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¿Y tú, estás seguro de ser padre? Historia

Martin Vargas

Tomo Meado Inflamable
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2015/08/20
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Macho
Post - Parto.

En el hospital, hicieron que la Carola tuviera a nuestro hijo por cesárea, yo estaba más emocionado que la cresta. El Matías apenas salió, chantó el llanto de una, lo que hacía suponer de un niño muy despierto. Lo limpiaron y le pusieron la ropita que tantos meses le guardamos. La escena para mí era emocionante, y lo que más quería ver, era la reacción de la Carola, al tomar al niño en brazos.

- Mi amor, mira, al fin está con nosotros nuestro pequeño – le dije.
- … Jorge.
- ¿Deja sacarles una foto?
- … Jorge.
- ¿Qué?
- Sácamelo.
- ¿Ah?
- Que me saques a la guagua de encima.
- Pero Caro ¿Qué te pasa?
- No quiero tomarlo, tenlo tú.
- Tení que darle pecho.
- ¡Te dije que lo saques! – gritó.

Esa reacción me descolocó, quizás todo el proceso del parto la había dejado cansada. Hablé con una enfermera, la cual, me ayudó a tratar de convencerla, pero no había caso.

- Yo no le voy a dar teta
- Señorita, es de suma importancia que usted le de leche a su niño, es por la salud de su hijo…
- Dale tú entonces.
- Carola, hazle caso a la enfermera, como no vas a querer alimentarlo - interrumpí.
- Me quiero ir de aquí, llévame a la casa.
- Tienes que tener reposo por hoy en la noche y nos vamos con el niño mañana. Pero amor, por favor, dale teta a la guagua.

La enfermera le pasó al niño en sus brazos, le destapó un pecho y el Matías de inmediato empezó a chupar. La Carola, miraba hacia otro lado, mientras se le dibujaba el llanto en el rostro.

Al otro día, nos fuimos a una pequeña casa, que se encontraba en el mismo terreno donde vivía mi mamá y mi hermana.

- ¡Qué coso más hermoso mi niñito pequeño! Es igual a ti hijo – exclamó mi madre.
- Yo le hayo un parecido al Emilio.
- Pucha que estaría contento, estaría chocho con su sobrino.
- Demás que si po mamá.
- Y usted mijita ¿Le haya algún parecido al Jorge?
- Si… no sé - contestó de mala gana Carola.
- Igual, tiene su nariz mijita, sacó cosas de los dos.
- Si… que bueno.

La Carola subió al segundo piso y me dejó con el niño en los brazos.

- ¿Le pasa algo a la Carolita?
- Anda media cansada mamá, eso es todo.
- Si, si entiendo, yo cuando te tuve a ti, ni te imaginas todo lo que me hiciste sufrir, lo único que quería, era tirarme a dormir… pero no se podía po. Ustedes van a dormir poco, ojala que se apoyen en eso.
- Sí, hay que ir turnándose.
- Igual yo los voy a estar ayudando, es cosa que me llame no más.
- Mamá, respecto a lo mismo ¿Por qué no se queda hoy?
- ¿En serio? Quizás voy a incomodar, la Carolita igual va a querer su espacio con el niño.
- No mamá, quédese, así nos hecha una manito ¿Bueno?
- Como no voy a querer quedarme por mi chiquitito.

La Carola no andaba bien, era evidente que algo le pasaba, y lo que más me llamaba la atención, era ese rechazo constante con el niño, tenía la sensación de que yo no iba a poder solo con esto.

- Carola, el niño se hizo caca.
- Bueno, múdalo – contestó.
- Está bien, si yo lo mudo… ¿Pero qué onda tú?
- ¿Qué onda yo qué?
- A ver ¿Me podí decir que mierda te pasa? Te estás comportando como una loca, eres mamá ¿Podí tomar el rol porfa?
- ¿Y tú rol como papá?
- Lo estoy haciendo.
- Ya po, entonces voh múdalo, dale leche y todo, o sea porque una es mujer tiene que hacerse cargo de todo… no me hueí querí.
- Son roles compartidos Carola. No puedo creer que estemos discutiendo esto.

Nos dio la espalda, a mí y al Matías.

Puse al niño en la cama y lo mudé. No era una situación feliz, para nada, todo era incómodo.
En la noche, puse al Matías en la cuna, junto a nuestra cama, yo no despegaba un ojo, mientras la Carola estaba durmiendo a pata suelta.

- Carola, despertó el niño – avisé.
- …
- Carola, despertó el niño…
- ¡¿Qué hueá querí?! ¡No veí que estoy durmiendo imbécil!
- ¿Carola? ¿Por qué me tratai así?
- ¡Me tení chato con el tema de la guagua, si lo escuchai llorando entonces levántate tú!

En eso, sentí que golpearon la puerta de la pieza, era mi mamá

- Hijo, disculpen. Escuché al niño llorar ¿Se los hago dormir? – preguntó.
- Por favor tía – contestó mi novia.

Yo miraba con vergüenza a la Carola, esperé que mi mamá saliera con el niño de la pieza, teníamos que arreglar el asunto de una buena vez.

- ¡Sigues con esta misma actitud y esto se va a ir a la mierda! – advertí.
- ¿Ya? ¿Y?
- Carola, me tienes asustado, te estás comportando como una enferma, me haces pensar que no quieres a nuestro hijo.
- …
- Responde ¿Querí al Mati?
- .. No sé… si, supongo que sí.
- ¿Cómo supongo? Carola por la chucha…
- ¿Cómo voy a querer a alguien de la noche a la mañana?
- A un hijo, obvio que se le ama de inmediato, de hecho tú ya lo amabas antes de nacer, pasabas hablando de él. Ahora no entiendo que cresta te pasó.
- Necesito tiempo… eso es todo… tiempo.
- ¿Tiempo?
- Ya, deja de interrogar tanto, tengo sueño, mañana hablamos.

En cosas de minutos, mi novia estaba durmiendo, definitivamente, no había lazo entre ellos dos.
Pasaron un par de meses, y ese tiempo de adaptación que ella me pidió, nunca llegó. Mi mamá y yo nos tuvimos que hacer cargo del Matías, por supuesto, el resto de la familia se empezó a dar cuenta.

- Mijita ¿Le trajo la mochilita con las cosas al niño?
- Parece que el Jorge las trajo.

Mi mamá, cuando me vio solo en un momento, se me acercó para hacerme saber su inquietud.

- Hijo, me tiene preocupada esta situación, la Carola no se ha hecho cargo de nada, ¿Usted sabe que le pasa?
- No sé mamá… pero por favor, no quiero que andes divulgando esta situación al resto. No me tiene cómodo en lo absoluto.
- No, no diré nada… pero el resto ya ha comentado, yo he tenido que negarlo, pero es cosa de mirar cómo es que la Carola no pesca al niño.

Mientras hablaba con mi mamá, vi a mi novia haciendo algo que me colmó la paciencia.

- ¡¿Qué chucha estai haciendo?! - exclamé.
- ¿No me puedo tomar un trago ahora?
- Estai dando teta, como se te ocurre.
- Nosotros quedamos en que no le iba a dar más teta, para eso le estamos dando esa leche especial.
- Qué vergüenza hueón. ¡Ya! ¡Deja ese vaso ahí!
- O sea que tú puedes tomar porque eres el papá, y una como es mujer, no puede, linda la cuestión.
- Yo no doy teta.
- ¡Hueón machista!
- ¡Ya! ¡¿Sabí que más?! ¡Agarra tu chaqueta que nos vamos a la casa!
- Pero si recién llegamos…
- Carola… mira a tu alrededor, están todos mirando la hueá que estai haciendo, nos estai dejando como chaleco de mono.

Lo más disimulado que pude, tomé a la Carola y para llevármela a la casa de atrás.

- Mijito, ¿Ya se van? – preguntó mi mamá.
- Sí, no nos sentimos muy bien, hemos dormido poco y a mí me duele la cabeza – contesté.
- Pucha, ya pues, descanses, mañana lo veo.

Me llevé al niño en brazos, mientras la Carola, molesta, caminaba delante de nosotros. Pero de pronto se detuvo.

- Jorge, ¿Ya no me amai? – me preguntó.
- Con esa actitud de mierda… no sé, que querí que te diga.
- O sea que ya no me amai.
- Como no te voy amar Carola… Claro que sí.
- Es que, ya ni siquiera me tocai.
- Es que te desconozco.
- ¿Es porque soy mamá? ¿Ya no te excito como antes? Se me cayeron las tetas, la cesárea me dejó una cicatriz horrenda… yo sé que es eso.
- Deja hablar hueás.

La Carola se tapó la cara con dos manos y se plantó a llorar.

- Yo sabía que no me amabai. Yo sabía
- ¡Cálmate mujer!
- No puedo ¡Todo por culpa de ese niño!

Me tenía harto.

- ¡No metai al Matías en tus huevadas! ¡¿Querí?! – le dije.
- Y más encima me gritai… necesito tu abrazo, no que me griten. No me siento bien Jorge, no sé qué cresta me pasa.

Me bajó la guardia con ella, estaba siendo demasiado duro, y no me había puesto a pensar en su situación, quizás había un problema más de fondo.

- Caro, te amo. Sabí que sí. – le dije.
- No, no me amai – contestó.
- Mírame a la cara, tranquila.
- No, no quiero.
- Caro, mírame a la cara.
- Te amo mi amor – me dijo.
- Yo también, es por eso, que quiero que te calmes, y me digas, que pasa, no entiendo ese odio con el niño. Siempre quisimos ser padres y tenemos a esta cosa hermosa con nosotros. Es la oportunidad de ser felices.
- No sé…
- ¿Quieres ser mamá? ¿O ya no quieres?

La Carola se tranquilizó y miró a ese niño que tenía en brazos.

- Si, si quiero – me dijo.
- Eso, quería escucharte eso mi vida, dame un beso.

Nos besamos afuera de la casa. Cuando entramos, acosté al niño en la cuna, tomé a la Carola y la penetré en el living.

- ¿Nunca me vai a dejar? – me preguntaba mientras me rasguñaba la espalda.
- Nunca mi amor – le respondí, mientras entraba con todo en ella.

