En Chile lo que debe haber es una élite aristocrática dirigiendo, es decir que este compuesta por los mejores: los más capaces, los más inteligentes, los más ético-morales, los más honrados, los más honestos, los más profesionales, los más patriotas, etc. Eso es simplemente IMPOSIBLE que se dé con la nauseabunda democracia.
Lamentablemente la democracia es vivida de manera sectaria y se le ve, como dice Vladimir Volkoff, como panecea universal obligatoria. Es prácticamente la religión oficial del estado. Atacar a este fetiche político es visto como una herejía digna de las penas del infierno. Tratar de sacarse de encima el tótem de los votos es difícil porque está inscrito en piedra en la ley por sus fanáticos seguidores, así que lo queda quizá es jugar el juego y tratar de reducir su expresión al sufragio censitario: que solo voten los que tienen IQ alto y que no posean antecedentes penales. Pero idealmente la democracia debe desaparecer porque solo nos está hundiendo como país. Es un sistema putrefacto que solo fomenta la decadencia de los países.
La democracia es el gran negocio de los partidos políticos y por eso estos chuchesumadres la defienden como gato de espalda.
Chile solo ha progresado cuando han habido autócratas en el poder: Portales, Balmaceda, Pinochet... Esa es la verdad y lo demás es challa, challa democrática o más bien demoniocrática.
