Por delante del objetivo van desfilando Montse, Efrén, Xavi, Alberto y los demás, enfermos de esquizofrenia, hablándonos con humana y desoladora transparencia de las sucesivas experiencias de la enfermedad que padecen, una enfermedad increíblemente destructiva, tanto como desconocida, y de las que causan un sufrimiento más tremendo, más inimaginable. En 'Uno por ciento, esquizofrenia' no hay trampa ni cartón, esto no es 'Alguien voló sobre el nido del cuco' o "Una Mente maravillosa", etc., no es ninguna una ficción romántica acerca de la enfermedad mental para el puro entretenimiento de mentes fantasiosas o quizá demasiado imaginativas, sino que es un trozo de realidad en estado bruto. Las personas que aquí aparecen son seres humanos con un problema contundente en su gravedad, que nos están revelando su intimidad, su sufrimiento y su lucha, a nosotros, que en general estamos llenos de prejuicios, los cuales nos llevan a crear en torno a ellos no ya muros físicos, como antes, sino "muros invisibles", que son muros mucho peores, mucho más dañinos y, sobre todo, mucho más injustos. Lo que más sorprende de personas como las de esta película, aquejadas de una enfermedad tan dura y destructiva, por momentos insostenible completamente, como es la esquizofrenia, es su capacidad de manejar su difícil vida con tanta entereza, la fuerza que tienen para sobrevivir bajo el peso de una enfermedad que es una losa siempre demasiado pesada. Hay que ser muy valiente, hay que tener mucho coraje, y ellos lo tienen.