Gloriosit0
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La idea es ir aportando con algún dato .. pero no esas weas habituales como el chupacabras o el el monstruo del lago ness.
Una fotos y las descripcción o la historia ...
El Mito del Unicornio
El unicornio, animal mitológico, fabuloso, indomable y noble, símbolo de pureza y fuerza e icono desde la edad media de versos y poemas de los más grandes amores que, entre leyendas, magias y sortilegios, transformaron su primigenio sentido místico y hasta su aspecto, trastocando a la antigua bestia, esquiva, salvaje y capaz de traspasar a tres elefantes a la vez con su poderoso cuerno, en un ser dócil y amoroso, más dispuesto a posar con su majestuoso porte en escenarios oníricos para ser inmortalizado en tapices y grabados, único modo, por cierto, de satisfacer los deseos de posesión de nobles y monarcas que, durante siglos, persiguieron a este mítico ser en pos de la supuesta magia y del inconmensurable poder que atesoraba en su legendaria asta.
La palabra Unicornio proviene del latín “Unus” (Uno) y “Cornus” (Cuerno), y su origen en la cultura occidental se basa en antiguos relatos que se remonta a las civilizaciones griega y romana de la antigüedad, pero en otras culturas, las menciones a seres análogos al unicornio se pierden en la noche de los tiempos.
Los unicornios en la historia
Para los griegos, entre otros, los unicornios eran animales totalmente reales. Ctesias, físico e historiados que vivió allá por el siglo IV a. de C. nos relata su primera descripción en la que un unicornio era un ser de pasos ágiles, con cuerpo más similar al de un asno salvaje que al de un caballo, pero de color blanco, rojo y negro, y un cuerno en la frente de un cúbito y medio de largo (72 cm). Según Ctesias, y posiblemente el origen de los poderes mágicos del cuerno de unicornio, beber en copas hechas y con forma de cuerno de unicornio podía evitar los envenenamientos.
También el historiador romano Plinio el Viejo, que estaba el hombre a la que caía, nos ofrece algún detalle sobre el unicornio. Según su descripción, el unicornio era una criatura con cuerpo de caballo, cabeza de venado, patas de elefante, cola de jabalí y un único cuerno negro, esta vez de dos cúbitos de largo (96cm). A parte, añade la peculiaridad de que emitía un profundo rugido.
Los unicornios en otras culturas
En China, el unicornio cuenta con una extensa y venerable tradición que durante más de cuatro mil años ha sido un potente símbolo en la mitología de aquel país.
Ch´i lin, que es el nombre que allí recibe, es una criatura fabulosa con cuerpo de antílope, cola de buey y un enorme cuerno de 3.6 metros de largo. Todo su cuerpo irradia exquisitos colores y su voz es equiparable a miles de carillones. Ch´i lin camina tan delicadamente que sus pezuñas no provocan ningún ruido y es una criatura de gran poder y sabiduría, signo de buena fortuna e indica el nacimiento a veces, otras la muerte, de un gran líder.
Entre las numerosas leyendas en las que aparece Ch´i lin, existe una que cuenta como el viejo soberano Fu Hsi (2852-2738 a. de C.) rezaba por encontrar la forma de registrar sus pensamientos y preservarlos para generaciones futuras. Entonces un día, mientras se encontraba sentado en las orillas del río Amarillo, se le apareció Ch´i lin mostrando sobre su lomo una serie de signos mágicos que inspiraron a Fu Hsi a inventar los ocho trigramas que conforman la base de la caligrafía china.
Una leyenda curiosa, aunque la más famosa sin duda es la que tiene que ver con Confucio. Durante su peregrinaje hacia un santuario para rogar por el nacimiento de un hijo, la que posteriormente se convertiría en madre del filósofo presenció la aparición de Ch´i lin, que arrojó un diminuto trozo de jade a la mano de la mujer y profetizó el nacimiento de un “rey sin trono”. Y, en efecto, a pesar de que Confucio jamás fue emperador, ejerció más influencia sobre la cultura china que cualquier monarca. A los setenta años de edad mientras escribía sus Anales de primavera y otoño, Confucio se enteró de que una bestia había sido asesinada por cazadores. Inmediatamente reconoció que la criatura era Ch´i lin y se puso a llorar. La última anotación de los Anales se refiere a la muerte del unicornio, después de la cual el sabio abandonó la escritura para siempre.
Existen otras muchas referencias a los unicornios, por ejemplo, los sellos con unicornios de la civilización del Valle Hindú. Los primeros objetos encontrados en Harappa y Mohenjo-Daro fueron pequeños sellos con dibujos de animales, entre los que se incluía el unicornio, y que estaban marcados con la escritura hindú. Estos sellos datan del 2500 A.de C.
El sello del unicornio fue encontrado en Mohenjo-Daro, mide 29 milímetros en cada lado y está hecho de esteatita. La ‘Esteatita’ es una piedra fácil de grabar, y se endurece mucho tras ser calentada. En el extremo superior hay un pictograma escrito en Hindú que todavía no pudo ser descifrado, ya que se trata de uno de los primeros sistemas de escritura de la historia.
Los perros Diavolicos (no son los perros de Bextor)
Se pueden encontrar enormes y terroríficos perros negros, de mirada fiera y brillante, en el bestiario mitológico y folclórico de prácticamente todos los países y culturas. Desde tiempos inmemoriales, las leyendas sobre estos canes infernales han atormentado a mayores y a pequeños, llegando en algunos casos a traspasar la delgada línea del mito para convertirse en contundente realidad. Las víctimas de algunas de estas legendarias bestias, como en el caso de la bestia de Gévaudan, se pueden contar por decenas.
