Esto lo puse en un tema iniciado por mi:
https://www.antronio.cl/temas/chile-un-país-de-fachos-pobres.1354109/ , pero lo pego nuevamente:
Hoy en día, la derecha tiene mucho más que ofrecer a la clase obrera que la izquierda por las siguientes razones:
1. DESCONEXIÓN ABSOLUTA DE LA IZQUIERDA CON LA REALIDAD DEL PUEBLO.
La izquierda, por ideología, ignoran deliberadamente las preocupaciones del pueblo. Las principales preocupaciones del pueblo son las siguientes: Trabajo y comida.
La gente trabajadora necesita mantener a su familia, no necesitan de políticas progresistas, no necesita de democracia, lgtb, feminismo, multiculturalismo, ambientalismo, etc., causas por las cuales la izquierda se ha abanderizado con fuerza en el último tiempo, y de las cuales a solo a un reducido nicho de izquierda les importa.
El gran error de la izquierda –entre muchos otros-, ha sido quedarse únicamente en su zona se confort; en las aulas de las universidades, y entre los intelectuales y artistas.
Sus principales difusores son precisamente catedráticos universitarios, principalmente de las ciencias sociales, personas privilegiadas, que viven en una verdadera burbuja rodeado de libros, intelectualismo snob y en barrios de elite.
El otro gran electorado de la izquierda en Chile son los estudiantes universitarios (precisamente, de ahí viene la gente que nos está gobernando hoy en día).
Pero aquí nuevamente ocurre algo similar que con los catedráticos de las ciencias sociales; la mayoría de ellos (sobre todo los que ingresan a las universidades de elite del país, como son la Universidad de Chile o Católica), proviene de familias privilegiadas. Son gente aún inmadura, que no ha tenido responsabilidades ni preocupaciones a lo largo de su vida. Son jóvenes mantenidos por sus padres, que nunca han tenido que trabajar, mantener una familia o lidiar con problemas financieros. Por lo mismo, ellos también se encuentran insertos en una burbuja completamente desconectados de la realidad que vive el pueblo.
Todos estos personajes, sin sustento real, se sienten por encima del pueblo. Ellos, con ese aire paternalista y de superioridad intelectual, se sienten con la autoridad moral de decidir qué es lo que necesita y requiere el pueblo., y por lo mismo es que suelen ser tan intolerantes y totalitarios.
Eso por ejemplo lo vimos en la pasada convención constitucional, en donde, los constituyentes, en sus desvaríos mesiánicos, nos querían imponer una serie de pretensiones totalmente alejadas de las necesidades reales del pueblo (como la plurinacionalidad, el feminismo o el uso de distintos sistemas jurídicos dependiendo de la raza o etnia), pretensiones, que por un pueblo sabio, fueron rotundamente rechazadas.
El pueblo a diferencia de lo que cree la izquierda, NO ES ESTUPIDO, y se ha dado cuenta, que esas personas de izquierda, absolutamente pretenciosas y desagradables, solo utilizan al pueblo como un instrumento para lograr y hacer realidad sus desvaríos revolucionarios e ideológicos.
Por lo tanto, a modo de conclusión respecto a este punto, el pueblo no tiene el privilegio para malgastar su tiempo en ponerse a pensar en cuestiones de ciencia política, sociología, arte, o filosofía, pues solo los privilegiados de izquierda pueden hacerlo.
2. LAS POLITICAS DE IZQUIERDA TERMINAN PERJUDICANDO AL PUEBLO.
En efecto, el otro gran error de la izquierda, ha sido que las políticas que defienden han ido en directo perjuicio y detrimento del pueblo al que paradójicamente dicen defender.
Ejemplos de lo anterior hay por montones. Por ejemplo, sus políticas económicas “redistributivas” a lo Robin Hood, -aunque aparenten ayudar al pobre y perjudicar al rico-, no hacen más que provocar una pobreza generalizada al eliminar a la gallina de los huevos de oro. El odio al mundo empresarial y a la iniciativa privada por parte de la izquierda –por directrices ideológicas de Marx-, provocan finalmente un desincentivo en la inversión y creación de empresas, y como consecuencia de lo anterior, en la creación de puestos de trabajo, provocando con ello una cesantía generalizada.