Cuando terminamos, le hice prometer que esa noche compartiríamos el sueño por el niño.

- Bueno mi amor – me respondió besándome.

Nos acostamos al lado del niño. Yo dormía profundo, y abrí los ojos por el llanto del Matías.

- Caro…
- Si mi amor, yo me hago cargo – me respondió.

La noche me pesaba, llevaba días sin descansar como correspondía, al fin podría echar la pestaña.

- Hola Jorge.
- ¿Y voh? ¿Qué haces acá?
- Nada, paseando ¿Hay alguien por ahí?
- ¿Por ahí donde?
- ¿Alguien que nos pueda escuchar?
- No sé Emilio.
- ¿Me echai de menos hermano?
- Más que la chucha
- Yo también hueón… oye, yo que voh, despierto.
- ¿Ah?
- Estai soñando.

- ¡Mierda!

Sentí que mi alma volvía de un sopetón a mi cuerpo, miré a mi lado, y no podía creerlo.

- ¡Carola!

Tenía un cojín encima de la cara del niño, vi que apretaba los dientes por la fuerza que ejercía sobre él. Me levanté y la empujé, la Carola se azotó la cabeza contra la pared y me gritó.

- ¡Maricón! ¡Maricón! ¡Me pegaste!

Se abalanzó sobre mí y me pegaba puñetes en todos lados, yo no quería que se acercara al niño. La tuve que abrazar fuerte y lanzarla hacia fuera de la pieza. Cerré la puerta con seguro y esta me gritaba de todo.
Miré al niño y este tenía sus ojitos abiertos, movía sus piernas y brazos.

- ¡Abre maricón! ¡Voy a llamar a los pacos porque me pegaste!
- ¡Llámalos y diré que estabas tratando de ahogar al niño!
- ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!
- ¡¿Como que mentira?! ¡Te ví Carola!

Le pegaba a la puerta como una loca. Al rato, sentí que la Carola bajaba las escaleras, con alguien se puso a hablar. Yo intenté escuchar.

- Sí, me pegó, me empujó.
- ¿Y dónde está su pareja?
- Está allá arriba, tiene raptado a mi hijo.

Eran los pacos. Tomé al niño en brazos. No sabía que hacer

- ¿Y si escapo? – me pregunté.

No, se me complicaría todo, lo mejor era afrontar con la verdad.

- Señor, buenas noches, su pareja nos llamó para denunciar violencia intrafamiliar, necesito que nos acompañe a la comisaría – me dijo el paco.
- Me tiene que escuchar – le pedí.
- No, allá en la comisaría puede contestar todo lo que quiera.
- Quiso matar a nuestro hijo, lo estaba ahogando con su almohada.
- Bueno, en caso de cualquier cosa tendrá derecho a defensa. Pero ahora nos tiene que acompañar.
- No.
- O por las buenas o por las malas.
- ¡Váyanse a la conchetumare! ¡Esta hueona va a matar a mi hijo!

Corrí a la pieza y me encerré.

- Mamá.
- Hijo, hola, porque me llama tan tarde.
- Mamá, me van a llevar los pacos
- ¿Qué?
- Escúcheme bien, necesito que venga a la casa.

Los carabineros intentaban abrir la puerta de la pieza a la fuerza.

- ¡Hijo mío, me está asustando!
- Ven a la casa, ahora, protege a tu nieto, corre grave peligro.
- …No entiendo nada.
- ¡Mamá, vengase a la casa por la chucha!

Los pacos lograron abrir la chapa, mientras Carola lloraba y “suplicaba por Matías”.
Los tipos me tiraron al suelo y me esposaron, entre tres me llevaban, y le grité a Carola:

- ¡Te juro que si le haces algo al Matías te mato mierda!

Me subieron al furgón policial, y yo seguía insultando.

- ¡Pacos culiaos, mi hijo se muere y ustedes serán igual de culpables!

Me tuvieron toda la noche en el calabozo, yo solo pensaba en si mi hijo estaba vivo. La angustia me tenía con un dolor inmenso. No dormí nada esa noche.

Al otro día me llevaron a tribunales, pero el asuntó no quedó en nada, tal parece que mi señora había desistido con la denuncia.

- Señor, desde este momento usted queda libre de todos los cargos que se le imputaban. Se cierra la sesión.

Me devolvieron el celular, y llamé a mi mamá y no contestó.
Llamé a Carola y tampoco me contestó.
Llamé a mi hermana Francisca y me respondió.

- Francisca.
- ¿Jorge?
- Si… oye ¿Mi mamá?
- Está en tu casa ¿Me podí contar que pasó? Mi mama estaba echa un atado de nervios. Gritó que te ibas preso.
- Francisca… esa hueá da lo mismo, te estoy preguntando si sabes de mi mamá ¿Te dijo algo del niño? ¿Te ha llamado?
- No, pero me imagino que debe estar allá en tu casa.

Corté el teléfono y tomé un taxi. El viaje se me hacía eterno.

Llegué al fin a mi hogar, entré corriendo y golpeé la puerta… nadie abría. Me imaginé lo peor, golpeaba como un enfermo.

- Hijo.
- ¡Mamá! ¿Y el niño?
- Está arriba, lo acabo de hacer dormir.
- Ay Dios … conchesumare, pensé lo peor.
- ¿Qué es lo que te pasa?
- ¿Cómo que es lo que me pasa mamá?
- Anoche le pegaste a la niña, tiene un moretón en su cabeza.

No me lo podía creer.

- Mamá, todo tiene explicación.
- ¿Explicación pegarle a una mujer? ¿Justificai la violencia? ¿Cuándo te enseñé eso?
- Mamá… tení que creerme… La Carola quería matar al niño.
- …
- Mamá, no me mires así, te lo juro.
- Mira, está bien que la Carola esté pasando por un proceso de adaptación, eso no es recurrente, puede andar mal genio y hasta media tontita con el niño, pero nunca le haría nada.
- Mamá te lo juro.
- Anoche cuando llegué, la Carola estaba dándole pecho al Matías, llorando por lo que le habías hecho, te juro que morí de la pena y la vergüenza.
- Pero mamá…
- Me tienes muy decepcionada, y agradécele a esa mujer que no fue peor para ti, le rogué que retirara la denuncia, y menos mal que me escuchó.
- …
- Yo ahora los dejo, espero que te perdone.

Fui al segundo piso, la Carola estaba viendo tele acostada, mientras el niño dormía en su cuna.

- Hola Carola.
- …
- Hola Carola dije.
- …
- Carola, yo te ví anoche, estabai ahogando al niño, no me lo podí negar.
- …
- Carola, estamos nosotros dos no más, mi mamá se fue ¿Podí sacarte la careta?
- ¿De verdad me crees capaz de eso?
- Yo te vi.
- Viste mal entonces, estaba acostando al niño, al fin había podido hacerlo dormir y te me tiraste como araña.
- No fue así.
- Viste mal y me pegaste.

La observé y me entró la duda ¿Y si vi mal? Estaba recién despertando y quizás vi lo que quería ver, la Carola hace mucho no se llevaba bien con el niño y me esperé algo como eso… quizás.

- Caro, júrame que no le estabas haciendo nada.
- No sé con qué cara me preguntas eso.
- Ya mi amor, disculpa, parece que vi mal.
- Me pegaste.
- Mi amor, fue sin querer, fue un impulso.
- Me pegaste, nunca me imaginé Jorge que me harías algo como eso, después me forcejeaste y me tiraste afuera de la pieza, y me volví a caer – me dijo llorando.
- Cielo, mi amor, yo te amo, nunca te haría algo como eso.
- No sé cómo perdonarte.
- Cielo, nunca más, te lo prometo.

Me subí encima de la cama y me puse en su pecho a llorar, al pasar el rato, logré sentir su mano en mi pelo, indicando con esto, que estaba perdonado.

El Matías ya había cumplido 5 meses, y ya andaba todo mucho más normal, la Carola se había transformado al fin en mamá.
En mi cumpleaños, fue toda la familia e hice un brindis.

- Quiero brindar por mi hermano Emilio, que sé que está acá con nosotros. Él estaría feliz con su sobrino, estoy seguro de eso.

Mi mamá se chantó a llorar, al igual que mi hermana Francisca.
Al Emilio lo perdimos en un accidente automovilístico, al parecer se quedó dormido y chocó contra una pandereta. La última imagen de él vivo la tengo, cuando supo que yo iba a ser papá, se puso contento el negro. Y la otra imagen, es el de la morgue, me tocó a mí reconocerlo, le caché la pura ropa y las manos, miré un segundo su cara y estaba deforme, no fui capaz de ver más, pero con eso era suficiente para saber que se trataba de mi Emilio.

- Amor, si quiere se toma una cerveza, pero una… no creo que le haga algo al niño – le dije a mi novia.
- No vida, mejor que no.
- Bueno, mucho mejor. – le dije, dándole un piquito en su boca.

A las tres de la mañana se fueron todos, yo me había embriagado un poco. Y me recosté en el sillón.

- Amor ¿Vayamos acostarnos a la pieza? Vas a andar con dolor de cuello mañana si te quedas aquí – me dijo.
- No mi amor, déjeme acá no más.

Sentí que me tiró una frazada y me dormí.

- Oye negro, pa otra vez tení que darme un pase po culiao comilón – le dije.
- Hueón, te dejé solo dos veces y no la metiste nunca – contestó.
- Adonde que me dejaste solo, andai puro tirando sandías.
- Te la dejé redondita.
- Nunca más juego con voh.
- No seai llorón, aprende a jugar a la pelota primero.
- No te pongai atrevido hueón, acuérdate que soy tu hermano mayor – le dije.
- Y voh preocupate del niño, la Carola lo tiene arriba, lo va a matar…. Ahora.

- ¡Conchetumadre!

Mandé un salto en el sillón, de nuevo había soñado.

- ¡Carola!

Al parecer se había quedado dormida, no respondía a mi llamado.
Subí acostarme con ella, pero para mi sorpresa, estaban todas las puertas abiertas del segundo piso, incluso las ventanas, se sentía el viento frío que entraba, y cuando me dirigí a la pieza… vi que no había nadie.

- ¡¿Carola?!

No respondía a mi llamado.

