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Tal como había trascendido en la prensa internacional hace algunos días, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, oficializó la intención de su administración de trasladar la embajada del país norteamericano en Israel desde Tel Aviv a Jerusalén. Se trata de una histórica decisión que revoca décadas de diplomacia estadounidense e internacional, y amenaza con desencadenar una escalada de violencia en Medio Oriente.
"Es tiempo de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel", sostuvo el mandatario mientras realizaba el anuncio desde la Casa Blanca. Además, sostuvo en la instancia que el conflicto israelí-palestino necesita ser visto desde "un nuevo enfoque".
En las horas previas al anuncio, el propio Trump había dicho que una decisión sobre este tema debería haberse tomado "hace mucho tiempo", argumentando que "muchos presidentes dijeron que harían algo y no hicieron nada", en alusión a la promesa de varios de sus predecesores de trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel-Aviv a Jerusalén.
La reacción del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, no se hizo esperar y calificó como "histórico" el anuncio de su par estadounidense. Además garantizó que se mantendrá el "statu quo" de lugares santos en Jerusalén.
Por su parte, la organiación palestina yihadista Hamas dijo que la decisión de Trump abre "las puertas del infierno".
La mudanza, por “motivos logísticos, de seguridad y constructivos”, requerirá años. De nada han servido las advertencias de la Unión Europea ni del presidente francés, Emmanuel Macron, ni las amenazas de los países musulmanes.
Jerusalén es una herida abierta. Un laberinto del que nadie ha encontrado la salida. Hace 70 años, el acuerdo de partición de Palestina situaba provisionalmente a la ciudad bajo administración internacional. Pero pronto la parte occidental fue ocupada por Israel y tras la guerra de los Seis Días, en junio de 1967, también la oriental. Justo aquella que los palestinos consideran su capital.
Trump incluso ha alertado a las legaciones estadounidenses de la posibilidad de protestas pues es claro que la tensión escénica se elevase al máximo. El resultado ha sido que en Oriente Próximo y Europa se han multiplicado las presiones para que abandonase la idea.
La decisión oficial, que será comunicada hoy en un discurso, ya se la ha trasladado Trump al líder palestino Mahmud Abas y al rey jordano Abdalá II en una ronda de diplomacia telefónica. Su intención es reconocer la “realidad histórica” de Jerusalén y trasladar en cuanto sea posible la embajada. Este cambio de sede ya fue acordado por el Congreso en 1995, pero por “seguridad nacional” lo han postergado desde entonces todos los presidentes. La Casa Blanca argumenta que el movimiento, es ahora mismo imposible por cuestiones logística. “No hay forma de hacerlo rápidamente. Solo por permisos y seguridad puede tardar años”, señaló un portavoz.
En cualquier caso, el reconocimiento de Jerusalén, con su enorme carga simbólica, supone entrar en territorio hostil. No solo acaba con un consenso internacional mantenido durante décadas por Estados Unidos, sino que anula los intentos de forjar un acuerdo en Oriente Próximo y acercar Israel a países de mayoría suní como Egipto, Arabia Saudí o Jordania para crear un escudo antiiraní.
En contrapartida, Trump reafirma su fe proisraelí, y, como ya hizo en febrero, lanza el aviso a los palestinos de que el pasado no le ata y de que su objetivo es abrir un nuevo ciclo donde ni siquiera la solución de dos Estados es necesaria.
Indignación
Este giro radical y de alta capacidad desestabilizadora ha generado un nuevo vendaval que ha sido recibido con consternación en una zona devastada por décadas de sangre y fuego. El movimiento islamista Hamás, que controla la franja de Gaza, ya ha amenazado con una nueva Intifada, y la OLP calificó la medida como el “beso de la muerte” para la paz. En Turquía el presidente Recep Tayyip Erdogan sacó a relucir su intención de tomar represalias. “Podrían ir tan lejos como romper nuestras relaciones diplomáticas con Israel. Es una línea roja para el orbe musulmán”, sentenció.
De forma menos belicosa, aunque con las mismas dosis de indignación, se expresó la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), que aglutina a los países musulmanes. En un comunicado, advirtió a EE UU que el traslado supondría reconocer a esta ciudad como la capital del Estado israelí e ignorar la ocupación militar de Jerusalén Este, territorio palestino. “Sería una agresión descarada, no solo contra la comunidad árabe e islámica, sino también contra los derechos de los musulmanes y los cristianos por igual, y contra los derechos nacionales de los palestinos”, remachó.
Del lado europeo, el presidente francés, Emmanuel Macron, intentó sin éxito frenar a Trump en una conversación telefónica en la que le recordó que “la cuestión de Jerusalén debería tratarse en el marco de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, aspirando a la creación de dos Estados que vivan juntos en paz con Jerusalén como capital”. Tampoco tuvo mayor éxito la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, quien pidió “evitar toda acción que mine una solución a dos Estados entre Israel y Palestina”. Ni musulmanes ni europeos fueron escuchados.
fuente
http://www.24horas.cl/internacional...o-de-jerusalen-como-capital-de-israel-2582605
https://elpais.com/internacional/2017/12/05/estados_unidos/1512495494_491322.html
"Es tiempo de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel", sostuvo el mandatario mientras realizaba el anuncio desde la Casa Blanca. Además, sostuvo en la instancia que el conflicto israelí-palestino necesita ser visto desde "un nuevo enfoque".
