Yo voto por Bachelet.
No la considero ni una gran presidenta ni una persona 100% impermeable al lobby empresarial o a los malos consejos de asesores. No me gusta la gente con la que gobierna ni su ausencia en varios temas contingentes una vez renunciada a su puesto en la ONU.
Pero creo que dentro de las alternativas de izquierda es la alternativa mas cuerda.
Roxana Miranda, Marcel Claude y Joselyn-Holt tienen el mismo o peor perfil que Allende (hiperventilados, no escuchan a todos los actores dentro de un problema, no tiene control sobre si mismos), lo que es clave para temas de diplomacia política bajo el régimen de la constitución del 80.
Sfier no tiene apoyo y plantea cosas lindas pero semi-utopicas.
Israel es muy culto, viene de una trayectoria en el tribunal constitucional, tiene claros varios cambios claves y las lineas generales de su plan de gobierno son bien próximas al promedio de cosas que quiere la gente, pero cualquier cosa que venga del PRI (como Adolfo Zaldivar por ejemplo) hay que conocerlo muy bien antes de votarlo. Son tipos tan buenos para cambiar de parecer como los radicales buenos para los asados.
MEO ya quemó sus cartuchos y lo considero una mala mezcla entre Israel (no se sabe quien esta detrás de él) y Fra-fra.
Como fuere, es clave en mi apoyo que Bachelet tiene un parlamento con el cual trabajar. Los otros candidatos no tienen ni definen cómo podrían llegar a hacer todo lo que dicen sin un parlamento de respaldo.
También le aplaudo a Bachelet el autocontrol y la astucia que ha tenido para no pescar a los periodistas que preguntan huevadas en el marco de la tendencia a sacar de contexto frases, sobre todo en diarios y TV con editoriales claramente de derecha. Eso, hay que reconocerlo, es una técnica patentada del Piñera candidato, antes de derrotar a Lavin (despues de eso todo fueron frases gueonas y piñericosas).
Finalmente creo que Bachelet tiene la ambición de pasar a la historia como una presidenta del calibre de Alessandri Palma: Cambio constitucional por las buenas y el cierre definitivo del proceso post-dictadura, que eran ambiciones que en algún momento la gente de centro-izquierda esperó de Piñera, incrédulamente.