- ¡¿Carola?!

Y me desesperé por completo.

- ¡¡CAROLA!!

Al otro día, el rapto de mi hijo era noticia nacional, estaba lleno de pacos y ratis, mi mamá lloraba con mi hermana, yo tenía un nudo en mi pecho, pero no me quería quebrar.

- ¿Usted tiene alguna idea de donde podría haberse ido? – me preguntó el rati.
- No.
- ¿Usted vió un comportamiento extraño en su pareja?
- Me da risa que ahora me vengan a preguntar huevadas, yo hace meses acusé comportamientos extraños en ella y nadie me creyó.

Pasaron días y nadie sabía que había pasado. La policía y todo el mundo buscaban a la Carola y a mi hijo… Y así fue que conocí a Rosa García.

- Lo quiero ayudar amigo – me dijo.
- ¿Usted es la bruja que sale en la tele?
- Soy vidente, no bruja.
- La misma cuestión ¿Qué quiere?
- Lo que le dije… ayudarlo, con un poco de su ayuda, podría dar con el paradero de su novia.
- Quiero el paradero de Matías, no de ella, quiero saber de mi hijo.
- Necesito que me entregue una prenda de su niño, con eso puedo empezar su búsqueda.

Le dije a mi mamá que le entregara cualquier cosa de mi hijo, yo no estaba para juegos.
Aquella vidente tomó un chal del Matías y lo olió, luego cerró sus ojos y me tomó el hombro.

- Su hijo, veo a su hijo.
- …
- …
- Está puro inventando.
- Su hijo, va ser entregado…
- …
- Es una ofrenda, está pedido…
- Mamá, sáqueme a esta señora de aquí, no me parece chistosa esta hueá.
- ¡Cuidado! ¡El peligro está en su casa! Hay una energía que me impide ver… es poderosa.
- Que peligro señora… no hay nadie en mi casa.
- No confíe. Su hijo corre peligro.
- Eso ya lo sé… está con la loca de su mamá
- Ella no es el peligro, el peligro yace desde otro lado….

Mi hermana la tomó de un brazo y le pidió que se retirara, pero esta, se fue sin decirme algo antes.

- Su hermano Emilio, quiere hablar con usted, dice que lo tiene que escuchar.
- ¿Qué dice el Emilio? – preguntó mi hermana.
- Rescate a su hijo y aléjese de todos, lo más lejos posible – me dijo.
- Francisca, deja de escuchar a esta mujer. No te dai cuenta que viene porque está la tele. Gente chanta que viene a reírse de una familia desesperada. No nos hace ningún favor ¡Váyase!
- Hijo, no trate así a la señora, solo quiere ayudar – me dijo mi madre.
- ¡Entonces que diga dónde está el niño! Si lo sabe, que lo diga.
- No funciona así – contestó la vidente.
- Entonces no sirve. Gracias, vaya a vender la pescada a otro lado.

Pasó la noche, y otra más… y no sabíamos nada. Yo me quería volver loco, lloraba a momentos, no dejaba de ir al baño, la diarrea me tenía deshidratado, dolores de cabeza e insomnio.

- Jorge, tenemos noticias.

Uno de los PDI que seguía el caso llegó temprano, cuando me dijo eso, se me apretó el estómago, no quería escuchar nada malo…

- ¿Qué pasa? ¿Encontraron a mi hijo? – pregunté.
- No…
- ¿Entonces?
- A su mamá. Encontramos a Carola Fuentes. La hallamos cerca de la cuesta de Lo Prado.
- ¿Cómo? ¿Y no está con el niño? ¿No les dijo algo? – consulté.
- Nada, está en estado de shock, no puede hablar.
- ¿Cómo no puede hablar? ¡Háganla hablar! ¡Quiero a mi hijo ahora!
- Créanme que lo intentamos, pero no hay caso, ahora se encuentra en un hospital, esperando a que se recupere, así nos podría dar alguna información del paradero del niño.
- ¡Yo mismo voy hablar con ella! – exclamé.
- ¡No puede señor! ¡Se lo van a prohibir! Le pedimos paciencia
- ¡Como que paciencia hueón! ¡No es tu hijo el que está perdido conchetumare!
- ¡Hijo, cálmate! – me pidió mi madre.
- Mamá… el niño por la chucha… el niño… mamá… el Mati…. Donde cresta está.... mi niñito….

Me chanté a llorar en el suelo, mi madre y mi hermana me abrazaban, pensaba lo peor, que la Carola lo había botado, matado, regalado, pero lo que fuese, mi hijo de cinco meses no estaba. Me preguntaba donde pasaría la noche, si sobreviviría, o si moriría de hambre y frío. No podía dejar de pensar, apretaba los dientes, me agitaba, sudaba por completo, la angustia me tenía poseído… algo tenía que hacer.

- Mamá, voy a salir a buscarlo – le informé.
- ¿Hijo… adónde vas?
- No puedo quedarme acá pensando sin hacer nada, me siento inútil, debo ir por mi hijo.

Tomé el auto y me dirigí aquella cuesta, se encontraba a 4 km de Estación Central, a unos quince minutos de allí más o menos, tenía que encontrar al Matías, fui con toda la fé, respiré y pensé que no cabía otra posibilidad, iba a estar conmigo, sí o sí.

Bajé del auto y caminé por todo ese sector con una linterna, no veía nada, ni siquiera rastros de ropa, pañal… escuchar algún llanto.

- ¡Puta la hueá! ¡Hijito mío! Llora… haz algo que me lleve a ti.

Me dolía pensar que estaba botado en algún sector como ese… y no hubo caso, no había nada. Pesqué el auto nuevamente y me fui al hospital donde se encontraba la Carola, iba a entrar como fuera a su habitación, me tenía que decir que había pasado con el niño. Llegué por el sector de urgencias, me tenía que meter por algún pabellón, pero apenas me vieron intentándolo, los paramédicos me detuvieron.

- ¡Tengo que hablar con mi mujer, está adentro! ¡Tengo que hablar con ella! – grité.
- ¡No señor, no puede! ¡Por favor no insista! ¡Si no tendremos que llamar a carabineros!
- ¡Señorita! ¡Hable con ella ahora! ¡Pregúntele por el niño! – le pedí a una enfermera.
- Los siento señor, retírese por favor.

Me senté afuera del hospital. Esperé hasta que amaneciera. A la hora que fuese, tenía que hablar con ella.

- Don Jorge ¿Qué hace acá? Le dijimos que su novia no puede tener visitas – me dijo uno de los ratis.
- Soy su pareja, me tienen que dejar pasar, aunque sea un rato, tengo que hablar, es por el bien del niño.
- Eso es lo que haremos ahora… pero por favor, déjenos hacer nuestro trabajo.

Hice caso, dejé que los tipos sacaran información, los esperé con alguna noticia… salieron a la hora.

- ¿Y? ¿Les dijo algo? – pregunté.
- Jorge, va a tener que entrar con nosotros, ella lo nombró.

Los pasillos se me hicieron gigantescos, solo quería llegar a ver su rostro y que escupiera de una puta vez.

- ¡Carola!

Estaba con sus ojos perdidos, pálida, pelo opaco… no se veía como siempre.

- Carola ¿Dónde cresta está el niño?
- …
- Carola, habla. Nuestro hijo ¿Dónde está?
- …
- Por la chucha Caro, mira, si le hiciste algo, solo dilo, no me hagai esto.
- …
- Amor…
- …
- Así ha sido siempre Jorge, no habla – me dijo uno de los policías
- Tiene que hablar, yo no me voy de aquí sin que diga algo.
- Jorge, no tiene caso. El doctor dijo que la va a ver un neurólogo… al parecer sufrió un trauma muy fuerte.
- ¡Carola! ¡Habla!
- Jorge…

Perdí la paciencia por completo
- ¡Carola… mírame mierda! ¡Me importa una callampa si te vai al psiquiátrico! ¡Me importa mi hijo! ¡Donde chucha está!
- …Jorge – me insistió un rati.
- ¡¿Dónde está?! ¡Habla conchetumare!

Me subí arriba de su cama y le tomé su cara para que me mirara. Los policías se fueron hacia mí para tomarme y sacarme de ahí.

- ¡HABLA! ¡QUE LE HICISTE AL MATÍAS! ¡QUE LE HICISTE!

Sus ojos estaban perdidos en mí, pero no decía nada.

Me bajaron, me esposaron y me intentaron sacar a la fuerza.

- ¡Samael!

Todos escucharon a Carola hablar y se detuvieron. El policía se dirigió hacia ella para que repitiera lo que había dicho.

- Samael – volvió a decir.
- ¿Quién chucha es Samael Carola? ¿Él tiene a nuestro hijo?
- Samael viene por nosotros, viene por todos nosotros.
- Es inútil, está delirando, es mejor seguir buscando por nuestra cuenta- dijo el policía.

La Carola se había vuelto loca, yo ya estaba convencido de que mi hijo estaba muerto, ya había perdido todo tipo de ilusión, sus ojitos ya nos los vería nunca más, a los menos despiertos con esa lucecitas de siempre.

- Hijo…
- Mamá… perdimos al niño, ya no hay más. El Matías debe estar muerto mamá.

Volví a llorar, esta vez, sin más fé.

- ¿Derrotado?
- Asustado– contesté.
- No entiendo como no lo veí
- ¿Qué tengo que ver?
- ¿A quién más?
- …
- Levanta tu cabeza hacia arriba.
- Mi hijo no está en el cielo.
- Te extraño Jorge
- Yo igual Emilio.
- Está vivo.
- No sé.
- Mira hacia arriba, está vivo.
- Emilio.
- ¡AHORA DESPIERTA Y RESCÁTALO!

- ¡Mierda!

Intenté recordar el sueño antes de olvidarlo por completo, el Emilio algo me había dicho y no le entendía.

Recorría la casa, me estaba enfermando, caminando, ví por la ventana que alguien me observaba.

- ¿Y usted? ¿Qué hace acá de nuevo? – pregunté.
- Su hijo está vivo.

Ya no sabía que pensar, hice pasar a la vidente a la casa.