Relacionado con lo anterior, viene la inflación (mayor circulante que la generación de riqueza), viene la escasez (menos oferta de bienes y servicios), viene la recesión económica (menor crecimiento económico), viene el déficit fiscal (mayor endeudamiento del país), viene la fuga de capitales (nadie quiere invertir ni dejar su dinero en el país), etc, etc, cuestiones que evidentemente, terminan repercutiendo en la calidad de vida del pueblo afectando su poder adquisitivo (con excepción de la clase política, burocrática y parasitaria del país, cuyos puestos de trabajo siempre estarán seguros).
Otras medidas defendidas por la izquierda que causan un grave perjuicio en el pueblo, son cuestiones como la inmigración masiva –que solo provoca desempleo en el trabajador nacional, baja de salarios por sobreoferta laboral, importación de pobres y marginalidad, colapso de servicios públicos, etc-, o su obsesión con las medidas en defensa de los delincuentes –siendo que quienes principalmente se ven afectados por las consecuencias de la delincuencia son las clases más bajas-, o medidas de tipo ambientalista –que aumentan los impuestos y encarecen los costos y la vida a las clases más bajas-, son ejemplo de todo lo que se comenta.
Como ya he dicho, el pueblo, a diferencia de lo que cree la izquierda, NO ES ESTUPIDO, no es que se deje engañar por las fake news de la derecha –ninguneando y roteando al pueblo por lo demás-, simplemente por fin está despertando y ya no se deja seducir por los cantos de sirena de la izquierda, pues saben que con la izquierda solo habrá mayor pobreza y cesantía, y bajo esas circunstancias simplemente no se puede mantener a una familia.
3. DESPRECIO ABSOLUTO A LAS CREENCIAS Y VALORES DEL PUEBLO.
Otro gran error de la izquierda, desde antaño, ha sido su defensa a la subversión y a la destrucción de todo lo establecido y tradicional.
En la izquierda desde siempre ha existido ese anhelo refundacional, pues, el intelectual y catedrático de izquierda, necesita adherir a ciertas causas y luchas sociales –pues tiene mucho tiempo para pensar en ello a diferencia del pueblo-, por lo que naturalmente, necesita cambiar, transformar, deconstruir, y refundar el mundo en que vive, para así sentirse útil y parte de cierta causa o lucha.
Lo anterior, sin embargo, choca violentamente con las creencias y valores del pueblo. El pueblo ha sido, es y será siempre CONSERVADOR y TRADICIONAL. Desde la revolución francesa, con la masacre de La Vendee, es que podemos darnos cuenta de ello.
El pueblo, a diferencia de las clases más altas, se encuentra menos domesticado y es menos decadente. Al crecer en un entorno más hostil, de más sacrificio, similar a como sería crecer en medio de la naturaleza, el pueblo crece de una forma mucho más pura y acorde al orden natural de las cosas.
Por lo mismo, en el pueblo, los roles diferenciados entre hombre y mujer siempre estarán bien diferenciados. No hay lugar para cosas extrañas que salgan de aquel molde, como son transgeneros, homosexuales, lgtb, etc.
El pueblo también es mucho más patriota y nacionalista que las clases altas. Marx nunca entendió porque el pueblo primero tomaba las armas para luchar por su nación, antes que por su clase social. Sin embargo, lo anterior tiene su causa en que precisamente, el pueblo es quien siempre ha estado en mayor contacto con su tierra, tienen un mayor arraigo con el suelo y su familia, pues las clases trabajadoras no son cosmopolitas ni pueden darse el lujo de viajar constantemente al extranjero.
El pueblo cuida más celosamente sus tradiciones, ama a su tierra y su entorno, sobre todo en el Chile más rural, en donde justamente la derecha ha tenido sus mejores resultados electorales.
Por lo mismo es que en las grandes zonas más urbanas y cosmopolitas del país, como son las comunas del Gran Santiago, fenómenos como la inmigración y el reemplazo étnico de chilenos no causan mayor indignación.
Ese estilo de vida más hostil, hace que el pueblo sea más belicoso, aguerrido y corajudo. Los más dispuestos a agarrar un fúsil para defender la patria de una posible guerra o conflicto bélico no serán los izquierdistas, intelectuales o la elite del país, si no que el roto chileno, tal cual como fue en la guerra del pacifico. Para el pueblo la violencia no es tabú, es bastante frecuente por ejemplo ver como las clases bajas se “agarren a combos” para resolver sus diferencias, lo que es de destacar sobre todo en una época en donde se promueve el pacifismo, la castración y deconstrucción de la masculinidad.
