Hace muchos años, cuando viví unos 8 meses en Concepción, por casualidad conocí una minita muy piola, hubo onda y me entregó su flor rápidamente.
Tenía harta pega así que me la comía en un motel del centro cuando había tiempo. La mina me contó de su bendición pero nunca me dijo que estaba casada con un carabinero.
Un día la crespa me llama muy temprano y se despide con un “Te quiero mucho”. Al minuto me llaman nuevamente y al contestar era un tipo que preguntaba insistentemente quién era yo. Me quedé callado y el weón antes de cortar dice “Pucha Andrea, otra vez oh!!”
Al rato me vuelve a llamar la crespa y me dice que no me preocupe, que su marido carabinero era muy celoso y le había revisado el teléfono, me pide disculpas y se despide como si nada
Debo reconocer que sentí lástima por el weón y alivio por mí, ya que faltaba una semana para que me mandaran de regreso a Santiago.
Crespas chupeteras