- Señora, voy a confiar en usted, ya no pierdo nada escuchándola a estas alturas. Necesito que me ayude.
- Bien… ahora tendrá que poner todo a su disposición.
- ¿Y qué debo hacer?
- Siento malas energías en esta casa, necesito que cierres todo y apagues las luces

Mi mamá y mi hermana, se quedaron a mi lado. Seguí todos los pasos al pie de la letra, y finalmente prendí dos velas como lo sugirió. Estaba todos oscuro, solo se veía aquella luz tenue que provenían de aquellas llamas.

- Está acá – me dijo.
- ¿Quién? – pregunté.
- Un hombre.
- ¿Cómo es?
- Caballo oscuro, test morena.
- ¿Mi hermano?
- ¿Eres el hermano de Jorge? – preguntó a la nada.
- ¿Es él? – volví a consultar.
- No… no es él – contestó.
- Que diga su nombre – exigí.
- Di tu nombre – le pidió nuevamente a la nada.
- …
- Me dice que tú sabes su nombre – me dijo la vidente.
- No lo sé... no sé quién es.
- Su novia…
- ¿Carola? ¿Qué pasa con ella?
- Está acá. No se ve bien.
- Pregúntele por mi hijo.
- ¿Dónde está el niño?
- …
- …
- Que responda, que diga dónde está el Matías
- Ese hombre no la deja.
- ¿Ah?
- Se está riendo de nosotros… ella está sufriendo.
- ¡¿Quién cresta es?!
- ¡Quién eres! ¡Di tu nombre! – exigió la vidente.
- ¡Carola, habla con la vidente, di algo, no tengai miedo! – exclamé al cielo.
- Me dijo que si tú decías su nombre, la dejaría hablar.
- … No sé.
- Creo que debes apurarte.
- ¿Por qué?
- Porque se está lanzando sobre ella.
- Mierda.
- Ella grita, apúrate.
- Hermano tengo miedo – dijo Francisca.
- Se la está llevando… al fuego – dijo la vidente.
- ¡Ya sé quién es conchesumare!
- ¡Habla!
- ¡Samael!
- ¡NOOOOO! – gritó la vidente.

Aquella mujer voló por la casa, mi hermana se elevó hacia el techo y mi madre cayó al suelo.

- ¡Conchetumare!

Mi hermana empezó a sangrar en el techo, no lograba ver a la vidente, se había perdido en la oscuridad y mi mamá lloraba en el suelo.

No sabía que cresta hacer, la casa temblaba, los cuadros se caían, sonaban los vasos que se quebraban en el piso de la cocina.

- ¡Mamá!
- ¡Hijo!

Tenía que encontrar a la vidente.

- ¡Señora Rosa!
- …
- ¡Señora Rosa.!

De pronto algo muy fuerte me empujó. Me golpeé fuerte contra la pared.

- ¡Jorge! ¡Me estoy muriendo! – gritó mi hermana.

De pronto, una voz extraña se escuchó.

- ¡Ese niño es mío!
- ¿Samael? ¡Sé que eres tu conchetumare, muéstrate!

Se apareció la vidente en medio de la oscuridad, vi su rostro con aquella luz tenue que no apagaba.

- ¿Señora Rosa?
- ¡Donde está el niño!

Su voz era la de un hombre, esa cosa había tomado su cuerpo.

Me lanzó hacia el otro lado, aquella vidente se encontraba poseída por esa cosa, mi hermana dejó de gritar y cayó hacia el suelo, en sangrentada por completa. Y esa cosa se iba a deshacer de mi madre.

- ¡No! ¡Por favor! ¡Déjala!

Ella se encontraba en el suelo, la vidente tomó su cabeza.

- ¡No le haga nada!

… Y mi madre se puso de rodilla, agachó su cabeza.

- Lo esperaba hace tanto señor – le dijo.
- ¿Mamá?

… No podía creerlo.

- ¡El niño está en el entretecho! – le dijo mi madre a la vidente.
- ¡Que mierda mamá!
- Hijo, déjelo, ese niño no nos pertenece
- ¡De que cresta está hablando, no entiendo!
- No hay nada que entender.

Tenía que ir por él, antes que Samael.

- ¡Tú no vas a ningún lado Jorge!
- ¡Es mi hijo!
- ¡Te estoy dando una orden!

Estaba loca.
La vidente empezó a elevarse hacia el tragaluz de la casa, iba por Matías.
Me dirigí hacia las escaleras, y mi mamá me tomó del brazo.

- ¡Deja que se lo lleve!
- ¡Suéltame! ¡Tú no eres mi mamá! ¡Eres una bruja!

No quedaba tiempo. Subí al segundo piso.

Sabía de otro tragaluz en la casa, puse el velador, salté y moví la tapa de cristal, luego, logré sujetarme en el entretecho, con todas mis fuerzas me lancé hacia adentro… ahora debía gatear.

- ¡Matías! ¡Donde estas bebé mío! – exclamé.

Escuché su llanto, avancé lo que más pude… sin querer aplasté un nido de ratas, y la madre de estas escapó sobre mi espalda.
Escuché otro llanto…
… Y vi a mi hijo, movía sus pies y manos, fui rápido hacia él. Y vi desde el otro costado que se acercaba muy rápido la vidente. Tenía que tomarlo primero.

- ¡Es mío! – gritó con voz de hombre.
- ¡Lo alcancé conchetumare! – exclamé.
- ¡No!

Tomé al niño, quise doblarme hacia el lado contrario, pero nuestro peso no resistió, nos fuimos cuesta abajo.
Caí de espaldas y nunca solté al Matías. Me golpeé tan fuerte la cabeza que sentí que me desmayaría, mi hijo se encontraba bien en mis brazos. La vidente quedó inconciente en el suelo.

- La Carola no estaba preparada para ser mamá – me dijo mi madre.
- Algo le hiciste… no sé qué… pero algo.
- ¿Una brujería dices tú?

Mi madre solo quería tomar al niño.

- No… por favor no – supliqué.

No tenía fuerzas, como pude, empecé arrastrarme en el suelo, mi madre caminaba a mi lado, yo me negaba a entregarlo. Estaba todo perdido, no había nada más que hacer.
Ella iba a quitarme al niño, y cuando se agachó para hacerlo, algo la detuvo.

- ¡Ahhh!

Francisca, mi hermana apareció, le enterró un cuchillo en su espalda y ambas cayeron al suelo.
Mi madre murió a los minutos, mientras la Fran se apagaba poco a poco por su pérdida de sangre.
Ambas fallecieron a mi lado. Yo respiraba profundo, era todo confuso y desesperante. Me levanté con el niño, y vi, que la vidente empezaba a moverse. En un momento pensé en atacarla, pero Samael era muy fuerte, quizás tomaría un paso en falso, asi, que solo decidí correr.
Salí de la casa y atravesé ese patio gigante junto al niño. Escapé del terreno y corrí lo que más pude. Me sentía perseguido, nunca miré hacia atrás, no tenía que hacerlo.

Al otro día, la policía nos resguardó a los dos. Las noticias hablaban del secuestro que había hecho mi madre con su nieto, nadie podía creer que el niño se encontraba escondido en el entretecho, nadie entendió por qué.
La vidente no apareció en la casa y no dejó una sola huella de su paradero.
Los ratis que se encontraban a cargo del caso fueron destituidos, sus superiores encontraron negligente el no haber revisado la casa por completa.

Matías hoy, tiene tres años.

- Te ves bien – me dijo.
- Tú también
- Eres un buen papá
- Gracias
- Lástima
- ¿Lástima que cosa?
- Que ella está acá.

Abrí los ojos. Miré al lado de la cama y mi hijo dormía conmigo. Lo abracé y le besé la cabecita.

- …Jorge.

Escuché la voz de una mujer.

- … Jorge.

Se me hacía conocida… no podía ser.

- ¿Carola? ¿Cómo entraste a la casa?
- Vengo por él.
- No, no te lo vai a llevar, no de nuevo.
- Si, lo haré.

Me mostró sus dientes afilados y se lanzó sobre la cama para atacarnos.

- ¡Mierda!

Volví a despertar…

El Matías cumplió seis años, y esas pesadillas aun me atormentaban, la Carola estaba en el manicomio, encerrada, sentía que nos buscaba en sus sueños
Un día, decidí ir a verla.

- Carola, hola.
- …
- Estai bonita, te maquillaron bien.
- …
- Samael.
- Aun repites el nombre de ese demonio.
- Samael.
- Samael ya no está, acabé con él.
- No, Samael está contigo.
- He tenido pesadillas con él, con ese demonio.
- No, Samael duerme contigo.
- …
- No te entiendo.
- Mátalo.
- …
- Mata a Samael, viene por nosotros.
- ¿Te refieres al niño?

Pasaron y me acosté pensando en todo lo que había logrado como padre.

- Al fin cumpliste
- Estoy orgulloso
- Yo también
- Creo que podré morir tranquilo
- No, no será así
- ¿Por qué lo dices?
- ¡DESPIERTA!

Me levanté de la cama, fui a su pieza, siempre lo cuidé de a misma forma, desde bebé hasta viejo… era mi conchito.

Y ahí la ví, con su pelo opaco, sus ojos decaídos, el maquillaje corrido, y la ropa del psiquiatrico. No sé cómo entró a la casa, pero lo había apuñalado tantas veces que ya era tarde.

… Samael se había ido para siempre.
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FIN DE LA HISTORIA
 
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Pensé que era un caso de depresión post parto... o algo similar para el muro... no una historia
 
Post - Parto.

En el hospital, hicieron que la Carola tuviera a nuestro hijo por cesárea, yo estaba más emocionado que la cresta. El Matías apenas salió, chantó el llanto de una, lo que hacía suponer de un niño muy despierto. Lo limpiaron y le pusieron la ropita que tantos meses le guardamos. La escena para mí era emocionante, y lo que más quería ver, era la reacción de la Carola, al tomar al niño en brazos.

- Mi amor, mira, al fin está con nosotros nuestro pequeño – le dije.
- … Jorge.
- ¿Deja sacarles una foto?
- … Jorge.
- ¿Qué?
- Sácamelo.
- ¿Ah?
- Que me saques a la guagua de encima.
- Pero Caro ¿Qué te pasa?
- No quiero tomarlo, tenlo tú.
- Tení que darle pecho.
- ¡Te dije que lo saques! – gritó.

