No afirmaría que las protestas en el corto plazo respondan al triunfo del rechazo; por el contrario, el triunfo del rechazo deja instalado el mismo panorama previo a octubre del 2019. En este sentido, los mismos partidos políticos otrora deslegitimados, ahora serán los encargados de llevar acabo el nuevo proceso. Y, por si fuera poco, el Gobierno -habiendo apostado todo a un cambio constitucional- ha quedado sin piso político para enfrentar una crisis económica y sociopolítica acentuada a partir de los efectos de la pandemia.
El mismo escenario de crisis mundial se agudizará acá, sobre todo a raíz de la incertidumbre que genera la preservación del
statu quo que genera la Constitución de la República que seguirá rigiendo. ¿Esperar un acuerdo político? Lo dudo en el corto plazo, simplemente porque nunca fue la iniciativa de los partidos y en el actual estado de las cosas, el Gobierno no tiene muñeca para impulsarlo.
Considerar un nuevo estallido y/o una escalada de protestas-violencia es un escenario que nadie desea, pero que dadas las condiciones de encarecimiento de la vida, parece ser inevitable en los años venideros. Contrario a lo que he leído muchas veces acá, no comparto que lo sucedido obedezca a un plan mundial o algo por estilo; por el contrario, desde octubre del 2019 y con mayor énfasis ahora, sostengo que volveremos a experimentar la
communitas, encarnada por todos los sujetos liminales de nuestra sociedad, los mismos que parece se construyeron una identidad a partir del estallido social.
Está duro ser chileno al día de hoy, sin mundial y en crisis infinita