Estas criaturas forman parte del folclore de casi todos los condados ingleses y Bélgica cuenta con su propia versión. A pesar de que existen variantes regionales, la mayoría de los perros negros tienen el tamaño de terneros, sus ojos rojos son grandes como paltos y destacan por su pelaje enmarañado. Hacen su aparición en vías antiguas, cruces de caminos, cementerios y horcas, que son lugares asociados a supersticiones y acontecimientos misteriosos.
En algunas poblaciones se cree que los perros negros auguran la muerte. Una de estas criaturas, llamada Barghest, aparece en localidades del norte de Inglaterra, en especial en Yorkshire. Se creía que quienes veían al animal con claridad morirían poco después, mientras que quienes sólo lo avistaban de lejos vivirían unos meses más antes de sucumbir.
Una criatura similar, llamada perro Mauthe, suele aparecer en el cuartel del castillo de Peel, en la isla de Man. Para probar su valentía, un soldado ebrio entró en una ocasión en el cuartel a solas, pero perdió el habla y murió tres días después.
El perro negro belga se llama Kludde. A pesar de que suele tener el aspecto de un perro gigantesco, también se manifiesta como un gato, una rana, un murciélago o un caballo. En todas sus formas puede ser identificado por las cadenas que se arrastran por el suelo y por la llama azul que brilla alrededor de su cabeza. El Kludde salta sobre la espalda de los viajeros y los ataca con sus dientes y garras.
Cerbero, mítico ancestro de los perros negros del folclore europeo, es un monstruoso demonio que custodia la puerta del infierno en la mitología griega, asegurándose de que ninguna persona viva pueda acceder al mismo a la vez que guarda de que ningún espíritu consiga escapar.
Algunas leyendas sobre perros negros se basan en acontecimientos reales. Entre 1764 y 1767, una misteriosa criatura similar a un lobo supuestamente atacó y mató a entre sesenta y cien personas en la zona del centro-sur francés. Llamada bestia de Gévaudan, la criatura era tan grande como una vaca, y tenía el pecho amplio, una cola larga terminada en un mechón de pelo, orejas grandes y puntiagudas y una boca enorme con colmillos salientes. Los habitantes de la zona creían que se trataba de un hombre lobo o una hechicera que había adoptado la forma de un monstruo para alimentarse de carne humana.
El método de ataque de la bestia resultaba particularmente atemorizante. Solía centrarse en la cabeza de su víctima, que aplastaba o arrancaba. También parecía preferir presas humanas, en particular mujeres y niños, en lugar de animales de granja. A pesar de que el rey francés Luis XV envió a sus mejores cazadores de lobos a perseguir al animal, la bestia fue finalmente derrotada por un cazador de la zona, Jean Chastel, quien aseguró haber rezado y leído la Biblia antes de su triunfo.
(En realidad existen muchas contradicciones sobre esta historia, que prometo tratar algún día de forma más extensa y detallada)
Un cadejo es un animal legendario de la región mesoamericana extendida entre las zonas rurales e incluso urbanas de Centroamérica. Se dice que es un mítico perro (o dos perros) que generalmente se le aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche y al cual se le atribuyen poderes misteriosos.
Representación de Cadejo.Las diferentes versiones de la leyenda en centroamérica describen a un cadejo blanco y uno negro (generalmente benigno y maligno respectivamente), o simplemente un solo cadejo negro (generalmente beningo). La leyenda del Cadejo es el vestigio de una antigua creencia que supone que todo humano posee un animal de compañía. Este mítico animal es el doble del hombre, de tal manera que la enfermedad o la muerte del primero conllevan la enfermedad o la muerte del segundo. En la actualidad, se puede establecer comparaciones de lo anterior con el pensamiento cristiano, que expresa que el hombre tiene un ángel guardián que lo protege de los peligros. La creencia supone la existencia de un animal compañero para cada hombre. Ese animal es el Cadejo blanco. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienechor guardián de los caminos.
Durante los años del colonialismo y la exploración, cuando parte del globo terráqueo permanecía oculto a la vista y abierta a la imaginación y la ciencia trataba de fijar sus categorías, aparecía de vez en cuando algún ser que parecía estar a medio camino entre hombres y bestias. Oliver fue, probablemente, la última de esas criaturas.
En los años 70 muchos chimpancés eran capturados en las selvas del Congo para luego ser repartidos a otros países con distintos fines como formar parte de zoológicos, como mascotas o incluso para experimentar con ellos en laboratorios científicos.
Fue así como Oliver, con tan solo unos meses de vida, llegó a Texas, EEUU, junto a otros dos chimpancés para formar parte de una peculiar escuela de adiestramiento en la que se enseñaba a los chimpancés a hacer ciertas cosas para el mundillo del cine y la publicidad.
Pero sus nuevos dueños, que de chimpancés sabían bastante, no tardaron en ver que Oliver no era un chimpancé normal. Su anatomía no era como la de sus compañeros: su cabeza era mucho más pequeña y redondeada que la de sus compañeros y carecía de pelo en ella y también en el pecho. Sus orejas eran pequeñas y puntiagudas y su mentón era más semejante al de los humanos que al de su propia especie. Otra característica que sorprendió a muchos fue que Oliver siempre caminó de pie, algo que los chimpancés solo consiguen con mucho entrenamiento y que pese a ello, solo consiguen hacerlo en distancias cortas, con la espalda encorvada y con las piernas arqueadas hacia los lados. Pero Oliver no caminaba como ellos, Oliver caminaba como los humanos, con la espalda y las piernas rectas y durante todo el tiempo o distancia que fuera menester.
