No hay que ser un economista experto para reconocer que tras las teorías aparecidas en estos días en los medios de comunicación sobre la brusca caída del precio del cobre, “explicadas” en un hermético y confuso lenguaje técnico, se esconden una suma de factores vedados para el ciudadano común. Poco o nada se dice del saqueo desenfrenado de nuestros recursos naturales por parte de las transnacionales mineras amparadas por el aparato político local. Y es que en un año de elecciones, a ningún sector político le conviene que se devele el reciente y trágico historial de cómo hemos regalado a los capitales extranjeros nuestro más valioso recurso: el cobre.
Entregando falsos pronósticos y diagnósticos parciales, los ejecutivos de las grandes mineras y las autoridades de gobierno han querido hacer creer a la población que la causa de la caída del precio del cobre de 3,5 dólares por libra a casi 3 dólares -fenómeno que tiene y tendrá profundas repercusiones en el erario nacional ya que el metal rojo es la principal fuente de ingresos del Estado chileno- se debe únicamente a las fluctuaciones del mercado global, sobre todo a la desaceleración económica que estaría viviendo China, primer consumidor de cobre del mundo, sin explicar en modo alguno las posibilidades que tiene el gobierno para contrarrestar esta tendencia.
El ministro de Minería, Hernán de Solminihac, por ejemplo, señaló: “Dada la volatilidad del mercado, es factible que el precio del cobre registre nuevos ajustes, pero es poco probable que el promedio anual baje de tres dólares la libra”, agregando que esto se debe a que en el mes de marzo China redujo en 36% las compras del metal.
Sin ir más lejos, Piñera manifestó esta misma preocupación al decir “Chile no está blindado ni está inmune a lo que está pasando con la economía mundial”, respaldando las aseveraciones que indican que Chile es un país absolutamente dependiente del “superciclo” económico chino, que nuestra riqueza es temporal, que el aumento de salario de los mineros nos ha perjudicado, que aumentaron los costos porque se dispararon los precios de la energía, entre otras cosas.
Para comprender de mejor manera algunas de las causas y consecuencias que esconde este fenómeno, revisamos las propuestas de dos economistas de izquierda, Julián Alcayaga y José Cademártori, quienes obviamente han sido relegados de la discusión mediática, debido a su visión crítica del manejo de nuestros recursos, sobre todo del cobre, por la incidencia crucial que este último tiene en nuestra economía.
Alcayaga, presidente del Comité de Defensa del Cobre, es autor de un documento titulado “Manual del defensor del cobre”, donde entre otras cosas concluye, con cifras contundentes en la mano, que por la inmensidad de sus reservas y por su rol monopólico en el mercado del cobre, Chile es una superpotencia, con una capacidad productiva superior a la que tiene el conjunto de naciones de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, OPEP, razón por la cual está en capacidad de determinar el nivel de su producción y, en consecuencia, de influir decisivamente en el precio del cobre.“Chile tiene entre el 40 y el 50% del cobre explotable existente en el mundo.
Es tal la riqueza de este mineral que, después del petróleo, es la de mayor importancia estratégica y económica para la humanidad”, señala, recordando que en 1974 por primera vez los países de la OPEP decidieron aumentar el precio del petróleo en más de 4 veces su valor disminuyendo su producción, lo que han vuelto a hacer en diversas oportunidades.
“Chile con mayor razón podría hacerlo, ya que tiene un peso muy superior en el comercio mundial de cobre, y no tiene necesidad de ponerse de acuerdo con otros países productores de cobre para controlar su producción y el precio”, razón que según Alcayaga hace “absolutamente imperioso poner un freno al crecimiento desmedido de la producción chilena de cobre”.
Para Alcayaga, estas medidas están al alcance de la mano del gobierno, ya que ni los TLC ni otros acuerdos multilaterales recientemente firmados por Chile impiden que nuestro país adopte medidas para controlar la producción de cobre, ya que incluso existen leyes chilenas que permiten al presidente de la república por simple decreto ordenar el estanco y fijar el precio del cobre, como el art. 18 del DL 1349 o “Ley Orgánica de Cochilco”, por lo que “Chile no necesita modificar la actual Constitución o aprobar una ley especial para controlar la producción de cobre y fijar su precio”.
“Importa subrayar que el DL 1349 no es una disposición adoptada por el gobierno de Allende sino que es una ley promulgada en 1976, por la Junta Militar de Gobierno”, precisa el economista.
Coincidiendo con su par, José Cademártori, ministro de Economía de Salvador Allende, explica que una medida como ésta ya fue adoptada por el gobierno chileno en el contexto de la crisis asiática, cuando el precio del cobre había bajado bastante: “En esa oportunidad fuimos varios los que sostuvimos que había que frenar la producción del cobre para influir en el precio de mercado, por la oferta que representa la producción chilena.
Codelco lo hizo en cierta manera, y también lo hicieron la Billiton y otras privadas.Eso efectivamente paró la caída, equiparó la oferta con la demanda, porque había una sobreoferta, y funcionó bien el mercado. Ahora es más complejo porque hay más productores, pero no es imposible en ningún caso”.
Para Cademártori, sin embargo, sería mucho mejor que una medida como ésta fuera tomada por el gobierno en conjunto con otros países productores de cobre, ya que existen muchos factores que se deben considerar. Por ello, propone como un eje clave revivir el Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre (CIPEC), entidad similar a la OPEP pero que agrupaba a los productores de cobre de los países en desarrollo, y que fue disuelto en 1988. “Hay que regular como lo hace la OPEP. En Venezuela, una de las primeras cosas que hizo Chávez fue revivir la OPEP, que estaba pasando por una etapa de dispersión y por eso el precio del petróleo había caído enormemente. Chile puede hacer solo casi tanto como la OPEP, pero yo creo que es mejor en alianza”.
Esta discusión en torno al precio del cobre es solo una de las tantas aristas problemáticas que se pueden analizar respecto al manejo estratégico del preciado metal. Tanto Alcayaga como Cademártori son enfáticos en esto, señalando que Chile tiene y ha tenido riquezas como la plata, el salitre, el yodo, el litio, además de grandes recursos marinos y forestales, pero que ninguna de estas riquezas puede llegar siquiera a compararse con la inmensidad de la riqueza que representa el cobre.
Alcayaga comenta que es tanto el valor del cobre que una comisión especial designada por el Senado de Estados Unidos demostró que las cupríferas de ese país conspiraron y financiaron el golpe de Estado de 1973. Cademártori lo corrobora, señalando que en los 70 el país norteamericano utilizó sus reservas de cobre que tenía en stock, lanzándolas bruscamente al mercado para bajar el precio del metal y así perjudicar al gobierno de Allende.
Así, esta crisis se transforma en el momento ideal para que debatamos en torno al futuro de la industria cuprífera, que es el futuro de nuestro país, y que la población comience a interiorizarse sobre el tema y a demandar con fuerza la defensa del cobre como un pilar central del desarrollo de Chile.
Desarrollo en 4 años
