Hay un video que está arrasando en YouTube. En él, podemos ver a un niño peruano, Nazareth Castillo Rey (más conocido con el nombre "artístico" de Nazareth Castirey) que no alcanza a cumplir diez años, predicando en un templo evangelista (supongo que en algún lugar de latinoamérica o de la norteamérica “hispana”) y desvariando contra la evolución al mejor y más retrógrada estilo creacionista. Cuesta mantener el equilibrio entre el asombro, la pena, el asco y la indignación al ser testigos de un lavado de cerebro tan pulido, tan metódico, tan detallista, en fin, tan “bien hecho” como del que somos testigos.
En este triste ejemplo se evidencia una vez más el exagerado cuidado en la discusión social sobre la religión. Todos los medios que se hicieron eco del tema se limitaron a calificar al “niño predicador” con adjetivos que van desde la mera observación de su inesperada fama hasta abiertas expresiones de jubiloso asombro, que resaltan su “elocuencia”, su “oratoria” y la naturalidad con la que puede “manejar a las masas”. Pero vean ustedes:
www.jupixweb.de/?p=54
Ahora bien, luego haber disfrutado de tremenda barbaridad, haber tragado saliva varias veces y haber contenido el ataque de náuseas obligado, cabe preguntarse cuál es la diferencia entre ése y los demás tipos de abuso infantil.
Por supuesto que no estoy poniendo al mismo nivel el hecho de que a un niño se le comprometa con una religión cualquiera con, por ejemplo, que se le de una Kalaschnikow y se lo mande a matar gente. Pero ¿por qué demonios no puede ni siquiera discutirse sobre si es o no es una forma de abuso infantil? ¿Por qué el adoctrinamiento religioso no entra en esa definición? Me autorespondo: porque entre el derecho irrenunciable de cualquier persona a profesar libremente su religión (y por consiguiente, a educar a sus hijos bajo los parámetros de la religión que quiera) y una forma fanática y perjudicial de adoctrinamiento existe una línea casi invisible que nadie está dispuesto a señalar. El tema es tan caliente que nadie se atreve a tocarlo ni con pinzas.
Nazarth Castillo Rey no es un medio por el cual dios habla con los hombres; es un pobre niño que no entiende lo que dice y que tendría que estar más ocupado investigando la naturaleza de la masturbación que la naturaleza de un mito - que todo su entorno se ha esforzado en enseñárselo como si fuera una verdad. Se puede decir que esa es mi opinión personal. Lo acepto, así como también acepto el derecho de cualquier persona a creer lo que le venga en gana. Pero no acepto que la sociedad tenga que mirar de brazos cruzados como una religión (o secta: es lo mismo) interfiere en el natural desarrollo de un niño, sacrificando su tiempo de ocio, de educación y de juego (que son su derecho por sobre las convicciones religiosas de sus mayores) para convertirse en un loro capaz de repetir estupideces sin tener todavía la capacidad de reflexionar sobre las mismas y decidir creer o no en ellas.
Y a propósito de entorno: debo reconocer que si bien él me da un poquitín de lástima, su publico me da un poquitín de miedo.
www.jupixweb.de/?p=54
En este triste ejemplo se evidencia una vez más el exagerado cuidado en la discusión social sobre la religión. Todos los medios que se hicieron eco del tema se limitaron a calificar al “niño predicador” con adjetivos que van desde la mera observación de su inesperada fama hasta abiertas expresiones de jubiloso asombro, que resaltan su “elocuencia”, su “oratoria” y la naturalidad con la que puede “manejar a las masas”. Pero vean ustedes:
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Ahora bien, luego haber disfrutado de tremenda barbaridad, haber tragado saliva varias veces y haber contenido el ataque de náuseas obligado, cabe preguntarse cuál es la diferencia entre ése y los demás tipos de abuso infantil.
Por supuesto que no estoy poniendo al mismo nivel el hecho de que a un niño se le comprometa con una religión cualquiera con, por ejemplo, que se le de una Kalaschnikow y se lo mande a matar gente. Pero ¿por qué demonios no puede ni siquiera discutirse sobre si es o no es una forma de abuso infantil? ¿Por qué el adoctrinamiento religioso no entra en esa definición? Me autorespondo: porque entre el derecho irrenunciable de cualquier persona a profesar libremente su religión (y por consiguiente, a educar a sus hijos bajo los parámetros de la religión que quiera) y una forma fanática y perjudicial de adoctrinamiento existe una línea casi invisible que nadie está dispuesto a señalar. El tema es tan caliente que nadie se atreve a tocarlo ni con pinzas.
Nazarth Castillo Rey no es un medio por el cual dios habla con los hombres; es un pobre niño que no entiende lo que dice y que tendría que estar más ocupado investigando la naturaleza de la masturbación que la naturaleza de un mito - que todo su entorno se ha esforzado en enseñárselo como si fuera una verdad. Se puede decir que esa es mi opinión personal. Lo acepto, así como también acepto el derecho de cualquier persona a creer lo que le venga en gana. Pero no acepto que la sociedad tenga que mirar de brazos cruzados como una religión (o secta: es lo mismo) interfiere en el natural desarrollo de un niño, sacrificando su tiempo de ocio, de educación y de juego (que son su derecho por sobre las convicciones religiosas de sus mayores) para convertirse en un loro capaz de repetir estupideces sin tener todavía la capacidad de reflexionar sobre las mismas y decidir creer o no en ellas.
Y a propósito de entorno: debo reconocer que si bien él me da un poquitín de lástima, su publico me da un poquitín de miedo.
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