Pero las sorpresas no acabaron aquí, con el paso del tiempo Oliver comenzó a poner en práctica ciertas aficiones poco comunes en su especie. Le encantaba ver la televisión, y si tenía una cerveza en una mano y un puro en la otra, mucho mejor. Aprendió a usar el baño y a lavarse las manos con frecuencia, e incluso aprendió a hacerse café, que degustaba y paladeaba con sumo placer.
A Oliver no le gustaba la compañía de otros simios, ni a éstos la presencia de Oliver. Según parece, Oliver tenía un olor muy diferente a los otros chimpancés con los que compartía trabajo, y por esta razón estos le repudiaban, lo que hizo que su carrera como cineasta no llegara muy lejos. No así su fama, ya que su nombre y sus fotografías corrieron por diarios, revistas y televisiones de todo el mundo con titulares de todo tipo como: “Oliver, el eslabón perdido de la evolución”, ”El chimpancé humano”, “Oliver, el primer híbrido entre humanos y chimpancés”…
Pero las cosas acabaron por torcerse ya que Oliver, quizás imaginándose humano, se enamoró de su cuidadora y no desaprovechaba ninguna ocasión para demostrárselo. De este modo, sus dueños decidieron que Oliver se marchara a otro lugar. Durante un tiempo pasó por varias instituciones y escuelas de adiestramiento hasta que al final se perdió su pista y el mundo se olvidó de este peculiar simio.
Pasaron más de 20 años hasta que un hombre, que en su día conoció a Oliver y que no se había olvidado de él, decidió buscarlo de nuevo. La búsqueda no fue fácil pero al final lo consiguió; era el año 1996 y Oliver había pasado los últimos 8 años de su vida en una pequeña jaula de apenas un par de metros cuadrados en un laboratorio de investigación. Por suerte, no habían experimentado con él y su salvador consiguió liberarlo, junto con otros chimpancés que desde entonces viven en una asociación para el cuidado y protección de estos animales. La sorpresa de sus nuevos dueños fue mayúscula cuando, tras tantos años de cautiverio e imaginando que sus antiguas capacidades de caminar erguido habrían desaparecido, Oliver salió de su jaula caminando como siempre lo había hecho.
Mucho se especuló en su día, e incluso se continúa haciendo hoy en día sobre el origen de este chimpancé, diferente en muchos aspectos a todas las razas conocidas. Muchos fueron los que dijeron que los rasgos físicos de Oliver, muy similares a los humanos, no podían venir más que de un cruce de un chimpancé como un humano, una aberración del cromosoma que por algún azar llegó a nacer. Esta teoría se descartó por completo al final de los 90, cuando se le realizaron pruebas de ADN que demostraron que Oliver era 100% chimpancé, sin ninguna posibilidad de mezcla genética humana.
Pero estas pruebas también demostraron ciertas variaciones en su cadena molecular que lo convertían a Oliver en el único ejemplar conocido de su especie. Una teoría de la que también se habló mucho en sus tiempos de fama. Se pensaba que Oliver pertenecía a alguna especie de simio que muy reducida, que habitaría en las selvas más profundas del Congo y que eso se demostraría tarde o temprano, capturando más ejemplares de su propia especie. Pero eso jamás ocurrió y hasta el momento nunca se ha visto ni conocido a otro simio con las mismas características que Oliver.
Una fotos y las descripcción o la historia ...
El Mito del Unicornio
La magia del unicornio
El unicornio, animal mitológico, fabuloso, indomable y noble, símbolo de pureza y fuerza e icono desde la edad media de versos y poemas de los más grandes amores que, entre leyendas, magias y sortilegios, transformaron su primigenio sentido místico y hasta su aspecto, trastocando a la antigua bestia, esquiva, salvaje y capaz de traspasar a tres elefantes a la vez con su poderoso cuerno, en un ser dócil y amoroso, más dispuesto a posar con su majestuoso porte en escenarios oníricos para ser inmortalizado en tapices y grabados, único modo, por cierto, de satisfacer los deseos de posesión de nobles y monarcas que, durante siglos, persiguieron a este mítico ser en pos de la supuesta magia y del inconmensurable poder que atesoraba en su legendaria asta.
La palabra Unicornio proviene del latín “Unus” (Uno) y “Cornus” (Cuerno), y su origen en la cultura occidental se basa en antiguos relatos que se remonta a las civilizaciones griega y romana de la antigüedad, pero en otras culturas, las menciones a seres análogos al unicornio se pierden en la noche de los tiempos.
Los unicornios en la historia
Para los griegos, entre otros, los unicornios eran animales totalmente reales. Ctesias, físico e historiados que vivió allá por el siglo IV a. de C. nos relata su primera descripción en la que un unicornio era un ser de pasos ágiles, con cuerpo más similar al de un asno salvaje que al de un caballo, pero de color blanco, rojo y negro, y un cuerno en la frente de un cúbito y medio de largo (72 cm). Según Ctesias, y posiblemente el origen de los poderes mágicos del cuerno de unicornio, beber en copas hechas y con forma de cuerno de unicornio podía evitar los envenenamientos.
