salvattore
Hincha Huevas
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- 2008/02/05
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leando con detalles
Angel Suicida
Su silueta se observaba sobre la luna.
La noche más fría que viví.
La vi llorar, abrazarse a si misma, la vi esconderse en sus alas.
- ¿Estás bien?- le pregunté.
No me respondió, por lo que decidí trepar hasta la rama donde estaba sentada.
Seguía temblando entre sollozos y lamentos.
Al estar ya a su lado le tomé el hombro y levantó su mirada. Sus ojos del color del cielo de primavera hicieron un nudo en mi garganta. Su pelo dorado, su pequeña boca rosada, su piel tan blanca y tersa que casi se podía ver su alma; sin duda era fruto de la perfección de Dios.
-Dejadme sola- me dijo mientras una solitaria lágrima recorría sus mejillas de porcelana.
Nunca había estado tan nervioso, ( bueno, nunca había estado con un ángel)
- Quiero ayudarte- le dije. Luego pensé que era absurdo que un mortal pudiese ayudar a un ángel.
- No puedes- dijo a la vez que desenrollaba de su pequeña cintura un lazo hecho de hilos de oro.
-Muchos ángeles solo quieren ser Arcángeles, mas yo solo quisiera ser una simple mortal; tener una familia, un hogar, ser protegida y no tan solo proteger. Todo esto me produce mucha impotencia, ya que lo veo a cada momento. Nunca llegare a serlo; naces mortal y mueres mortal, mas naces ángel y no mueres, a menos que te mates.
Sus ultimas palabras me estremecieron, y la sensación se acrecentó al ver que con el lazo hacia un nudo de horca.
- Pero, ¿no puedes hablar con Dios?- (me sentí extraño al hacerle esa pregunta)
-¿Dios?... Nosotros somos sus esclavos. Él creó a los mortales y luego nos dispuso a vuestra custodia. No podemos librarnos de eso; llevo casi cuatro mil años cuidando mortales. Creo que merezco un descanso.
Entonces al ver que estaba decidida a morir quise chantajearla.
- Si tu te ahorcas yo me lanzo de cabeza al suelo- Estábamos a una altura considerable.
-¿No querrás morir sin haber cumplido tu deber?-.
Se sorprendió y no respondió.
Observé con más detalle a mi celestial compañera; era sin duda la criatura más hermosa que había conocido. Fue amor a primera vista.
En aquellos segundos hice varios descubrimientos. Varias veces había soñado con su rostro, lo dibujaba y escribía sobre el. Y aquella vez en la que salve milagrosamente del accidente en la carretera había sentido un aroma indescriptible, que era el mismo que sentía en aquel instante.
Me di cuenta de que no dejaba de mirarme, y de repente, con infinita melancolía y prematura nostalgia se me acercó y me acarició el cabello mientras una fuerza invisible cerraba mis ojos. Sentí su aliento; el más exquisito olor a rosas blancas que han sido cuidadas con esmero, han sobrevivido el crudo invierno, y se han cosechado con pasión. Fue entonces cuando me sentí flotar en el aire. El beso de un ángel; labios puros rozándose con labios pecadores. Creí haber explotado en éxtasis. Aquel beso fue la mas pura prueba del mas real amor, y aunque duró un par de segundos, sentí que el tiempo se detenía en aquel instante.
Mas, separadas nuestras bocas se puso el lazo en el cuello, lo apretó un poco, y sin dejar de mirarme con tristeza se lanzó dejándome perplejo. Su cuerpo inerte colgó a mis pies mientras que ni la brisa congelante lograba hacerme reaccionar. Recuerdo haber lanzado un grito del alma que se desvaneció en la oscuridad, el frío y la niebla. Y mis lagrimas que caían en su cabeza desvanecieron su cuerpo sin dejar rastro, sólo quedó el lazo de oro.
Fue así como en cuestión de segundos pasé de ser el hombre más feliz al mas desdichado del mundo.
Y recordando y apretando fuerte aquel lazo homicida escribo este relato. Mis lágrimas han corrido la tinta, pero te pido hagas un esfuerzo, y leas y cuentes al mundo que he de viajar a la eternidad en busca de mi amada. Y tal vez dirán “el loco que creyó enamorarse de un ángel”, mas yo les digo a ellos que ni sus mentes, ni sus corazones entenderían un amor como el mío, que no es un amor de mortales; es un amor celestial...
