Pero el que sea una simulación no significa que exista una realidad falsa y una verdadera.
Más bien, para los que viven dentro de la simulación será la única realidad que conozcan y no podrán escapar a los efectos que ocurran en la misma, derivada de sus propios actos o de los demás sujetos.
En otras palabras, para que una simulación (da lo mismo el objetivo para el cual se simule), tenga éxito y cumpla su propósito, debe ser lo suficientemente real, para que los sujetos simulados no actúen diferente a como actuarían en la realidad. De lo contrario no serviría de nada y sería una simulación fallida.
Por otro lado, una simulación no significa necesariamente que el científico que la está simulando, no intervenga dentro de la simulación. Pues sus correcciones e intervenciones en tiempo real pueden ser las que sean objeto de la simulación, y no la simulación en sí misma.
Lo anterior a propósito de la serie de casualidades matemáticamente imposibles que lograron que la vida se diera en un planeta llamado tierra con las condiciones exactas no solo para generar vida inteligente sino millones de especies vegetales, animales, bacteriológicas, fúngicas, y virales en completa sinfonía y coordinación que conviven de forma tal que la tierra como tal puede ser entendida como un organismo vivo en sí mismo, que para funcionar correctamente requiere o requirió si es que somos una versión simulada posterior, muchísimo ensayo y error.
Si esa serie de casualidades imposibles, no te hacen dudar que la vida como tal no solo es una simulación si no que también es vigilada, estudiada y en ocasiones dirigida y alterada, es debido a que se espera que dentro del total de inteligencias artificiales muy pocas se den cuenta de ese hecho, simplemente utilizando la lógica deductiva y el conocimiento empírico.