"Tenemos dos características que son particularmente graves. La primera tiene que ver con la pobreza de nuestro léxico. Nos batimos con un número bastante reducido de términos y usamos unos pocos comodines para hablar. Todo es la cosa, el hueveo, la huevada. Y con esas muletillas evitamos decir el término que corresponde a aquello que queremos hacer referencia. La segunda característica es la pronunciación. No sólo no pronunciamos la “s” final, sino que en general articulamos las palabras de forma poco clara y nadie nos entiende".
“No podemos introducir cambios fuertes en cómo hablamos porque si una persona empieza a leer muy marcadamente las eses finales hace el ridículo".
José Luis Samaniego
Profesor de Castellano, Pontificia Universidad Católica de Chile
Magíster en Letras con mención den Lingüística, Pontificia Universidad Católica de Chile
Profesor Titular, Pontificia Universidad Católica de Chile
Miembro de Número de la Academia Chilena de la Lengua
Secretario de la Academia Chilena de la Lengua
Decano de la Facultad de Letras Pontificia Universidad Católica de Chile