Angel Suicida
Su silueta se observaba sobre la luna.
La noche más fría que viví.
La vi llorar, abrazarse a si misma, la vi esconderse en sus alas.
- ¿Estás bien?- le pregunté.
No me respondió, por lo que decidí trepar hasta la rama donde estaba sentada.
Seguía temblando entre sollozos y lamentos.
Al estar ya a su lado le tomé el hombro y levantó su mirada. Sus ojos del color del cielo de primavera hicieron un nudo en mi garganta. Su pelo dorado, su pequeña boca rosada, su piel tan blanca y tersa que casi se podía ver su alma; sin duda era fruto de la perfección de Dios.
-Dejadme sola- me dijo mientras una solitaria lágrima recorría sus mejillas de porcelana.
Nunca había estado tan nervioso, ( bueno, nunca había estado con un ángel)
- Quiero ayudarte- le dije. Luego pensé que era absurdo que un mortal pudiese ayudar a un ángel.
- No puedes- dijo a la vez que desenrollaba de su pequeña cintura un lazo hecho de hilos de oro.
-Muchos ángeles solo quieren ser Arcángeles, mas yo solo quisiera ser una simple mortal; tener una familia, un hogar, ser protegida y no tan solo proteger. Todo esto me produce mucha impotencia, ya que lo veo a cada momento. Nunca llegare a serlo; naces mortal y mueres mortal, mas naces ángel y no mueres, a menos que te mates.
Sus ultimas palabras me estremecieron, y la sensación se acrecentó al ver que con el lazo hacia un nudo de horca.
- Pero, ¿no puedes hablar con Dios?- (me sentí extraño al hacerle esa pregunta)
-¿Dios?... Nosotros somos sus esclavos. Él creó a los mortales y luego nos dispuso a vuestra custodia. No podemos librarnos de eso; llevo casi cuatro mil años cuidando mortales. Creo que merezco un descanso.
Entonces al ver que estaba decidida a morir quise chantajearla.
- Si tu te ahorcas yo me lanzo de cabeza al suelo- Estábamos a una altura considerable.
-¿No querrás morir sin haber cumplido tu deber?-.
Se sorprendió y no respondió.
Observé con más detalle a mi celestial compañera; era sin duda la criatura más hermosa que había conocido. Fue amor a primera vista.
En aquellos segundos hice varios descubrimientos. Varias veces había soñado con su rostro, lo dibujaba y escribía sobre el. Y aquella vez en la que salve milagrosamente del accidente en la carretera había sentido un aroma indescriptible, que era el mismo que sentía en aquel instante.
Me di cuenta de que no dejaba de mirarme, y de repente, con infinita melancolía y prematura nostalgia se me acercó y me acarició el cabello mientras una fuerza invisible cerraba mis ojos. Sentí su aliento; el más exquisito olor a rosas blancas que han sido cuidadas con esmero, han sobrevivido el crudo invierno, y se han cosechado con pasión. Fue entonces cuando me sentí flotar en el aire. El beso de un ángel; labios puros rozándose con labios pecadores. Creí haber explotado en éxtasis. Aquel beso fue la mas pura prueba del mas real amor, y aunque duró un par de segundos, sentí que el tiempo se detenía en aquel instante.
Mas, separadas nuestras bocas se puso el lazo en el cuello, lo apretó un poco, y sin dejar de mirarme con tristeza se lanzó dejándome perplejo. Su cuerpo inerte colgó a mis pies mientras que ni la brisa congelante lograba hacerme reaccionar. Recuerdo haber lanzado un grito del alma que se desvaneció en la oscuridad, el frío y la niebla. Y mis lagrimas que caían en su cabeza desvanecieron su cuerpo sin dejar rastro, sólo quedó el lazo de oro.
Fue así como en cuestión de segundos pasé de ser el hombre más feliz al mas desdichado del mundo.
Y recordando y apretando fuerte aquel lazo homicida escribo este relato. Mis lágrimas han corrido la tinta, pero te pido hagas un esfuerzo, y leas y cuentes al mundo que he de viajar a la eternidad en busca de mi amada. Y tal vez dirán “el loco que creyó enamorarse de un ángel”, mas yo les digo a ellos que ni sus mentes, ni sus corazones entenderían un amor como el mío, que no es un amor de mortales; es un amor celestial...