la Unión Soviética ni Stalin esperaron agresión alguna por parte del Tercer Reich a pesar de que los vuelos de reconocimiento indicaban una alta presencia de tropas alemanas y rumanas en la frontera. Tampoco los soviéticos hicieron caso a la información que el Reino Unido descifró acerca de la invasión (los servicios británicos acertaron incluso el día), ni a las 84 advertencias distintas por otras fuentes. Tal fue la obcecación del Kremlin que cuando el sábado 21 de Junio de 1941 (24 horas antes del ataque), un soldado alemán desertó y cruzó la frontera para revelar el plan de Hitler a los rusos, Stalin desoyó al muchacho y ordenó fusilarlo.
Alemania reunió a un total de 3.050.000 soldados, 4.300 aviones, 3.000 tanques, 7.184 cañones, 500.000 vehículos y 625.000 caballos repartidos en un total de 105 divisiones (69 de infantería, 17 blindadas Panzer, 8 motorizadas, 5 de las Waffen-SS, 3 de montaña, 2 ligeras y 1 de caballería); más 1 brigada ligera y 1 regimiento especial. Tales fuerzas se distribuyeron de la siguiente manera: el Grupo de Ejércitos Norte al mando del mariscal Wilhelm Ritter Von Leeb desde Prusia Oriental a Polonia Septentrional con el XVI Ejército y el IV Grupo Panzer (IV Panzergruppe); el Grupo de Ejércitos Centro del mariscal Fedor Von Bock en Polonia con los IV y IX Ejércitos, el II Grupo Panzer (II Panzergruppe) y el III Grupo Panzer (III Panzergruppe); el Grupo de Ejércitos Sur del mariscal Gerd Von Rundest desde la frontera de Hungría a Rumanía con los VI, XI y XVII Ejércitos, el I Grupo Panzer (I Panzergruppe); y el Ejército de Noruega del general Eduard Dietl con el XXXVI Cuerpo de Montaña en Laponia y el Ártico.
A las 3:15 horas de la noche del domingo 22 de Junio de 1941, miles de bocas de piezas de artillería abrieron fuego contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a lo largo de un extenso frente de guerra que proyectaba 1.700 kilómetros desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro. Sobre toda la línea del horizonte los proyectiles descendieron en parábola y explosionaron desatando un auténtico infierno. Justo tras aquella repentina tempestad de polvo y fuego, más de tres millones de soldados traspasaron la frontera de Occidente con la “patria del proletariado”. A los rusos el ataque les encontró totalmente desprevenidos ante una agresión premeditada que jugó un factor sorpresa crucial y devastador porque el Eje, como si fuese una marea imparable que anunciase el apocalipsis, lanzó sus oleadas de alemanes, rumanos, finlandeses, húngaros y eslovacos a invadir la Unión Soviética. La “Operación Barbarroja” había comenzado.
Junto con el bombardeo de artillería preliminar, los aviones de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) sembraron el terror en las ciudades soviéticas más importantes destruyendo metrópolis y aeropuertos sobre Mogilev, Kíev, Múrmansk, Tallin, Odessa, Grodno, Brest, Bialystock, Lida, Volkovysk, Slonim, etcétera. Todos los centros logísticos, cuarteles, aeródromos y concentraciones de tropas fueron martilleadas desde el aire, en especial por los bombarderos en picado Stukas que tuvieron una certera puntería. Aproximadamente fueron pulverizados en tierra más de 3.000 aviones soviéticos a costa de ser únicamente derribados 63 alemanes. También los cañones de largo alcance y los trenes blindados se sumaron al polvorín, mientras que desde tierra los tanques Panzer se adelantaron en columnas a su propia infantería sobre todos los puestos fronterizos. Sorprendidos y no sabiendo cómo reaccionar, miles de soldados rusos se rindieron sin pegar un sólo tiro. Algunos incluso fueron despertados por las tropas del Eje en sus camas e inmediatamente arrestados. Tampoco los tanques soviéticos tuvieron suerte porque al encontrarse tan dispersos sobre el terreno, fueron blancos fáciles para las organizadas puntas acorazadas Panzer que los destruyeron uno a uno como si estuvieran de cacería. Hasta los paracaidistas que descendieron en zonas clave ayudaron a incrementar la confusión entre los mandos de un Ejército Rojo que no sabía lo que sucedía y menos aún que más de 100.000 soldados soviéticos habían sido capturados sin tan siquiera haber empuñado un arma.