En las horas previas al anuncio, el propio Trump había dicho que una decisión sobre este tema debería haberse tomado "hace mucho tiempo", argumentando que "muchos presidentes dijeron que harían algo y no hicieron nada", en alusión a la promesa de varios de sus predecesores de trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel-Aviv a Jerusalén.
La reacción del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, no se hizo esperar y calificó como "histórico" el anuncio de su par estadounidense. Además garantizó que se mantendrá el "statu quo" de lugares santos en Jerusalén.
Por su parte, la organiación palestina yihadista Hamas dijo que la decisión de Trump abre "las puertas del infierno".
La mudanza, por “motivos logísticos, de seguridad y constructivos”, requerirá años. De nada han servido las advertencias de la Unión Europea ni del presidente francés, Emmanuel Macron, ni las amenazas de los países musulmanes.
Jerusalén es una herida abierta. Un laberinto del que nadie ha encontrado la salida. Hace 70 años, el acuerdo de partición de Palestina situaba provisionalmente a la ciudad bajo administración internacional. Pero pronto la parte occidental fue ocupada por Israel y tras la guerra de los Seis Días, en junio de 1967, también la oriental. Justo aquella que los palestinos consideran su capital.
Trump incluso ha alertado a las legaciones estadounidenses de la posibilidad de protestas pues es claro que la tensión escénica se elevase al máximo. El resultado ha sido que en Oriente Próximo y Europa se han multiplicado las presiones para que abandonase la idea.
La decisión oficial, que será comunicada hoy en un discurso, ya se la ha trasladado Trump al líder palestino Mahmud Abas y al rey jordano Abdalá II en una ronda de diplomacia telefónica. Su intención es reconocer la “realidad histórica” de Jerusalén y trasladar en cuanto sea posible la embajada. Este cambio de sede ya fue acordado por el Congreso en 1995, pero por “seguridad nacional” lo han postergado desde entonces todos los presidentes. La Casa Blanca argumenta que el movimiento, es ahora mismo imposible por cuestiones logística. “No hay forma de hacerlo rápidamente. Solo por permisos y seguridad puede tardar años”, señaló un portavoz.
En cualquier caso, el reconocimiento de Jerusalén, con su enorme carga simbólica, supone entrar en territorio hostil. No solo acaba con un consenso internacional mantenido durante décadas por Estados Unidos, sino que anula los intentos de forjar un acuerdo en Oriente Próximo y acercar Israel a países de mayoría suní como Egipto, Arabia Saudí o Jordania para crear un escudo antiiraní.
En contrapartida, Trump reafirma su fe proisraelí, y, como ya hizo en febrero, lanza el aviso a los palestinos de que el pasado no le ata y de que su objetivo es abrir un nuevo ciclo donde ni siquiera la solución de dos Estados es necesaria.
Indignación
Este giro radical y de alta capacidad desestabilizadora ha generado un nuevo vendaval que ha sido recibido con consternación en una zona devastada por décadas de sangre y fuego. El movimiento islamista Hamás, que controla la franja de Gaza, ya ha amenazado con una nueva Intifada, y la OLP calificó la medida como el “beso de la muerte” para la paz. En Turquía el presidente Recep Tayyip Erdogan sacó a relucir su intención de tomar represalias. “Podrían ir tan lejos como romper nuestras relaciones diplomáticas con Israel. Es una línea roja para el orbe musulmán”, sentenció.
De forma menos belicosa, aunque con las mismas dosis de indignación, se expresó la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), que aglutina a los países musulmanes. En un comunicado, advirtió a EE UU que el traslado supondría reconocer a esta ciudad como la capital del Estado israelí e ignorar la ocupación militar de Jerusalén Este, territorio palestino. “Sería una agresión descarada, no solo contra la comunidad árabe e islámica, sino también contra los derechos de los musulmanes y los cristianos por igual, y contra los derechos nacionales de los palestinos”, remachó.
Del lado europeo, el presidente francés, Emmanuel Macron, intentó sin éxito frenar a Trump en una conversación telefónica en la que le recordó que “la cuestión de Jerusalén debería tratarse en el marco de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, aspirando a la creación de dos Estados que vivan juntos en paz con Jerusalén como capital”. Tampoco tuvo mayor éxito la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, quien pidió “evitar toda acción que mine una solución a dos Estados entre Israel y Palestina”. Ni musulmanes ni europeos fueron escuchados.
fuente
http://www.24horas.cl/internacional...o-de-jerusalen-como-capital-de-israel-2582605
https://elpais.com/internacional/2017/12/05/estados_unidos/1512495494_491322.html
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