Esa reacción me descolocó, quizás todo el proceso del parto la había dejado cansada. Hablé con una enfermera, la cual, me ayudó a tratar de convencerla, pero no había caso.

- Yo no le voy a dar teta
- Señorita, es de suma importancia que usted le de leche a su niño, es por la salud de su hijo…
- Dale tú entonces.
- Carola, hazle caso a la enfermera, como no vas a querer alimentarlo - interrumpí.
- Me quiero ir de aquí, llévame a la casa.
- Tienes que tener reposo por hoy en la noche y nos vamos con el niño mañana. Pero amor, por favor, dale teta a la guagua.

La enfermera le pasó al niño en sus brazos, le destapó un pecho y el Matías de inmediato empezó a chupar. La Carola, miraba hacia otro lado, mientras se le dibujaba el llanto en el rostro.

Al otro día, nos fuimos a una pequeña casa, que se encontraba en el mismo terreno donde vivía mi mamá y mi hermana.

- ¡Qué coso más hermoso mi niñito pequeño! Es igual a ti hijo – exclamó mi madre.
- Yo le hayo un parecido al Emilio.
- Pucha que estaría contento, estaría chocho con su sobrino.
- Demás que si po mamá.
- Y usted mijita ¿Le haya algún parecido al Jorge?
- Si… no sé - contestó de mala gana Carola.
- Igual, tiene su nariz mijita, sacó cosas de los dos.
- Si… que bueno.

La Carola subió al segundo piso y me dejó con el niño en los brazos.

- ¿Le pasa algo a la Carolita?
- Anda media cansada mamá, eso es todo.
- Si, si entiendo, yo cuando te tuve a ti, ni te imaginas todo lo que me hiciste sufrir, lo único que quería, era tirarme a dormir… pero no se podía po. Ustedes van a dormir poco, ojala que se apoyen en eso.
- Sí, hay que ir turnándose.
- Igual yo los voy a estar ayudando, es cosa que me llame no más.
- Mamá, respecto a lo mismo ¿Por qué no se queda hoy?
- ¿En serio? Quizás voy a incomodar, la Carolita igual va a querer su espacio con el niño.
- No mamá, quédese, así nos hecha una manito ¿Bueno?
- Como no voy a querer quedarme por mi chiquitito.

La Carola no andaba bien, era evidente que algo le pasaba, y lo que más me llamaba la atención, era ese rechazo constante con el niño, tenía la sensación de que yo no iba a poder solo con esto.

- Carola, el niño se hizo caca.
- Bueno, múdalo – contestó.
- Está bien, si yo lo mudo… ¿Pero qué onda tú?
- ¿Qué onda yo qué?
- A ver ¿Me podí decir que mierda te pasa? Te estás comportando como una loca, eres mamá ¿Podí tomar el rol porfa?
- ¿Y tú rol como papá?
- Lo estoy haciendo.
- Ya po, entonces voh múdalo, dale leche y todo, o sea porque una es mujer tiene que hacerse cargo de todo… no me hueí querí.
- Son roles compartidos Carola. No puedo creer que estemos discutiendo esto.

Nos dio la espalda, a mí y al Matías.

Puse al niño en la cama y lo mudé. No era una situación feliz, para nada, todo era incómodo.
En la noche, puse al Matías en la cuna, junto a nuestra cama, yo no despegaba un ojo, mientras la Carola estaba durmiendo a pata suelta.

- Carola, despertó el niño – avisé.
- …
- Carola, despertó el niño…
- ¡¿Qué hueá querí?! ¡No veí que estoy durmiendo imbécil!
- ¿Carola? ¿Por qué me tratai así?
- ¡Me tení chato con el tema de la guagua, si lo escuchai llorando entonces levántate tú!

En eso, sentí que golpearon la puerta de la pieza, era mi mamá

- Hijo, disculpen. Escuché al niño llorar ¿Se los hago dormir? – preguntó.
- Por favor tía – contestó mi novia.

Yo miraba con vergüenza a la Carola, esperé que mi mamá saliera con el niño de la pieza, teníamos que arreglar el asunto de una buena vez.

- ¡Sigues con esta misma actitud y esto se va a ir a la mierda! – advertí.
- ¿Ya? ¿Y?
- Carola, me tienes asustado, te estás comportando como una enferma, me haces pensar que no quieres a nuestro hijo.
- …
- Responde ¿Querí al Mati?
- .. No sé… si, supongo que sí.
- ¿Cómo supongo? Carola por la chucha…
- ¿Cómo voy a querer a alguien de la noche a la mañana?
- A un hijo, obvio que se le ama de inmediato, de hecho tú ya lo amabas antes de nacer, pasabas hablando de él. Ahora no entiendo que cresta te pasó.
- Necesito tiempo… eso es todo… tiempo.
- ¿Tiempo?
- Ya, deja de interrogar tanto, tengo sueño, mañana hablamos.

En cosas de minutos, mi novia estaba durmiendo, definitivamente, no había lazo entre ellos dos.
Pasaron un par de meses, y ese tiempo de adaptación que ella me pidió, nunca llegó. Mi mamá y yo nos tuvimos que hacer cargo del Matías, por supuesto, el resto de la familia se empezó a dar cuenta.

- Mijita ¿Le trajo la mochilita con las cosas al niño?
- Parece que el Jorge las trajo.

Mi mamá, cuando me vio solo en un momento, se me acercó para hacerme saber su inquietud.

- Hijo, me tiene preocupada esta situación, la Carola no se ha hecho cargo de nada, ¿Usted sabe que le pasa?
- No sé mamá… pero por favor, no quiero que andes divulgando esta situación al resto. No me tiene cómodo en lo absoluto.
- No, no diré nada… pero el resto ya ha comentado, yo he tenido que negarlo, pero es cosa de mirar cómo es que la Carola no pesca al niño.

Mientras hablaba con mi mamá, vi a mi novia haciendo algo que me colmó la paciencia.

- ¡¿Qué chucha estai haciendo?! - exclamé.
- ¿No me puedo tomar un trago ahora?
- Estai dando teta, como se te ocurre.
- Nosotros quedamos en que no le iba a dar más teta, para eso le estamos dando esa leche especial.
- Qué vergüenza hueón. ¡Ya! ¡Deja ese vaso ahí!
- O sea que tú puedes tomar porque eres el papá, y una como es mujer, no puede, linda la cuestión.
- Yo no doy teta.
- ¡Hueón machista!
- ¡Ya! ¡¿Sabí que más?! ¡Agarra tu chaqueta que nos vamos a la casa!
- Pero si recién llegamos…
- Carola… mira a tu alrededor, están todos mirando la hueá que estai haciendo, nos estai dejando como chaleco de mono.

Lo más disimulado que pude, tomé a la Carola y para llevármela a la casa de atrás.

- Mijito, ¿Ya se van? – preguntó mi mamá.
- Sí, no nos sentimos muy bien, hemos dormido poco y a mí me duele la cabeza – contesté.
- Pucha, ya pues, descanses, mañana lo veo.

Me llevé al niño en brazos, mientras la Carola, molesta, caminaba delante de nosotros. Pero de pronto se detuvo.

- Jorge, ¿Ya no me amai? – me preguntó.
- Con esa actitud de mierda… no sé, que querí que te diga.
- O sea que ya no me amai.
- Como no te voy amar Carola… Claro que sí.
- Es que, ya ni siquiera me tocai.
- Es que te desconozco.
- ¿Es porque soy mamá? ¿Ya no te excito como antes? Se me cayeron las tetas, la cesárea me dejó una cicatriz horrenda… yo sé que es eso.
- Deja hablar hueás.

La Carola se tapó la cara con dos manos y se plantó a llorar.

- Yo sabía que no me amabai. Yo sabía
- ¡Cálmate mujer!
- No puedo ¡Todo por culpa de ese niño!

Me tenía harto.

- ¡No metai al Matías en tus huevadas! ¡¿Querí?! – le dije.
- Y más encima me gritai… necesito tu abrazo, no que me griten. No me siento bien Jorge, no sé qué cresta me pasa.

Me bajó la guardia con ella, estaba siendo demasiado duro, y no me había puesto a pensar en su situación, quizás había un problema más de fondo.

- Caro, te amo. Sabí que sí. – le dije.
- No, no me amai – contestó.
- Mírame a la cara, tranquila.
- No, no quiero.
- Caro, mírame a la cara.
- Te amo mi amor – me dijo.
- Yo también, es por eso, que quiero que te calmes, y me digas, que pasa, no entiendo ese odio con el niño. Siempre quisimos ser padres y tenemos a esta cosa hermosa con nosotros. Es la oportunidad de ser felices.
- No sé…
- ¿Quieres ser mamá? ¿O ya no quieres?

La Carola se tranquilizó y miró a ese niño que tenía en brazos.

- Si, si quiero – me dijo.
- Eso, quería escucharte eso mi vida, dame un beso.

Nos besamos afuera de la casa. Cuando entramos, acosté al niño en la cuna, tomé a la Carola y la penetré en el living.

- ¿Nunca me vai a dejar? – me preguntaba mientras me rasguñaba la espalda.
- Nunca mi amor – le respondí, mientras entraba con todo en ella.

Cuando terminamos, le hice prometer que esa noche compartiríamos el sueño por el niño.

- Bueno mi amor – me respondió besándome.

Nos acostamos al lado del niño. Yo dormía profundo, y abrí los ojos por el llanto del Matías.

- Caro…
- Si mi amor, yo me hago cargo – me respondió.

La noche me pesaba, llevaba días sin descansar como correspondía, al fin podría echar la pestaña.

- Hola Jorge.
- ¿Y voh? ¿Qué haces acá?
- Nada, paseando ¿Hay alguien por ahí?
- ¿Por ahí donde?
- ¿Alguien que nos pueda escuchar?
- No sé Emilio.
- ¿Me echai de menos hermano?
- Más que la chucha
- Yo también hueón… oye, yo que voh, despierto.
- ¿Ah?
- Estai soñando.

- ¡Mierda!

Sentí que mi alma volvía de un sopetón a mi cuerpo, miré a mi lado, y no podía creerlo.