También el historiador romano Plinio el Viejo, que estaba el hombre a la que caía, nos ofrece algún detalle sobre el unicornio. Según su descripción, el unicornio era una criatura con cuerpo de caballo, cabeza de venado, patas de elefante, cola de jabalí y un único cuerno negro, esta vez de dos cúbitos de largo (96cm). A parte, añade la peculiaridad de que emitía un profundo rugido.
Los unicornios en otras culturas
En China, el unicornio cuenta con una extensa y venerable tradición que durante más de cuatro mil años ha sido un potente símbolo en la mitología de aquel país.
Ch´i lin, que es el nombre que allí recibe, es una criatura fabulosa con cuerpo de antílope, cola de buey y un enorme cuerno de 3.6 metros de largo. Todo su cuerpo irradia exquisitos colores y su voz es equiparable a miles de carillones. Ch´i lin camina tan delicadamente que sus pezuñas no provocan ningún ruido y es una criatura de gran poder y sabiduría, signo de buena fortuna e indica el nacimiento a veces, otras la muerte, de un gran líder.
Entre las numerosas leyendas en las que aparece Ch´i lin, existe una que cuenta como el viejo soberano Fu Hsi (2852-2738 a. de C.) rezaba por encontrar la forma de registrar sus pensamientos y preservarlos para generaciones futuras. Entonces un día, mientras se encontraba sentado en las orillas del río Amarillo, se le apareció Ch´i lin mostrando sobre su lomo una serie de signos mágicos que inspiraron a Fu Hsi a inventar los ocho trigramas que conforman la base de la caligrafía china.
Una leyenda curiosa, aunque la más famosa sin duda es la que tiene que ver con Confucio. Durante su peregrinaje hacia un santuario para rogar por el nacimiento de un hijo, la que posteriormente se convertiría en madre del filósofo presenció la aparición de Ch´i lin, que arrojó un diminuto trozo de jade a la mano de la mujer y profetizó el nacimiento de un “rey sin trono”. Y, en efecto, a pesar de que Confucio jamás fue emperador, ejerció más influencia sobre la cultura china que cualquier monarca. A los setenta años de edad mientras escribía sus Anales de primavera y otoño, Confucio se enteró de que una bestia había sido asesinada por cazadores. Inmediatamente reconoció que la criatura era Ch´i lin y se puso a llorar. La última anotación de los Anales se refiere a la muerte del unicornio, después de la cual el sabio abandonó la escritura para siempre.
Existen otras muchas referencias a los unicornios, por ejemplo, los sellos con unicornios de la civilización del Valle Hindú. Los primeros objetos encontrados en Harappa y Mohenjo-Daro fueron pequeños sellos con dibujos de animales, entre los que se incluía el unicornio, y que estaban marcados con la escritura hindú. Estos sellos datan del 2500 A.de C.
El sello del unicornio fue encontrado en Mohenjo-Daro, mide 29 milímetros en cada lado y está hecho de esteatita. La ‘Esteatita’ es una piedra fácil de grabar, y se endurece mucho tras ser calentada. En el extremo superior hay un pictograma escrito en Hindú que todavía no pudo ser descifrado, ya que se trata de uno de los primeros sistemas de escritura de la historia.
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Los perros Diavolicos (no son los perros de Bextor)
Los perros malditos
Se pueden encontrar enormes y terroríficos perros negros, de mirada fiera y brillante, en el bestiario mitológico y folclórico de prácticamente todos los países y culturas. Desde tiempos inmemoriales, las leyendas sobre estos canes infernales han atormentado a mayores y a pequeños, llegando en algunos casos a traspasar la delgada línea del mito para convertirse en contundente realidad. Las víctimas de algunas de estas legendarias bestias, como en el caso de la bestia de Gévaudan, se pueden contar por decenas.
Perros negros fantasmas
Estas criaturas forman parte del folclore de casi todos los condados ingleses y Bélgica cuenta con su propia versión. A pesar de que existen variantes regionales, la mayoría de los perros negros tienen el tamaño de terneros, sus ojos rojos son grandes como paltos y destacan por su pelaje enmarañado. Hacen su aparición en vías antiguas, cruces de caminos, cementerios y horcas, que son lugares asociados a supersticiones y acontecimientos misteriosos.
Barghest y Mauthe
En algunas poblaciones se cree que los perros negros auguran la muerte. Una de estas criaturas, llamada Barghest, aparece en localidades del norte de Inglaterra, en especial en Yorkshire. Se creía que quienes veían al animal con claridad morirían poco después, mientras que quienes sólo lo avistaban de lejos vivirían unos meses más antes de sucumbir.
Una criatura similar, llamada perro Mauthe, suele aparecer en el cuartel del castillo de Peel, en la isla de Man. Para probar su valentía, un soldado ebrio entró en una ocasión en el cuartel a solas, pero perdió el habla y murió tres días después.
Kludde
El perro negro belga se llama Kludde. A pesar de que suele tener el aspecto de un perro gigantesco, también se manifiesta como un gato, una rana, un murciélago o un caballo. En todas sus formas puede ser identificado por las cadenas que se arrastran por el suelo y por la llama azul que brilla alrededor de su cabeza. El Kludde salta sobre la espalda de los viajeros y los ataca con sus dientes y garras.
