Cinco horas son el máximo legal si mal no recuerdo. No encuentro que sea tan poco.
Salir descansado y despejado, la música a todo parlante, bajar las ventanas de vez en cuando para que el aire fresco despierte, recordar que de repente puede salir un curado en bicicleta o un chancho arrancando de la granja (en caminos secundarios sureños) y andar con un termo y equipo accesorio requerido para preparar té o café, según la preferencia del antroniano conductor.
El mismo hecho de andar atento a las condiciones de tránsito ayuda a permanecer despierto. Viajar de noche, con mucho menos tráfico y necesidad de estar alerta, es más peligroso según mi experiencia. Además, a esas horas no faltan los kamikazes que pasan zumbando a 180 y no se alcanzan a ver según la disposición de la ruta. La técnica que usaba en aquellos buenos tiempos era ir calculando velocidad promedio cada 5 a 10 minutos. Para eso dejaba el reloj apoyado en el panel de indicadores.
Buen viaje, Cilantrín. No traiga fruta, mande tablitas y reportes.