- ¡Carola!

Tenía un cojín encima de la cara del niño, vi que apretaba los dientes por la fuerza que ejercía sobre él. Me levanté y la empujé, la Carola se azotó la cabeza contra la pared y me gritó.

- ¡Maricón! ¡Maricón! ¡Me pegaste!

Se abalanzó sobre mí y me pegaba puñetes en todos lados, yo no quería que se acercara al niño. La tuve que abrazar fuerte y lanzarla hacia fuera de la pieza. Cerré la puerta con seguro y esta me gritaba de todo.
Miré al niño y este tenía sus ojitos abiertos, movía sus piernas y brazos.

- ¡Abre maricón! ¡Voy a llamar a los pacos porque me pegaste!
- ¡Llámalos y diré que estabas tratando de ahogar al niño!
- ¡Mentiroso! ¡Mentiroso!
- ¡¿Como que mentira?! ¡Te ví Carola!

Le pegaba a la puerta como una loca. Al rato, sentí que la Carola bajaba las escaleras, con alguien se puso a hablar. Yo intenté escuchar.

- Sí, me pegó, me empujó.
- ¿Y dónde está su pareja?
- Está allá arriba, tiene raptado a mi hijo.

Eran los pacos. Tomé al niño en brazos. No sabía que hacer

- ¿Y si escapo? – me pregunté.

No, se me complicaría todo, lo mejor era afrontar con la verdad.

- Señor, buenas noches, su pareja nos llamó para denunciar violencia intrafamiliar, necesito que nos acompañe a la comisaría – me dijo el paco.
- Me tiene que escuchar – le pedí.
- No, allá en la comisaría puede contestar todo lo que quiera.
- Quiso matar a nuestro hijo, lo estaba ahogando con su almohada.
- Bueno, en caso de cualquier cosa tendrá derecho a defensa. Pero ahora nos tiene que acompañar.
- No.
- O por las buenas o por las malas.
- ¡Váyanse a la conchetumare! ¡Esta hueona va a matar a mi hijo!

Corrí a la pieza y me encerré.

- Mamá.
- Hijo, hola, porque me llama tan tarde.
- Mamá, me van a llevar los pacos
- ¿Qué?
- Escúcheme bien, necesito que venga a la casa.

Los carabineros intentaban abrir la puerta de la pieza a la fuerza.

- ¡Hijo mío, me está asustando!
- Ven a la casa, ahora, protege a tu nieto, corre grave peligro.
- …No entiendo nada.
- ¡Mamá, vengase a la casa por la chucha!

Los pacos lograron abrir la chapa, mientras Carola lloraba y “suplicaba por Matías”.
Los tipos me tiraron al suelo y me esposaron, entre tres me llevaban, y le grité a Carola:

- ¡Te juro que si le haces algo al Matías te mato mierda!

Me subieron al furgón policial, y yo seguía insultando.

- ¡Pacos culiaos, mi hijo se muere y ustedes serán igual de culpables!

Me tuvieron toda la noche en el calabozo, yo solo pensaba en si mi hijo estaba vivo. La angustia me tenía con un dolor inmenso. No dormí nada esa noche.

Al otro día me llevaron a tribunales, pero el asuntó no quedó en nada, tal parece que mi señora había desistido con la denuncia.

- Señor, desde este momento usted queda libre de todos los cargos que se le imputaban. Se cierra la sesión.

Me devolvieron el celular, y llamé a mi mamá y no contestó.
Llamé a Carola y tampoco me contestó.
Llamé a mi hermana Francisca y me respondió.

- Francisca.
- ¿Jorge?
- Si… oye ¿Mi mamá?
- Está en tu casa ¿Me podí contar que pasó? Mi mama estaba echa un atado de nervios. Gritó que te ibas preso.
- Francisca… esa hueá da lo mismo, te estoy preguntando si sabes de mi mamá ¿Te dijo algo del niño? ¿Te ha llamado?
- No, pero me imagino que debe estar allá en tu casa.

Corté el teléfono y tomé un taxi. El viaje se me hacía eterno.

Llegué al fin a mi hogar, entré corriendo y golpeé la puerta… nadie abría. Me imaginé lo peor, golpeaba como un enfermo.

- Hijo.
- ¡Mamá! ¿Y el niño?
- Está arriba, lo acabo de hacer dormir.
- Ay Dios … conchesumare, pensé lo peor.
- ¿Qué es lo que te pasa?
- ¿Cómo que es lo que me pasa mamá?
- Anoche le pegaste a la niña, tiene un moretón en su cabeza.

No me lo podía creer.

- Mamá, todo tiene explicación.
- ¿Explicación pegarle a una mujer? ¿Justificai la violencia? ¿Cuándo te enseñé eso?
- Mamá… tení que creerme… La Carola quería matar al niño.
- …
- Mamá, no me mires así, te lo juro.
- Mira, está bien que la Carola esté pasando por un proceso de adaptación, eso no es recurrente, puede andar mal genio y hasta media tontita con el niño, pero nunca le haría nada.
- Mamá te lo juro.
- Anoche cuando llegué, la Carola estaba dándole pecho al Matías, llorando por lo que le habías hecho, te juro que morí de la pena y la vergüenza.
- Pero mamá…
- Me tienes muy decepcionada, y agradécele a esa mujer que no fue peor para ti, le rogué que retirara la denuncia, y menos mal que me escuchó.
- …
- Yo ahora los dejo, espero que te perdone.

Fui al segundo piso, la Carola estaba viendo tele acostada, mientras el niño dormía en su cuna.

- Hola Carola.
- …
- Hola Carola dije.
- …
- Carola, yo te ví anoche, estabai ahogando al niño, no me lo podí negar.
- …
- Carola, estamos nosotros dos no más, mi mamá se fue ¿Podí sacarte la careta?
- ¿De verdad me crees capaz de eso?
- Yo te vi.
- Viste mal entonces, estaba acostando al niño, al fin había podido hacerlo dormir y te me tiraste como araña.
- No fue así.
- Viste mal y me pegaste.

La observé y me entró la duda ¿Y si vi mal? Estaba recién despertando y quizás vi lo que quería ver, la Carola hace mucho no se llevaba bien con el niño y me esperé algo como eso… quizás.

- Caro, júrame que no le estabas haciendo nada.
- No sé con qué cara me preguntas eso.
- Ya mi amor, disculpa, parece que vi mal.
- Me pegaste.
- Mi amor, fue sin querer, fue un impulso.
- Me pegaste, nunca me imaginé Jorge que me harías algo como eso, después me forcejeaste y me tiraste afuera de la pieza, y me volví a caer – me dijo llorando.
- Cielo, mi amor, yo te amo, nunca te haría algo como eso.
- No sé cómo perdonarte.
- Cielo, nunca más, te lo prometo.

Me subí encima de la cama y me puse en su pecho a llorar, al pasar el rato, logré sentir su mano en mi pelo, indicando con esto, que estaba perdonado.

El Matías ya había cumplido 5 meses, y ya andaba todo mucho más normal, la Carola se había transformado al fin en mamá.
En mi cumpleaños, fue toda la familia e hice un brindis.

- Quiero brindar por mi hermano Emilio, que sé que está acá con nosotros. Él estaría feliz con su sobrino, estoy seguro de eso.

Mi mamá se chantó a llorar, al igual que mi hermana Francisca.
Al Emilio lo perdimos en un accidente automovilístico, al parecer se quedó dormido y chocó contra una pandereta. La última imagen de él vivo la tengo, cuando supo que yo iba a ser papá, se puso contento el negro. Y la otra imagen, es el de la morgue, me tocó a mí reconocerlo, le caché la pura ropa y las manos, miré un segundo su cara y estaba deforme, no fui capaz de ver más, pero con eso era suficiente para saber que se trataba de mi Emilio.

- Amor, si quiere se toma una cerveza, pero una… no creo que le haga algo al niño – le dije a mi novia.
- No vida, mejor que no.
- Bueno, mucho mejor. – le dije, dándole un piquito en su boca.

A las tres de la mañana se fueron todos, yo me había embriagado un poco. Y me recosté en el sillón.

- Amor ¿Vayamos acostarnos a la pieza? Vas a andar con dolor de cuello mañana si te quedas aquí – me dijo.
- No mi amor, déjeme acá no más.

Sentí que me tiró una frazada y me dormí.

- Oye negro, pa otra vez tení que darme un pase po culiao comilón – le dije.
- Hueón, te dejé solo dos veces y no la metiste nunca – contestó.
- Adonde que me dejaste solo, andai puro tirando sandías.
- Te la dejé redondita.
- Nunca más juego con voh.
- No seai llorón, aprende a jugar a la pelota primero.
- No te pongai atrevido hueón, acuérdate que soy tu hermano mayor – le dije.
- Y voh preocupate del niño, la Carola lo tiene arriba, lo va a matar…. Ahora.

- ¡Conchetumadre!

Mandé un salto en el sillón, de nuevo había soñado.

- ¡Carola!

Al parecer se había quedado dormida, no respondía a mi llamado.
Subí acostarme con ella, pero para mi sorpresa, estaban todas las puertas abiertas del segundo piso, incluso las ventanas, se sentía el viento frío que entraba, y cuando me dirigí a la pieza… vi que no había nadie.

- ¡¿Carola?!

No respondía a mi llamado.

- ¡¿Carola?!

Y me desesperé por completo.

- ¡¡CAROLA!!

Al otro día, el rapto de mi hijo era noticia nacional, estaba lleno de pacos y ratis, mi mamá lloraba con mi hermana, yo tenía un nudo en mi pecho, pero no me quería quebrar.

- ¿Usted tiene alguna idea de donde podría haberse ido? – me preguntó el rati.
- No.
- ¿Usted vió un comportamiento extraño en su pareja?
- Me da risa que ahora me vengan a preguntar huevadas, yo hace meses acusé comportamientos extraños en ella y nadie me creyó.

Pasaron días y nadie sabía que había pasado. La policía y todo el mundo buscaban a la Carola y a mi hijo… Y así fue que conocí a Rosa García.