Tres cuartos de hora después de haberse producido las primeras descargas de la artillería y la aviación alemana sobre territorio de la URSS, el Ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich, Joachim Von Ribbentropp, entregó la declaración de guerra al embajador ruso en Berlín. Al mismo tiempo, el embajador alemán en Moscú, Karl Von Shulenburg, se presentó en el Kremlin ante el Ministro de Asuntos Exteriores, Viacheslav Molotov, para también comunicarle por escrito la declaración de guerra. Como era lógico, Molotov se sintió muy dolido ante aquella acción porque hasta ese momento los pueblos ruso y alemán habían sido amigos. De hecho tal fue la indignación que el propio Molotov respondió a Schulenburg: ” Es la guerra. Sus aviones acaban de bombardear alrededor de diez aldeas desprotegidas, ¿le parece que nos merecíamos esto? “.
Mientras millones de hombres invadían el país, nadie fuera del frente parecía saber lo qué estaba ocurriendo. Ningún alto mando reaccionó, ni siquiera Stalin que seguía sin creerse el ataque, llegando incluso a enviar una orden al Ejército Rojo en el que se prohibía estrictamente disparar a la artillería. Curiosamente, al mismo tiempo que las radios y periódicos de todo el mundo se escandalizaban por el devastador ataque alemán, el único país que no supo nada fue la propia URSS como consecuencia de la censura. De hecho la capital de Moscú se despertó como un día cualquiera y como si no sucediese nada interesante. La gente marchaba al trabajo con normalidad y los titulares del diario Pravda se referían al “Interés del pueblo por nuestras escuelas”.
El Grupo de Ejércitos Norte desde Prusia Oriental cruzó la frontera con la URSS por Bielorrúsia y Letonia, justo en el mismo instante que IV Panzergruppe aplastaba a un gran cúmulo de tanques soviéticos en una de las orillas del Río Bug y eliminaba a la guarnición rusa de Taurage. Por delante de dichos carros, los zapadores alemanes levantaron puentes artificiales al otro lado del río y por tanto facilitaron a sus vehículos cruzar al margen opuesto, penetrando más de 60 kilómetros de territorio ruso el primer día. Simultáneamente desde el Memel, los tanques del mariscal Erich Von Manstein batieron un récord todavía mayor avanzando más de 80 kilómetros y dejando un rastro destructivo a sus espaldas de búnkers y fortificaciones neutralizadas.
El Grupo de Ejércitos Centro partió desde el Gobierno General de Polonia hacia la Polonia Oriental (anexionada por la URSS en 1939) tomando como dirección el eje de Brest-Litovsk. Curiosamente esa misma noche, los alemanes capturaron un tren soviético con caucho que viajaba hacia Alemania para cumplir con los acuerdos comerciales de bienes materiales que Moscú tenía firmado con Berlín antes de la ruptura de hostilidades. Sin embargo el foco de atención se centró en la ciudad de Brest-Litovsk, la cual tras ser bombardeada por seis morteros gigantes emplazados en raíles, fue asaltada mediante la incursión de un tren blindado Panzerzüge con el que se cruzó el puente hacia la metrópoli y desde donde se depositaron tropas que acabaron por controlar la urbe. Ocupada Brest-Litovsk, toda su guarnición quedó atrapada en la Fortaleza de Brest (la cual resistiría heroicamente algunas jornadas hasta ser las 6ª y 42ª Divisiones de Fusileros Soviéticas aniquiladas con 7.000 prisioneros).
El Grupo de Ejércitos Sur estacionado en Rumanía y Hungría cruzó la frontera de la Unión Soviética pasando el Río Bug bajo la eficaz cobertura de los cañones de 88 milímetros emplazados en la orilla opuesta. Primeramente tropas germano-húngaras se hicieron con Wlodawa, luego la 14ª División Panzer aseguró el Puente de Hrubaschow y la 25ª División de Infantería Húngara, junto con el apoyo de la 101ª División Ligera Alemana, vencieron a la resistencia soviética y entraron en Przemysl. Paralelamente a esta acción tanques alemanes conquistaron Równo y tropas rumanas establecieron posiciones sobre las demarcaciones de Besarabia y Bukovina a la espera de dar el salto definitivo hacia Ucrania. Tampoco faltaron los insurgentes de la Unión de Nacionalistas Ucranianos, cuyos comandos aseguraron los márgenes del Río San y conquistaron la importante ciudad de Lvov mediante una exitosa rebelión interna.
Fuente: http://www.eurasia1945.com/batallas/contienda/operacion-barbarroja/
Era el 22 de Junio de 1941, cuando inesperadamente una devastadora tormenta de fuego cubrió un extenso territorio continental desde el Ártico hasta el Mar Negro. Instantes después, millones de hombres se abalanzaron sobre la Unión Soviética. Europa había comenzado el ataque, su objetivo, la conquista del espacio vital en Oriente que se conoció como la “Operación Barbarroja”.
