Otra muy acertada columna del maestro
Don Mario
Mario Esquivel
Semana Santa en Cuarentena
Que tiempos más difíciles, hace unos meses estábamos enfrascados en visiones de país completamente distintas con nuestras mentes enfocadas en un proceso constitucional semi violento, y hoy todo eso ha desaparecido de forma abrupta.
Cuando dediqué mi columna de Enero al coronavirus tenía temor de que, debido al estallido social, Chile no estuviera en condiciones como Estado Nación de enfrentar la catástrofe global que se avecinaba, sin embargo para mi sorpresa, el Estado de Chile tanto el Gobierno como la Población han hecho uso eficiente de su Territorio, tanto de sus fronteras como de sus ciudades en la implementación de medidas que puedan contener el avance de este contagiosísimo supervirus COVID-19.
Supervirus que tiene la sospecha de haber sido elaborado en los laboratorios militares chinos de Wuhan ya en el año 2015 según reportaje de la RAI Italiana de ésa época, y que está localizado a sólo 280 metros de distancia del mercado de alimentos en donde está la zona cero de la epidemia según lo informado por la BBC británica.
Así, ahora encerrados en nuestras casas y con las calles vacías, se nos viene la Semana Santa.
Jesús, cuando estaba el año 33 de nuestra era sentado junto a los 12 apóstoles celebrando la última cena con el pan (que representa su cuerpo) y el vino (que representa su sangre) el día 14 del mes de Nisán, estaba rememorando la Pascua del Señor, Pascua que fue ordenada por Jehová al pueblo de Israel para que recordaran cuando Él los sacó de la esclavitud de Egipto, específicamente el momento crucial cuando 1440 años antes de Cristo vino la última plaga que mató a los primogénitos de Egipto.
1440 años antes del nacimiento de Jesucristo, Jehová a través de Moisés y Aarón le dijo al pueblo de Israel -que estaba encerrado en sus casas por las 10 plagas que azotaban la tierra de Egipto- que para impedir que el Ángel de la muerte pasara esa noche por sus casas, tenían que sacrificar al mejor cordero que tuviesen a mano, asarlo y comerlo bien asado, colocar la sangre del cordero en el dintel y los dos postes (que vendría ser ahora como el vano de puerta) y comer pan sin levadura por que después debían escapar de Egipto raudamente cruzando el desierto y el mar rojo.
Esa noche 14 del mes de nisán, miles de los mejores corderos del pueblo Hebreo fueron consumidos, y su sangre protegió al pueblo Hebreo de la enorme masacre de primogénitos que dejó el Angel de la Muerte en la tierra de Egipto.
Eso era lo que recordaba Jesús 1440 años después en el año 33 de nuestra Era, cuando celebraba la ultima cena, pero en dicho momento ahora era Él era el cordero, ahora Él era el primogénito de Dios cuya sangre por Fe salvará al hombre de la muerte eterna liberándolo del castigo eterno provocado por el pecado.
Ahora en el año 2020, 3400 años después de lo que ocurrió en Egipto, exactamente en la misma fecha calendario, nosotros estamos encerrados en nuestras casas, evadiendo al ángel de la muerte, con agua cloro, alcohol gel, mascarillas, y demases, pero bien vendría recordar el poder del sacrificio de la Sangre de Cristo que representaba aquel cordero que salvo al pueblo de Israel del ángel de la muerte.
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