- Lo quiero ayudar amigo – me dijo.
- ¿Usted es la bruja que sale en la tele?
- Soy vidente, no bruja.
- La misma cuestión ¿Qué quiere?
- Lo que le dije… ayudarlo, con un poco de su ayuda, podría dar con el paradero de su novia.
- Quiero el paradero de Matías, no de ella, quiero saber de mi hijo.
- Necesito que me entregue una prenda de su niño, con eso puedo empezar su búsqueda.

Le dije a mi mamá que le entregara cualquier cosa de mi hijo, yo no estaba para juegos.
Aquella vidente tomó un chal del Matías y lo olió, luego cerró sus ojos y me tomó el hombro.

- Su hijo, veo a su hijo.
- …
- …
- Está puro inventando.
- Su hijo, va ser entregado…
- …
- Es una ofrenda, está pedido…
- Mamá, sáqueme a esta señora de aquí, no me parece chistosa esta hueá.
- ¡Cuidado! ¡El peligro está en su casa! Hay una energía que me impide ver… es poderosa.
- Que peligro señora… no hay nadie en mi casa.
- No confíe. Su hijo corre peligro.
- Eso ya lo sé… está con la loca de su mamá
- Ella no es el peligro, el peligro yace desde otro lado….

Mi hermana la tomó de un brazo y le pidió que se retirara, pero esta, se fue sin decirme algo antes.

- Su hermano Emilio, quiere hablar con usted, dice que lo tiene que escuchar.
- ¿Qué dice el Emilio? – preguntó mi hermana.
- Rescate a su hijo y aléjese de todos, lo más lejos posible – me dijo.
- Francisca, deja de escuchar a esta mujer. No te dai cuenta que viene porque está la tele. Gente chanta que viene a reírse de una familia desesperada. No nos hace ningún favor ¡Váyase!
- Hijo, no trate así a la señora, solo quiere ayudar – me dijo mi madre.
- ¡Entonces que diga dónde está el niño! Si lo sabe, que lo diga.
- No funciona así – contestó la vidente.
- Entonces no sirve. Gracias, vaya a vender la pescada a otro lado.

Pasó la noche, y otra más… y no sabíamos nada. Yo me quería volver loco, lloraba a momentos, no dejaba de ir al baño, la diarrea me tenía deshidratado, dolores de cabeza e insomnio.

- Jorge, tenemos noticias.

Uno de los PDI que seguía el caso llegó temprano, cuando me dijo eso, se me apretó el estómago, no quería escuchar nada malo…

- ¿Qué pasa? ¿Encontraron a mi hijo? – pregunté.
- No…
- ¿Entonces?
- A su mamá. Encontramos a Carola Fuentes. La hallamos cerca de la cuesta de Lo Prado.
- ¿Cómo? ¿Y no está con el niño? ¿No les dijo algo? – consulté.
- Nada, está en estado de shock, no puede hablar.
- ¿Cómo no puede hablar? ¡Háganla hablar! ¡Quiero a mi hijo ahora!
- Créanme que lo intentamos, pero no hay caso, ahora se encuentra en un hospital, esperando a que se recupere, así nos podría dar alguna información del paradero del niño.
- ¡Yo mismo voy hablar con ella! – exclamé.
- ¡No puede señor! ¡Se lo van a prohibir! Le pedimos paciencia
- ¡Como que paciencia hueón! ¡No es tu hijo el que está perdido conchetumare!
- ¡Hijo, cálmate! – me pidió mi madre.
- Mamá… el niño por la chucha… el niño… mamá… el Mati…. Donde cresta está.... mi niñito….

Me chanté a llorar en el suelo, mi madre y mi hermana me abrazaban, pensaba lo peor, que la Carola lo había botado, matado, regalado, pero lo que fuese, mi hijo de cinco meses no estaba. Me preguntaba donde pasaría la noche, si sobreviviría, o si moriría de hambre y frío. No podía dejar de pensar, apretaba los dientes, me agitaba, sudaba por completo, la angustia me tenía poseído… algo tenía que hacer.

- Mamá, voy a salir a buscarlo – le informé.
- ¿Hijo… adónde vas?
- No puedo quedarme acá pensando sin hacer nada, me siento inútil, debo ir por mi hijo.

Tomé el auto y me dirigí aquella cuesta, se encontraba a 4 km de Estación Central, a unos quince minutos de allí más o menos, tenía que encontrar al Matías, fui con toda la fé, respiré y pensé que no cabía otra posibilidad, iba a estar conmigo, sí o sí.

Bajé del auto y caminé por todo ese sector con una linterna, no veía nada, ni siquiera rastros de ropa, pañal… escuchar algún llanto.

- ¡Puta la hueá! ¡Hijito mío! Llora… haz algo que me lleve a ti.

Me dolía pensar que estaba botado en algún sector como ese… y no hubo caso, no había nada. Pesqué el auto nuevamente y me fui al hospital donde se encontraba la Carola, iba a entrar como fuera a su habitación, me tenía que decir que había pasado con el niño. Llegué por el sector de urgencias, me tenía que meter por algún pabellón, pero apenas me vieron intentándolo, los paramédicos me detuvieron.

- ¡Tengo que hablar con mi mujer, está adentro! ¡Tengo que hablar con ella! – grité.
- ¡No señor, no puede! ¡Por favor no insista! ¡Si no tendremos que llamar a carabineros!
- ¡Señorita! ¡Hable con ella ahora! ¡Pregúntele por el niño! – le pedí a una enfermera.
- Los siento señor, retírese por favor.

Me senté afuera del hospital. Esperé hasta que amaneciera. A la hora que fuese, tenía que hablar con ella.

- Don Jorge ¿Qué hace acá? Le dijimos que su novia no puede tener visitas – me dijo uno de los ratis.
- Soy su pareja, me tienen que dejar pasar, aunque sea un rato, tengo que hablar, es por el bien del niño.
- Eso es lo que haremos ahora… pero por favor, déjenos hacer nuestro trabajo.

Hice caso, dejé que los tipos sacaran información, los esperé con alguna noticia… salieron a la hora.

- ¿Y? ¿Les dijo algo? – pregunté.
- Jorge, va a tener que entrar con nosotros, ella lo nombró.

Los pasillos se me hicieron gigantescos, solo quería llegar a ver su rostro y que escupiera de una puta vez.

- ¡Carola!

Estaba con sus ojos perdidos, pálida, pelo opaco… no se veía como siempre.

- Carola ¿Dónde cresta está el niño?
- …
- Carola, habla. Nuestro hijo ¿Dónde está?
- …
- Por la chucha Caro, mira, si le hiciste algo, solo dilo, no me hagai esto.
- …
- Amor…
- …
- Así ha sido siempre Jorge, no habla – me dijo uno de los policías
- Tiene que hablar, yo no me voy de aquí sin que diga algo.
- Jorge, no tiene caso. El doctor dijo que la va a ver un neurólogo… al parecer sufrió un trauma muy fuerte.
- ¡Carola! ¡Habla!
- Jorge…

Perdí la paciencia por completo
- ¡Carola… mírame mierda! ¡Me importa una callampa si te vai al psiquiátrico! ¡Me importa mi hijo! ¡Donde chucha está!
- …Jorge – me insistió un rati.
- ¡¿Dónde está?! ¡Habla conchetumare!

Me subí arriba de su cama y le tomé su cara para que me mirara. Los policías se fueron hacia mí para tomarme y sacarme de ahí.

- ¡HABLA! ¡QUE LE HICISTE AL MATÍAS! ¡QUE LE HICISTE!

Sus ojos estaban perdidos en mí, pero no decía nada.

Me bajaron, me esposaron y me intentaron sacar a la fuerza.

- ¡Samael!

Todos escucharon a Carola hablar y se detuvieron. El policía se dirigió hacia ella para que repitiera lo que había dicho.

- Samael – volvió a decir.
- ¿Quién chucha es Samael Carola? ¿Él tiene a nuestro hijo?
- Samael viene por nosotros, viene por todos nosotros.
- Es inútil, está delirando, es mejor seguir buscando por nuestra cuenta- dijo el policía.

La Carola se había vuelto loca, yo ya estaba convencido de que mi hijo estaba muerto, ya había perdido todo tipo de ilusión, sus ojitos ya nos los vería nunca más, a los menos despiertos con esa lucecitas de siempre.

- Hijo…
- Mamá… perdimos al niño, ya no hay más. El Matías debe estar muerto mamá.

Volví a llorar, esta vez, sin más fé.

- ¿Derrotado?
- Asustado– contesté.
- No entiendo como no lo veí
- ¿Qué tengo que ver?
- ¿A quién más?
- …
- Levanta tu cabeza hacia arriba.
- Mi hijo no está en el cielo.
- Te extraño Jorge
- Yo igual Emilio.
- Está vivo.
- No sé.
- Mira hacia arriba, está vivo.
- Emilio.
- ¡AHORA DESPIERTA Y RESCÁTALO!

- ¡Mierda!

Intenté recordar el sueño antes de olvidarlo por completo, el Emilio algo me había dicho y no le entendía.

Recorría la casa, me estaba enfermando, caminando, ví por la ventana que alguien me observaba.

- ¿Y usted? ¿Qué hace acá de nuevo? – pregunté.
- Su hijo está vivo.

Ya no sabía que pensar, hice pasar a la vidente a la casa.

- Señora, voy a confiar en usted, ya no pierdo nada escuchándola a estas alturas. Necesito que me ayude.
- Bien… ahora tendrá que poner todo a su disposición.
- ¿Y qué debo hacer?
- Siento malas energías en esta casa, necesito que cierres todo y apagues las luces

Mi mamá y mi hermana, se quedaron a mi lado. Seguí todos los pasos al pie de la letra, y finalmente prendí dos velas como lo sugirió. Estaba todos oscuro, solo se veía aquella luz tenue que provenían de aquellas llamas.