Nunca la Unión Soviética ni Stalin esperaron agresión alguna por parte del Tercer Reich a pesar de que los vuelos de reconocimiento indicaban una alta presencia de tropas alemanas y rumanas en la frontera. Tampoco los soviéticos hicieron caso a la información que el Reino Unido descifró acerca de la invasión (los servicios británicos acertaron incluso el día), ni a las 84 advertencias distintas por otras fuentes. Tal fue la obcecación del Kremlin que cuando el sábado 21 de Junio de 1941 (24 horas antes del ataque), un soldado alemán desertó y cruzó la frontera para revelar el plan de Hitler a los rusos, Stalin desoyó al muchacho y ordenó fusilarlo.
Alemania reunió a un total de 3.050.000 soldados, 4.300 aviones, 3.000 tanques, 7.184 cañones, 500.000 vehículos y 625.000 caballos repartidos en un total de 105 divisiones (69 de infantería, 17 blindadas Panzer, 8 motorizadas, 5 de las Waffen-SS, 3 de montaña, 2 ligeras y 1 de caballería); más 1 brigada ligera y 1 regimiento especial. Tales fuerzas se distribuyeron de la siguiente manera: el Grupo de Ejércitos Norte al mando del mariscal Wilhelm Ritter Von Leeb desde Prusia Oriental a Polonia Septentrional con el XVI Ejército y el IV Grupo Panzer (IV Panzergruppe); el Grupo de Ejércitos Centro del mariscal Fedor Von Bock en Polonia con los IV y IX Ejércitos, el II Grupo Panzer (II Panzergruppe) y el III Grupo Panzer (III Panzergruppe); el Grupo de Ejércitos Sur del mariscal Gerd Von Rundest desde la frontera de Hungría a Rumanía con los VI, XI y XVII Ejércitos, el I Grupo Panzer (I Panzergruppe); y el Ejército de Noruega del general Eduard Dietl con el XXXVI Cuerpo de Montaña en Laponia y el Ártico.
A las 3:15 horas de la noche del domingo 22 de Junio de 1941, miles de bocas de piezas de artillería abrieron fuego contra la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas a lo largo de un extenso frente de guerra que proyectaba 1.700 kilómetros desde el Mar Báltico hasta el Mar Negro. Sobre toda la línea del horizonte los proyectiles descendieron en parábola y explosionaron desatando un auténtico infierno. Justo tras aquella repentina tempestad de polvo y fuego, más de tres millones de soldados traspasaron la frontera de Occidente con la “patria del proletariado”. A los rusos el ataque les encontró totalmente desprevenidos ante una agresión premeditada que jugó un factor sorpresa crucial y devastador porque el Eje, como si fuese una marea imparable que anunciase el apocalipsis, lanzó sus oleadas de alemanes, rumanos, finlandeses, húngaros y eslovacos a invadir la Unión Soviética. La “Operación Barbarroja” había comenzado.
Junto con el bombardeo de artillería preliminar, los aviones de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe) sembraron el terror en las ciudades soviéticas más importantes destruyendo metrópolis y aeropuertos sobre Mogilev, Kíev, Múrmansk, Tallin, Odessa, Grodno, Brest, Bialystock, Lida, Volkovysk, Slonim, etcétera. Todos los centros logísticos, cuarteles, aeródromos y concentraciones de tropas fueron martilleadas desde el aire, en especial por los bombarderos en picado Stukas que tuvieron una certera puntería. Aproximadamente fueron pulverizados en tierra más de 3.000 aviones soviéticos a costa de ser únicamente derribados 63 alemanes. También los cañones de largo alcance y los trenes blindados se sumaron al polvorín, mientras que desde tierra los tanques Panzer se adelantaron en columnas a su propia infantería sobre todos los puestos fronterizos. Sorprendidos y no sabiendo cómo reaccionar, miles de soldados rusos se rindieron sin pegar un sólo tiro. Algunos incluso fueron despertados por las tropas del Eje en sus camas e inmediatamente arrestados. Tampoco los tanques soviéticos tuvieron suerte porque al encontrarse tan dispersos sobre el terreno, fueron blancos fáciles para las organizadas puntas acorazadas Panzer que los destruyeron uno a uno como si estuvieran de cacería. Hasta los paracaidistas que descendieron en zonas clave ayudaron a incrementar la confusión entre los mandos de un Ejército Rojo que no sabía lo que sucedía y menos aún que más de 100.000 soldados soviéticos habían sido capturados sin tan siquiera haber empuñado un arma.