Cerbero
Cerbero, mítico ancestro de los perros negros del folclore europeo, es un monstruoso demonio que custodia la puerta del infierno en la mitología griega, asegurándose de que ninguna persona viva pueda acceder al mismo a la vez que guarda de que ningún espíritu consiga escapar.
Bestia de Gévaudan
Algunas leyendas sobre perros negros se basan en acontecimientos reales. Entre 1764 y 1767, una misteriosa criatura similar a un lobo supuestamente atacó y mató a entre sesenta y cien personas en la zona del centro-sur francés. Llamada bestia de Gévaudan, la criatura era tan grande como una vaca, y tenía el pecho amplio, una cola larga terminada en un mechón de pelo, orejas grandes y puntiagudas y una boca enorme con colmillos salientes. Los habitantes de la zona creían que se trataba de un hombre lobo o una hechicera que había adoptado la forma de un monstruo para alimentarse de carne humana.
El método de ataque de la bestia resultaba particularmente atemorizante. Solía centrarse en la cabeza de su víctima, que aplastaba o arrancaba. También parecía preferir presas humanas, en particular mujeres y niños, en lugar de animales de granja. A pesar de que el rey francés Luis XV envió a sus mejores cazadores de lobos a perseguir al animal, la bestia fue finalmente derrotada por un cazador de la zona, Jean Chastel, quien aseguró haber rezado y leído la Biblia antes de su triunfo.
(En realidad existen muchas contradicciones sobre esta historia, que prometo tratar algún día de forma más extensa y detallada)
El cadejo
Un cadejo es un animal legendario de la región mesoamericana extendida entre las zonas rurales e incluso urbanas de Centroamérica. Se dice que es un mítico perro (o dos perros) que generalmente se le aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche y al cual se le atribuyen poderes misteriosos.
Representación de Cadejo.Las diferentes versiones de la leyenda en centroamérica describen a un cadejo blanco y uno negro (generalmente benigno y maligno respectivamente), o simplemente un solo cadejo negro (generalmente beningo). La leyenda del Cadejo es el vestigio de una antigua creencia que supone que todo humano posee un animal de compañía. Este mítico animal es el doble del hombre, de tal manera que la enfermedad o la muerte del primero conllevan la enfermedad o la muerte del segundo. En la actualidad, se puede establecer comparaciones de lo anterior con el pensamiento cristiano, que expresa que el hombre tiene un ángel guardián que lo protege de los peligros. La creencia supone la existencia de un animal compañero para cada hombre. Ese animal es el Cadejo blanco. También este personaje tiene su resonancia precolombina maya en un espectro bienechor guardián de los caminos.
El Nahuelito
El monstruo lacustre de los lagos patagónicos vuelve a estar de actualidad tras que el diario “El Cordillerano”, publicase una fotografía en la que se ve como sale del agua la cabeza de un animal desconocido. La imagen fué tomada en el lago Mascardi, cerca del pueblo de San Carlos de Bariloche. El nombre de Nahuelito hace referencia al lago Nahuel Huapi, donde se ha visto la mayoría de las veces. Las últimas fotografías de este animal misterioso fueron tomadas en 2006, y enviadas al diario arriba mencionado por una persona anónima.
Tras haber sido mencionado por siglos en las leyendas indígenas que refieren a la existencia de mounstros en las aguas de los lagos y ríos patagónicos, “Nahuelito” comenzó a tomar entidad en la década de 1920, con reportes de Martin Sheffield, un sheriff que llegó a Sudamérica tras los pasos de los célebres bandidos norteamericanos Butch Cassidy y Sundance Kid. Sheffield refirió la existencia en el Nahuel Huapi de un animal de cuello largo y entre 15 y 20 metros de largo, lo que interesó al entonces director del Zoológico de Buenos Aires, Clemente Onelli, quien ya había recibido informes relacionados con ese tema desde hacía varias décadas. Onelli organizó una excursión al lago que terminó sin novedades. Desde entonces, una enorme cantidad de reportes sobre avistajes y un incidente en el que buques de la Armada Argentina, en 1960, persiguieron un extraño objeto submarino durante 18 días y fionalmente perdieron el contacto de radar, alimentaron el mito.
La hipotética existencia de Nahuelito también sirvió de abono a las más varias teorías, entre las que se encuentra la sobrevida hasta estos días de un plesiosaurio -pese a que en la época de esos fantásticos animales aún no existían los lagos patagónicos-, pasando por la de un misterioso submarino y la relación del animal con su primo británico, el famoso “Monstruo del Lago Ness”. En distintos momentos, “Nahuelito” estuvo en el centro de la atención de la prensa argentina e internacional, que también amplió teorías de las más disparatadas, como la publicada en el Washington Post por Willliam Rudy en 1969, titulada “El rally del monstruo hacia la Argentina”.
En la misma se indica que “El Monstruo del Lago Ness” abandonó el espejo de agua escocés, desembocó en el Mar del Norte y las corrientes marinas lo llevaron al Golfo Nuevo, aunque no indica cómo hizo un monstruo de varios metros de ancho para atravesar toda la Pätagonia y recalar en el turístico Nahuel Huapi.
