En el caso de la Erica Hagan, era un secreto a voces la identidad del asesino.
La mina tuvo una relación con un weon, el que a su vez mariconeaba con otro weon. Ambos cuiquitos con hartas lucas, hijitos de papás muy influyentes.
La cosa es que uno de los mariconcillos se sintió celoso y desplazado por la gringa que le estaba arrebatando a su macho, entonces se la piteo. Cuando vio la mansa cagaita que se había mandado, le pidió ayuda al papá, el que le ayudo a ocultar la evidencia, borrar rastros y a meter el cadáver a una tina con agua caliente.
Esa versión se conoció dentro del círculo más cercano de inmediato, pero nadie tenía manera de demostrarlo. Por tanto, cortaron por el hilo más delgado: El pobre conserje.