Tres cuartos de hora después de haberse producido las primeras descargas de la artillería y la aviación alemana sobre territorio de la URSS, el Ministro de Asuntos Exteriores del Tercer Reich, Joachim Von Ribbentropp, entregó la declaración de guerra al embajador ruso en Berlín. Al mismo tiempo, el embajador alemán en Moscú, Karl Von Shulenburg, se presentó en el Kremlin ante el Ministro de Asuntos Exteriores, Viacheslav Molotov, para también comunicarle por escrito la declaración de guerra. Como era lógico, Molotov se sintió muy dolido ante aquella acción porque hasta ese momento los pueblos ruso y alemán habían sido amigos. De hecho tal fue la indignación que el propio Molotov respondió a Schulenburg: ” Es la guerra. Sus aviones acaban de bombardear alrededor de diez aldeas desprotegidas, ¿le parece que nos merecíamos esto? “.
Mientras millones de hombres invadían el país, nadie fuera del frente parecía saber lo qué estaba ocurriendo. Ningún alto mando reaccionó, ni siquiera Stalin que seguía sin creerse el ataque, llegando incluso a enviar una orden al Ejército Rojo en el que se prohibía estrictamente disparar a la artillería. Curiosamente, al mismo tiempo que las radios y periódicos de todo el mundo se escandalizaban por el devastador ataque alemán, el único país que no supo nada fue la propia URSS como consecuencia de la censura. De hecho la capital de Moscú se despertó como un día cualquiera y como si no sucediese nada interesante. La gente marchaba al trabajo con normalidad y los titulares del diario Pravda se referían al “Interés del pueblo por nuestras escuelas”.
El Grupo de Ejércitos Norte desde Prusia Oriental cruzó la frontera con la URSS por Bielorrúsia y Letonia, justo en el mismo instante que IV Panzergruppe aplastaba a un gran cúmulo de tanques soviéticos en una de las orillas del Río Bug y eliminaba a la guarnición rusa de Taurage. Por delante de dichos carros, los zapadores alemanes levantaron puentes artificiales al otro lado del río y por tanto facilitaron a sus vehículos cruzar al margen opuesto, penetrando más de 60 kilómetros de territorio ruso el primer día. Simultáneamente desde el Memel, los tanques del mariscal Erich Von Manstein batieron un récord todavía mayor avanzando más de 80 kilómetros y dejando un rastro destructivo a sus espaldas de búnkers y fortificaciones neutralizadas.
El Grupo de Ejércitos Centro partió desde el Gobierno General de Polonia hacia la Polonia Oriental (anexionada por la URSS en 1939) tomando como dirección el eje de Brest-Litovsk. Curiosamente esa misma noche, los alemanes capturaron un tren soviético con caucho que viajaba hacia Alemania para cumplir con los acuerdos comerciales de bienes materiales que Moscú tenía firmado con Berlín antes de la ruptura de hostilidades. Sin embargo el foco de atención se centró en la ciudad de Brest-Litovsk, la cual tras ser bombardeada por seis morteros gigantes emplazados en raíles, fue asaltada mediante la incursión de un tren blindado Panzerzüge con el que se cruzó el puente hacia la metrópoli y desde donde se depositaron tropas que acabaron por controlar la urbe. Ocupada Brest-Litovsk, toda su guarnición quedó atrapada en la Fortaleza de Brest (la cual resistiría heroicamente algunas jornadas hasta ser las 6ª y 42ª Divisiones de Fusileros Soviéticas aniquiladas con 7.000 prisioneros).
El Grupo de Ejércitos Sur estacionado en Rumanía y Hungría cruzó la frontera de la Unión Soviética pasando el Río Bug bajo la eficaz cobertura de los cañones de 88 milímetros emplazados en la orilla opuesta. Primeramente tropas germano-húngaras se hicieron con Wlodawa, luego la 14ª División Panzer aseguró el Puente de Hrubaschow y la 25ª División de Infantería Húngara, junto con el apoyo de la 101ª División Ligera Alemana, vencieron a la resistencia soviética y entraron en Przemysl. Paralelamente a esta acción tanques alemanes conquistaron Równo y tropas rumanas establecieron posiciones sobre las demarcaciones de Besarabia y Bukovina a la espera de dar el salto definitivo hacia Ucrania. Tampoco faltaron los insurgentes de la Unión de Nacionalistas Ucranianos, cuyos comandos aseguraron los márgenes del Río San y conquistaron la importante ciudad de Lvov mediante una exitosa rebelión interna.
Fuente: http://www.eurasia1945.com/batallas/contienda/operacion-barbarroja/