Tras haber sido mencionado por siglos en las leyendas indígenas que refieren a la existencia de mounstros en las aguas de los lagos y ríos patagónicos, “Nahuelito” comenzó a tomar entidad en la década de 1920, con reportes de Martin Sheffield, un sheriff que llegó a Sudamérica tras los pasos de los célebres bandidos norteamericanos Butch Cassidy y Sundance Kid. Sheffield refirió la existencia en el Nahuel Huapi de un animal de cuello largo y entre 15 y 20 metros de largo, lo que interesó al entonces director del Zoológico de Buenos Aires, Clemente Onelli, quien ya había recibido informes relacionados con ese tema desde hacía varias décadas. Onelli organizó una excursión al lago que terminó sin novedades. Desde entonces, una enorme cantidad de reportes sobre avistajes y un incidente en el que buques de la Armada Argentina, en 1960, persiguieron un extraño objeto submarino durante 18 días y fionalmente perdieron el contacto de radar, alimentaron el mito.
La hipotética existencia de Nahuelito también sirvió de abono a las más varias teorías, entre las que se encuentra la sobrevida hasta estos días de un plesiosaurio -pese a que en la época de esos fantásticos animales aún no existían los lagos patagónicos-, pasando por la de un misterioso submarino y la relación del animal con su primo británico, el famoso “Monstruo del Lago Ness”. En distintos momentos, “Nahuelito” estuvo en el centro de la atención de la prensa argentina e internacional, que también amplió teorías de las más disparatadas, como la publicada en el Washington Post por Willliam Rudy en 1969, titulada “El rally del monstruo hacia la Argentina”.
En la misma se indica que “El Monstruo del Lago Ness” abandonó el espejo de agua escocés, desembocó en el Mar del Norte y las corrientes marinas lo llevaron al Golfo Nuevo, aunque no indica cómo hizo un monstruo de varios metros de ancho para atravesar toda la Pätagonia y recalar en el turístico Nahuel Huapi.
Olghoi-Khorkhoi
Conocido en Mongolia como Olghoï-Khorkhoï, fue visto por primera vez en 1926 en el sur del desierto de Gobi en Mongolia. Fue descrito como un gusano largo y fino de 60 cm de largo. Se reportó que esta criatura es capaz de rociar a sus víctimas con ácido, el cual causa la muerte casi instantánea.
También se le atribuye la habilidad de matar a distancia, dando una fuerte descarga eléctrica. Fue visto numerosas veces, incluso por el presidente de Mongolia. Se comenta que la criatura, hiberna durante la mayoría del año, excepto durante junio y julio.
El estadounidense Roy Chapman Andrews ,del Museo Americano de Historia Natural, que, entre 1922 y 1930, lideró varias expediciones pioneras al Gobi . En su obra ” La reconquista de Asia central”( 1932), Andrews no sólo nos dejó una vívida descripción de los pintorescos paisajes del gran desierto mongol ” donde los acantilados son como castillos medievales con agujas y torretas que bajo el sol del atardecer adquieren maravillosos tonos de rojo ladrillo”, sino que además tuvo tiempo de documentar las creencias de sus habitantes. De este modo, se convirtió en el primer occidental en divulgar las historias de los pastores nómadas del Gobi acerca del temible Olghoï-Khorkhoï,- un vocablo que quiere decir “gusano-intestino” – una enigmática criatura capaz de fulminar con su potente veneno a cualquier ser viviente: “Se trata probablemente de un animal mítico, aunque puede ser que haya algo de cierto en lo que me cuentan , ya que todos los mongoles del norte del país creen en su existencia y lo describen prácticamente igual.
Mide alrededor de 60 centímetros, posee un cuerpo en forma de salchicha y no tiene ni cabeza, ni patas; es tan venenoso que tocarlo significa la muerte instantánea. Se dice que habita en las regiones arenosas más secas del desierto occidental .
Por su parte el checo Ivan Mackerle, dirigió una expedición al desierto del Gobi en 1990. Durante su viaje recogió testimonios muy similares acerca del gusano-intestino. Un pastor mongol le dijo que ” se parece mucho al intestino de una vaca, su piel es de color rojo sanguinolento o salami y resulta difícil distinguir la cabeza de la cola ya que no posee ni ojos, ni nariz, ni boca visibles”. Añadió también que ” la criatura se desplaza de un modo extraño, bien rodando, bien arqueando el cuerpo hacia los lados y que se siente atraída por los objetos de color amarillo”. Otro testigo, Yanjindgin Mahgaljav, aseguró haber visto como el gusano-intestino mató una manada entera de camellos al sur de Nyon en los años 60.
Aunque este tipo de anécdotas evocan la imagen de uno de esos seres alienígenas que suelen aparecer en las películas de ciencia-ficcion, lo cierto es que tanto el aspecto como los hábitos del Olghoï-Khorkhoï parecen apuntar a una explicación mucho más mundana. O al menos eso es lo que opina el criptozoólogo francés Michel Raynal quien recientemente ha propuesto que el enigmático gusano-intestino del Gobi podría ser una especie desconocida de anfisbenio.
Los anfisbenios son unos animales muy singulares y podríamos definirlos como “los topos” del grupo de los reptiles ya que viven en galerías que ellos mismos se encargan de excavar. A pesar de que comparten un ancestro común con los lagartos y las serpientes han desarrollado toda una serie de características anatómicas que los diferencian de ellos y que están relacionadas con su peculiar modo de vida.
