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Plasta Culiad@
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Los ciudadanos rompen de facto el confinamiento mientras la imagen del presidente, Alberto Fernández, cae en picada y la tensión política y social crece. El 63% de los niños caerán, desde diciembre, por debajo del umbral de miseria.
El presidente dijo estar asombrado, pero lo que asombró fue que dijera lo que dijo en el momento en que lo dijo: "Que me sigan hablando de cuarentena es algo que me asombra". Fue reveladora la frase de Alberto Fernández, que con esa confesión en la noche del jueves se desviaba por un momento de un anuncio muy positivo, el de que la Argentina producirá la vacuna contra el Covid-19 desarrollada por la Universidad de Oxford. Junto con México, Argentina fabricará entre 150 y 250 millones de dosis para cubrir las necesidades de toda América Latina, excepto Brasil, que tiene un convenio propio.
La admisión de Fernández, sin embargo, es un gesto de realismo ante una cuarentena eterna, que este fin de semana alcanzará los 150 días y que será prolongada por varias semanas más, aunque ese dato importe cada vez menos. Porque una cosa es lo que marca la ley y otra, la realidad: la tensión política y social está creciendo en el tercer país más grande de América Latina, con la economía desplomada a niveles históricos, la criminalidad nuevamente en ascenso y el dato de que cuando termine 2020 el 63% de los niños serán pobres, en un contexto de pobreza general que supera ya el 40% y sigue creciendo.
Así, mucha de la gente de las clases menos favorecidas que necesita salir a trabajar lo hace, incluso a riesgo de ser detenidos en los controles. Así, las clases medias y altas que sienten que no pueden seguir encerrados en sus casas ocupan los parques para hacer deporte y llenan las calles para sentirse libres al menos por un rato. Así, Ariel Suárez, cuarto en la competición de remo de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, sacó el lunes su bote a las aguas del Delta del Tigre, al norte de Buenos Aires, y lanzó una frase desbordante de lógica: "Si el fútbol puede volver a entrenar, yo puedo volver a remar. ¿A quién puedo contagiar solo en el río? Que vengan y me metan preso".
Remar está prohibido, pero dos días más tarde, cuando se le preguntó a Ginés González García, ministro de Salud, por el caso, la respuesta fue desconcertante para los ciudadanos de un país en el que la práctica de buena parte del deporte está vedada desde hace cinco meses: "¿Y qué quieren que haga...? Remar es difícil que contagie a alguien".
El problema para Argentina es que le falla la lógica: entró en la cuarentena dura con muy pocos casos cuando se agotaba el verano y se le deshilacha en la profundidad del invierno mientras las cifras de contagiados y muertes no dejan de crecer, con 268.000 casos ya y picos de 241 muertos en un día. En el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), que con 15 millones concentra un tercio de la población del país, el confinamiento es bastante más estricto que en el resto del país, pero es allí, en un país centralista pese a que se proclame federal, donde se concentra la tensión política y económica.
Y esa tensión crece, porque las cifras de la caída de la economía son escalofriantes: según estimaciones de estudios privados, en el segundo trimestre, el PIB se derrumbó cerca de un 20%, el peor registro de la historia económica argentina. Fue un alivio para el país que Fernández confirmara un acuerdo con los acreedores extranjeros y evitara caer en una cesación de pagos de la deuda externa hostil y definitiva, pero Argentina ni siquiera vive en estanflación: no, el país combina una fuerte recesión con una altísima inflación de entre el dos y el tres por ciento mensual, toda una extravagancia económica.
El economista Carlos Melconian, ex presidente del Banco Nación, cree que no hay riesgo de una hiperinflación como en 1989 y 1990, pero tampoco ve que el gobierno tenga "ningún plan anti-inflacionario serio".
Argentina vive además una situación insólita con el tráfico aéreo nacional e internacional paralizado desde el 20 de marzo. Se suponía que los vuelos se reanudarían el 1 de septiembre en el octavo país más grande del mundo, pero el ministro de Transportes, Mario Meoni, desconcertó esta semana al afirmar que la paralización de vuelos podría continuar por 60, 120 o 180 días más. Las compañías aéreas claman por ser escuchadas, dicen que van a desparecer.
Argentina enferma de pobreza tras una cuarentena récord de 150 días
El presidente dijo estar asombrado, pero lo que asombró fue que dijera lo que dijo en el momento en que lo dijo: "Que me sigan hablando de cuarentena es algo que me asombra". Fue r
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