Ser fiel es una opción y un valor divino. Que no se tome lo divino como una expresión poética, metafórica o simbólica sino literal porque estos valores son espirituales y no materiales, no son de este mundo. En otras palabras, la fidelidad es practicable por cualquier ser potencialmente espiritual como es cualquier hombre, mujer y niño con capacidad de elección moral. Que en este mundo sea normal la infidelidad hacia los demás en diferente orden de relaciones sólo demuestra lo lejos que estamos de aquellos valores espirituales elevados que rigen los mundos más espirituales, que son intrínsecamente altruistas, a propósito de nuestra libertad de escoger y, en consecuencia, errar (por ley a nadie se le obliga al bien: la elección de la práctica de estos valores debe ser voluntaria) Porque el errar parte de este mundo al igual que el mal que se origina de las repercusiones de estos errores, porque somos seres que venimos de la materia, somos el resultado de una sostenida evolución animalesca que está comenzando lentamente a abrir sus ojos hacia la realidad espiritual.
No os desalenteís, vosotros que escogéis el bien, por el espectáculo terrible que algunas veces presenta el mundo y más bien sentíd orgullo de ser lumbres, "acá abajo", de lo que hay en abundancia "allá arriba", que grande será vuestra recompensa cuando ascendáis. No juzguéis a quienes son infieles que el juicio sólo le compete a esa persona y al Padre en su relación única. Que el bien hacia los demás sea una fuente inagotable de inspiración para todos los hombres que quieren iluminar su mente y espíritu.