Los expertos les dan el nombre vulgar de “lagartos-gusano” y no es para menos: tienen un cuerpo cilíndrico, grueso y alargado y la mayoría carece de extremidades. Además, sus escamas están dispuestas en círculos alrededor del cuerpo, lo que les da un aspecto segmentado semejante al de las lombrices de tierra. Hasta en la manera de moverse son únicos ya que pueden desplazarse tanto hacia adelante como hacia atrás y lo hacen arqueando el cuerpo hacia los lados- como los reptiles- o por medio de ondulaciones ascendentes y descendentes como las orugas. Los ojos de los anfisbenios son diminutos y la cabeza y la cola pueden llegar a tener una forma tan parecida que, a veces, resulta difícil distinguirlas (De hecho en Colombia les llaman ” serpiente de dos cabezas” ). En definitiva, casi todas las señas de identidad que caracterizan a este grupo de reptiles subterráneos (el grosor de su cuerpo, la manera tan peculiar que tienen de moverse, la dificultad para distinguir entre la cabeza y la cola, su aspecto anillado, etc…) coinciden a la perfección con las del temible gusano-intestino de Mongolia.
Excepto una: los anfisbenios son criaturas inofensivas. ¿ Cómo explicar entonces el aura de animal mortífero que rodea al Olghoï-Khorkhoï?. Incluso en este aspecto los anfisbenios siguen proporcionándonos un sólido punto de referencia pues en algunas regiones existe la creencia errónea de que se trata de animales altamente venenosos.
También se le atribuye la habilidad de matar a distancia, dando una fuerte descarga eléctrica. Fue visto numerosas veces, incluso por el presidente de Mongolia. Se comenta que la criatura, hiberna durante la mayoría del año, excepto durante junio y julio.
Las Investigaciones
El estadounidense Roy Chapman Andrews ,del Museo Americano de Historia Natural, que, entre 1922 y 1930, lideró varias expediciones pioneras al Gobi . En su obra ” La reconquista de Asia central”( 1932), Andrews no sólo nos dejó una vívida descripción de los pintorescos paisajes del gran desierto mongol ” donde los acantilados son como castillos medievales con agujas y torretas que bajo el sol del atardecer adquieren maravillosos tonos de rojo ladrillo”, sino que además tuvo tiempo de documentar las creencias de sus habitantes. De este modo, se convirtió en el primer occidental en divulgar las historias de los pastores nómadas del Gobi acerca del temible Olghoï-Khorkhoï,- un vocablo que quiere decir “gusano-intestino” – una enigmática criatura capaz de fulminar con su potente veneno a cualquier ser viviente: “Se trata probablemente de un animal mítico, aunque puede ser que haya algo de cierto en lo que me cuentan , ya que todos los mongoles del norte del país creen en su existencia y lo describen prácticamente igual.
Mide alrededor de 60 centímetros, posee un cuerpo en forma de salchicha y no tiene ni cabeza, ni patas; es tan venenoso que tocarlo significa la muerte instantánea. Se dice que habita en las regiones arenosas más secas del desierto occidental .
Por su parte el checo Ivan Mackerle, dirigió una expedición al desierto del Gobi en 1990. Durante su viaje recogió testimonios muy similares acerca del gusano-intestino. Un pastor mongol le dijo que ” se parece mucho al intestino de una vaca, su piel es de color rojo sanguinolento o salami y resulta difícil distinguir la cabeza de la cola ya que no posee ni ojos, ni nariz, ni boca visibles”. Añadió también que ” la criatura se desplaza de un modo extraño, bien rodando, bien arqueando el cuerpo hacia los lados y que se siente atraída por los objetos de color amarillo”. Otro testigo, Yanjindgin Mahgaljav, aseguró haber visto como el gusano-intestino mató una manada entera de camellos al sur de Nyon en los años 60.
La clave del enigma
Aunque este tipo de anécdotas evocan la imagen de uno de esos seres alienígenas que suelen aparecer en las películas de ciencia-ficcion, lo cierto es que tanto el aspecto como los hábitos del Olghoï-Khorkhoï parecen apuntar a una explicación mucho más mundana. O al menos eso es lo que opina el criptozoólogo francés Michel Raynal quien recientemente ha propuesto que el enigmático gusano-intestino del Gobi podría ser una especie desconocida de anfisbenio.
Los anfisbenios son unos animales muy singulares y podríamos definirlos como “los topos” del grupo de los reptiles ya que viven en galerías que ellos mismos se encargan de excavar. A pesar de que comparten un ancestro común con los lagartos y las serpientes han desarrollado toda una serie de características anatómicas que los diferencian de ellos y que están relacionadas con su peculiar modo de vida.
Los expertos les dan el nombre vulgar de “lagartos-gusano” y no es para menos: tienen un cuerpo cilíndrico, grueso y alargado y la mayoría carece de extremidades. Además, sus escamas están dispuestas en círculos alrededor del cuerpo, lo que les da un aspecto segmentado semejante al de las lombrices de tierra. Hasta en la manera de moverse son únicos ya que pueden desplazarse tanto hacia adelante como hacia atrás y lo hacen arqueando el cuerpo hacia los lados- como los reptiles- o por medio de ondulaciones ascendentes y descendentes como las orugas. Los ojos de los anfisbenios son diminutos y la cabeza y la cola pueden llegar a tener una forma tan parecida que, a veces, resulta difícil distinguirlas (De hecho en Colombia les llaman ” serpiente de dos cabezas” ). En definitiva, casi todas las señas de identidad que caracterizan a este grupo de reptiles subterráneos (el grosor de su cuerpo, la manera tan peculiar que tienen de moverse, la dificultad para distinguir entre la cabeza y la cola, su aspecto anillado, etc…) coinciden a la perfección con las del temible gusano-intestino de Mongolia.