Así mismo, cuestiones como la religiosidad, tradiciones o costumbres populares, o la importancia que se le da a la familia, son creencias constantemente atacadas, ninguneadas y vetadas por la izquierda, siendo que todo aquello no son más que manifestaciones propias del pueblo.
Entonces, a diferencia de lo que cree la izquierda, el pueblo NO ES ESTUPIDO, y estos no tienen porque votar por quienes atacan y se rien de sus creencias y tradiciones.
4. LAS GRANDES EMPRESAS AL SERVICIO DE LA IZQUIERDA.
Para tratar este cuarto punto, primero hay que tomar en cuenta, que la izquierda que abogaba por la expropiación de las empresas, de los llamados medios de producción, a la usanza marxista, ya no existe, o es completamente marginal en Chile.
Por lo mismo es que las grandes empresas ya no ven con temor a la izquierda, se han adaptado a este nuevo escenario e incluso han hecho alianza con ellos.
No es un gran secreto que los grandes oligarcas solo cuidan intereses, sus negocios, sus ingresos, y al igual que la gente de izquierda, comparten el hecho de vivir en una burbuja completamente alejados de las necesidades y realidad del pueblo.
Y en concordancia con lo anterior, es que los grandes empresarios han terminado aliándose con la izquierda. El modelo a seguir, para ellos, es similar al de China, en donde el Estado hace negocios con una elite empresarial monopolica. China actualmente es el país con más multimillonarios del mundo., superando incluso a Estados Unidos.
En primer lugar, con la izquierda gobernando, los grandes empresarios pueden hacer sus negocios en paz, si es que existe una dictadura, como en China. Si no existe una dictadura, con la izquierda gobernando, los anarquistas y extremistas de izquierda ya no salen a hacer destrozos y paralizar el país. No hay huelgas, paros ni grandes protestas. Los grandes empresarios pueden hacer sus negocios con tranquilidad.
En segundo lugar, el gobierno izquierdista de turno, con sus imposiciones laborales, aumentos impositivos y trabas burocráticas –que son inocuas para las grandes empresas y corporaciones, pero fatales para las pymes-, provocan como consecuencia, la desaparición de toda posible competencia para esas grandes empresas. Con ello se logra la muerte de cualquier pequeña empresa que podría haberle competido en un futuro cercano a esos grandes conglomerados.
En tercer lugar, este Estado intervencionista, al intervenir cada vez más en economía, necesita aliarse con ciertas empresas para realizar sus grandes obras. Para lo cual, adjudica licitaciones y concesiones a las empresas que son más amigas del gobierno izquierdista. Un buen ejemplo de aquel modelo fue lo que ocurrió en el transporte público de Santiago, en donde, si bien antiguamente existían cientos de pequeños propietarios y empresarios, con el transantiago todo eso fue eliminado., y el gobierno le adjudicó la licitación y monopolio de todo el transporte público de Santiago a unos cuantos empresarios amigos de los burocrátas izquierdistas de turno (Alsacia S.A., y ahora Metbus, Vule, STP y RedBus).
Como se puede ver, la izquierda termina afectado la libre competencia, promueve los monopolios, e impide la aparición de nuevos agentes económicos.
En razón de lo anterior, es que los grandes empresarios –quizás el caso más notorio en el último tiempo haya sido el caso de Julio Ponce Lerou- no tienen reparos en financiar a políticos del bando izquierdista.
También lo vemos en como los dueños de los grandes medios de comunicación, en vez de promover una editorial más acorde a los ideales de derecha, promueven una marcada agenda progresista y de izquierdas, dándole voz a columnistas y periodistas de aquella tendencia. O como conocidas marcas de distintos productos, no tienen reparos en abrazar ideas propias de la izquierda y el progresismo, con tal de llegar a ciertos nichos socioeconómicos, a pesar de que en muchos casos les provoque incluso perdidas económicas.
Por lo tanto, a diferencia de lo que cree la izquierda, el pueblo NO ES ESTUPIDO, y también se da cuenta, de ésta simbiosis entre gran empresariado e izquierda.