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Millalobo
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Cauros: La Organización Mundial de la Salud informa que, cada año, 3 millones de adolescentes estadounidenses reciben un diagnóstico de infecciones por transmisión sexual.
Como para ponerse a pensar, ¿no crees? Si tú eres una persona sexualmente activa, debieras hacerlo. Esas cosas no le suceden solamente a los adultos, sino a todos… les pueden pasar a cualquiera que practica el sexo.
¿Quieres saber algo más? Dos terceras partes de las personas que padecen de infecciones por transmisión sexual, se vieron infectadas antes de cumplir 25 años. Los jóvenes adultos son los grupos que mayor riesgo corren de adquirir una infección por transmisión sexual, por un buen número de razones: Es más probable que tengan relaciones sexuales sin protección alguna; y sus compañeros/as corren mayor riesgo de contraer infecciones.
Hay maneras de evitar que te conviertas en una estadística más, y es tan fácil como decir uno, dos, tres: Prevención. Exámenes. Tratamiento.
Primero y antes que todo, por supuesto, es mejor no tener relaciones sexuales. La abstinencia es 100% efectiva. No puedes salir dañado/a si no juegas ese juego.
Pero si ya decidiste que vas a tener relaciones sexuales, usa protección. Cada vez. Un reciente estudio en los Estados Unidos indica que la mitad de los adolescentes sexualmente experimentados, no usó un condón la última vez que tuvieron un coito. El uso del condón no elimina completemente el riesgo de contraer una infección por transmisión sexual, pero reduce el riesgo-¡bastante! Por ejemplo, los condones te dan casi el 100% de protección contra el VIH (aunque es menos efectivo contra el herpes.)
Si un condón no es lo que se necesita para la relación sexual (sexo oral en una mujer, por ejemplo) usa una presa dental (o envoltura plástica, o aun un condón recortado, por ejemplo). El sexo oral en una mujer no es tan arriesgado como el sexo vaginal, pero tampoco es totalmente seguro.
Y si tú crees que puedes "adivinar" si alguien tiene una infección por transmisión sexual, no te atengas. Aunque algunas infecciones tienen síntomas visibles, hay enfermedades que pueden vivir dentro del sistema de una persona por años, sin mostrar síntomas por completo. Generamente se necesita más de 10 años para que aparezcan los primeros síntomas del VIH, de manera que tienes que exigir protección cada vez.
Eso no te mantendrá saludable, si tú eres la persona que camina con una infección de la que no sabes nada. Hasta un 45% de los adolescentes sexualmente activos se pueden ver expuestos a la clamidia cada año, la cual es invisible y puede tener efectos terribles en tu cuerpo. Es como lanzar una moneda al aire, cara tú estás enfermo/a, sol no lo estás. A menos que uses protección.
Y esto nos lleva al punto dos y tres: Si eres sexualmente activo/a, examínate una vez al año durante tu examen anual; y si por desgracia te diagnostican un infección por transmisión sexual, haz exactamente lo que te diga tu examinador. Si te da antibióticos, por ejemplo, tómalos diariamente hasta que se acaben. Si paras a medio camino, tal vez no puedas eliminar completamente el mal, y hasta podrías hacerlo más fuerte. Y no sabrías que lo sigues teniendo hasta que comience a comerte el cuerpo.
No es difícil cuidarse. En realidad, es fácil una vez que te acostumbras: Usa protección, hazte exámenes, y si es necesario, toma las medicinas. Es tan fácil como decir uno, dos, tres.
Como para ponerse a pensar, ¿no crees? Si tú eres una persona sexualmente activa, debieras hacerlo. Esas cosas no le suceden solamente a los adultos, sino a todos… les pueden pasar a cualquiera que practica el sexo.
¿Quieres saber algo más? Dos terceras partes de las personas que padecen de infecciones por transmisión sexual, se vieron infectadas antes de cumplir 25 años. Los jóvenes adultos son los grupos que mayor riesgo corren de adquirir una infección por transmisión sexual, por un buen número de razones: Es más probable que tengan relaciones sexuales sin protección alguna; y sus compañeros/as corren mayor riesgo de contraer infecciones.
Hay maneras de evitar que te conviertas en una estadística más, y es tan fácil como decir uno, dos, tres: Prevención. Exámenes. Tratamiento.
Primero y antes que todo, por supuesto, es mejor no tener relaciones sexuales. La abstinencia es 100% efectiva. No puedes salir dañado/a si no juegas ese juego.
Pero si ya decidiste que vas a tener relaciones sexuales, usa protección. Cada vez. Un reciente estudio en los Estados Unidos indica que la mitad de los adolescentes sexualmente experimentados, no usó un condón la última vez que tuvieron un coito. El uso del condón no elimina completemente el riesgo de contraer una infección por transmisión sexual, pero reduce el riesgo-¡bastante! Por ejemplo, los condones te dan casi el 100% de protección contra el VIH (aunque es menos efectivo contra el herpes.)
Si un condón no es lo que se necesita para la relación sexual (sexo oral en una mujer, por ejemplo) usa una presa dental (o envoltura plástica, o aun un condón recortado, por ejemplo). El sexo oral en una mujer no es tan arriesgado como el sexo vaginal, pero tampoco es totalmente seguro.
Y si tú crees que puedes "adivinar" si alguien tiene una infección por transmisión sexual, no te atengas. Aunque algunas infecciones tienen síntomas visibles, hay enfermedades que pueden vivir dentro del sistema de una persona por años, sin mostrar síntomas por completo. Generamente se necesita más de 10 años para que aparezcan los primeros síntomas del VIH, de manera que tienes que exigir protección cada vez.
Eso no te mantendrá saludable, si tú eres la persona que camina con una infección de la que no sabes nada. Hasta un 45% de los adolescentes sexualmente activos se pueden ver expuestos a la clamidia cada año, la cual es invisible y puede tener efectos terribles en tu cuerpo. Es como lanzar una moneda al aire, cara tú estás enfermo/a, sol no lo estás. A menos que uses protección.
Y esto nos lleva al punto dos y tres: Si eres sexualmente activo/a, examínate una vez al año durante tu examen anual; y si por desgracia te diagnostican un infección por transmisión sexual, haz exactamente lo que te diga tu examinador. Si te da antibióticos, por ejemplo, tómalos diariamente hasta que se acaben. Si paras a medio camino, tal vez no puedas eliminar completamente el mal, y hasta podrías hacerlo más fuerte. Y no sabrías que lo sigues teniendo hasta que comience a comerte el cuerpo.
No es difícil cuidarse. En realidad, es fácil una vez que te acostumbras: Usa protección, hazte exámenes, y si es necesario, toma las medicinas. Es tan fácil como decir uno, dos, tres.