- Está acá – me dijo.
- ¿Quién? – pregunté.
- Un hombre.
- ¿Cómo es?
- Caballo oscuro, test morena.
- ¿Mi hermano?
- ¿Eres el hermano de Jorge? – preguntó a la nada.
- ¿Es él? – volví a consultar.
- No… no es él – contestó.
- Que diga su nombre – exigí.
- Di tu nombre – le pidió nuevamente a la nada.
- …
- Me dice que tú sabes su nombre – me dijo la vidente.
- No lo sé... no sé quién es.
- Su novia…
- ¿Carola? ¿Qué pasa con ella?
- Está acá. No se ve bien.
- Pregúntele por mi hijo.
- ¿Dónde está el niño?
- …
- …
- Que responda, que diga dónde está el Matías
- Ese hombre no la deja.
- ¿Ah?
- Se está riendo de nosotros… ella está sufriendo.
- ¡¿Quién cresta es?!
- ¡Quién eres! ¡Di tu nombre! – exigió la vidente.
- ¡Carola, habla con la vidente, di algo, no tengai miedo! – exclamé al cielo.
- Me dijo que si tú decías su nombre, la dejaría hablar.
- … No sé.
- Creo que debes apurarte.
- ¿Por qué?
- Porque se está lanzando sobre ella.
- Mierda.
- Ella grita, apúrate.
- Hermano tengo miedo – dijo Francisca.
- Se la está llevando… al fuego – dijo la vidente.
- ¡Ya sé quién es conchesumare!
- ¡Habla!
- ¡Samael!
- ¡NOOOOO! – gritó la vidente.

Aquella mujer voló por la casa, mi hermana se elevó hacia el techo y mi madre cayó al suelo.

- ¡Conchetumare!

Mi hermana empezó a sangrar en el techo, no lograba ver a la vidente, se había perdido en la oscuridad y mi mamá lloraba en el suelo.

No sabía que cresta hacer, la casa temblaba, los cuadros se caían, sonaban los vasos que se quebraban en el piso de la cocina.

- ¡Mamá!
- ¡Hijo!

Tenía que encontrar a la vidente.

- ¡Señora Rosa!
- …
- ¡Señora Rosa.!

De pronto algo muy fuerte me empujó. Me golpeé fuerte contra la pared.

- ¡Jorge! ¡Me estoy muriendo! – gritó mi hermana.

De pronto, una voz extraña se escuchó.

- ¡Ese niño es mío!
- ¿Samael? ¡Sé que eres tu conchetumare, muéstrate!

Se apareció la vidente en medio de la oscuridad, vi su rostro con aquella luz tenue que no apagaba.

- ¿Señora Rosa?
- ¡Donde está el niño!

Su voz era la de un hombre, esa cosa había tomado su cuerpo.

Me lanzó hacia el otro lado, aquella vidente se encontraba poseída por esa cosa, mi hermana dejó de gritar y cayó hacia el suelo, en sangrentada por completa. Y esa cosa se iba a deshacer de mi madre.

- ¡No! ¡Por favor! ¡Déjala!

Ella se encontraba en el suelo, la vidente tomó su cabeza.

- ¡No le haga nada!

… Y mi madre se puso de rodilla, agachó su cabeza.

- Lo esperaba hace tanto señor – le dijo.
- ¿Mamá?

… No podía creerlo.

- ¡El niño está en el entretecho! – le dijo mi madre a la vidente.
- ¡Que mierda mamá!
- Hijo, déjelo, ese niño no nos pertenece
- ¡De que cresta está hablando, no entiendo!
- No hay nada que entender.

Tenía que ir por él, antes que Samael.

- ¡Tú no vas a ningún lado Jorge!
- ¡Es mi hijo!
- ¡Te estoy dando una orden!

Estaba loca.
La vidente empezó a elevarse hacia el tragaluz de la casa, iba por Matías.
Me dirigí hacia las escaleras, y mi mamá me tomó del brazo.

- ¡Deja que se lo lleve!
- ¡Suéltame! ¡Tú no eres mi mamá! ¡Eres una bruja!

No quedaba tiempo. Subí al segundo piso.

Sabía de otro tragaluz en la casa, puse el velador, salté y moví la tapa de cristal, luego, logré sujetarme en el entretecho, con todas mis fuerzas me lancé hacia adentro… ahora debía gatear.

- ¡Matías! ¡Donde estas bebé mío! – exclamé.

Escuché su llanto, avancé lo que más pude… sin querer aplasté un nido de ratas, y la madre de estas escapó sobre mi espalda.
Escuché otro llanto…
… Y vi a mi hijo, movía sus pies y manos, fui rápido hacia él. Y vi desde el otro costado que se acercaba muy rápido la vidente. Tenía que tomarlo primero.

- ¡Es mío! – gritó con voz de hombre.
- ¡Lo alcancé conchetumare! – exclamé.
- ¡No!

Tomé al niño, quise doblarme hacia el lado contrario, pero nuestro peso no resistió, nos fuimos cuesta abajo.
Caí de espaldas y nunca solté al Matías. Me golpeé tan fuerte la cabeza que sentí que me desmayaría, mi hijo se encontraba bien en mis brazos. La vidente quedó inconciente en el suelo.

- La Carola no estaba preparada para ser mamá – me dijo mi madre.
- Algo le hiciste… no sé qué… pero algo.
- ¿Una brujería dices tú?

Mi madre solo quería tomar al niño.

- No… por favor no – supliqué.

No tenía fuerzas, como pude, empecé arrastrarme en el suelo, mi madre caminaba a mi lado, yo me negaba a entregarlo. Estaba todo perdido, no había nada más que hacer.
Ella iba a quitarme al niño, y cuando se agachó para hacerlo, algo la detuvo.

- ¡Ahhh!

Francisca, mi hermana apareció, le enterró un cuchillo en su espalda y ambas cayeron al suelo.
Mi madre murió a los minutos, mientras la Fran se apagaba poco a poco por su pérdida de sangre.
Ambas fallecieron a mi lado. Yo respiraba profundo, era todo confuso y desesperante. Me levanté con el niño, y vi, que la vidente empezaba a moverse. En un momento pensé en atacarla, pero Samael era muy fuerte, quizás tomaría un paso en falso, asi, que solo decidí correr.
Salí de la casa y atravesé ese patio gigante junto al niño. Escapé del terreno y corrí lo que más pude. Me sentía perseguido, nunca miré hacia atrás, no tenía que hacerlo.

Al otro día, la policía nos resguardó a los dos. Las noticias hablaban del secuestro que había hecho mi madre con su nieto, nadie podía creer que el niño se encontraba escondido en el entretecho, nadie entendió por qué.
La vidente no apareció en la casa y no dejó una sola huella de su paradero.
Los ratis que se encontraban a cargo del caso fueron destituidos, sus superiores encontraron negligente el no haber revisado la casa por completa.

Matías hoy, tiene tres años.

- Te ves bien – me dijo.
- Tú también
- Eres un buen papá
- Gracias
- Lástima
- ¿Lástima que cosa?
- Que ella está acá.

Abrí los ojos. Miré al lado de la cama y mi hijo dormía conmigo. Lo abracé y le besé la cabecita.

- …Jorge.

Escuché la voz de una mujer.

- … Jorge.

Se me hacía conocida… no podía ser.

- ¿Carola? ¿Cómo entraste a la casa?
- Vengo por él.
- No, no te lo vai a llevar, no de nuevo.
- Si, lo haré.

Me mostró sus dientes afilados y se lanzó sobre la cama para atacarnos.

- ¡Mierda!

Volví a despertar…

El Matías cumplió seis años, y esas pesadillas aun me atormentaban, la Carola estaba en el manicomio, encerrada, sentía que nos buscaba en sus sueños
Un día, decidí ir a verla.

- Carola, hola.
- …
- Estai bonita, te maquillaron bien.
- …
- Samael.
- Aun repites el nombre de ese demonio.
- Samael.
- Samael ya no está, acabé con él.
- No, Samael está contigo.
- He tenido pesadillas con él, con ese demonio.
- No, Samael duerme contigo.
- …
- No te entiendo.
- Mátalo.
- …
- Mata a Samael, viene por nosotros.
- ¿Te refieres al niño?

Pasaron y me acosté pensando en todo lo que había logrado como padre.

- Al fin cumpliste
- Estoy orgulloso
- Yo también
- Creo que podré morir tranquilo
- No, no será así
- ¿Por qué lo dices?
- ¡DESPIERTA!

Me levanté de la cama, fui a su pieza, siempre lo cuidé de a misma forma, desde bebé hasta viejo… era mi conchito.

Y ahí la ví, con su pelo opaco, sus ojos decaídos, el maquillaje corrido, y la ropa del psiquiatrico. No sé cómo entró a la casa, pero lo había apuñalado tantas veces que ya era tarde.

… Samael se había ido para siempre.
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FIN DE LA HISTORIA
tiene talento cipadrito 7/10, faltaron persecusiones en auto si y la lucha final entre el protagonista con una espada forjada por los elfos de rivendel y el diablo
 
¿La maraga está poseída o es feminazi tercera ola? ¿El wn de verdad es así de weón o se escuda en no herirla para dejar que ocurra cualquier cosa? ¿el personaje masculino es español? (Por la similitud en que una peuca lo acusa y lo cagan de inmediato). ¿es el amor el vínculo más importabte entre una madre y su hijo? ¿Samael es Dávalos Bachelet? ¿estaban las mujeres confabuladas para operar sus encantos y hechizos sibre todos los varones de la historia?
 
¿algun resumen?

- Parto del cabro chico
- La mina no quiere la guagua
- El compadre se pregunta que wea pasa
- La mamá del tipo (suegra de la mina) se ofrece a ayudar en lo posible...
- La comadre empieza a rayar la papa brigidamente
- El hermano muerto del tipo se le aparece en sueños a advertirle
- La comadre intenta ahogar el cabro chico
- El tipo alcanza a reaccionar y salva la guagua pero por su reaccion le manda un empujon brigido a la mina
- Todo se complica y la situacion se pone en contra del tipo, la mina acusa de violencia intrafamiliar al tipo, pasa un rato en cana... al final levanta los cargos...
- Se reconcilian
- Con los meses, la mina empieza a "cambiar" pero de un dia para otro desaparece con el cabro chico...

De ahi en adelante la historia empieza a toman un rumbo extraño, con posesiones, videntes, demonios y demases...
 
Me gusto, el final guatio un poco, pero nunca me gusta el final de nada, chao
 
Me gusto la historia, quitale un poco la coprolalia y el coa, o solo los chilenos te entenderemos.


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