El Estado Chileno JAMÁS ha tenido una política exterior determinante, disuasiva e incisiva, que permita afianzar no sólo afianzar nuestra soberanía a un plano de igualdad con otras naciones; sino que carece de la fuerza para imponerse a la adversidad. Esos errores, nos tuvieron a merced de nuestros vecinos con juegos de guerra y muestras de guapeza esporádicas (Argentina y Perú, fines de los años 70) o pachotadas transversales de capitán a paje (Bolivia, desde 1904 a la fecha)
Las decisiones de política exterior, se toman con diplomáticos y militares; los primeros, por poseer las competencias en relaciones internacionales y desenvolverse con sus congéneres extranjeros. Los segundos, por disponer de la fuerza como última ratio ante las agresiones explícitas. De primera fuente, les diré que la Academia Diplomática 'Andrés Bello' (alma mater del Servicio Exterior chileno) maneja escasos presupuestos, censura veladamente ciertos temas (para no ofender a los vecinos) y ve su trabajo disminuido ante la politiquería. En todos los gobiernos, se busca premiar a los candidatos perdedores con embajadas o retiros dorados a costa de todos nosotros.
Un Estado Chileno con una política exterior seria y sostenible, nunca debiera reconocer a Bolivia en cuanto su Constitución disponga el derecho irrenunciable a acceder al mar - que jamás tuvieron - a costa de nuestra integridad territorial (Título VIII, Capítulo IV, artículo. 267) y el condicionar las relaciones diplomáticas a ese objetivo, a través de negociaciones que a nada nos obligan como país.
La solución para el problema boliviano, sería - en mi opinión - en constituir una Sección de Intereses (similar a las que tiene Estados Unidos en Irán y - hasta tiempo atrás - en Cuba) a objeto de proteger los intereses de nuestros ciudadanos; y lo propio hacer el gobierno de La Paz, para proteger a sus ciudadanos residentes en Chile. Tomando el modelo cubano-estadounidense, donde las secciones de intereses se entendían con las Embajadas de la Confederación Suiza en Washington y La Habana, se podría confiar dicho rol a la Orden de Malta o cualquier entidad neutral (Canadá, Nueva Zelanda, por ej.)