Excepto una: los anfisbenios son criaturas inofensivas. ¿ Cómo explicar entonces el aura de animal mortífero que rodea al Olghoï-Khorkhoï?. Incluso en este aspecto los anfisbenios siguen proporcionándonos un sólido punto de referencia pues en algunas regiones existe la creencia errónea de que se trata de animales altamente venenosos.
OLIVER, EL MONO HUMANO
Humanzee ¿El eslabón perdido de la evolución?
Durante los años del colonialismo y la exploración, cuando parte del globo terráqueo permanecía oculto a la vista y abierta a la imaginación y la ciencia trataba de fijar sus categorías, aparecía de vez en cuando algún ser que parecía estar a medio camino entre hombres y bestias. Oliver fue, probablemente, la última de esas criaturas.
En los años 70 muchos chimpancés eran capturados en las selvas del Congo para luego ser repartidos a otros países con distintos fines como formar parte de zoológicos, como mascotas o incluso para experimentar con ellos en laboratorios científicos.
Fue así como Oliver, con tan solo unos meses de vida, llegó a Texas, EEUU, junto a otros dos chimpancés para formar parte de una peculiar escuela de adiestramiento en la que se enseñaba a los chimpancés a hacer ciertas cosas para el mundillo del cine y la publicidad.
Pero sus nuevos dueños, que de chimpancés sabían bastante, no tardaron en ver que Oliver no era un chimpancé normal. Su anatomía no era como la de sus compañeros: su cabeza era mucho más pequeña y redondeada que la de sus compañeros y carecía de pelo en ella y también en el pecho. Sus orejas eran pequeñas y puntiagudas y su mentón era más semejante al de los humanos que al de su propia especie. Otra característica que sorprendió a muchos fue que Oliver siempre caminó de pie, algo que los chimpancés solo consiguen con mucho entrenamiento y que pese a ello, solo consiguen hacerlo en distancias cortas, con la espalda encorvada y con las piernas arqueadas hacia los lados. Pero Oliver no caminaba como ellos, Oliver caminaba como los humanos, con la espalda y las piernas rectas y durante todo el tiempo o distancia que fuera menester.
Pero las sorpresas no acabaron aquí, con el paso del tiempo Oliver comenzó a poner en práctica ciertas aficiones poco comunes en su especie. Le encantaba ver la televisión, y si tenía una cerveza en una mano y un puro en la otra, mucho mejor. Aprendió a usar el baño y a lavarse las manos con frecuencia, e incluso aprendió a hacerse café, que degustaba y paladeaba con sumo placer.
A Oliver no le gustaba la compañía de otros simios, ni a éstos la presencia de Oliver. Según parece, Oliver tenía un olor muy diferente a los otros chimpancés con los que compartía trabajo, y por esta razón estos le repudiaban, lo que hizo que su carrera como cineasta no llegara muy lejos. No así su fama, ya que su nombre y sus fotografías corrieron por diarios, revistas y televisiones de todo el mundo con titulares de todo tipo como: “Oliver, el eslabón perdido de la evolución”, ”El chimpancé humano”, “Oliver, el primer híbrido entre humanos y chimpancés”…
Pero las cosas acabaron por torcerse ya que Oliver, quizás imaginándose humano, se enamoró de su cuidadora y no desaprovechaba ninguna ocasión para demostrárselo. De este modo, sus dueños decidieron que Oliver se marchara a otro lugar. Durante un tiempo pasó por varias instituciones y escuelas de adiestramiento hasta que al final se perdió su pista y el mundo se olvidó de este peculiar simio.
Pasaron más de 20 años hasta que un hombre, que en su día conoció a Oliver y que no se había olvidado de él, decidió buscarlo de nuevo. La búsqueda no fue fácil pero al final lo consiguió; era el año 1996 y Oliver había pasado los últimos 8 años de su vida en una pequeña jaula de apenas un par de metros cuadrados en un laboratorio de investigación. Por suerte, no habían experimentado con él y su salvador consiguió liberarlo, junto con otros chimpancés que desde entonces viven en una asociación para el cuidado y protección de estos animales. La sorpresa de sus nuevos dueños fue mayúscula cuando, tras tantos años de cautiverio e imaginando que sus antiguas capacidades de caminar erguido habrían desaparecido, Oliver salió de su jaula caminando como siempre lo había hecho.
¿Quién fue Oliver?
Mucho se especuló en su día, e incluso se continúa haciendo hoy en día sobre el origen de este chimpancé, diferente en muchos aspectos a todas las razas conocidas. Muchos fueron los que dijeron que los rasgos físicos de Oliver, muy similares a los humanos, no podían venir más que de un cruce de un chimpancé como un humano, una aberración del cromosoma que por algún azar llegó a nacer. Esta teoría se descartó por completo al final de los 90, cuando se le realizaron pruebas de ADN que demostraron que Oliver era 100% chimpancé, sin ninguna posibilidad de mezcla genética humana.
Pero estas pruebas también demostraron ciertas variaciones en su cadena molecular que lo convertían a Oliver en el único ejemplar conocido de su especie. Una teoría de la que también se habló mucho en sus tiempos de fama. Se pensaba que Oliver pertenecía a alguna especie de simio que muy reducida, que habitaría en las selvas más profundas del Congo y que eso se demostraría tarde o temprano, capturando más ejemplares de su propia especie. Pero eso jamás ocurrió y hasta el momento nunca se ha visto ni conocido a otro simio con las mismas características que Oliver.